
La lejanía de Chiloé respecto del centro de Chile, sumado a su carácter insular, la han convertido en un verdadero mundillo cerrado en lo que respecta a mitos, leyendas y tradiciones. La isla de Chiloé, de fama entre los chilenos por el carácter amable de sus habitantes, es también hogar de monstruos impensados y de brujos con aterradores poderes. Todo eso se une en la historia de la Recta Provincia, la más poderosa asociación de brujos chilotes, en abierta rebelión contra la autoridad central de Santiago.
Chiloé siempre fue una especie de suburbio en los dominios coloniales hispánicos de Chile. Tan alejado estaba y tan poco gravitaba en la vida nacional chilena, que fue el último bastión español en Chile que cayó en manos patriotas, en fecha tan tardía como 1826 (Santiago había sido asegurado en 1818). No es raro entonces que el gobierno español, y el chileno después, semiaislados de todo apoyo exterior, haya tenido que mantenerse en incómoda convivencia con las lealtades locales. Con todo, por la fuerza de las armas y con el apoyo de la Iglesia Católica, impusieron el sistema de haciendas y el inquilinaje como medio de explotación rural, tal y como lo hicieron en otras partes de Chile y América, sistema que pervivió en Chile hasta la Reforma Agraria de 1964-1973. ¿A quiénes iban a volverse los chilotes asustados por un sistema que favorecía ampliamente a los afuerinos? Pues, a sus brujos.
Los brujos chilotes se congregaban en la Cueva de Quícavi. Andando el tiempo formaron la Recta Provincia, una asociación secreta que era una verdadera especie de gobierno en las sombras, dentro de Chiloé. Un brujo oficiaba como monarca absoluto, y habían siete reyes por cada una de las siete provincias de Chiloé, designadas en clave con topónimos afuerinos: Buenos Aires (Achao), Salamanca (Rauco), Perú (Caucahue), Villarrica (Dalcahue), Lima (Quicaví), Santiago (Tenaún) y España (Payos, Queilen y Compu). Para ingresar a la sociedad secreta y hacerse brujos, los candidatos debían sumergirse bajo una pequeña cascada, cuya localización actual no es completamente segura: en dicha cascada se lavaban de las aguas bautismales y renegaban así del Cristianismo (debe recordarse que en la época se aplicaba el sacramento bautismal a la gente siendo bebés casi recién nacidos, hasta el punto que las actas parroquiales de bautismo eran el equivalente del actual certificado de nacimiento ante el Registro Civil). La rebelión política y religiosa se fusionaban así en una sola, en lo que muchos han querido ver como un muy autóctono movimiento independentista chilote en los siglos XVIII y XIX. Porque se suponía que los brujos usaban sus temibles poderes para causar daño, enfermar y aún matar a los hacendados que fueran abusivos con sus peones, o a quienes fueran autoridades civiles y religiosas que les apoyaran en sus exacciones.
En 1880 se abrió el expediente criminal "Contra Mateo Coñuecar y otros por asociaciones ilícitas y envenenamientos". De esta manera, los juzgados de la República de Chile se lanzaron a investigar esta sociedad secreta. Muchos sospechosos de profesar la brujería fueron apresados e interrogados. Se sospecha que se les aplicó la tortura para arrancarles confesiones. De lo que consta en dicho expediente, sale mucho de lo que se sabe sobre la Recta Provincia actualmente. Aún así, la mayor parte de los brujos fueron después liberados, porque no pudo acreditárseles que, aparte de practicar algunos rituales de magia negra, en efecto hayan causado daño material a otras personas (ni siquiera por medio de la magia a distancia), ni tampoco pudo determinarse que la asociación por ellos creada fuera realmente ilícita. Se supone que en esas fechas, por el acoso judicial, acaso ayudado por rencillas internas entre los propios brujos, la Recta Provincia desapareció. Aunque, con el secretismo de los brujos chilotes, eso es algo que sigue envuelto en el misterio, y quizás durante mucho tiempo más siga así...