Hay quienes consideran que Bill Gates no ha inventado realmente nada, y que toda su habilidad ha consistido en comprar tecnologías para hacerse rico comercializándolas como propias: ocurrió así con Windows, con Internet Explorer, etcétera. Pues bien, existe un ilustre precedente para esta conducta: Thomas Alva Edison.
Es sabido que Edison inventó muchas cosas, entre ellas la célebre ampolleta eléctrica. Hay quien calcula que desde el taller de Edison salía un invento nuevo cada cinco días. ¿Y cómo lo hacía para tener tanta inspiración?
La respuesta es simple y desoladora: Edison era un inventor maravilloso y con visión, eso es cierto, pero también un estupendo hombre de negocios, que sabía reclutar a talentos geniales que trabajaban para él, pasando como propios inventos que habían sido desarrollados en su mayor parte por sus "ayudantes". Antes de Edison, el inventor prototípico era el fulano encerrado en su habitación, un poco a la manera de Leonardo da Vinci, haciendo excéntricos experimentos hasta que alguno le funcionara, mientras que a partir de él, la invención pasó a ser la floreciente industria que es ahora, en donde el inventor individual no importa, frente a la gran corporación que le dirige, financia, y finalmente explota la invención propiamente tal.
Hablando de financiamiento, se sabe que Edison era implacable con sus ayudantes. Uno de ellos era Nikola Tesla, cuyo genio es considerado muy superior al de Edison, y que finalmente trabajó para la Westinghouse, uno de los más importantes imperios de la radio en aquellos años, hastiado justamente del trato mezquino que le daba Edison, a cambio de sus geniales ocurrencias.
También Edison estaba dispuesto a estrujar las patentes hasta el límite. De esta manera, basándose en ser el inventor del kinetoscopio, persiguió en juicio (y a veces con matones a sueldo) a quienes hacían uso del cinematógrafo (un invento muy similar), aunque finalmente perdió.
A fin de cuentas, Thomas Alva Edison era todo un hombre americano, ¿no?
Es sabido que Edison inventó muchas cosas, entre ellas la célebre ampolleta eléctrica. Hay quien calcula que desde el taller de Edison salía un invento nuevo cada cinco días. ¿Y cómo lo hacía para tener tanta inspiración?
La respuesta es simple y desoladora: Edison era un inventor maravilloso y con visión, eso es cierto, pero también un estupendo hombre de negocios, que sabía reclutar a talentos geniales que trabajaban para él, pasando como propios inventos que habían sido desarrollados en su mayor parte por sus "ayudantes". Antes de Edison, el inventor prototípico era el fulano encerrado en su habitación, un poco a la manera de Leonardo da Vinci, haciendo excéntricos experimentos hasta que alguno le funcionara, mientras que a partir de él, la invención pasó a ser la floreciente industria que es ahora, en donde el inventor individual no importa, frente a la gran corporación que le dirige, financia, y finalmente explota la invención propiamente tal.
Hablando de financiamiento, se sabe que Edison era implacable con sus ayudantes. Uno de ellos era Nikola Tesla, cuyo genio es considerado muy superior al de Edison, y que finalmente trabajó para la Westinghouse, uno de los más importantes imperios de la radio en aquellos años, hastiado justamente del trato mezquino que le daba Edison, a cambio de sus geniales ocurrencias.
También Edison estaba dispuesto a estrujar las patentes hasta el límite. De esta manera, basándose en ser el inventor del kinetoscopio, persiguió en juicio (y a veces con matones a sueldo) a quienes hacían uso del cinematógrafo (un invento muy similar), aunque finalmente perdió.
A fin de cuentas, Thomas Alva Edison era todo un hombre americano, ¿no?
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