La historia de Serapis, el dios egipcio, es, cuando menos, curiosa. Porque Serapis es un "dios de encargo", un dios manufacturado ex profeso con finalidades políticas, que tuvo un éxito impensado, aunque a fin de cuentas, limitado. Pero veamos su historia.
Después de que Alejandro Magno dejara convertido el Medio Oriente en un follón, sus leales generales se repartieron el Imperio. A Tolomeo tocó en suerte Egipto, y tuvo que afrontar un duro desafío. Los egipcios estaban hastiados de dominación extranjera (persa, en su caso), y querían libertad, no un mero cambio de amos. Así es que Tolomeo decidió literalmente darles un dios que pudiera ser un símbolo de unidad entre los egipcios y los macedonios.
De esa manera, una comisión de eruditos notables estudió la religión egipcia, y decidió mezclar al dios egipcio Apis, que era emblematizado como un buey y protegía la fertilidad, con los ritos mistéricos de Dionisos. El resultado fue Serapis, un dios egipcio que era representado como romano. Se intentó vender este dios a los egipcios como un gran y poderoso dios, con consecuencias risibles, ya que los egipcios preferían el producto original, y no cedieron a la "moda griega". Pero al revés, entre los griegos, el asunto prendió. En tiempos del Imperio Romano, el culto a Serapis se propagó en regiones tan distantes como Europa, aunque en definitiva sería siempre un culto minoritario, y no tendría la menor oportunidad de enfrentarse a otros cultos mistéricos como el Cristianismo o el Mitraísmo.
Después de que Alejandro Magno dejara convertido el Medio Oriente en un follón, sus leales generales se repartieron el Imperio. A Tolomeo tocó en suerte Egipto, y tuvo que afrontar un duro desafío. Los egipcios estaban hastiados de dominación extranjera (persa, en su caso), y querían libertad, no un mero cambio de amos. Así es que Tolomeo decidió literalmente darles un dios que pudiera ser un símbolo de unidad entre los egipcios y los macedonios.
De esa manera, una comisión de eruditos notables estudió la religión egipcia, y decidió mezclar al dios egipcio Apis, que era emblematizado como un buey y protegía la fertilidad, con los ritos mistéricos de Dionisos. El resultado fue Serapis, un dios egipcio que era representado como romano. Se intentó vender este dios a los egipcios como un gran y poderoso dios, con consecuencias risibles, ya que los egipcios preferían el producto original, y no cedieron a la "moda griega". Pero al revés, entre los griegos, el asunto prendió. En tiempos del Imperio Romano, el culto a Serapis se propagó en regiones tan distantes como Europa, aunque en definitiva sería siempre un culto minoritario, y no tendría la menor oportunidad de enfrentarse a otros cultos mistéricos como el Cristianismo o el Mitraísmo.
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