![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPqxaCQwzEi-XoqRMP0wB-z9YED9HGPb1fG9qvoHWjQ2DKu_tW8OSYBsE860bHtHiQCswNThDcRAbRENzlSLyvdkApJVscGew8Limo8-eEPq2oWOnjxsBNw-kHKEXkbCaGdOMO/s400/Francisco_de_Vitoria.jpg)
Los pensadores españoles del siglo XVI por supuesto que no podían permanecer ajeno al enorme cambio histórico que significó la conquista de América, y los distintos conflictos que esta conquista presentó. En este medio, el teólogo Francisco de Vitoria (hacia 1492 - 1546) fue uno de los más importantes promotores del derecho de gentes, y un enorme crítico de la colonización española, al menos en sus grados más extremos.
Para entender el pensamiento y la mentalidad de Vitoria, primero hablemos de los argumentos clásicos para justificar la legitimidad de la conquista de América. En la Edad Media, se entendía que la legitimidad arrancaba de Dios, que la había delegado en el Imperio Romano (y el Sacro Imperio Romano Germánico, continuador del anterior según lo consideraba el derecho medieval europeo) y la Iglesia Católica, para que rigieran el mundo entero en su nombre. Ese era el marco jurídico que había tenido en mente la Bula Intercaetera de 1493, documento legal por el cual el Papa había repartido el mundo no europeo en dos esferas de influencia, una para España y la otra para Portugal. Por lo tanto, la conquista de América era aceptable si se emprendía contra paganos que se resistían a la evangelización, y además tenían instituciones que eran incompatibles con el Imperio. Vitoria criticó ácidamente este concepto del "dominium universal", porque en su concepto, el dominio romano no fue objeto de ninguna legitimación divina, sino obra de la violencia y la astucia. Por lo mismo, argumenta Vitoria, el Papa no tiene injerencia legítima alguna en los asuntos temporales. De esta manera, Vitoria desmonta la autoridad universal que se arrogaban tanto el Emperador como el Papa. La bula de 1493, según Vitoria, sólo autorizaba al Emperador a enviar misioneros piadosos que predicaran el cristianismo o se ofrecieran a los líderes locales como consejeros, sin poder para tocar sus bienes o modificar sus instituciones.
Respecto de este punto, debemos tener en cuenta que Vitoria tiene una visión que hoy día llamaríamos de "tolerancia multiculturalista" respecto a los indígenas. Los defensores del imperialismo español se basaban también en la imperfección (según ellos) de las instituciones indígenas. O sea, invadirlos, derrocar a sus reyes y someterlos a la esclavitud de hecho que era el trabajo de encomiendas, era hacerles un favor porque significaba llevarles las instituciones hispánicas, que eran mejores y superiores. Contra esto, Vitoria argumenta que los indígenas no son inferiores ni "esclavos por naturaleza", sino miembros de la comunidad humana por pleno derecho. Y habiendo instituciones en que "el orden está establecido y mantenido", y que tienen "magistraturas, leyes, cuerpos de oficios, cambios", etcétera, además de una religión propia (pagana, pero propia), atacarlos en realidad es pillaje y saqueo sin más. También ataca el argumento común de que en tierras de indios había bienes insuficientemente explotados, y la conquista permitiría que esos bienes fueran explotados y favorecieran la economía y las finanzas (¿qué dirían si ustedes tuvieran una casa que no ocupan ni arriendan por el motivo que sea, y que basándose en eso, un cualquiera se introdujera y dijera que le pertenece porque se está perdiendo? Piénsenlo un minuto). Tampoco acepta el argumento de la evangelización porque la conversión por la violencia es nula, e incluso resulta sacrílego "acercarse a los misterios bajo el único influjo del temor servil". Vitoria opone al "derecho de sangre" el "derecho de lugar", lo que significa no sólo que se opone a que los nativos sean conquistados por los españoles por la violencia, sino también se opone a la expulsión de los judíos y moriscos de España.
Lo cierto es que, a pesar de sus buenas intenciones, Vitoria no tuvo mayor éxito en parar la maquinaria bélica española, que de hecho se impuso casi sin contrapeso sobre todos los grandes poderes desde el Río Bravo hasta la Patagonia. Pero sus argumentos quedaron, y algunos de los problemas teológicos, jurídicos y éticos que Vitoria abordó y debatió, por desgracia siguen siendo bastante actuales (¿a alguien le suena eso de que es legítimo invadir a otro pueblo porque sus instituciones no son lo suficientemente buenas o porque alguien tiene que explotar sus recursos...?).