Historias desopilantes, anécdotas curiosas, rarezas antiguas: bienvenidos a los siglos curiosos.
jueves, 30 de julio de 2009
Los brujos de la Recta Provincia de Chiloé.
La lejanía de Chiloé respecto del centro de Chile, sumado a su carácter insular, la han convertido en un verdadero mundillo cerrado en lo que respecta a mitos, leyendas y tradiciones. La isla de Chiloé, de fama entre los chilenos por el carácter amable de sus habitantes, es también hogar de monstruos impensados y de brujos con aterradores poderes. Todo eso se une en la historia de la Recta Provincia, la más poderosa asociación de brujos chilotes, en abierta rebelión contra la autoridad central de Santiago.
Chiloé siempre fue una especie de suburbio en los dominios coloniales hispánicos de Chile. Tan alejado estaba y tan poco gravitaba en la vida nacional chilena, que fue el último bastión español en Chile que cayó en manos patriotas, en fecha tan tardía como 1826 (Santiago había sido asegurado en 1818). No es raro entonces que el gobierno español, y el chileno después, semiaislados de todo apoyo exterior, haya tenido que mantenerse en incómoda convivencia con las lealtades locales. Con todo, por la fuerza de las armas y con el apoyo de la Iglesia Católica, impusieron el sistema de haciendas y el inquilinaje como medio de explotación rural, tal y como lo hicieron en otras partes de Chile y América, sistema que pervivió en Chile hasta la Reforma Agraria de 1964-1973. ¿A quiénes iban a volverse los chilotes asustados por un sistema que favorecía ampliamente a los afuerinos? Pues, a sus brujos.
Los brujos chilotes se congregaban en la Cueva de Quícavi. Andando el tiempo formaron la Recta Provincia, una asociación secreta que era una verdadera especie de gobierno en las sombras, dentro de Chiloé. Un brujo oficiaba como monarca absoluto, y habían siete reyes por cada una de las siete provincias de Chiloé, designadas en clave con topónimos afuerinos: Buenos Aires (Achao), Salamanca (Rauco), Perú (Caucahue), Villarrica (Dalcahue), Lima (Quicaví), Santiago (Tenaún) y España (Payos, Queilen y Compu). Para ingresar a la sociedad secreta y hacerse brujos, los candidatos debían sumergirse bajo una pequeña cascada, cuya localización actual no es completamente segura: en dicha cascada se lavaban de las aguas bautismales y renegaban así del Cristianismo (debe recordarse que en la época se aplicaba el sacramento bautismal a la gente siendo bebés casi recién nacidos, hasta el punto que las actas parroquiales de bautismo eran el equivalente del actual certificado de nacimiento ante el Registro Civil). La rebelión política y religiosa se fusionaban así en una sola, en lo que muchos han querido ver como un muy autóctono movimiento independentista chilote en los siglos XVIII y XIX. Porque se suponía que los brujos usaban sus temibles poderes para causar daño, enfermar y aún matar a los hacendados que fueran abusivos con sus peones, o a quienes fueran autoridades civiles y religiosas que les apoyaran en sus exacciones.
En 1880 se abrió el expediente criminal "Contra Mateo Coñuecar y otros por asociaciones ilícitas y envenenamientos". De esta manera, los juzgados de la República de Chile se lanzaron a investigar esta sociedad secreta. Muchos sospechosos de profesar la brujería fueron apresados e interrogados. Se sospecha que se les aplicó la tortura para arrancarles confesiones. De lo que consta en dicho expediente, sale mucho de lo que se sabe sobre la Recta Provincia actualmente. Aún así, la mayor parte de los brujos fueron después liberados, porque no pudo acreditárseles que, aparte de practicar algunos rituales de magia negra, en efecto hayan causado daño material a otras personas (ni siquiera por medio de la magia a distancia), ni tampoco pudo determinarse que la asociación por ellos creada fuera realmente ilícita. Se supone que en esas fechas, por el acoso judicial, acaso ayudado por rencillas internas entre los propios brujos, la Recta Provincia desapareció. Aunque, con el secretismo de los brujos chilotes, eso es algo que sigue envuelto en el misterio, y quizás durante mucho tiempo más siga así...
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domingo, 26 de julio de 2009
Creencias chilenas respecto de la muerte.
Oreste Plath, el insigne estudioso del folclor chileno, recoge algunas peregrinas creencias relacionadas con la muerte en Chile. Muchas de ellas, por supuesto, así como otras cosas del folclor chileno, han caído en desuso, pero no sobra recordarlas, de todos modos.
Algunas tienen que ver con la Virgen del Carmen, la Santa Patrona de Chile. Por ejemplo, se solía asegurar que quien es devoto de la Virgen del Carmen y muere en un día Miércoles, no pasa por el Purgatorio. Se supone que en ese día, la Virgen del Carmen baja al Purgatorio y saca las almas purificadas. La Virgen de las Mercedes, por su parte, hace el mismo trabajo, pero en día Sábado.
Otro conjunto de creencias tienen que ver con tabúes y prohibiciones. De esta manera, no se debe rezar Padrenuestros por las personas vivas, porque significa atraer la muerte sobre ellas. Y hacerse el muerto enoja a San Antonio, lo que puede acarrear como resultados que la persona muera de verdad.
Otros tienen que ver con los "angelitos". Estos son quienes fallecen siendo bebés o niños. En este caso, el padrino del angelito tiene la obligación de regalarle la mortaja en que será envuelto para el entierro. También puede homenajearlo llevándolo a su casa para velarlo en ella, como un homenaje. Pero si los padres son quienes hacen el velorio, otra costumbre toma su lugar: una corona de monedas en la cabeza indica que hay recursos para el entierro, pero su carencia obliga a los concurrentes a dejar una contribución en el regazo del angelito. Tener angelitos en el cielo es beneficioso porque rezan por los pecados de los parientes, y de esta manera a la madre se le dice como consuelo (¡!) que "ya tiene un angelito en el cielo". La madre, por su parte, debe ser fuerte y no llorar, porque en caso contrario se le mojan las alas al angelito y no pueden volar al cielo...
Finalmente, una señal de salvación o condenación: plantar un árbol junto a la sepultura de un muerto. Si el árbol brota, crece o florece, el muerto se ha salvado. Pero si se seca, se ha ido a la condenación eterna...
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jueves, 23 de julio de 2009
El Anticristo dominará la década de 1990.
Que levante la mano el que, por muy ateo o racionalista que sea, no sienta un escalofriíllo al escuchar profecías sobre el fin del mundo, pronunciadas con toda seriedad y convicción por el apocalíptico de turno: ¿y si esta vez fuera cierto? Por eso vale la pena echar un vistazo a las profecías que NO se han cumplido. De entre la ristra de ellas que apuntaban al año 2000 como el Fin del Mundo, o al menos, el fin de nuestra era preapocalíptica, me quedaré con las vertidas por Evaristo Cortés Riveros, un chileno estudioso de las Escrituras que, basándose en el Apocalipsis, dijo... bueno, ya lo detallaremos. Lo que sigue, fue publicado en un librillo de 32 páginas llamado "Las profecías se están cumpliendo", y que fue publicado en el N° 148 de la colección "Temas de los Viernes", que salía a finales de los '80s todos los viernes con el diario La Estrella de Valparaíso. Así es que por cualquier cosa, no me acusen a mí, yo sólo soy el mensajero.
Interpretando que Jesús dijo que no pasaría una generación antes del fin del mundo, el autor dice (de manera arbitraria, por supuesto) que se refiere no a su propia generación, sino a la de 1948, cuando se instaló el Estado de Israel, porque los antiguos profetas señalaron que habría un nuevo Estado judío antes del Armagedón. En los años siguientes vienen los signos del fin, incluyendo pestes, hambrunas, crisis ecológica, etcétera. Y mientras tanto, surge la Bestia del Apocalipsis, a la que identifica con Gog. Este Gog, siguiendo las profecías bíblicas de Ezequiel, daría la "media vuelta", lo que el autor identifica con el tratado de reducción de misiles entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, del año 1987. La media vuelta consiste en que la malvada y agresiva Unión Soviética se presenta ante Occidente como un manso corderito, mientras irá tras de su verdadero objetivo: Jerusalén. ¿Adivinaron ya quién es la Bestia? Cerca, cerca. No es la Unión Soviética misma, sino el Pacto de Varsovia: si ustedes colorean la sección europea (al oeste de los Urales) de la URSS, junto a Bulgaria, Rumania, Hungría, Polonia, Checoslovaquia y la República Federal Alemania, descubrirán la forma de una bestia dando un tranco hacia Oriente (recuerden que en la época, las dos últimas existían). El librito que estoy citando, incluso recomienda pintarlo a color sobre un mapa para que resulte más llamativo... (en serio, lamento profundamente tener fuera de combate mi escáner para mostrarles la ilustración). Bueno, los siete integrantes mencionados del Pacto de Varsovia son las siete cabezas de la Bestia del Apocalipsis, y los entonces diez países que conformaban la Comunidad Económica Europea (Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Grecia, España y Portugal) son los diez cuernos de la Bestia que están descritos en el Apocalipsis. Nuestro intrépido profeta repara en que Inglaterra e Irlanda forman también parte de la CEE, pero con total seguridad añade que "tendrán que retirarse porque no les corresponde estar enrolados ahí" (miren qué conveniente)...
En este período es cuando el Anticristo empieza a mover a la Bestia para su conveniencia, derribando al Pacto de Varsovia para hacer creer que la amenaza comunista ha desaparecido (este texto es profundamente anticomunista, por si no lo han notado). En 1993, después de haber disuelto a la OTAN y al Pacto, el Anticristo se convierte en amo de un gobierno mundial, presentándose como un hombre de paz. Entre Enero de 1993 y Junio de 1997, el Anticristo crea un sistema computacional en que todas las personas deberán registrarse ("la marca de la Bestia"). En 1997 se produce el arrebatamiento de la Iglesia, y empieza lo peor del Apocalipsis. En el año 2000 mismo se produce el Armagedón, la batalla final en las colinas cercanas a Jerusalén, con la victoria de Jesucristo mismo, y el inicio del Milenio de Paz. El cuadro es amenizado por supuesto con algunas explosiones nucleares por aquí y por allá a granel, para que muera gente en masa y esto sea un Apocalipsis como Dios manda (por alguna razón, todos los exégetas apocalípticos de la Biblia traducen monótonamente los pasajes en que aparecen bolas de fuego y grandes devastaciones, e incluso las manadas de langostas del Apocalipsis, con ojivas nucleares estallando).
Desde luego que algunas cosas salieron mal. El Pacto de Varsovia se hundió, es cierto, pero a continuación lo hizo la propia Unión Soviética, y las siete cabezas se habrán convertido en... ¿cuántas? La CEE, por su parte, devino en la Unión Europea en 1989, y creció de doce a varios miembros más... sin que piense desaparecer. Por otra parte no hubo ningún gobierno mundial, y de hecho, salvo algunos conflictos más o menos localizados, fue una década bastante pacífica. Y lejos de librarse el Armagedón en el año 2000 y venir luego el Milenio de Paz, en el año 2001 empezó el siglo XXI con el atentado contra las Torres Gemelas. Bueno, el tren del año 2000 se fue: ¿están ustedes preparados para el fin del mundo en el 2012...?
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domingo, 19 de julio de 2009
Construyendo al Demonio.
El Demonio o Satán del Cristianismo no nació de la noche a la mañana, completamente inventado desde los cuernos hasta el rabo. Antes bien, fue el resultado de una larga evolución, en donde diversos elementos se le fueron agregando hasta construir su imagen moderna. El Satán del Antiguo Testamento, de hecho, en su muy fugaz aparición como secundario en el Libro de Job, presenta características bastante distintas al Demonio como fuerza impulsora del Mal en el pensamiento cristiano.
Primero que nada, dentro del Judaísmo existe la creencia en criaturas demoníacas. Aunque religión monoteísta, el Judaísmo ha debido siempre contender con la afición popular a creer en muchas criaturas sobrenaturales, y ha tenido que contemporizar un poco. De hecho, Yahveh recorrió un largo camino hasta transformarse en el Dios Unico, el "Dios Celoso" de Moisés, pero una vez recorrido, no es demasiado difícil entender que los otros dioses hayan sido rebajados a la categoría de demonios. Porque profetas como Jeremías hablaban de los ídolos que tienen boca y no comen, que tienen oídos y no escuchan, que tienen ojos y no ven, etcétera, pero nada o no mucho decían de los demonios, ni de los ángeles, a pesar de que en el Génesis es claro que el Judaísmo primitivo sí los concebía como rondando por el mundo. Después del Cautiverio de Babilonia (587 a.C. a 538 a.C.), los judíos estuvieron en contacto con la religión del Imperio Caldeo, que sí creía en los demonios, politeístas como eran, y la creencia de los judíos en los demonios se revitalizó. El propio Jesucristo, sin ir demasiado lejos, más de alguna vez tuvo que curar a algún endemoniado...
Pero la imagen moderna del Demonio vino cuando el Cristianismo, tomándolo como personaje, le adjudicó características de otros personajes de la cultura grecorromana. Enemigo de los cultos de la naturaleza, el Cristianismo hizo todo lo posible por ridiculizarlos y, allí donde pudieron (o sea, en todas partes donde se extendió su férula), satanizarlos. Uno de los principales dioses grecorromanos de la naturaleza, por su carácter mistérico, era Pan. Este Pan tenía cuerpo de ser humano, pero caderas y patas de macho cabrío. Los cristianos entonces tomaron la imagen iconográfica de Pan, y lo asociaron al Demonio. También asociaron una serie de rituales pánicos (la actual palabra "pánico" deviene del dios Pan, precisamente), incluyendo el sacrificio de machos cabríos, al Demonio, y así ha quedado hasta ahora. Tomaron también la vocecita interior que ilumina e inspira a los filósofos, el "Daimon", y la asociaron con la voz de Satán perdiendo a los seres humanos, impidiéndoles sentir la voluntad de Dios en su corazón. Con lo que el Daimon pasó así a ser el actual Demonio, y fue también asociado a Satán.
Por medio de todas estas adiciones es que Satán, el antiguo ángel caído del Judaísmo, devino en el moderno Demonio. Aunque habrá que esperar hasta la iconografía medieval para que dichas características terminen de asentarse bien en el imaginario popular, desde donde no han salido en casi dos milenios completos.
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jueves, 16 de julio de 2009
¿Fue la Serpiente del Génesis realmente el Demonio?
Es frecuente afirmar que el Pecado Original es producto de la rebelión del Demonio contra Dios, y que por lo tanto, fue el Demonio quien se disfrazó de Serpiente para tentar a Adán y Eva, o al menos, fue el instigador de que la Serpiente obrara de tal modo. El poeta John Milton lo tenía bien claro, cuando en su "Paraíso Perdido" declaró explícitamente que Satán se encarnó en la Serpiente por su astucia: "Y con inspección profunda consideró a cada criatura, por cual sería la más oportuna que serviría a sus tretas, y encontró a la Serpiente la de mayor capacidad en todo el Campo" ("and with inspection deep / Consider'd every Creature, which of all / Most opportune might serve his Wiles, and found / The Serpent suttlest Beast of all the Field.", Libro IX, versos 83-86, la traducción es muy libre, por cortesía de su servidor el General Gato). La Iglesia Católica, por su parte, afirma también que la Tentación y la Caída son obra de Satán: "El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia su creador" (Catecismo de la Iglesia Católica, Canon 397, citado en lo pertinente; ver también cánones 385 a 421 que tratan extensivamente el tema). Y sin embargo, ¿es esto así? Asumiendo que el relato bíblico fuera cierto (y sabemos actualmente que no lo es, pero aún así, para efectos de análisis literario, digamos que sí), ¿realmente es la Serpiente el Demonio? Veamos.
El Génesis relata la historia de la tentación y la caída en su capítulo 3. En su primer versículo, dicho capítulo afirma que la Serpiente era el animal más astuto de todos. Pero en ninguna parte del Génesis menciona que la Serpiente fuera el Demonio. Después de que Dios pilla en falta a los compungidos Adán y Eva, viene la invención de la política: cada uno le echa la culpa al otro (Adán a Eva, y Eva a la Serpiente), y Dios toma la actitud de parvulario en Kindergarten, mandando a todos a castigo. En cuanto a la Serpiente, la obliga a caminar sobre su vientre y la obliga a comer polvo (Génesis 3:14). De esto podemos deducir que antes de la Tentación y Caída, la Serpiente tenía patas y gozaba de una dieta normal, y así lo han interpretado algunos pintores renacentistas, que han pintado a Adán, a Eva y a la Serpiente, esta última con patas de tipo salamandra (ahora se sabe que la serpiente, como animal de sangre fría, con un par de bocados al mes se basta, porque los animales de sangre caliente debemos comer cerca de veinte veces más de lo que deberíamos si fuéramos de sangre fría, y ese exceso se va en quemarlo para mantener una temperatura corporal constante, pero esto, para los autores del Génesis, era seguramente algo desconocido, y de ahí que pudieran ingenuamente atribuirle a la Serpiente su frugalidad al hecho de comer polvo). Como vemos, en ninguna parte se dice que la Serpiente fuera el Demonio.
La conexión entre ambos la hace sospechosamente un solo escritor de todos los que escribieron la Biblia, y que sintomáticamente no fue el autor del Génesis. Se trata de Juan Evangelista, quien es también el escritor del Apocalipsis. En dos fragmentos quiere dejar bien en claro que la Serpiente es en realidad el Diablo: "Y fué lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña á todo el mundo" (Apocalipsis 12:9), y además "Y vi un ángel descender del cielo, que tenía la llave del abismo, y una grande cadena en su mano. Y prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y le ató por mil años (Apocalipsis 20:1-2). Por tanto, no es el grueso de la Biblia, y no entre ellos el autor del Génesis en primer lugar, quien dice que la Serpiente es Satanás, sino apenas uno de tantos autores, y para colmo, el que escribió al último de todos ellos. Por contraste, en el Libro de Job se menciona a Satán, pero no da luces de emparentarlo con la Serpiente (se menciona las serpientes a la pasada en Job 26:13, y en un contexto muy diferente al de Satán), ni tampoco el importantísimo teólogo San Pablo, quien en su Segunda Epístola a los Corintios menciona explícitamente a la Serpiente sin decir que es Satán (2-Corintios 11:3). Por lo tanto, según el Génesis, no fue el Demonio quién tentó a Adán y Eva, sino una mera criatura. Es un absurdo tan grande como si en "El hobbit" de Tolkien se dijera que no era Gollum a quien Bilbo le robó el Anillo, sino a Sauron que para la ocasión se había metamorfoseado en Gollum. Y esto es congruente con otras muchas leyendas, en las cuales se toma a tales o cuales animales y se les achaca la pérdida de la mortalidad (en Siglos Curiosos ya referimos que los zulúes las emprenden con el camaleón y el lagarto, por ejemplo).
Frente a esto, la Iglesia Católica es prudente, y trata de desmarcarse del texto bíblico. En su Catecismo explica: "El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre (...). La Revelación nos da la certeza de fe de que toda la historia humana está marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros padres" (canon 390). O sea, a pesar de considerar a la Biblia como la Palabra de Dios, se dan el lujo de considerarlo un relato apenas metafórico, y seguir insistiendo en que, a pesar de ser Satán el Mal Supremo según ellos, y no haber pruebas de que la Serpiente fuera el Demonio, e incluso que fuera maligna (después de todo, le dio a Adán y Eva el derecho a elegir, algo que Dios no les había dado), aún así la actitud de Adán y Eva fue de alinearse con el mal. Para pensarlo.
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domingo, 12 de julio de 2009
Stephen Kaplan cazavampiros.
En la actualidad, la ciencia médica suele tener una batería de interesantes explicaciones para el tema del vampirismo, incluyendo la catalepsia, y particularmente la porfiria. Sin embargo, no toda la gente cree que el tema de los vampiros se agote ahí. Uno de ellos fue Stephen Kaplan, quien fundó nada menos que el Vampire Institute, para rastrear la existencia de verdaderos vampiros que pudieren rondar por ahí.
Stephen Kaplan nació en 1940, y a lo largo de su vida mostró bastante interés por los temas paranormales. Fundó el Vampire Institute, y proclamó que estaría dedicado a la investigación de la inmortalidad. Según sus ideas, el vampirismo se puede explicar por un estado llamado "progeria revertida". La progeria es una enfermedad degenerativa que ocasiona un envejecimiento acelerado, lo que está asociado con las clásicas fotos de niñitos arrugados como ancianos (y que de hecho, suelen morir en la adolescencia, de viejos). La "progeria revertida" sería entonces lo mismo, pero al reves, o sea, un envejecimiento más lento, que por lo mismo estaría asociado a una mayor longevidad, incluyendo el mito del vampirismo.
El Instituto empezó a trabajar en Long Island, con entusiasmo ferviente, aunque pronto hubieron de pasar al anonimato, habilitando una casilla postal para los contactos, porque entre quienes acudían a ellos para entrevistarse y ser estudiados, habían más de algún caso psiquiátrico clínico, de los considerables como peligrosos. En el Instituto se adoptó también como regla el llevar un maletín con todo el equipamiento clásico para lidiar con vampiros, incluyendo ajos, agua bendita, estacas, símbolos religiosos...
Parece ser que los esfuerzos del Vampire Institute resultaron infructuosos, al final. Stephen Kaplan falleció en 1995, de un ataque cardíaco, con apenas 54 años de edad.
jueves, 9 de julio de 2009
¿Nosferatu o Drácula?
Desde que fue publicada en 1897, la novela "Drácula" de Bram Stoker fue un éxito rotundo. Era sólo cuestión de tiempo antes de que el naciente arte del cine intentara adaptar la historia a la pantalla grande. Pero debían andarse con mucho cuidado, por un tema que en ese entonces también era incipiente: la protección de los derechos de autor.
En 1907, Hollywood había tenido su primer traspié con la experiencia, luego de la desdichada experiencia de adaptar "Ben Hur" sin haberse asegurado bien los derechos de autor. Pero hecha la ley, hecha la trampa: bastaba con tomar el asunto de la novela, y cambiar el nombre de todos los personajes, más unas cuantas situaciones, y ya podía ser tomada como una obra distinta. La productora alemana Prana Films tomó dicho camino para adaptar "Drácula". Esto, porque los derechos de la novela habían ido a parar a manos de una productora rusa, que en 1920 había realizado la que con justicia podría considerarse la primera adaptación fílmica de la novela, aunque para nuestra desgracia, dicha película se ha perdido. Hubo también una versión húngara, dirigida por un tal Károly Lajthay, en donde se toma el personaje del Conde Drácula literalmente, aunque parece ser que no se adapta la trama. Parece ser, decimos, porque para variar un poco, de dicha producción tampoco se conserva ninguna copia.
En este ambiente, como decíamos, Prana Films tuvo la picardía suficiente para robarse lo esencial del argumento y cambiar los personajes y circunstancias. La palabra "Nosferatu" deriva del idioma serbio, y significa "no-muerto". La protagonizó Max Schrek, aunque con tanto maquillaje debajo es difícil reconocerlo (de hecho, hubo quien afirmó que el verdadero actor sería Hans Rameau, guionista amigo de Murnau, el director). El personaje, como decíamos, no podía llamarse Drácula, así es que le pusieron el sonoro nombre de Conde Orlok. Aún así, la viuda de Bram Stoker se fastidió visiblemente, e inició los correspondientes procesos legales, rematando así en la destrucción judicial de las copias que circulaban. Sin embargo, en este caso contamos con algo más de suerte, y hubo quién guardó copias, gracias a lo cual en la actualidad podemos ver el filme sin problemas (bueno, sin mayores problemas que conseguírselo, que esto no lo reeditan todos los días en DVD). En 1931, cuando se realizó la famosa versión con Bela Lugosi, esta vez sí que los Estudios Universal amarraron bien todos los cabos, y compraron los derechos de autor como corresponde. Esto, aunque la película se basaba en realidad en una obra de teatro, de John L. Balderston y Hamilton Deane, que eso sí, se basaba a su vez en la novela original de Bram Stoker.
Visto así, no deja de ser irónico que en 1979 el director Werner Herzog hizo un remake de "Nosferatu" con la bellísima Isabelle Adjani como Lucy, y el siempre pasado de roscas Klaus Kinski como el Conde Drácula (¡no Conde Orlok, a diferencia del original, nótese!). O sea, el "Nosferatu" de Herzog es el remake de un plagio, pero a la par de tomar el argumento de la "copia original", por así llamarla, se queda con el personaje de la obra plagiada...
Irónicamente, el primer vampiro en el cine apareció al año siguiente de inventarse el cinematógrafo. Se trata de la película "Le Manoir du Diable", de George Méliès, que data de 1896. Decimos esto para hacer notar que la novela de Bram Stoker fue publicada en 1897, por lo que bien podemos decir que el cine hizo su primera película de vampiros antes de que el vampiro más famoso de todos hubiera siquiera hecho su aparición...
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domingo, 5 de julio de 2009
Antes de Drácula fue Carmilla.
La novela "Drácula" de Bram Stoker, publicada en 1897, puso sobre el candelero internacionalmente al vampiro como figura folklórica, convirtiendo a su protagonista en la más perfecta encarnación del mito vampírico hasta el día de hoy. Y sin embargo, el Drácula literario (porque también está el Drácula histórico, Vlad Tepes de Transilvania, del que no nos ocuparemos aquí) es el resultado de una larga evolución anterior. Dentro de esta evolución, el antecedente más claro es, probablemente, la "Carmilla" de Sheridan Le Fanu.
Sheridan Le Fanu nació en 1814, en la ciudad irlandesa de Dublín (sintomáticamente también Bram Stoker, en 1847). Tuvo una activa vida en los círculos literarios, dedicándose no sólo a la escritura sino también al trabajo editorial. Su obra se enraiza con toda la tradición de la novela gótica y preternatural del siglo XVIII. El relato de "Carmilla" apareció en una antología de cuentos publicada en 1872, e hilvanada por la figura de Martin Hesselius, un doctor que refería las historias como relatos de experiencias de sus pacientes, recurso que es un poco similar al posterior "Cuentos de la Cripta", y que por cierto, hace de Hesselius una especie de ancestro literario del psicoanálisis.
El relato se ambienta en un castillo de Estiria, en donde reside Laura, la protagonista del relato. En sus inmediaciones ocurre un accidente en coche (literalmente en coche, de aquellos tirados por caballo en esa época), y una joven es rescatada: ella es la Carmilla del relato. Pero quedará claro que Carmilla siente una especial predilección por las jovencitas, y que bajo la promesa de que se unan a ella en la vida eterna, les ofrece la muerte en sus brazos. Para fortuna de todos aparece el General Spielsdorff, quien se ha juramentado a destruir a Carmilla, lo que rematará en la consabida batalla final contra el vampiro (la vampiresa, en este caso).
La obra disfrutó de bastante popularidad en el siglo XIX, y fue un hit del underground en el XX. Una adaptación teatral de la misma fue presenciada por Bram Stoker, y es muy posible que aquí esté el germen para su posterior "Drácula". El relato ha sido también innumerables veces adaptado para el cine, en filmes de bajo presupuesto, debido a ser una historia de terror, y también por el aspecto más lúbrico de la trama. Porque parte importante de la popularidad de Carmilla como personaje, son los evidentes ribetes lésbicos de la trama, encarnados en las dos protagonistas femeninas de la historia. Algo que el Drácula de Bram Stoker dejó de lado, aunque por otra parte, conservó adecuadamente la metáfora sexual subyacente al mito del vampiro.
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jueves, 2 de julio de 2009
Brevísima historia de "lo gótico".
¿Qué es lo gótico? Puede parecer una pregunta sencilla, pero la respuesta dependerá grandemente de la época en la hagamos. Porque ser gótico no ha sido lo mismo siempre y en todo lugar, y el concepto ha experimentado una enorme evolución. Digamos, como punto de partida, que "gótico" en el origen de la palabra es lo relativo al pueblo de los godos. Y cuesta imaginarse a los godos con sus enormes pelucas rubias, sus espadas bastas, sus caballos y su germanismo, relacionados de algún modo con esas damas de vaporoso vampirismo que se enfundan en un corset de cuero negro para ir a alguna fiesta darkgoth en la actualidad. ¿Cómo es que se pasó de los primeros godos a estos últimos epítomes góticos?
En el Renacimiento, el término "gótico" encontró nueva vida, pero como un insulto. Los renacentistas estaban entusiasmados con resucitar el sentido de la armonía y proporción del arte grecorromano. Ellos acuñaron la idea de que entre la "Antigüedad" y la "Modernidad" había un período tan deprimente que ni siquiera merecía nombre propio, que por eso pasó a ser simplemente la "Edad Media" entre las otras dos, y en donde el arte se había barbarizado, había perdido su espíritu "clásico". De este modo, como insulto a ese tipo de arte, dijeron que sólo alguien tan bárbaro y falto de refinamiento clásico, como un godo por ejemplo, podía haberlo hecho: de ahí a denostar las grandes catedrales medievales como "arte gótico" había sólo un paso.
Pero en el siglo XVIII, la marea empezó a cambiar. Como temprana rebelión contra el espíritu racional de la Ilustración (también muy grecorromano en inspiración), empezó la reivindicación de la Edad Media y sus ideales caballerescos como contrapunto al puntillo de pragmatismo en los planteamientos ilustrados. Esta imaginaria Edad Media, a la vez bucólica, pasional y caballeresca, era por supuesto un sueño que poco tenía que ver con la bruta y mugrienta Edad Media de verdad, pero al proporcionar escape a un racionalismo que se les antojaba asfixiante, tuvo éxito. En 1764, estos elementos fueron conjurados en la obra "El castillo de Otranto", de Horace Walpole, considerada como la primera novela gótica de la Historia. Aunque el ciclo gótico posterior a Walpole decaería, el espíritu gótico permanecería. Pero ahora, lo gótico no se asociaba con los bárbaros godos, de quienes ya nadie se acordaba, sino con las catedrales y castillos que desde el Renacimiento venían llamándose "góticos".
Posteriormente, lo gótico inundó el Romanticismo. Los románticos del siglo XIX se consideraban almas torturadas y atormentadas, y por eso preferían la oscuridad a la luz. Cuánto de verdad había en esto, y cuanto de mera afectación o pose, es materia sujeta a debate. El caso es que lo gótico pasó a asociarse con la oscuridad, y de ahí que consideremos góticos a escritores como Edgar Allan Poe, o al "Drácula" de Bram Stoker. Asociado ahora al romanticismo y a la oscuridad, lo gótico sufrió una nueva mutación, limándose su relación con la Edad Media (y ahora sí que nadie se acordaba de los dichosos godos). Y así es como ha pasado lo gótico a la actual Música Gótica, y a la puesta en escena de bandas tan disímiles entre sí como Black Sabbath, Rammstein, Nightwish, Lacrimosa o Therion, por mencionar algunos ejemplos, cuya iconografía utiliza elementos medievales o decimonónicos a discreción, por supuesto que fuertemente idealizados y muchas veces sacados de su contexto original. Y en algunos casos, los autores de Música Gótica hasta se acuerdan de la Edad Media y tratan de ponerse a tono con música renacentista y todo... (Blackmore's Night, Dargaard...).
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