De alguna manera o de otra, todos los grandes imperios han tratado de presumir que son los más grandes o los más extensos. Es, por supuesto, una cuestión de prestigio para los gobernantes, el hacerse llamar con títulos llamativos y rimbombantes, que simbolicen su aspiración de ser gobernantes universales de todo lo conocido, y un poco más si se pudiera.
Así, por ejemplo, los chinos apodaron a su reino el "Celeste Imperio", porque no concebían que más allá del mundo chino hubiera civilización alguna (algo que en su tiempo era cierto, ya que su primer contacto con una civilización extranjera ocurrió hacia el año 130 a.C., cuando invadieron el Asia Central y encontraron una colonia griega suelta en Bactria, actualmente una república soviética independiente).
Cuando la ciudad de Ur unificó al mundo sumérico, se hizo llamar el "Imperio de las Cuatro Comarcas". De manera asombrosamente similar, y sin saber nada de Ur, los incas llamaron a su imperio el "reino de las cuatro regiones", o sea, "Tahuantisuyu".
Los romanos fueron más modestos. Junto con apodos como "imperator orbis" ("emperador del mundo") y similares, se referían a sus dominios con el modesto apelativo de "Mare Nostrum", en alusión a que habían logrado conquistar toda la cuenca del Mar Mediterráneo.
Así, por ejemplo, los chinos apodaron a su reino el "Celeste Imperio", porque no concebían que más allá del mundo chino hubiera civilización alguna (algo que en su tiempo era cierto, ya que su primer contacto con una civilización extranjera ocurrió hacia el año 130 a.C., cuando invadieron el Asia Central y encontraron una colonia griega suelta en Bactria, actualmente una república soviética independiente).
Cuando la ciudad de Ur unificó al mundo sumérico, se hizo llamar el "Imperio de las Cuatro Comarcas". De manera asombrosamente similar, y sin saber nada de Ur, los incas llamaron a su imperio el "reino de las cuatro regiones", o sea, "Tahuantisuyu".
Los romanos fueron más modestos. Junto con apodos como "imperator orbis" ("emperador del mundo") y similares, se referían a sus dominios con el modesto apelativo de "Mare Nostrum", en alusión a que habían logrado conquistar toda la cuenca del Mar Mediterráneo.
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