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jueves, 30 de diciembre de 2010

Patinazos de expertos científicos.


La Historia de la Ciencia es la de una serie de héroes que, no dejándose vencer por una naturaleza aparentemente inescrutable, se las han arreglado con ingenio y tesón para darle la vuelta a las preguntas fundamentales, y con sus descubrimientos han hecho que nuestro mundo sea en general un lugar mejor para vivir (¿o acaso alguien quiere volver a ser un campesino desdentado y viejo a los 45 en la Edad Media?). Pero eso no libra a los científicos, seres humanos falibles como todo el mundo a fin de cuentas, de meter las patas de cuando en cuando. Para terminar el año 2010, y de paso festejarnos con el quinto aniversario de Siglos Curiosos (el próximo sábado 1 de Enero de 2011), le daremos un vistazo a los gazapos de los científicos, al equivalente siglocuriosero de los videos de YouTubes con caídas y golpes... un excelente bonus track para terminar el año 2010 y el cuarto año de Siglos Curiosos. Que tengan un Feliz Año Nuevo, y nos vemos en el 2011.

-- "Todo lo que puede ser inventado ha sido inventado". Lo dijo Charles Duell en 1899. Interesantemente, era el jefe de la Oficina de Patentes de Estados Unidos.

-- "Los rayos X son una patraña" ("X rays are a hoax"). Esta la dijo el físico Lord Kelvin, uno de los más reputados de comienzos del XX, precisamente en 1900.

-- "La pureza química del aire no es de importancia". Leonard Erskine Hill, que dijo esto siendo un fisiólogo del Hospital de Londres en 1912, falleció cuarenta años después, el 30 de Marzo de 1952, apenas algunos meses antes de que la Gran Niebla de Smog de Londres en Diciembre de 1952 matara a más de 4000 personas en apenas cuatro días (y hay estimaciones que elevan la cifra a 12.000 víctimas).

-- El ingeniero estadounidense George Francis Gillette dijo en 1929 que hacia la década de 1940, "la Teoría de la Relatividad será considerada una broma". Aún no se sabe cuánto de ella se desmoronará cuando alguien descubra como unificarla con la Mecánica Cuántica, pero por el minuto en el año 2010, a un siglo de ella, sigue fiel al tope de la bandera, mientras que de Gillette nadie se acuerda...

-- Esta podemos excusarla porque quien hablaba no era un científico sino un político, el famoso Winston Churchill. En 1932 profetizó que en 50 años (esto es, a comienzos de los '80s), "escaparemos del absurdo de tener que criar un pollo entero en orden a comernos la pechuga o el ala, criando estas partes separadamente bajo un menú a elección". Cuarto de siglo desde la fecha, y seguimos esperando...

-- "La Bomba nunca saldrá, y hablo como experto en explosivos". Esta fue la tajante advertencia (de un "experto en explosivos", nada menos) que le lanzó el Almirante William Daniel Leahy al Presidente Truman en 1945, acerca de la bomba atómica. Ojalá hubiera tenido razón.

-- "El viaje espacial es un completo desperdicio" (traducción libre, el original inglés es: "Space travel is utter bilge"). Lo dijo Richard van der Riet Woolley, al asumir el puesto de Astrónomo Real en Gran Bretaña el año 1956. O sea, un año antes del lanzamiento del Sputnik, cinco antes del primer astronauta en órbita, trece antes del primer hombre en la Luna, y 26 antes de la primera sonda espacial que alcanzó la heliopausa (la frontera del sistema solar). Y falleció en Diciembre de 1986, casi un año después del desastre del transbordador espacial Challenger...

domingo, 26 de diciembre de 2010

Los homosexuales del cine negro.


Cuando se piensa en el Cine Negro o "Cine Noir" (ya saben, las pelis policiales de los '40s y '50s), uno de los ingredientes claves en que todo el mundo piensa, son las femme fatales. Hasta tal punto se identifican ellas con el género, que se han vuelto un lugar común, y han sido sangrantemente parodiadas desde el respeto con Jessica Rabbit en "¿Quién engañó a Roger Rabbit?", hasta... bueno, el sin respeto de Jane Spencer (personaje interpretado por Priscilla Presley) en "Y dónde está el policía" y secuelas. Pero esto ensombrece otra presencia más o menos constante en muchas pelis policiales de la época: los homosexuales. Y sin embargo...

Pongámonos un poco en contexto. El Cine Noir nació como una respuesta específica a una situación social bastante comprometida, en la cual había un discurso social triunfalista (¡nosotros, América, baluarte de la libertad, contra el Eje!) combinado con la percepción general de una creciente corrupción a manos de los capitalistas de toda la vida (tendencia que, lejos de apagarse, ha llegado a un paroxismo a comienzos del XXI, y si no díganselo a los creativos de Enron). En respuesta se crearon policiales alambicados y con tramas laberínticas, en las que antihéroes cínicos y duros se enfrentan a situaciones en las que "nada es lo que parece", etcétera. Caía por lo tanto de balde que, en el puritanismo moral de América, el tema de la sexualidad en todas sus formas, incluyendo la homosexualidad, fuera tratado en las pelis. Pero por obra de ese mismo puritanismo, en Estados Unidos imperaba el llamado Código Hays, que establecía una serie de cortapisas para mostrar la realidad en las pelis. Los productores, directores, guionistas y actores se veían entonces en el problema de que, para denunciar que los homosexuales existían más allá de las prohibiciones del puritanismo moral reinante, tenían que mostrar homosexuales en la pantalla, pero tenían que hacerlo de una manera que no violaran las prohibiciones del puritanismo moral reinante... ¡vaya un dilema!

Y aunque no lo crean, los creadores de pelis tuvieron el ingenio fertil para ello. Hacer el catálogo completo excede los propósitos de este posteo y el alcance de Siglos Curiosos en general, pero hagamos un breve recuento. En "El Halcón Maltés", la peli fundacional del género, aparece un tal Mr. Cairo (magníficamente interpretado por el gran Peter Lorre) que se presenta con una tarjeta de presentación perfumada a gardenias, para desconcierto del muy machorro Humphrey Bogart, y después, cuando se entrevista con éste, no para de hacerle carotas y acariciar frenéticamente su bastón (es un bastón en sentido literal, no estoy siendo metafórico, por lo que pueda valer la acotación). Aún más explícita es "Extraños en un tren", de Alfred Hitchcock, en la cual un tenista con cara de niño bonito es acosado por un hombrón amanerado y de vestimentas chillonas, que le propone intercambiar asesinatos. En una escena, el tenista es engañado para que acuda a la casa de su víctima... sólo para encontrarse con el hombrón en piyamas y en una cama. Y cuando intenta irse, el hombrón le apunta con una pistola por la espalda. Y ya sabemos lo que significan metafóricamente las pistolas...

Pero la peli más bizarra en esta línea probablemente sea "Gilda". A pesar de llamarse como el personaje volcánicamente interpretado por Rita Hayworth, en realidad gira en torno a los dos hombres de la vida de ella. Uno de ellos es un caribonito sin oficio ni beneficio, que es salvado de un asalto por un hombre viejo (el marido de Gilda) con un bastón, y por si esto no fuera lo suficientemente fálico, resulta que el bastón tiene un cuchillo escondido adentro. Y después, a santo de nada, el hombre viejo contrata al jovencito para cuidar a su esposa... Y queda claro que entre Gilda y el hombre viejo no pasa nada, a pesar de que ella es una mujer deseable por todas partes... Y cuando el hombre viejo se pone celoso, uno puede preguntarse si está celosa por Gilda, o por el caribonito... El ambiente de homosexualidad reprimida que flota sobre la peli, la hace seguramente una de las más sucias y mórbidas rodadas en Hollywood ever.

Aunque en la actualidad ya no se hace cine noir, sí ha tenido prolongación en cosas como el Neo-Noir, el Tecno-Noir, etcétera. Pero como la homosexualidad ya no es tan tabú como antes, no se puede decir que el tema tenga las mismas concomitancias. Incluso se ha rodado algún neonoir abiertamente homosexual, como la agresivamente lésbica "Sin límites", de 1996, con la que los hermanos Wachowski antes de rodar "Matrix"...

jueves, 23 de diciembre de 2010

La mejor Navidad de Tamara Acosta.

La actriz Tamara Acosta es bien conocida en Chile por sus desn... er... por haber actuado en pelis como "El chacotero sentimental", "El desquite" o "El rey de los huevones", además de sus roles en teleseries y en ser una de las protas de la serie televisiva "Los 80", por no hablar de su secundario en la grandiosa (sarcasmo) y mayestática (otro sarcasmo) "Rojo intenso". Como parte de uno de esos especiales de Navidad de la revista Mujer del diario La Tercera (edición del domingo 12 de diciembre de 2010), le preguntaron a ella y a otras chicas acerca de su mejor Navidad, en aplicación de esa vieja estrategia periodística de "hacer como que se escribe un artículo", preguntándole cualquier cosa a los famosillos para recopilar unas cuantas respuestas, hacer copy-and-paste, y ¡alehop!, a la imprenta.

Pero volviendo a la mejor Navidad de Tamara Acosta. Resulta que los papis de la actriz (en ese entonces una niña de 7 u 8, claro está) no se conformaban con dejar los regalos y cargarle el muerto al Viejito Pascuero, como toda familia chilena de pro, sino que además hacían su propia mise in scene, agarrando los zapatos del hermano mayor, untándoles la suela en talco, y dejando huellas por toda la casa (las huellas del distinguido visitante, se supone, claro). Con el añadido de que en la casa de los Acosta, los regalos no eran transportados por el Viejito Pascuero, sino por el niño Jesús himself (papis dixit).

Pero los niños siempre serán los niños, así es que los hermanitos Acosta tuvieron la genial idea de querer ver al niño Jesús. A la manera bruta, claro, si es que los niños siempre... etcétera. De manera que tomaron unas cuerdas delgadas, y las amarraron por todas las puertas y ventanas de la casa. La idea era que el niño Jesús al entrar se iba a tropezar y dar de bruces (pero... ¿qué les enseñan en Catecismo a estos niños hoy en día!!!), y con el golpazo, los hermanitos se iban a despertar y por fin lo iban a conocer (supongo que el tema de pedirles disculpas después por la estratagema y el eventual labio partido, es un asunto que no llegaron a plantearse). El caso es que los hermanitos Acosta, a fuerza de querer despertarse para estar ahí, no se durmieron nunca, y los papis tuvieron que esperar una eternidad hasta que... bueno, ya me entienden (los regalos se abrían el 25 por la mañana, como se hace en todas las casas decente como Dios manda).

Dejaré que sea la propia Tamara Acosta quien termine la narración: "Al otro día nos despertamos y corrimos a ver qué había pasado con la trampa... las cuerdas estaban todas desarmadas y ordenadas en una esquinita, y por supuesto los regalos bajo el árbol. No lo podíamos creer. Sólo me quedé pensando en lo inteligente que había sido el niño Jesús"...

domingo, 19 de diciembre de 2010

Superman según el tipo de El Padrino.


Para sorpresa de mucha gente, el concepto original de Superman en el cine (me refiero a la franquicia iniciada en 1978 con Christopher Reeves en el protagónico, porque hubo Supermanes anteriores y posteriores en cine y televisión), es obra de... ¡Mario Puzo! ¿De quién dice usted, mi estimado General Gato? Pues del tipo que escribió la novela y después guionizó para el cine "El Padrino" de Francis Ford Coppola. Y después escribió el guión de "El Padrino II". ¿Un tipo que entiende tan bien a los gángsters, encargarse de la historia de un superhéroe? Contra todo pronóstico, el tratamiento de Mario Puzo fue simplemente brillante, aunque se ve un poco oscurecido por las circunstancias. Resulta que la historia completa fue sometida a los productores, concretamente Alexander Salkind e Ilya Salkind, y éstos, viendo que tenían un material de oro entre las manos, decidieron dividir la peli en dos (las actuales "Superman" y "Superman II"), lo que obligó a reescribir un montón de la historia. En segundo lugar, la visión artística más seria de Richard Donner (quien dirigió la primera, y buena parte de la segunda) fue reemplazada en "Superman II" por la de Richard Lester, cuyo mayor crédito anterior era realizar las chorradas de pelis con los Beatles (sí, en serio). Afortunadamente, con la salida del director's cut de Richard Donner sobre "Superman II", es mucho más fácil hacerse una idea sobre de qué iba el concepto original.

Mario Puzo no se andaba con chicas. Iba a rodar una peli de superhéroes, y Superman era el más grande de todos, así es que no iba a tener algo que pudiéramos llamar un "lado humano". Superman es en todo momento Superman, y Clark Kent es apenas un disfraz (al revés de revisiones posteriores, como en la televisiva "Lois y Clark", en que Clark Kent es el tipo de verdad, y Superman el disfraz). Y por ende, las pelis están trufadas de simbolismos mesiánicos. En primer lugar, parte directamente en un planeta Krypton que es casi literalmente el cielo (es otro planeta, es frío y gélido y azuloso, tiene una sociedad perfecta, etcétera). Vemos como tres villanos son capturados por tratar de subvertir el sistema, y encerrados en la Zona Fantasma, un obvio guiño al mito de la rebelión de Satanás y su caída desde el Cielo y la Gracia. Pero después Krypton explota, y Superman, el último de esa raza superior (el último ángel, acaso el último Hijo de Dios) es enviado a la Tierra. Su nave espacial tiene forma de estrella, por lo que su llegada es literalmente anunciada por una estrella, así como la de Jesús fue anunciada por la Estrella de Belén.

Después, en "Superman", vemos los "años oscuros" de éste creciendo en Smallville primero, y en Metrópolis después, del mismo modo en que Jesucristo tuvo sus "años oscuros". Y cuando se revela, aparece como un maravilloso y portentoso superhombre, listo para redimir a los seres humanos. Pero sus poderes tienen límites morales y éticos: le es prohibido interferir con la historia humana (algo que le remarca su padre, una especie de Dios Padre del Antiguo Testamento que le habla a través de cristales). Pero Superman, por amor, decide romper esta ley y descubre el poder de transformar la Historia. Pareciera que nada pudiera limitarlo, pero es justamente una de sus proezas (evitar que una bomba nuclear arrase París) la que libera a los demonios que en primer lugar habían sido encarcelados en Krypton.

Al mismo tiempo, siempre por amor, Superman decide renunciar a su condición "divina", y se reconvierte en un ser humano (algo que vemos a mitad de "Superman II"). Allí sufre un metafórico descenso al infierno (ejemplificado en la lucha en el bar), al tiempo que los villanos se imponen a la Humanidad entera. Los seres humanos nada pueden hacer contra la amenaza, y sólo un ser sobrehumano, un ángel o un mesías, es capaz de oponérseles: Superman, que ha vuelto de entre los muertos obteniendo otra vez sus superpoderes, y detiene finalmente al gran Mal. Al igual que Jesucristo, Superman ha muerto y resucitado (simbólicamente, eso sí), y se queda protegiendo a la Humanidad desde una posición prácticamente de poder absoluto (aunque siempre respetando la bandera yanki, como se muestra en el último fotograma de "Superman II", porque ya sabemos que Dios ama a América)...

jueves, 16 de diciembre de 2010

Fundadora de la industria de la lencería.

Hoy en día, la lencería es cuestión de un sexy sostén o una cómoda tanga. Y como otros cambios históricos, se suele olvidar que las cosas no siempre fueron de ese modo. En el siglo XIX, el rol que cumple la lencería hoy en día, lo jugaba el corset. Si piensan que "60" es una cinturita de avispa por aquello de 90-60-90, entonces piensen en esas pobres mujeres que debían apretarse hasta la asfixia dentro de corset que llegaban hasta... ¡41! Eso de que las chicas decimonónicas se desmayaban si sufrían una emoción muy fuerte no es invento de las novelas románticas: cualquier emoción que les significara incrementar significamente el ritmo respiratorio (como por ejemplo la carta de adios de un pretendiente) implicaba de inmediato el ahogo y el desmayo respectivo. Además, el corset cumplía con echar el hombro hacia atrás y aplanar el abdomen (¡cuántas chicas hermosas de hoy, malogradas por una mala postura!), y también levantar el busto, función que hoy en día desempeña el infalible push-up.

Las cosas empezaron a cambiar en 1860. En dicho año, en la ciudad de Grenoble, en Francia, una mujer llamada Auguste Perrin se vio en una acuciante necesidad económica cuando quedó viuda: en aquellos años en que era mal visto que las mujeres trabajaran o se mantuvieran solas (¡una mujer sin un marido que la sostenga, qué horror, qué descaro, acabo de mundo!), enviudar para ellas era una tragedia de proporciones. Resultó que Madame Perrin tenía afición por los guantes, y se decidió a crear una pequeña empresa familiar dedicada a su confección. Imaginablemente, los hijos también entraron al negocio. La empresa se llamó Gant Perrin, pero a poco andar, cambió su nombre por el de Valisère.

En la actualidad puede parecer casi azaroso el haber pasado de los guantes a la lencería, pero en aquellos años, era un movimiento de lo más natural. Las mujeres elegantes del siglo XIX (y las no tanto por imitación, claro), todas ellas usaban guantes. Una dama no se sacaba el guante por ningún motivo: permitirle a un hombre, a cualquier hombre, ver la mano desnuda, implicaba una provocación erótica semejante a la de una chica actual que se sacara el sostén para dejarle ver a un hombre impúdicamente sus pechos. Las mujeres se compraban los guantes una talla más chica de lo indicado para que la mano se viera forzada a arquearse, quedando así preparada para ser ofrecida al galán que, siguiendo el ritual de apareamiento de la época, la tomara para darle un cálido beso. De ahí que Valisère, inicialmente fábrica de un arma sensual como lo era un buen guante, en 1919 se decidió a dar el paso hacia otras "armas de mujer". Y de hombre también, porque no se limitó a la lencería femenina, sino que también trabajó la ropa interior masculina.

La empresa fue un éxito rotundo. Para 1900, Madame Perrin era la principal empleadora de Grenoble, y en la Feria Mundial de París de dicho año se la premió como empresaria destacada. La empresa siguió en manos de la familia Perrin durante años, transformándose en una referencia dentro del mundo de la moda. Sin embargo, a mediados del siglo XX comenzó su declive. Finalmente, en 1991, fue comprada por otra importante empresa mundial de lencería, Triumph International (una empresa alemana, o de cómo los alemanes vengaron su derrota de dos guerras mundiales invadiendo a Francia en el frente de la lencería...). Con todo, por el prestigio de Valisère como marca, ésta no desapareció, y se transformó en algo así como la línea de élite de la empresa alemana.

domingo, 12 de diciembre de 2010

La moda de los acuchillados.

Algunas batallas en la Historia son claves para el curso de la Humanidad. Pensemos por ejemplo en Salamina (480 a.C.), el Río Yermak (636 d.C.) o Normandía (1944). Otras, sin llegar a tanto, tienen consecuencias políticas de largo plazo, como Kadesh (1295 a.C.), Poitiers (1346 d.C.) o Waterloo (1815). Pero de muy pocas batallas se podría decir que, además de otras posibles influencias, ayudaron a cambiar la historia de... la moda.

La siguiente anécdota tiene como protagonista, más o menos, a Carlos el Temerario. En el siglo XV, el área comprendida entre los Pirineos y el Rin estaba disputada por tres grandes potencias: el Reino de Inglaterra, el Reino de Francia y el Ducado de Borgoña. Derrotada Inglaterra después de 1453, quedaron Francia y Borgoña frente a frente. Cuesta imaginárselo hoy en día, pero ambas naciones eran potencias de peso más o menos similar, y no es impensable, mirado en retrospectiva, que Borgoña hubiera acabado asimilando a Francia, en vez de al revés (los dominios de Carlos comprendían la Borgoña misma, al este de Francia, pero también los Países Bajos y el actual norte de Francia, conectados por Luxemburgo y Lorena).

A resultas de varias vueltas políticas, el duque Carlos el Temerario, señor de Borgoña, se vio involucrado en la Batalla de Nancy, el 5 de Enero de 1477. La batalla le fue terriblemente desfavorable, y de hecho, el cuerpo de Carlos apareció tres días después, entre los cadáveres. En los hechos, Francia prácticamente se incorporó Borgoña, aunque debió contenderla durante un tiempo con las pretensiones del Sacro Imperio Romano Germánico. Pero volviendo a la batalla, resulta que los mercenarios suizos que se arrojaron sobre las tropas borgoñonas, celebraron su victoria rasgando con cuchillos las tiendas, los estandartes y las vestimentas del ajuar de Carlos y sus tropas. El resultado estético debió gustarle a alguien, porque esas ropas rasgadas y que por lo tanto dejaban ver el forro, pasaron a ser la moda en toda Europa. De hecho, a ese estilo renacentista de rasgar (ahora con intención) la tela de una prenda para dejar ver el forro, o una tela diferente, se lo llama "acuchillado".

Ayudó que en la época de Carlos el Temerario, Flandes (parte de sus dominios) era uno de los más importantes centros culturales de su tiempo, y eso contribuyó a la rápida difusión de la moda. El acuchillado es omnipresente en buena parte de los retratos de lo que quedó del siglo XV, y prácticamente todo el siglo XVI, como ustedes mismos pueden ver por su cuenta en las pinturas de la época (fíjense en las imágenes, cuando se ve una tela distinta como en una especie de pliegue de la tela exterior dominante, típicamente en las hombreras). Acabaría por desaparecer únicamente al llegar el Barroco, época en la que la vestimenta experimentó un período de sencillez en que los acuchillados fueron vistos como una ostentación lujosa e inútil. Luis XIV traería la ostentación de regreso, pero no los acuchillados.

jueves, 9 de diciembre de 2010

La verdadera Arcadia.


La palabra "Arcadia" forma parte de la cultura popular. Son incontables las referencias a este nombre, incluyendo desde pueblos de Estados Unidos hasta navíos, pasando por la fantasía y la Ciencia Ficción (¿alguien recuerda la Arcadia de "Espartaco y el sol bajo el mar"?). Y sin embargo, la más olvidada de todas las Arcadias es probablemente la Arcadia misma, la región que lo comenzó todo.

La chifladura por la "Arcadia" comenzó con Virgilio (el mismo de la "Eneida"), que ambientó en dichas regiones un conjunto de poemas, que son las "Eglogas". Como los renacentistas estaban cucufatos con Virgilio, los humanistas restauraron el mito de la Arcadia. Un poeta llamado Jacopo Sannazzaro le dio finalmente carta de naturaleza, escribiendo un poema llamado precisamente la "Arcadia", que apareció publicado por primera vez en 1504. El poema refiere la historia de un poeta desengañado de amores, que se marcha a la región de Arcadia justamente, y descubre un mundo idílico, pastoril, etcétera, en donde unos afectados pastores se lanzan bonitos poemas sobre la naturaleza bucólica y soñolienta los unos a los otros. Se abrió así la compuerta para toda la mitología pastoril, tan cara a los soñadores renacentistas y sus continuadores.

Pero como decíamos, la Arcadia de verdad fue bastante más bruta. En la geografía griega antigua, Arcadia era la región central de la península del Peloponeso, la única que carecía de acceso al mar (el Peloponeso es famosa por ser el emplazamiento de Esparta, pero esta ciudad estaba más hacia el sureste, en la región de Laconia, no en Arcadia). La región que nos ocupa era pobre y mugrienta, agreste y llena de montañas, y por lo tanto muy poco productiva. Sus habitantes eran terriblemente rústicos, con apenas un barniz de civilización encima, y parece ser que en épocas tan avanzadas para la Hélade como el Siglo de Pericles, ellos aún conservaban la costumbre de hacer sacrificios humanos en ciertos rituales religiosos. En lo político ni siquiera adoptaron el sistema de la pólis o ciudad estado, porque no tenían ciudades de importancia: se organizaban como en una especie de confederación de cantones o de clanes, un poco como Suiza o Escocia, pero a lo bestia. Tan pobre era su suelo y tan salvaje sus habitantes, que ningún conquistador, ni siquiera los fieros espartanos, se sentían tentados a invadirlos. Los árcades (habitantes de Arcadia) se salvaron así de numerosas invasiones, lo que creó la leyenda de que los arcadios era uno de los dos pueblos originarios de Grecia anteriores a todas las invasiones (incluyendo los antiquísimos aqueos y dorios), y que poseían dicho territorio desde antes de la creación de la Luna (el otro pueblo es el de Atenas, pero ellos por otras razones). El estudio de la toponimia, los nombres de lugares geográficos, parece darles la razón, porque muchos nombres árcades ni siquiera pertenecen al idioma griego.

¿En qué minuto se produjo entonces la transformación literaria? Los culpables fueron los poetas alejandrinos. En la Grecia Helenística, dentro de una cultura sofisticada y artificiosa, los poetas sintieron la pulsión de "regresar a la naturaleza" dándole un puntapié a la ciudad, demasiado grande y opresiva para su gusto. En este escapismo, dieron con referencias de esa región montañosa y salvaje, y en vez de imaginársela sucia y miserable, la creyeron una especie de refugio natural intocado por la "civilización". Estos poetas dieron nacimiento a la novela y la poesía pastoril, aunque como se ha observado varias veces, y el caso de los árcades parece confirmar, en realidad estos pastores son más nobles disfrazados que otra cosa. Milagros que produce la literatura de ficción...

domingo, 5 de diciembre de 2010

2300 años antes de las Cruzadas...


Los análisis de Geopolítica combinada con Historia suelen tener algo de monótonos. Como la geografía terrestre no ha cambiado la gran cosa durante la época de las civilizaciones, los crecimientos y extinciones de imperios tienden a repetirse de manera recurrente sobre un tablero que se mantiene principalmente estático. Una de las constantes geopolíticas que ha visto el mundo es el intento varias veces repetido de cortar las vías de comunicaciones entre Egipto y Siria por parte de potencias marítimas mediterráneas occidentales, creándose cabezas de puente en Palestina. Lo hicieron los cruzados en los siglos XII y XIII, y lo hicieron otra vez la entente angloestadounidense ayudando a la creación del Estado de Israel en 1948. Interesantemente, hay un precedente mucho más antiguo para esta constante, uno que antecede en nada menos que 2300 años a las Cruzadas, o sea, más de un milenio antes de la Era Cristiana...

Hacia 1200-1180 a.C., la cuenca del Mediterráneo sufrió una serie de convulsiones. La historia es poco conocida porque debe ser reconstruida de manera fragmentaria a partir de las leyendas griegas (los invasores) acerca de la Guerra de Troya por un lado, y por parte de los testimonios egipcios (los invadidos) y los muy posteriores testimonios hebreos de la Biblia (que justo estaban ahí, en medio de la conflagración). El esquema global es que una horda de invasores, conocidos como los "Pueblos del Mar" (por los egipcios, para quienes esos invasores llegaban desde el mar, precisamente), salieron de las costas griegas y se dejaron caer sobre todo el Medio Oriente, ayudando a provocar el hundimiento del Imperio Hitita, mutilando severamente al Imperio Egipcio, y creando una tierra de nadie en Palestina, en donde una serie de principados menores florecieron en el siguiente medio milenio (arameos, filisteos, hebreos, etcétera), hasta la llegada de los invasores asirios y caldeos desde el este. Y en medio de todo el caos provocado por los Pueblos del Mar...

La Biblia menciona que existió una tribu llamada "horeos", que existió en los tiempos anteriores a la llegada de los Pueblos del Mar (de las guerras que los reyes orientales emprendieron contra los reyes occidentales, que se refiere en Genesis 14, y en las cuales se vieron envueltas los horeos según Génesis 14:6, hay quien colige que estos horeos fueron arrojados a Palestina durante las invasiones de los mitanios, en el siglo XVI a.C., aunque esto no se puede afirmar con certeza). El caso es que los horeos dominaban la región alrededor del Monte Seir, cerca de Ezión Gueber. Este puerto se encuentra al este de la Península del Sinaí, y da hacia el Mar Rojo.

Pero durante la invasión de los Pueblos del Mar, una tribu llamada los quereteos, consiguió abrirse paso desde el Mar Mediterráneo hacia el Mar Rojo. Allí, en el Monte Seir, consiguieron hacerse fuertes y crear un pequeño principado. Hay quien piensa que estos quereteos eran descendientes de los cretenses, e incluso la Septuaginta (la primera versión griega del Antiguo Testamento, traducida hacia 250 a.C.) parece identificarlos. El caso es que los quereteos pronto se hicieron señores del Néguev, el desierto al sur de Palestina y que entronca con el Sinaí, y por lo tanto, estaban en posición fértil para controlar el Camino Real, la gran ruta comercial que iba desde Egipto hasta Siria. El futuro parecía promisorio para ellos, pero...

A río revuelto, ganancia de pescadores, y quien se llevó el palo al agua fue otra tribu distinta, ésta de origen semita: Edom. Los edomitas aprovecharon el vacío de poder creado por la retirada de los egipcios, para hacerse de un gran reino (en proporción a las dimensiones más bien liliputienses del territorio palestino, claro) que iba desde el Mar Muerto hasta el Mar Rojo. Los edomitas invadieron el territorio de los horeos y los exterminaron (Deuteronomio 2:12), y arrinconaron a los quereteos. Aislados de los filisteos (sus probables "hermanos de sangre"), que se habían instalado en la costa de Palestina, los quereteos tuvieron que conformarse con su capital Siquelag, y dominar el desierto del Néguev, siempre como tributarios de algún vecino más poderoso. El rey David, algo más tarde, emprendió una invasión militar en toda regla contra Siquelag y la saqueó (Primero de Samuel 30). De esta manera los quereteos sufrieron la misma suerte que los cruzados 2300 años después: consiguieron fabricarse un principado alrededor de una ciudad y controlar las rutas comerciales, sólo para que después los señores de la guerra locales los arrinconaran y obligaran a malvivir como vasallos de un poder superior (bueno, a los cruzados les fue incluso peor...).

jueves, 2 de diciembre de 2010

Lesbianas en la Biblia.


Es bien sabido que la Biblia le tiene una inquina especial a la homosexualidad. Así, ordena que "no te echarás con varón como con mujer: eso es abominación" (Levítico 18:22), y respecto de su castigo, "cualquiera que tuviere ayuntamiento con varón como con mujer, abominación hicieron: entrambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre" (Levítico 20:13). En este y otros pasajes se remarca en particular la homosexualidad como una cuestión masculina (para prohibirla, naturalmente). Esto tiene su lógica dentro del mundillo patriarcal en que vivían los escritores bíblicos, ya que para ellos, la principal preocupación era la defensa del linaje y la familia, para que éstos se perpetúen a través de las generaciones, cosa que no podría ocurrir si repentinamente algún varón cortara su propio linaje por la vía de preferir el sexo con hombres y no tener relaciones con mujeres para dejarlas embarazadas. (Sin perjuicio de que tales cosas no tengan sentido para el común de los lectores del mundo moderno, que eso es tema aparte). En la historia de Sodoma y Gomorra, en la cual supuestamente ambas ciudades fueron castigadas por la sodomía, se describen homosexuales varones, no mujeres (son los varones de Sodoma quienes van a buscar a los huéspedes de Lot, inadvertidos de que no son hombres sino ángeles, para violarlos). Y sin embargo, ¿qué pasa en la Biblia con las mujeres? ¿Se refiere la Biblia a las lesbianas?

Siendo la Biblia un texto eminentemente machista y patriarcal, no resulta raro observar que en el tema de la homosexualidad, así como en muchos otros, la mujer (la lesbiana, en este caso) en la Biblia tiene una presencia bastante menguada. Casi no existen pasajes que aludan al lesbianismo como fenómeno social, ni siquiera para castigarlo. Posiblemente la única excepción en el Antiguo Testamento es el siguiente versículo: "No vestirá la mujer hábito de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es á Jehová tu Dios cualquiera que esto hace" (Deuteronomio 22:5), si bien trata de un fenómeno tangencial al lesbianismo o la sodomía mismos, como son el travestismo (que si bien suelen presentarse asociados a la homosexualidad, no siempre es así). Debemos esperar nada menos que hasta el Nuevo Testamento para encontrarnos con una referencia directa al lesbianismo (aunque a renglón seguido, volvemos a la homosexualidad masculina, que es la homosexualidad importante porque es de los varones, claro). Veamos lo que dice el honorable varón San Pablo al respecto: "Por esto Dios los entregó á afectos vergonzosos; pues aun sus mujeres mudaron el natural uso en el uso que es contra naturaleza: Y del mismo modo también los hombres, dejando el uso natural de las mujeres, se encendieron en sus concupiscencias los unos con los otros, cometiendo cosas nefandas hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la recompensa que convino á su extravío" (Epístola a los Romanos 1:26-27).

Situemos un poco el pasaje en su contexto. La Epístola a los Romanos tiene un objetivo fundamental, que es tratar el problema de la salvación de los pueblos gentiles. Porque se supone que la Revelación fue hecha primero a los hebreos, y Jesús mismo dijo que debía respetarse la Ley, y por lo tanto, eso deja en principio a los gentiles fuera del mapa. ¿Qué pasa entonces con esos pobres paganos del mundo grecorromano, cómo pueden aspirar a la salvación? Y una cuestión más angustiosa, ¿alcanza la salvación para ellos? San Pablo opta por la afirmativa: aunque Dios no se haya revelado a sí mismo en el mundo grecorromano por medio de profetas y la Ley, ha dejado signos claros que cualquier alma iluminada puede seguir si tiene fe. ¿Y qué pasa cuando un alma de esos pobres paganos, en vez de tener fe en el Dios de Pablo, decide extraviarse en razonamientos necios o filosóficos que son contrarios a la doctrina correcta, que casualmente es la de Pablo mismo? Pues bien, se vuelven personas que deshonran sus propios cuerpos y los hace esclavos de pasiones vergonzosas, entre las cuales se cuentan por supuesto el lesbianismo y la sodomía. Durante más de mil años, la Biblia había dejado más o menos tranquilas a las lesbianas, en ese limbo de "está prohibido, pero no machacaremos especialmente sobre el tema" pero llegó San Pablo y puso las cosas sobre su lugar: las lesbianas son tan abominables como los sodomitas. Palabra de Dios.

Pero no todo es tan negativo para las lesbianas en la Biblia. Algunas personas interpretan la existencia de una relación lésbica a lo menos platónica entre dos mujeres: Rut la Moabita y su suegra Noemí. Dice el Libro de Rut: "Mas ellas alzando otra vez su voz, lloraron: y Orpha besó á su suegra, mas Ruth se quedó con ella. Y Noemi dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto á su pueblo y á sus dioses; vuélvete tú tras ella. Y Ruth respondió: No me ruegues que te deje, y que me aparte de ti: porque donde quiera que tú fueres, iré yo; y donde quiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada: así me haga Jehová, y así me dé, que sólo la muerte hará separación entre mí y ti. Y viendo Noemi que estaba tan resuelta á ir con ella, dejó de hablarle" (Rut 1:14-18). La interpretación mayoritaria considera que este pasaje es un simple ejemplo de fidelidad de una nuera hacia su suegra (los dos hijos de Noemí, maridos de Rut y de Orfa, habían fallecido, y por lo tanto eran mujeres solas, desamparadas en un mundo que sólo concebía a las mujeres al cuidado de un varón que se hiciera cargo de ellas). Pero una interpretación minoritaria considera las palabras de Rut como una verdadera declaración romántica. Aunque, todo sea dicho, más avanzado el relato, Rut termina contrayendo matrimonio como corresponde, o sea, con un varón, concretamente con Booz. Aunque cuando Rut y Booz tienen un hijo, sospechosamente acaba siendo Noemí quien lo cría... Quizás interpretar la historia de Rut en clave lésbica sea algo un tanto alucinógeno, pero por otra parte, también es descabellado suponer que una realidad social como el lesbianismo no hubiera existido en la época de los textos bíblicos y no hubiera podido quedar reflejada en la literatura de su tiempo, siquiera de manera soterrada. Como de costumbre, faltando evidencia y tratándose de una materia opinable, no hay una respuesta definitiva, por lo que tendrá que ser el amable lector de Siglos Curiosos quien saque sus propias conclusiones.

domingo, 28 de noviembre de 2010

¿Cuál fue el pecado de los sodomitas?


La pregunta del título es una de ésas que parecen obvias a primera vista. ¿Cuál fue el pecado de los sodomitas? Pues... la sodomía, si después de todo la palabra "sodomía" (y por extensión, el nombre de la banda thrash ¡alemana! Sodom) viene de la ciudad bíblica de Sodoma y los sodomitas. Y sin embargo, como de costumbre con la Biblia, las cosas no siempre resultan tan fáciles. Veamos.

Repasemos un poco la historia de la Biblia. En forma muy resumida, Lot era sobrino de Abraham. Después de llegar de Mesopotamia, el ganado era mucho y la tierra poca, así es que Abraham y Lot se separan, y Lot se dirige al valle del Jordán, en ese entonces muy fértil según el texto bíblico, y en donde está la ciudad de Sodoma, en donde Lot acabó por instalarse, a pesar de ser una ciudad pecadora (Génesis 13). Nótese que Abraham rehusa tener tratos con Sodoma, incluso cuando ellos le ofrecen un rescate por unos prisioneros que Abraham ha tomado, y a según la descripción de Sodoma como ciudad rica, está implícito que el rescate es espléndido (Génesis 14:21-24). El caso es que Dios se enoja finalmente con los pecados de Sodoma, y envía a unos ángeles a investigarla a manera de espías (el Dios Omnipotente, nótese), aunque le asegura a Abraham que no destruirá la ciudad si encuentra a lo menos diez justos en ella (Génesis 18). Cuando los ángeles llegan a Sodoma, están dispuestos a pernoctar en la plaza del pueblo, pero Lot les ofrece alojamiento e insiste hasta que los convence. Suerte para los ángeles: porque en la noche, los sodomitas van a golpear la puerta de Lot, y le piden que entreguen a los ángeles para directamente abusar de ellos. Aquí viene algo un poco incomprensible para la mentalidad moderna: para honrar la hospitalidad que ha conferido a los ángeles, Lot ofrece algo suyo a la multitud en vez, a saber, sus propias hijas vírgenes (sí, para que los sodomitas abusen de ellas en vez de abusar de los ángeles... debe recordarse que según la Biblia, las mujeres son posesiones de los hombres, y nadie dijo que la Biblia no fuera machista). Pero los sodomitas no aceptaron, e incluso trataron de forzar la puerta: son los ángeles quienes salvan la situación, extendiendo los brazos y cegando con sus superpoderes a los atracadores. El resto es la famosa historia de cómo llovió fuego y azufre desde el cielo y las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron arrasadas (Génesis 19).

Es en el rechazo de los sodomitas a violar a las hijas de Lot, y preferir violar a los ángeles (varones), que se basa la leyenda de los sodomitas como... bueno, como sodomitas justamente, como homosexuales, y de hecho en numerosos pasajes de la Biblia se utiliza en ese sentido la palabra "sodomita" (un gentilicio así como "sanfranciscano" lo es de ese otro antro gay que es San Francisco en Estados Unidos). Y sin embargo, hay indicios que ofrecen una interpretación diferente. En Ezequiel 16:49-50, dirigiéndose a Jerusalén, se dice lo siguiente: "He aquí que ésta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, hartura de pan, y abundancia de ociosidad tuvo ella y sus hijas; y no corroboró la mano del afligido y del menesteroso. Y ensoberbeciéronse, é hicieron abominación delante de mí, y quitélas como vi bueno". Nótese como en ninguna parte se menciona el pecado de la sodomía como propio de los sodomitas. Los pecados de Sodoma según este pasaje tienen más que ver con el egoísmo de los ricos, y la dedicación a la búsqueda desenfrenada de placeres. Recordemos que Sodoma era una ciudad opulenta en una región fértil y rica, según Génesis 13, y no es extraña la idea de ver a los sodomitas como tipos que, enriquecidos con la agricultura, el comercio y la industria, hayan desarrollado una visión materialista y hedonista de la vida. ¿Por qué Ezequiel omitió del listado un pecado tan típicamente castigado por la Biblia como la sodomía? ¿Puede ser que no considerara a la sodomía como un pecado tan grave, o que no considerara a los sodomitas como homosexuales? ¿Acaso no lo mencionó porque el lector de su época podía darlo por sobreentendido? ¿O fue simplemente por pureza literaria, para remarcar los otros pecados de Sodoma, los que sí podían aplicársele a Jerusalén, contra la cual Ezequiel dirige estas palabras? Adicionalmente, en el Nuevo Testamento, Jesucristo utiliza la metáfora de la destrucción de Sodoma siempre como ejemplo del castigo contra la injusticia y la iniquidad, no contra la homosexualidad directamente (véase Mateo 10:12-15, Mateo 11:20-24, Lucas 10:10-12, Lucas 17:28-30, todas advertencias que no tendrían sentido dentro de su contexto si se consideraran como admoniciones contra la homosexualidad, en vez de lo que en verdad son, advertencias contra el orgullo, el egoísmo, la prepotencia y la búsqueda inmoderada de placeres sensuales).

En cualquier caso, el hecho de que el pecado de Sodoma haya sido el egoísmo, el hedonismo y la falta de caridad, tampoco estas actitudes son incompatibles con un gusto por la homosexualidad. Puede que los sodomitas hayan incurrido en la homosexualidad precisamente como una manera de "explorar nuevos placeres", luego de que se hubieran agotado los placeres que se podían obtener pagando dinero por ellos. En cualquier caso, como puede observarse, las respuestas no son fáciles y el texto bíblico es más bien parco en describirnos a Sodoma y Gomorra mismas, como no sea la escena de su destrucción. Por otra parte, poniéndonos un poco maliciosos, hay mucha gente que ha interpretado históricamente la Biblia de una manera o de otra, y a quienes les conviene más tomar la historia de Sodoma como un castigo contra la homosexualidad, que como una advertencia contra el orgullo de los ricos por gozar de sus riquezas de manera prepotente, abusiva o autodestructiva. Porque como se sabe, las religiones suelen predicar la humildad de espíritu a los pobres y no tanto a los ricos, para que ni los ricos se molesten ni los pobres se rebelen, manteniendo así un orden social en que las religiones puedan profitar de sus riquezas... habidas sólo para asegurarse de que las personas alcancen la salvación eterna, no se piense mal tampoco.

jueves, 25 de noviembre de 2010

El Carnicero de Hannover.


Entre las espeluznantes crónicas del crimen a lo largo de los tiempos, la bestialidad del Carnicero de Hannover ocupa una plaza destacada. Este fue el nombre con el que es mejor conocido el señor Friedrich Haarmann ("Fritz", para los amigos), quien vivió entre 1879 y 1925, y a quien se le comprobaron 24 víctimas.

El modus operandi de Fritz Haarmann no puede ser descrito de otra manera sino como enfermizo. Era homosexual, y buscaba a sus víctimas entre los jóvenes masculinos, fueran prostitutos o vagabundos. Luego los llevaba a su apartamento, y mientras los sodomizaba, les rajaba el cuello con un cuchillo. Luego, según se dice, vendía la carne en el mercado negro, sin despertar demasiadas sospechas, porque sus crímenes principiaron en 1919, después de la Primera Guerra Mundial, y con una Alemania literalmente hundida en ruinas y sumida en una pavorosa escasez, nadie hacía demasiadas preguntas por la procedencia de la comida. En cuanto a las ropas y pertenencias de las víctimas, se las pasaba a un tal Hans Grans, quien se las arreglaba para venderlas a bajo precio por ahí.

El juicio de Friedrich Haarmann fue enormemente mediático para la Alemania de su tiempo. Antes de su ejecución, firmó una carta de confesión, en la que exculpó de toda responsabilidad a Hans Grans. Quizás esto puede haberle evitado la guillotina, pero aún así, Hans Grans acabó en prisión. En cuanto a Haarmann, acabó guillotinado el 15 de Abril de 1925.

domingo, 21 de noviembre de 2010

El Vampiro de Düsseldorf.


¿Creían que con la pérfida y psicótica Erzsebet Báthory se acabaron los asesinos seriales motivados por la pura sangre? Se equivocan. Uno de los más célebres asesinos posteriores fue el llamado Vampiro de Düsseldorf, cuyos crímenes se remontan a comienzos del siglo XX.

El nombre verdadero del "Vampiro" fue Peter Kürten, y nació en 1893, en la ciudad de Mülheim am Rhein (esa ciudad estaba desde tiempos medievales a orillas del Río Rin, frente a Colonia, pero con el crecimiento metropolitano de esa ciudad, se la puede considerar ahora como un barrio periférico de la misma). Su infancia podría configurar un caso clásico de anomia. Su padre era un alcohólico que abusaba sexualmente de su esposa y de sus propias hijas, y el joven Peter le tomó pronto el gustillo a eso, haciendo lo propio con sus hermanas más pequeñas. Sin pistas ni formación sobre el bien y el mal, y escapándose de la casa para evitar las golpizas paternas, acabó cometiendo varios delitos, que de las raterías pequeñas escalaron al asesinato, por lo que pasó veinte años tras las rejas. Cuando salió, ya era un adulto, y no demasiado escarmentado que digamos.

Hasta aquí hubiera sido nada más que otro repugnante delincuente común, pero Peter Kürten dio el paso desde la maldad a la supermaldad, siguiendo con sus asesinatos. Ahora les cercenaba la garganta y bebía su sangre. Su jactancia llegó al extremo de enviar a la policía un plano con la ubicación de uno de los cuerpos de las víctimas. Pero se fue volviendo cada vez más descuidado, y finalmente le apresaron. En su juicio se pretendió exculparlo basado en que su mente estaba clínicamente enferma. Lo cierto es que se debe tener mucha arrogancia o mucha desafectación con la realidad para decir perlas como comparar sus traguitos de sangre con el fumar tabaco, como un vicio inofensivo más. Fue sentenciado a nueve penas de muerte, pero como es lógico, sólo pudieron ejecutarlo una sola vez: en la guillotina. Esto ocurrió en el año 1931.

En el juicio se encontraba presente Fritz Lang, seguramente el más importante de los directores alemanes de la época del cine mudo, creador entre otras pelis de la memorable "Metrópolis". Basado en los acontecimientos, Lang rodó la película "M (El Vampiro de Düsseldorf)", con la cual inmortalizó a este criminal.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Breve historia de las segundas partes en el cine.


Dice el dicho que "segundas partes nunca fueron buenas". Lo señalaba sarcásticamente Miguel de Cervantes respecto del Quijote de Avellaneda, la infame segunda parte a las aventuras del Quijote, que obligó a Cervantes mismo a escribir su segunda parte oficial, y a matar a su héroe para que nadie más lo retomara (claro, en la actualidad eso no es un inconveniente, o resucita como superhéroe Marvel, o como zombie, pero en aquella época, el año de Nuestro Señor Jesucristo de 1615)... El caso es que en los albores del cine, las pelis se hacían como pelis redondas y punto. Quizás porque se basaban en obras literarias o teatrales sin segundas partes, o porque las ganancias eran demasiado pequeñas como para pensar en estirar el asunto.

Probablemente, exceptuando las pelis hechas un poco a manera de series televisivas (por ejemplo, las chorradas de los Keystone Cops) y hasta donde mis investigaciones alcanzan, los pioneros en eso de desarrollar segundas partes de pelis derechamente pelis, fueron los Estudios Universal. Estos se habían forrado con sus pelis de monstruos en los '30s, explotando al máximo la por entonces novel tecnología del cine sonoro, pero el repertorio de monstruos se les acababa: ya habían rodado "Drácula", "Frankenstein", "El Hombre Lobo" y "El Hombre Invisible". Así pues, ¿por qué no aprovechar el tirón que habían tenido las otras pelis, y rodar una secuela? Ignoro si es la primera secuela en la Historia del Cine, pero sí debe ser la primera secuela considerada como una peli que valga la pena recordar: "La novia de Frankenstein", de 1935, fue la continuación de "Frankenstein", a pesar de que en la anterior, el monstruo moría. Tanto éxito tuvo, que dejó legado en el idioma: mientras que Frankenstein es en realidad el doctor que inventa al monstruo (que en la novela original y en la peli de 1931 no tiene nombre), acá pasa a ser el nombre mismo del monstruo. Al año siguiente, en 1936, venía "La hija de Drácula". Ambas secuelas compartían el hecho de tener poco que ver con el material original, y eran invención completa de la calenturienta mente de los guionistas.

Con todo, la idea de hacer secuelas (y más tarde crear franquicias enteras) permanecía confinado en el ámbito de la serie B, en donde podían repetirse impunemente conceptos porque si la serie fracasaba, las pérdidas por costos presupuestarios serían mínimas. Las segundas partes tenían en común no seguir el título de la primera con numeración, como fue práctica posterior. Pero en los '70s llegó "El Padrino" (1972). La peli tuvo tanto éxito de crítica (Oscares incluidos), y lo más importante, éxito monetario, que los productores decidieron ir a por la secuela. Para fuentes había material: un buen porcentaje de la novela de Mario Puzo (concretamente, toda la historia de la llegada de Vito Corleone a América y su ascenso al poder, cosas que aparecen en la novela pero no en la peli originaria de la franquicia) había quedado fuera de la peli original. De manera que la adaptaron, sacándose de la manga una historia con Michael Corleone ya como don de la mafia como contrapunto, y rodaron "El Padrino II" (Mario Puzo, el novelista y guionista original, siguió a cargo; se dice que George Lucas, invitado a una exhibición especial, le dijo a Ford Coppola que descartara una de las dos pelis que tenía en "El Padrino II", pero por desgracia Ford Coppola no le hizo caso). Aún tímidos, le pusieron "The Godfather, Part II", sin atreverse a plantarle un "2" a secas, quizás para convencer a la audiencia de que la historia completa no había sido contada todavía (ignorando el hecho de que, en otro país anglófono al otro lado del charco como Inglaterra, ya existía un "Quatermass 2", de ¡1957!). Después, en 1975, la timidez se fue cuando le clavaron derechamente un II romano a "Contacto en Francia II". Interesantemente, "Contacto en Francia" es anterior a "El Padrino", pero "Contacto en Francia II" es posterior a "El Padrino II". Además se produjo una interesante situación en castellano: como en inglés "El Padrino II" no tiene un número a secas, el honor de ser la primera segunda parte marcada con un simple número pertenece a "Contacto en Francia II" ("The French Connection II"), mientras que en castellano, como se comieron el "part" en "Part II", el honor de ser la primera segunda parte con un simple número pertenece a "El Padrino II", justamente...

Y ya no paró. Los '70s vieron el ascenso del cine blockbuster, y con esto la idea de llenarse los bolsillos con segundas partes era casi natural. De manera que en la segunda mitad de la década se habló como la cosa más natural, de continuaciones para "Rocky" (1976) y "La guerra de las galaxias" (1977). El caso de "Superman" fue más escandaloso. Mario Puzo (¡el mismo de "El Padrino"!) había escrito un extenso tratamiento de la historia, pero los productores decidieron que tenían una peli que se vendería sí o sí entre las manos, así es que lo partieron en dos. Por esta razón, para entender mejor el concepto de Mario Puzo respecto de Superman, es necesario ver de corrido "Superman" y "Superman II" (y si "Superman II" es la versión director's cut de Richard Donner, que refleja más fielmente la visión de Donner/Puzo, tanto mejor), mientras que "Superman III" es una peli completamente autoconclusiva en sí misma. Entre tanto habían llegado "Rocky II" y "El Imperio contraataca", y ya la cosa no paró. E incluso, cosa rara, empezó a hablarse de segundas partes que sí eran buenas, desde "El Imperio contraataca" hasta "The Dark Knight". Con lo que, para defenderse de ser reclutado para una tercera del Batman 2000s, el director Christopher Nolan dijo sobre si alguien había escuchado de una TERCERA parte que fuera buena... (aunque al final, igual firmó).

domingo, 14 de noviembre de 2010

¿Los Ewoks contra las tropas imperiales...?


Uno de los aspectos más criticados de la entera saga Star Wars, es la inclusión de los Ewoks, esos peluchitos cazadores-recolectores que reemplazaron a lo que, se suponía, iba a ser el planeta nativo de los wookies (ya saben: Chewbacca). Nada diremos sobre si fue una decisión acertada desde el punto de vista cinematográfico, o si George Lucas se pasó de pesetero vendiéndole muñequitos tiernos a los niños (ya escribí un comentario sobre "El regreso del Jedi" en Cine 9009, así es que pueden seguir el enlace si les interesa), pero sí le daremos un par de vueltas desde el punto de vista histórico. Porque podemos preguntarnos, ¿es verosímil, más allá de la suspensión de la incredulidad, pensar que esos ositos armados con palos y piedras hubieran podido derrotar a todo un destacamento de entrenadísimas tropas de élite de un Imperio Galáctico, nada menos? En términos del universo narrativo de Star Wars la respuesta puede ser ambigua, pero si lo vemos en términos históricos, la respuesta sí puede ser un sí. En realidad, siempre hablando desde la perspectiva histórica, quizás estemos ante uno de los mejores hallazgos de la saga de Star Wars, si la vemos como una especie de "historia del futuro" (o una historia de una galaxia muy lejana, tanto más da).

La premisa básica es la siguiente. Llegan las tropas imperiales a la luna santuario de Endor, e instalan una base de operaciones. No se toman la molestia (aparentemente) de colonizar dicha luna, sino simplemente se instalan allí. Uno puede preguntarse por qué nadie había emprendido la colonización si con el viaje hiperespacial ningún punto de la galaxia está demasiado lejano, además de verse un planeta rico en recursos naturales, pero bueno, aceptémoslo como una premisa. Resulta que, espoleados por los rebeldes (los protas), los Ewoks se sublevan y aplastan a las tropas imperiales sin remisión. Y con palos, piedras y cuerdas, consiguen batir a todo un destacamento imperial sin mayores complicaciones. Ante la pregunta que nos ocupa (¿hay precedentes históricos de esto?) la respuesta es afirmativa. De hecho, hay numerosos ejemplos en que los "bárbaros", los "brutos" o los "incivilizados" han hecho pedazos a destacamentos enemigos imperiales, que se han enfrentado a ellos en forma temeraria.

Un ejemplo ya lo tuvimos en Siglos Curiosos, en el posteo "El peor hombre posible contra Afganistán", en donde los afganos le dieron a los británicos una paliza de órdago en 1842. En ésa hubo al menos uno o dos supervivientes, y eso es MÁS de los que sobrevivieron a la Batalla de los Bosques de Teutoburgo (9 d.C.), en donde el general romano Varo perdió tres legiones y la vida a manos de los germanos de Arminio. Y si del Imperio Británico y el Romano nos vamos al Imperio Persa, resulta que el muy civilizado Ciro el Grande (el tipo del Cilindro de Ciro, que permitió el regreso de los hebreos a Jerusalén) perdió la vida a manos de una banda de escitas, una tribu semibárbara de las estepas. En la historia moderna, la derrota de la superior potencia tecnológica de Estados Unidos ante los campesinos de Vietnam rememora el mismo fantasma. España tiene su propio ejemplo, cuando los rifeños de Abd El Krim se las arreglaron para hacer pedazos al arrogante General Silvestre en El Anual (1921). Y en Chile, el toqui mapuche Lautaro se las arregló para atraer al español Pedro de Valdivia a una trampa, y batirlo en la Batalla de Tucapel (1553), hasta un punto tal que hasta el día de hoy se ignoran los detalles sobre cómo murió realmente Valdivia (¿en batalla, torturado, ejecutado...?). Los ejemplos suman y siguen, pero lo dejaremos hasta ahí en beneficio de la brevedad.

En todos estos casos concurren algunos patrones. En primer lugar, la potencia imperialista cae en el etnocentrismo, el desprecio a los "salvajes" (afganos, germanos, escitas, vietnamitas, rifeños, mapuches, etcétera), y se adentra imprudentemente en territorio enemigo con fuerzas claramente insuficientes y sin demasiada información sobre el lugar y sus habitantes. En segundo lugar, el terreno hostil opera a favor de los nativos, que lo conocen y manejan bien, y con eso consiguen anular la superioridad tecnológica del invasor. En tercer lugar, los nativos suelen tener una estructura social más laxa que el invasor, y eso se traduce en un estilo más guerrillero de lucha, a diferencia de la lucha organizada de los invasores, a veces no muy apta para terrenos hostiles, ya que un terreno accidentado obliga a los guerreros a ser autónomos y valerse por sí mismos en vez de confiar en grandes fuerzas que no son capaces de maniobrar adecuadamente en tales geografías. Si repasamos "El regreso del Jedi", podemos encontrarnos que todos estos elementos están presentes: las tropas imperiales y el Emperador menosprecian a los Ewoks (ni siquiera los consideran en sus planes), luchan en un terreno claramente hostil (un bosque cerrado que no les permite un despliegue pleno de fuerzas), y los Ewoks recurren a la guerrilla frente a las tropas imperiales disciplinadas, pero claramente superadas por su ambiente. ¿Resultado? El mismo que en todos los casos anteriores: una aplastante victoria del nativo sobre la potencia imperialista invasora.

jueves, 11 de noviembre de 2010

El Edicto Perpetuo.

Una de las más peculiares instituciones del Derecho Romano, a ojos del mundo occidental acostumbrado a leyes que se otorgan desde un Parlamento, es el Edicto Perpetuo. Su interés radica en que combinaba de manera casi ideal dos características muy deseables de las leyes, a saber, que estén fijas para que todo el mundo sepa a qué atenerse respecto de ellas, y que sean lo suficientemente flexibles para permitirles cambiar de acuerdo a las necesidades y circunstancias de la vida exterior.

En el año 243 a.C., o sea en plena República Romana, se aumentó de manera definitiva el número de pretores de uno a dos. Los pretores eran los funcionarios encargados de la administración de justicia, y sobre ellos sólo estaban los dos cónsules, que eran lo que hoy en día consideraríamos el Poder Ejecutivo. En la época, la República Romana estaba en pleno proceso de expansión militar, y esto involucraba una serie de problemas jurídicos relativos a los negocios cada vez más amplios en que se involucraban los privados romanos. Al principio, como una idea inspirada, los pretores urbanos (el otro pretor era el "pretor peregrino": el urbano para la "Urbe" o la "Ciudad" de Roma, y el peregrino para los "afuerinos" o las provincias) dictaban sendas declaraciones sobre qué principios iban a seguir para administrar justicia durante su año de ejercicio (duraban un año en su cargo). La idea pareció lo suficientemente buena como para que los pretores sucesivos hicieran lo mismo, y de esta manera, lo que partió como un uso práctico devino en costumbre.

En la teoría jurídica de los romanos, el Edicto Perpetuo (llamado así a partir de la Lex Cornelia de 67 a.C.) era un acto de pura facultad del Pretor, y por lo tanto, si el nuevo Pretor quería ignorar por completo el edicto del anterior y reescribirlo desde cero, podía perfectamente hacerlo, y hacerlo era "constitucional". Pero con buen sentido común, esto hubiera introducido el caos en los asuntos jurídicos, además de que la cada vez más compleja legislación romana imposibilitaba que pudiera reescribirse el Edicto Perpetuo desde cero. De manera que los nuevos pretores en realidad trasladaban el Edicto Perpetuo del año anterior y lo hacían suyo, introduciéndole sólo cambios y reformas por aquí y por allá en donde hiciera falta, siempre haciéndose asesorar por los "iurisprudentes", los privados especialistas en cuestiones de derecho. La mencionada Lex Cornelia fijó el Edicto Perpetuo y lo consagró como una obligación del Pretor, y con ello esta costumbre se "oficializó".

En el año 131 d.C., pasadas las grandes conmociones del Imperio Romano, detenida su expansión imperial, y viviendo por tanto una calma chicha, el Emperador Adriano juzgó prudente fijar aún más el Edicto Perpetuo. De manera que ordenó al jurista Salvio Juliano que ordenara y sistematizara el Edicto Perpetuo, y lo promulgó como ley definitiva, a la que ya no se le iban a introducir modificaciones año a año. Esto, salvo que el propio Príncipe (el Emperador) a voluntad y en el momento en que se le ocurriera, decidiera. La cristalización del Edicto Perpetuo fue un síntoma de la esclerotización del hasta entonces dinámico Derecho Romano, así como una confirmación del poder absoluto que poseía el Emperador.

domingo, 7 de noviembre de 2010

¿Elefantes prehistóricos o romanos?


Hoy en día, detalles más o detalles menos, tenemos una bastante preclara idea de cómo evolucionó la vida en la Tierra, y para enterarse de los detalles, basta con sintonizar algún canal científico, en donde los programas sobre fósiles, y más recientemente con infografías de dinosaurios vivos, son parte de la parrilla programática y muy populares. Pero a mediados del siglo XVIII las cosas eran muy diferentes. Se pensaba que el mundo había existido apenas 6000 años, que todos los seres vivientes habían salido del molde el primer día de la Creación, y que la única catástrofe planetaria había sido el Diluvio Universal. En este contexto, era fácil que las acertadísimas deducciones de Conyers, un comerciante inglés de la época, pasaran ignoradas y desapercibidas.

Mr. Conyers era anticuario y farmacéutico. Como parte del giro de su negocio, Conyers vendía marfil que salía de por ahí o por allá. Se asumía que el marfil provenía de unicornios gigantes o de dragones, y nadie se lo cuestionaba mayormente, pero cuando Conyers anunció que no eran de tales bestias míticas, sino de elefante, se hizo la burla general. Conyers se había hecho con una partida, y debido a que los precios estaban bajos y no era muy razonable vender amuletos de unicornio (de hecho, ya no se engarzaban en oro o plata, sino en hierro), los guardó. Y mientras tanto, los estudió. ¡Grande fue su sorpresa cuando en la partida descubrió lo que parecía ser una roca tallada, quizás un hacha de piedra! ¡Y más grande aún cuando descubrió que, en efecto, el marfil provenía de elefantes! Todo esto resultaba difícil de creer para el vulgo. Después de todo, cada londinense sabía que los unicornios y dragones existían en los páramos británicos, pero un elefante... un elefante en Inglaterra... ¿quién podría creer eso? ¿Y como un caballero inglés podría haber usado un hacha de piedra, en vez de una buena espada de metal?

Bagford, un amigo de Conyers, le sugirió entonces que aceptara, o al menos fingiera aceptar, que dichos huesos y esa hacha no eran de la Prehistoria, sino del período romano. La historia sería la siguiente: los romanos habrían tomado las Islas Británicas por asalto montados en elefantes, y algún fiero bretón, sin materiales para construir un hacha salvo piedra, les habría plantado cara combatiendo a los invasores.

A la larga, Conyers tenía razón. El marfil que había aparecido pertenecía a elefantes prehistóricos, y lo mismo el hacha de piedra. Pero la investigación paleontológica iba a tener que recorrer un largo camino antes de llegar a una conclusión tan revolucionaria.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Espectros de los ordovicos y los silures.

Uno de los más dramáticos eventos en la Historia de la Tierra, no demasiado conocido porque no intervienen dinosaurios, pero no por ello menos dantesco en cantidad bruta de muertos, es la llamada Extinción Masiva del Ordovícico-Silúrico, que se produjo aproximadamente hace 450 millones de años. No es la peor de todas, pero en cantidad de especies extintas no tiene nada que envidiarle a la extinción masiva más conocida, que es la KT (Cretácico-Terciario, la clásica de los dinosaurios, vamos). De hecho, es la segunda extinción masiva de especies marinas conocida, cerca de un 60% del total, lo que es bastante si se considera que en la época, TODA la vida animal o vegetal estaba confinada en los mares (el récord absoluto lo tiene la Extinción del Pérmico-Triásico, hace unos 250 millones de años, aunque en esa época la vida ya se había abierto camino hacia la superficie terrestre).

Desde un punto de vista etimológico, tiene su gracia que una de las cinco mayores extinciones masivas en la historia terrestre reciba su nombre de los dos períodos geológicos mencionados (el Ordovícico y el Silúrico, ambos partes del Paleozoico, conocido en los manuales antiguos como Era Primaria). Resulta que la Paleontología de la primera mitad del siglo XIX, cada vez más dispuesta a aceptar que la Tierra debía ser más vieja que los 6000 años bíblicos, comenzaba la dificultosa labor de periodizar la historia terrestre. Como la investigación científica estaba confinada en la época a los fósiles y sedimentos de Europa, las rocas mejor investigadas del período Primario (actual Paleozoico) eran las de Gales, en Inglaterra. De esta manera, cuando quisieron buscar nombres, se volvieron al nombre antiguo de Gales (Cambria), para bautizar lo que actualmente es el Período Cámbrico.

Ahora bien, pronto hubo que inventarse más nombres para los períodos, y como parecía cómodo el sistema adoptado, los dos períodos siguientes al Cámbrico recibieron su nombre de dos tribus galesas, precisamente: el Ordovícico de los ordovicos, y el Silúrico de los silures. Los ordovicos vivían en el norte de Gales y los siluros en el sur, y los historiadores romanos refieren el apetito de ambas tribus por la guerra. En los hechos, durante el siglo I después de Cristo, los romanos trataron de entrar a Gales por la fuerza, y si bien lograron conquistar y pacificar la región (más o menos), esto les costó lo suyo, y los ordovicos y siluros nunca aceptaron la romanización sino de mala gana, sólo para sacudírsela a la primera ocasión. Cuando cayó el Imperio Romano, Gales recayó en la barbarie como si nunca los romanos hubieran estado allí.

Yendo un poco más lejos en la etimología, nos encontramos con que la palabra "ordo-wik" puede estar emparentada con el irlandés "ord" y el galés "gordd", que significa martillo. "Silo", por su parte, vendría significando "semilla" en galés. Quizás ambas tribus, conocidas por la fiereza de sus guerrillas contra los romanos, se habrían sentido más que satisfechas de saber que por un capricho de la Historia de la Ciencia, los nombres de ambas acabarían insertas nada menos que en uno de los más importantes eventos de extinción masiva en la Historia de la Tierra completa...

domingo, 31 de octubre de 2010

Palabras alrededor de la bilis.

La bilis o hiel, es una secreción del hígado. Es bien conocido su carácter amargo, hasta el punto de utilizársele como el ejemplo clásico de amargura ("se le rompió la hiel", "tiene un temperamento bilioso", etcétera). La palabra bilis deriva del latín bilis, que a su vez deriva del griego χολή ("colé"). Y aquí es donde empieza lo bueno. Partamos con suavidad diciendo que la raíz griega ha seguido en pie dentro del vocabulario médico castellano. Así, el conducto que lleva la bilis al intestino se llama colédoco, la substancia secretada por el intestino delgado que ayuda a verter bilis en la digestión se llama colecistoquinina, los cálculos biliares son colelitiasis, la inflamación de la vesícula producto de esos cálculos es la colecistitis, y la ulterior extirpación quirúrgica de la misma es la colecistectomía.

Pero si se acabara el asunto ahí, éste sería un posteo probablemente aburrido. Sin embargo, si nos volvemos a la Medicina del pasado, a la tenebrosa era de los "Cuatro Humores", nos encontramos con otras sorpresas. Los antiguos creían que existían cuatro humores en equilibrio dentro del cuerpo, y cuando tales humores se salían de dicho equilibrio, sobrevenían las enfermedades (o buena parte de ellas, al menos). Esos fluidos eran la sangre, la flema (el famoso esputo viscoso que acompaña a la tos de las inflamaciones respiratorias), la bilis y la atrabilis o "bilis negra". ¿A qué estado de ánimo asociaban el exceso de bilis? Como la bilis es amarga, les pareció natural asociarlo al temperamento amargo, y así es como la palabra griega "colé" se vertió en el castellano "cólera". Así es que de ahí viene el actual temperamento o carácter colérico, o sea, amargado e irritable.

También con esta raíz etimológica se vincula la enfermedad del cólera. Uno de los síntomas del cólera es la diarrea: de hecho, el cólera mata fundamentalmente por la deshidratación del paciente, por lo que un tratamiento con suero intravenoso salino suele ayudar a la recuperación del paciente. Y este flujo diarreico que es producto del cólera, fue calificado de flujo bilioso, y de ahí el nombre.

Los más avezados que entiendan un poco de griego quizás hayan descubierto el paso siguiente. Mencioné una bilis amarilla y una bilis negra. La bilis amarilla es responsable del temperamento colérico. ¿Y la bilis negra...? Ya que en griego la palabra negro es "μέλας" ("melas"), como en melanina por ejemplo (el pigmento que le da un tono oscuro a la piel), ya pueden ir sumando: μελαγχολία ("bilis negra") se traduce al castellano como "melancolía". Es decir, el exceso de bilis amarilla ocasionaba desagrado, irritación y amargura, y el exceso de bilis negra originaba depresión, desánimo y apatía. Pensándolo bien, es una suerte que la Medicina haya salido de esos tiempos cavernarios, y las depresiones se traten con métodos un poco más ajustados a la etiología del mal.

jueves, 28 de octubre de 2010

Lucrecio y el ciclo del agua.

El poeta romano Tito Lucrecio Caro (hacia 99-55 a.C.) escribió uno de los poemas más singulares de todos los tiempos, que es "De Rerum Natura" ("De la naturaleza de las cosas"). El poema generalmente es citado por los científicos debido a defender abiertamente la existencia de los átomos (no es que Lucrecio fuera un científico, sino que tomó las ideas filosóficas de Demócrito al respecto), y por los ateos y agnósticos por criticar la existencia de los dioses y el miedo a la muerte. En el fondo, el poema de Lucrecio iba en la vena de hacer una vasta descripción en verso acerca de la naturaleza (bueno, del conocimiento que de la naturaleza se tenía en esa época), desde un ángulo crítico y sin aceptar las supersticiones ni la religión. Fórmula ideal para adormecer al lector de hoy en día (la ciencia de Lucrecio está vastamente superada), pero que aún así contiene algunas interesantes perlas para el lector moderno.

Una de las cosas que Lucrecio trata, es el ciclo del agua. En la actualidad cuando le enseñamos ciencias naturales a nuestros párvulos, hacemos preguntas similares a las que Lucrecio en un lenguaje más alambicado: "Admíranse de que la mar no aumenta / su volumen jamás con tantas aguas / como corren en ellas y los ríos / como por todas partes desembocan". Intuitivamente describe la evaporación: "Roba el calor del sol una gran parte / pues vemos secan sus ardientes rayos / en un instante la mojada ropa". Y añade: "aunque el sol tome una porción muy corta / de cada sitio de por sí, no obstante / debe robar en extensión tan grande / cúmulo inmenso de marinas aguas". Y por si alguien pensara que esto no es exactamente describir el ciclo del agua, que lea esto: "Además, te enseñé que los nublados / atraen a sí las aguas de los mares / y por la haz de la tierra las esparcen / cuando llueve sobre ella, y cuando llevan / los vientos por la atmósfera las nubes". ¡Y esto fue escrito en el siglo primero ANTES de Cristo!

Con todo, no se libra Lucrecio de incurrir en algunos comprensibles errores. Por ejemplo, atribuye a las rachas de viento y temporales mayor poder del que tienen, para llevar agua desde el mar a la tierra. Y el que resulta de bulto es describir a la tierra como un cuerpo poroso por el cual las aguas fluyen desde el mar hacia el nacimiento. En realidad el flujo de aguas subterráneas existe, pero funciona exactamente al revés, yendo del nacimiento a los ríos a los mares por cauces subterráneos, no al revés, por obra de la ley de gravedad. Pero debemos perdonárselo, porque después de todo la idea de la gravedad no era conocida aún en los tiempos de Lucrecio, así como la entendemos desde Newton en adelante. De esta manera, en Lucrecio se reunieron un raro talento literario con una asombrosa concepción racionalista de la naturaleza.

domingo, 24 de octubre de 2010

El curioso procedimiento formulario romano.


Hoy en día estamos tan acostumbrados a nuestro modelo de juicios, que cuesta pensar en otros sistemas que no sean el clásico anglosajón a lo Perry Mason, o quizás en ese siniestro proceso inquisitorial de tan honda raigambre hispanoamericana. Pero los romanos, padres fundadores de nuestro sistema jurídico gracias a su Derecho Romano, inventaron su sistema propio, que se llama el procedimiento formulario ("per formulas", en Latín). Irónicamente, nació como un procedimiento "de segunda clase", y poco a poco se fue instaurando como el procedimiento civil por excelencia.

El Derecho Romano arcaico (quiritario) se caracterizaba por un enorme ritualismo, ya que era literalmente sagrado (no se distinguía conceptualmente entre la ley de los hombres y las leyes divinas). Pero cuando el Imperio Romano empezó a crecer, hubo dos problemas. En primer lugar, tanto ritualismo sacramental más o menos inteligible para los romanos, lo hacía muy poco apropiado para culturas y pueblos extraños ahora sometidos a la férula romana. En segundo lugar, los que no eran ciudadanos romanos no podían acogerse a la justicia romana. Pero los romanos eran muy creativos, y los pretores (los magistrados encargados de las labores judiciales) se inventaron sobre la marcha un procedimiento nuevo, que en puridad no violaba el principio de que un magistrado romano sólo podía hacer justicia sobre leyes romanas y a los ciudadanos romanos, y que a la vez más sencillo para los litigantes no romanos. Se lo llamó "procedimiento formulario" porque las antiguas invocaciones rituales que debían hacerse de viva voz y en forma literal, fueron reemplazadas por "fórmulas", que no eran otra cosa sino documentos escritos por parte del pretor.

El procedimiento se dividía en dos fases, llamadas "in iure" ("en derecho") e "in iudicium" ("en justicia"). La cosa era así. Si había un pleito, las partes debían acudir ante el pretor. Este trataba de dilucidar cuál era el punto en que las partes estaban en desacuerdo, y en base a eso escribía la famosa fórmula. Y como su nombre lo dicen, estas fórmulas eran literalmente de fórmulas, un poco a la manera de los documentos actuales con formato previo en que se rellenan los espacios en blanco. He aquí un ejemplo de fórmula, más concretamente una "intentio in rem" (es decir, que el demandante tiene la intención de litigar para recuperar una cosa suya): "si paret hominem Sthicum ex iure Quiritium Auli Ageri esse" (es decir, "si resulta que el esclavo Stico es de propiedad civil de Aulio Agerio", recuérdese que los esclavos no eran personas sino cosas susceptibles de propiedad en el Derecho Romano).

Luego, se nombraba un "iudex" (un "juez"). He aquí el elemento interesante. El iudex no era un funcionario público, como nuestros actuales jueces, sino un ciudadano particular a quien la ley reconocía calidad moral suficiente para decidir asuntos judiciales ajenos (un poco como los actuales árbitros). El nombre de los ciudadanos idóneos estaba contenido en un texto llamado "album iudiciorum". Las partes podían ponerse de acuerdo sobre el iudex, y si no, se leían los nombres del album iudiciorum a viva voz, pudiendo rechazar los nombres que no les parecían aceptables (con algunas reglas adicionales para evitar trampas, claro). La fórmula aquí era escueta en grado sumo, muy romana en esto. Por ejemplo: "Marco iudex esto" ("sea juez Marco"). Decidida la cuestión y el juez, el asunto abandonaba las manos del pretor, y el iudex pasaba a hacerse cargo del problema, y resolverlo. Esto era la fase "in iudicium". De esta manera, el pretor en realidad no administraba justicia, sino que se limitaba a encauzarla hacia una solución haciendo uso de lo que podríamos llamar su "autoridad policial", y con esto evitaba violar el principio según el cual la ley romana sólo se le aplicaba a los ciudadanos romanos.

Irónicamente, este procedimiento bastante mecánico y expedito, como resultó mucho más flexible y práctico que los rígidos procedimientos antiguos, hizo caer en progresivo desuso al vetusto procedimiento quiritario. En el Imperio Romano se consideraba la ciudadanía romana como un privilegio, pero los ciudadanos romanos estaban felices de poder sustraerse al engorroso procedimiento propiamente romano, y resolver sus asuntos de la manera más sencilla que era el procedimiento formulario inventado para los "ciudadanos de segunda clase" que eran los no ciudadanos.

jueves, 21 de octubre de 2010

Los censos y la censura.

Son dos palabras que suenan parecido: "censo" y "censura". ¿Existe acaso una relación entre ambas? La respuesta es un rotundo sí. A primera vista parece complicado en qué pueden relacionarse la censura a la prensa o la censura cinematográfica con el arte de saber cuántos ciudadanos hay en un país, por ejemplo, pero resulta que sí existió relación... en la Antigua Roma. Para eso, debemos retroceder en el tiempo hasta la República Romana (509-31 a.C.). En ella existían patricios (los aristócratas) y plebeyos (bueno... la plebe de toda la vida). Después, aunque las diferencias entre patricios y plebeyos fueron abolidas, la expansión imperial hizo que existieran ciudadanos romanos sometidos a las leyes romanas, y ciudadanos no romanos. Eso hasta que en 212 d.C., Caracalla impuso la ciudadanía romana incluso contra la voluntad de sus súbditos. Pero eso es otra historia. El punto acá es que la sociedad romana bajo la República no era igualitaria, y contemplaba distintas cargas, obligaciones y derechos para las personas, según su estatus. Y aquí es donde entra el problema del censo.

Todos los países desde que la civilización es civilización, han necesitado herramientas para determinar cuánta población poseen. Hay dos razones obvias: en primera, saber cuántos ingresos pueden conseguirse por vía de impuestos (mientras más habitantes, y mientras menos privilegiados exentos de impuestos, más ingresos), y en segunda, saber cuántos hombres pueden ser puestos en pie de guerra, llegado el caso. Hasta el siglo V a.C., dentro de la República Romana, tales atribuciones estaban en mano de los cónsules, pero en dicho siglo fueron creados funcionarios especiales, encargados de hacer las listas de ciudadanos, o sea, el censo. Estos fueron los censores.

Como la legislación romana no era igualitaria, esto permitía imponer como pena para ciertos delitos, el perder los derechos ciudadanos. Entonces, había que tachar el nombre de la persona de la lista de los ciudadanos, labor que por supuesto le correspondía administrativamente al censor. El fundamento era que los derechos cívicos sólo podían corresponderle a personas de moral probada, o de lo contrario la República decaería. Así, la censura se extendió a ciertos delitos, al lujo inmoderado, incluso al descuido y la negligencia, y particularmente a lo que podríamos llamar "decencia" y "buenas costumbres". Como estas actividades implicaban que el censor intervendría, podía calificárselas como "censurables", y de ahí que se diera el salto desde el censo demográfico a la censura como actividad destinada a mantener la moral y las buenas costumbres (cercenando la libertad de expresión, claro, pero nadie dijo que fuera a ser bonito, ¿no?).

En los tempranos tiempos del Imperio, bajo el gobierno de Octavio Augusto (31 a.C. a 14 d.C.), la censura fue absorbida por el poder del Emperador. Hubo algunos intentos de volverla a instaurar, ahora ya no en su faceta demográfica, sino para promover la reforma de las costumbres. En fecha tan tardía como 250, cuando ya todos los ciudadanos del Imperio eran iguales ante la ley (salvo los esclavos, que jurídicamente no eran personas sino cosas), aún el Emperador Decio, empeñado en recobrar las antiguas virtudes cívicas por encima del caos en que el Imperio estaba cada vez más sumergido (y del que, entre los siglos II y V en que el Imperio Romano decayó, ya no se recobraría), nombró a Valeriano como censor. El nombramiento duró tanto como el gobierno de Decio, que como otros Emperadores de su tiempo, tuvo un período deprimentemente corto (249 a 251, en concreto). Muerto Decio, la censura volvió al arcón polvoriento de los recuerdos. Aunque regímenes políticos de variado tipo y calibre, hasta el mismísimo siglo XXI siguen nombrando sus propios censores con el pretexto de "vigilar la decencia y las buenas costumbres"...

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