Una de las peores amenazas que debían afrontar los marinos antiguos, era la del escorbuto. Este es una enfermedad carencial, provocada por la falta de vitamina C. A los tres o cuatro meses de zarpar un navío, aparecían los primeros casos, debido al agotamiento de las reservas de frutas y verduras frescas. Los médicos los detectaban de inmediato: inflamación de las piernas, aliento fétido, inflamación y sangrado de encías. Después, la boca del paciente se inflamaba y gangrenaba, cayéndose todos los dientes uno por uno. Esta espantosa agonía duraba un mes entero, y culminaba en la muerte. Y como las vitaminas no eran conocidas, no se sabía qué ocasionaba la enfermedad que para ellos era un misterio completo.
El escorbuto barría a veces tripulaciones completas. Uno de los casos más desastrosos se produjo en una expedición holandesa en 1595, la flota Eerste Schipvaart. Cuando esta flota arribó a Madagascar, la enfermedad había dado cuenta de literalmente media tripulación. Un par de años después, cuando la expedición llegó a su destino, en uno de los barcos no habían hombres sanos suficientes para echar el ancla.
Curiosamente, sí se sabía que el jugo de limas y limones era muy efectivo para combatir el escorbuto. Incluso había médicos que lo prescribían como remedio. Pero tales víveres solían acabarse rápido. Además, tampoco se sabía por qué funcionaba dicha solución (es porque tienen vitamina C, pero eso lo sabemos ahora). Uno de los primeros que tomó el toro por las astas fue Horacio Nelson, el insigne almirante inglés que perdió la vida mientras hacia añicos la escuadra napoleónica en Trafalgar (1805). Nelson se preocupó siempre de que en sus buques hubiera abundante limón y repollo (otra gran fuente de vitamina C), factor que ayudó a darle superioridad a su flota.
El escorbuto barría a veces tripulaciones completas. Uno de los casos más desastrosos se produjo en una expedición holandesa en 1595, la flota Eerste Schipvaart. Cuando esta flota arribó a Madagascar, la enfermedad había dado cuenta de literalmente media tripulación. Un par de años después, cuando la expedición llegó a su destino, en uno de los barcos no habían hombres sanos suficientes para echar el ancla.
Curiosamente, sí se sabía que el jugo de limas y limones era muy efectivo para combatir el escorbuto. Incluso había médicos que lo prescribían como remedio. Pero tales víveres solían acabarse rápido. Además, tampoco se sabía por qué funcionaba dicha solución (es porque tienen vitamina C, pero eso lo sabemos ahora). Uno de los primeros que tomó el toro por las astas fue Horacio Nelson, el insigne almirante inglés que perdió la vida mientras hacia añicos la escuadra napoleónica en Trafalgar (1805). Nelson se preocupó siempre de que en sus buques hubiera abundante limón y repollo (otra gran fuente de vitamina C), factor que ayudó a darle superioridad a su flota.
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