La recreación de la Historia Universal en la Literatura está cambiando aceleradamente. Hasta hace algunas décadas atrás, la novela histórica debía ser tan fiel y objetiva a los hechos reales del pasado, que se trataba de una labor ciertamente asfixiante el escribirla, y sólo unos pocos (Mika Waltari con "Sinuhé el Egipcio", Henry Sienkewicz con "Quo Vadis") podían presumir de maestría en ese campo. Pero desde hace un par de décadas, una nueva aproximación que mezcla lo fantástico con lo histórico ha surgido, a partir del entrecruzamiento entre el cyberpunk y la novela histórica convencional.
A comienzos de los '80s, el Cyberpunk volteaba el tablero de la Ciencia Ficción con una visión de una sociedad futurista dominada por las redes de computación, las drogas de diseño, las tribus urbanas, las megacorporaciones y la ingeniería genética (en esa época ERA futurista, aún). En respuesta, los nostálgicos y tradicionalistas inventaron un género igualmente oscuro o distópico, pero ambientado en una Inglaterra alternativa en donde existía eso mismo, pero con imaginería gótica y victoriana. La novela "Las puertas de Anubis", de Tim Poweres, abrió la espita en 1984, y por ser una especie de espejo en versión nostálgica del Cyberpunk, se lo llamó "Steampunk" ("punk a vapor"). Se define muchas veces al Steampunk como el tipo de universo que nuestro planeta hubiera sido, si es que las fantasías de Julio Verne o H. G. Wells se hubieran hecho realidad de manera literal: un mundo dominado por maquinarias a vapor, en vez de electrónica.
Desde entonces ha salido una buena cantidad de literatura steampunk, y las inevitables adaptaciones para el cine ("Wild Wild West", "La liga de los caballeros extraordinarios", "El castillo andante", "Steamboy").
Pero, ¿por qué detenerse ahí? Así, comienza a hablarse de otras variantes de "historia alternativa", ya no ambientadas en la época de la Inglaterra de finales del XIX, sino en otros hitos históricos. Así, hay quien habla de Stonepunk (Edad de Piedra), Bronzepunk (Edad de Bronce), Sandalpunk (Grecia y Roma), Middlepunk (Edad Media), Clockpunk (Renacimiento), Dieselpunk (primera mitad del siglo XX), Nazipunk (variante nazistoide del Dieselpunk), Atompunk (década de 1950), Transistorpunk o Modpunk (década de 1960), Biopunk (moderna ingeniería genética, o futura próxima), y Cypherpunk (modernos sistemas de encriptación). La premisa es más o menos la misma: ¿qué habría pasado si los sueños y utopías propios de esas épocas hubieran sido realidad? Buena pregunta, porque para eso, después de todo, existen ya las novelas y textos de esos mismos años, como por ejemplo los propios Julio Verne y H. G. Wells... Así pues, ¿cuánto de todo esto es real y cuánto es puro reclamo publicitario? Vaya uno a saber...
A comienzos de los '80s, el Cyberpunk volteaba el tablero de la Ciencia Ficción con una visión de una sociedad futurista dominada por las redes de computación, las drogas de diseño, las tribus urbanas, las megacorporaciones y la ingeniería genética (en esa época ERA futurista, aún). En respuesta, los nostálgicos y tradicionalistas inventaron un género igualmente oscuro o distópico, pero ambientado en una Inglaterra alternativa en donde existía eso mismo, pero con imaginería gótica y victoriana. La novela "Las puertas de Anubis", de Tim Poweres, abrió la espita en 1984, y por ser una especie de espejo en versión nostálgica del Cyberpunk, se lo llamó "Steampunk" ("punk a vapor"). Se define muchas veces al Steampunk como el tipo de universo que nuestro planeta hubiera sido, si es que las fantasías de Julio Verne o H. G. Wells se hubieran hecho realidad de manera literal: un mundo dominado por maquinarias a vapor, en vez de electrónica.
Desde entonces ha salido una buena cantidad de literatura steampunk, y las inevitables adaptaciones para el cine ("Wild Wild West", "La liga de los caballeros extraordinarios", "El castillo andante", "Steamboy").
Pero, ¿por qué detenerse ahí? Así, comienza a hablarse de otras variantes de "historia alternativa", ya no ambientadas en la época de la Inglaterra de finales del XIX, sino en otros hitos históricos. Así, hay quien habla de Stonepunk (Edad de Piedra), Bronzepunk (Edad de Bronce), Sandalpunk (Grecia y Roma), Middlepunk (Edad Media), Clockpunk (Renacimiento), Dieselpunk (primera mitad del siglo XX), Nazipunk (variante nazistoide del Dieselpunk), Atompunk (década de 1950), Transistorpunk o Modpunk (década de 1960), Biopunk (moderna ingeniería genética, o futura próxima), y Cypherpunk (modernos sistemas de encriptación). La premisa es más o menos la misma: ¿qué habría pasado si los sueños y utopías propios de esas épocas hubieran sido realidad? Buena pregunta, porque para eso, después de todo, existen ya las novelas y textos de esos mismos años, como por ejemplo los propios Julio Verne y H. G. Wells... Así pues, ¿cuánto de todo esto es real y cuánto es puro reclamo publicitario? Vaya uno a saber...
2 comentarios:
Pues la verdad eso del steampunk me fascina, por ejemplo la peli Capitan Sky y el mundo del mañana es un claro ejemplo de esta tendencia que ha trapasado las barreras de un medio para invadir varios nichos.
El Steampunk clásico (o sea, retrofuturismo ambientado en el siglo XIX), claramente llegó para quedarse. En cuanto a la peli "Capitán Sky y el Mundo del Mañana", que por cierto comenté en el blog de Cine 9009 (seguir los enlaces respectivos), es en efecto la peli Dieselpunk por excelencia. Y si me preguntan, aunque improbable por el momento, me encantaría que algún día se concretara la promesa que hicieron de una secuela, ojalá con la misma gente actuando y a cargo, por supuesto.
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