En el Imperio Romano existían varias clases de ciudadanía. Estaban los ciudadanos de cuerpo completo, que poseían el llamado "ius italicus", que las tenían todas: podían ser senadores, integrar el ejército, y además, no pagaban impuestos directos (es decir, los que tenían que pagar por ellos mismos, a diferencia de los indirectos como los impuestos sobre ventas y cosas así). Como todas las castas de privilegiados, les gustaba abusar de su condición, así es que no querían que nadie más se integrara al círculo de los bonitos. Por lo que el ius italicus sólo lo tenían los habitantes de Italia, más algunos municipios desperdigados a todo lo ancho del Imperio. Más allá estaban las diversas clases de ciudadanía romana incompleta, que otorgaban algunos privilegios menores, hasta llegar a los habitantes del Imperio que por ser de otros pueblos (judíos, idumeos, galos, pues lo de siempre) no eran ciudadanos.
En el año 212, el Emperador Caracalla tuvo la brillante idea de aplastar los privilegios del Senado (que siempre le estaba haciendo olitas a los Emperadores) aumentando brutalmente la cantidad de ciudadanos, haciendo tales a todos los habitantes del Imperio. Así, con un par. Dictó la llamada Constitución Antoniana, y concedió ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio sin excepción.
¿Creen que la gente del Imperio se tomó esto a bien? Por el contrario, les sentó pésimo. ¿Y por qué? Pues porque ahora tenían que empezar a pagar impuestos. ¿Y no que estaban exentos de los directos? Pues sí, pero habían otros impuestos que, para compensar, se hacía pagar a los ciudadanos: 5% por derechos de entierro (!!!), 1% sobre las ventas (para que vean, los romanos habían inventado por su cuenta y solitos, el IVA), 4% a las ventas de esclavos... Y maldita la gracia de empezar a pagar estos tributos. Todo eso, en una época que ya no valía la pena ser senador, ni estar en el ejército. Un caso insólito en donde los nuevos privilegiados no quieren los privilegios que se les trata de regalar a la fuerza...
En el año 212, el Emperador Caracalla tuvo la brillante idea de aplastar los privilegios del Senado (que siempre le estaba haciendo olitas a los Emperadores) aumentando brutalmente la cantidad de ciudadanos, haciendo tales a todos los habitantes del Imperio. Así, con un par. Dictó la llamada Constitución Antoniana, y concedió ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio sin excepción.
¿Creen que la gente del Imperio se tomó esto a bien? Por el contrario, les sentó pésimo. ¿Y por qué? Pues porque ahora tenían que empezar a pagar impuestos. ¿Y no que estaban exentos de los directos? Pues sí, pero habían otros impuestos que, para compensar, se hacía pagar a los ciudadanos: 5% por derechos de entierro (!!!), 1% sobre las ventas (para que vean, los romanos habían inventado por su cuenta y solitos, el IVA), 4% a las ventas de esclavos... Y maldita la gracia de empezar a pagar estos tributos. Todo eso, en una época que ya no valía la pena ser senador, ni estar en el ejército. Un caso insólito en donde los nuevos privilegiados no quieren los privilegios que se les trata de regalar a la fuerza...
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