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domingo, 29 de abril de 2012

La novela que predijo el hundimiento del Titanic.


La anécdota de este posteo es bastante conocida, y por lo mismo no me había tomado en serio la idea de incluirla aquí en Siglos Curiosos. Pero sin embargo hace poco un lector me la recordó y preguntó si podría hablar del tema, de manera que heme aquí, trayendo en vivo y en directo para ustedes... el hundimiento del trasatlántico de lujo Titán. No el hundimiento del trasatlántico de lujo Titanic, sino el hundimiento del Titán, así escrito. Porque este Titán existió, aunque sólo como producto de la imaginación del escritor Morgan Robertson. El cual escribió una novela corta sobre el mismo. Sólo que no estaba aludiendo al hundimiento del Titanic porque el Titanic ni siquiera se había diseñado, menos construido y botado al mar. Por el contrario, la novela corta "Futilidad o el naufragio del Titán" data de 1898... catorce años antes del fatídico hundimiento (aunque republicada en 1912 con un par de detalles cambiados, aprovechando adivinen qué suceso noticioso de aquel año). Esta es la increíble historia de la novela que predijo el desastre del Titanic en varios detalles significativos... y en otros no tanto.

La novela se abre con una descripción de la nave, en la que estuvo envuelto "cada ciencia, profesión y comercio conocido por la civilización". Sus oficiales habían pasado rígidos exámenes sobre "vientos, mareas, corrientes y geografía del mar; no eran sólo marinos, sino científicos". En este punto, como que el escritor le pone un poco mucho, pero sigamos. En el capítulo 2 nos presentan al protagonista no naviero sino humano, que es un tal John Rowland, y que tiene un prontuario de lo peor, ya que no sólo es alcohólico y de carácter demoníaco, sino que además, horror de horrores... ¡es ateo! (no se preocupen, encontrará cómo curarse del alcoholismo y el ateísmo por el camino). De pronto, el Titán va a estrellarse con un iceberg que lo impacta por el costado, y la nave queda condenada al hundimiento. A través de la tragedia, Rowland tendrá la ocasión de probarse a sí mismo, redimirse, etcétera, lo de siempre, vamos. Y para que el camino a la redención sea más entretenido, aprende James Cameron, el protagonista tiene primero que saltar al iceberg, y luego luchar por su vida contra un enorme y fiero oso polar (no me pregunten, la novela venía así). Y después luchar contra una bestia peor, que es la sociedad que lo ha ostracizado por ser bebedor, etcétera. No se preocupen, al final todo termina bien.

El capítulo 1 es el que contiene la descripción de las características técnicas del Titán, y resulta asombroso el parecido con el Titanic, más aún si se piensa que en la época de escribirse la novela, los trasatlánticos de clase Olympic aún no existían ni siquiera en la mesa de dibujos, ya que el primero fue botado en 1910 (se lanzaron tres: el Olympic, el Titanic, y el tercero de nombre algo más humilde en vista de lo sucedido con el anterior, el Britannic). El Titán tenía 800 pies de largo, 82 menos que el Titanic. El Titán tenía 19 compartimentos herméticos, y el Titanic 16, y en ambos, éstos eran la clave de que la nave se considerara insumergible. Los adjetivos para definir al Titán eran insumergible, y la más grande creación humana, los que también se le aplicaron al Titanic. En ambos casos el número de botes salvavidas era inferior al necesario para todas las almas a bordo, 24 en el Titán ("cargaba tan pocos botes como bastara para satisfacer la ley", escribe Robertson, con su estilo encantadoramente pretencioso) y 20 en el Titanic. Además, ambos tenían tres hélices. En cuanto al impacto contra un iceberg, en ambos casos fue poco antes de la medianoche, en ambos casos el iceberg golpeó el costado de la nave, y la velocidad de impacto era parecida, de 25 nudos para el Titán y 22,5 para el Titanic, yendo ambos a toda marcha (se dice del Titán que en su viaje inaugural batió todos los récords de velocidad).

Con todo, como la mayor parte de la información se centra en los parecidos razonables, veamos un poco las diferencias. El Titán se menciona explícitamente que va en su tercer viaje, mientras que el Titanic estaba en su crucero inaugural. El impacto contra el iceberg, que en el Titanic fue tan suave que el grueso de los pasajeros ni siquiera alcanzaron a sentirlo, los del Titán sí que lo sufrieron con gritos e histeria. Y una diferencia trivial en lo que al drama narrativo mismo se refiere, pero que es una exacta inversión en ambos casos: el Titanic viajaba desde Inglaterra hacia Estados Unidos (Southampton a Nueva York, con escala previa en Cherburgo), mientras que el Titán lo hacía en dirección opuesta, desde Estados Unidos hacia Inglaterra (Nueva York a Liverpool).

jueves, 26 de abril de 2012

Gloria Stuart y otros veteranos en el Titanic.


Aunque por supuesto el grueso del peso de la peli "Titanic" de James Cameron se lo lleva la espectacularidad de los escenarios y la aparatosidad del hundimiento, un lugar especial parece estar reservado para la "Vieja Rose", el papel que en su juventud es interpretado por Kate Winslet, y en su vejez por Gloria Stuart. En un mundillo como el de Hollywood, en donde a una actriz sobre los 30 ya le empieza a correr el reloj de arena, y sobre los 40 más vale que esté instalada en la fama o está lista, hay algo de insólito que su rol más reconocible le haya llegado en su ancianidad. Porque el otro rol reconocible de su carrera es como la jovencita con la que se obsesiona el actor (invisible) Claude Rains en la peli "El hombre invisible"... de 1933, 64 años antes de "Titanic".

Aunque a muchos en su tiempo puede haberles chocado ver a una Rose centenaria rondando alrededor del sitio del hundimiento del Titanic, hay algo de verdad en esta ficción. Porque la verdad es que en 1997, al estrenarse la peli de James Cameron, todavía quedaban varios veteranos del Titanic dando vueltas por ahí. Cuando en 1985 el explorador Robert Ballard encontró los restos del naufragio con su sonda submarina, quedaban cerca de una treintena vivos. Al momento de estrenarse la peli de James Cameron, en Diciembre de 1997, aún siete se mantenían vivos, aunque en Enero de ese mismo 1997 había muerto Edith Brown, la última superviviente del Titanic nacida el siglo XIX (en 1896, siendo por lo tanto una centenaria exacta), y por lo tanto los siete eran ya todos nativos del siglo XX.

El récord absoluto de longevidad entre los supervivientes del Titanic, con todo, lo ostenta (y lo ostentará para siempre, claro) Mary Davies Wilburn. Nacida en Mayo de 1883, estaba a un mes de cumplir veinte años al momento del hundimiento. Todavía estaba viva cuando fueron descubiertos los restos del Titanic, ya que falleció en 1987, a la venerable edad de 104 años. Pero varios supervivientes fallecieron después. De manera no demasiado sorprendente, la persona que más tiempo sobrevivió al hundimiento es también la superviviente más joven del Titanic: Millvina Dean tenía nueve semanas de edad cuando tripuló uno de los botes salvavidas del Titanic. Después del fallecimiento de Barbara West en Octubre de 2007, se transformó en la última superviviente del Titanic (¡ambas vivieron lo suficiente como para ser contemporáneas al nacimiento de Siglos Curiosos!), condición que tuvo durante un año y medio más o menos, hasta fallecer el 31 de Mayo de 2009, con 97 años.

Volvamos a Gloria Stuart. Nacida en 1910, era la única persona en todo el grupo de actores y técnicos en "Titanic" que YA HABÍA NACIDO al momento de producirse el hundimiento. Y se transformó en la nominada más anciana a los Premios Oscar EN CUALQUIER CATEGORÍA, con 87 años de edad. No obstante lo cual, y al contrario de lo habitual en pelis de Hollywood, hubo que ponerle maquillaje para ENVEJECERLA... Aunque no ganó el Premio, que se lo llevó Kim Basinger por "Los Angeles al desnudo", en un año en donde hasta el carpintero de la peli de James Cameron se llevó un Oscar (la peli igualó el récord de "Ben Hur" de 1959 con once Oscares, de 14 nominaciones, y Gloria Stuart fue una de las tres nominaciones de la peli que no sacó Oscar). Con todo, se llevó además otro récord: la dupleta conformada por ella y por Kate Winslet es la primera en ser nominada a sendos Premios Oscar (por Mejor Actriz Protagónica y Mejor Actriz de Reparto) por interpretar al mismo personaje en la misma peli (Marlon Brando y Robert De Niro se llevaron ambos Oscar por interpretar a Vito Corleone, pero en pelis distintas: "El Padrino" y "El Padrino II"). Irónicamente, Kate Winslet también perdió, en este caso frente a Helen Hunt por "Mejor imposible"... Por su parte, Gloria Stuart vivió casi tanto como los mismísimos matusalenes del Titanic, ya que falleció en Septiembre de 2010, con 100 años y tres meses de edad. La actriz que interpretó a la centenaria Rose de "Titanic" sobrevivió a la última superviviente del Titanic por un año y medio, aproximadamente.

Y si es por hacer la conexión emocional entre la vieja y ficticia Rose y los supervivientes de la realidad, Robert Ballard, el descubridor de los restos del Titanic en 1985, recuerda que Eva Hart, superviviente que falleció en 1996, le dijo en una ocasión: "Esta es la tumba de mi padre. Por favor, no la alteres".

domingo, 22 de abril de 2012

¡Lanzar SOS el Titanic se hunde!


El hundimiento del Titanic el 15 de Abril de 1912 marcó un antes y un después en muchas cosas, incluyendo por supuesto el haber inflamado la imaginación romántica de generaciones enteras. Un aspecto algo menos conocido del tema, es que el Titanic marcó también un hito en lo que se refiere a comunicaciones de emergencia. Hagamos un poco de historia. Hacía no muchos años atrás, en la última década del siglo XIX, el italiano Guglielmo Marconi había investigado lo que en la época se llamaban "ondas herzianas" por su descubridor Heinrich Hertz, y que hoy en día llamamos ondas de radio. Marconi tuvo la inspirada idea de que estas ondas podían ser utilizadas para enviar mensajes codificados, y desarrolló lo que en su época se llamó la "telegrafía sin hilos", y que en el fondo es el antecedente de todas las comunicaciones electromagnéticas de hoy en día (radio, televisión, etcétera). Mientras tanto, se habían desarrollado algunos códigos de socorro, procedentes por supuesto de la telegrafía de toda la vida, ahora aplicada al mundo inalámbrico (suena como el wireless del siglo XXI, pero seguimos hablando de inicios del XX). En la época, el código que se utilizaba era CQD en morse (—·—· — —·— —··), aunque en los años previos al viaje del Titanic, ya comenzaba a proponerse como estándar universal el SOS en morse (··· — — — ···).

En una fría madrugada cualquiera de 1912, en Cabo Race empezaron a recibir una insistente señal de CDQ. Cabo Race es un promontorio en Terranova, y había sido elegido por Guglielmo Marconi mismo para construir la primera estación inalámbrica, hacía ya unos diez años atrás. Un aprendiz de 14 años llamado Jim Myrick recibió la señal. Esta comenzó pronto a alternar entre CDQ y SOS, que se estaba transformando en el estándar internacional de socorro, pero había sido utilizada en la práctica muy pocas veces. El emisor de la señal era un oficial de 25 años llamado Jack Phillips, quien había cambiado del CDQ al SOS por recomendación de Harold Bride, operador aprendiz de un barco llamado Titanic, nave supuestamente insumergible que, como sabemos, en ese minuto estaba yéndose galantemente a pique arrastrando a cientos de pasajeros consigo. Para el registro, el barco más cercano era el Californian, cuyo operador inalámbrico había lanzado una señal de alerta de icebergs... para después irse a dormir, razón por la cual el Californian no estuvo ahí para las labores de rescate de náufragos (el Carpathia se llevó ese triste honor).

Gracias a las novísimas comunicaciones inalámbricas, el Titanic fue el primer caso histórico de lo que podríamos llamar "transmisión en vivo", ya que las noticias corrieron con celeridad sin igual a través del globo, y la gente pudo enterarse de la tragedia en el mismo día de la madrugada del hundimiento. Aunque en las prisas por dar el primer y más contundente golpe noticioso, hubo algunas metidas de pata bastante gruesas. El diario Evening Sun de Nueva York puso como titular de primera plana: "Todos se salvan en el Titanic tras colisión". Tuvo que enmendar en la edición del día siguiente: "El Titanic se hunde, 1.500 mueren". Las noticias viajaban mucho más rápido, pero no TAN rápido todavía.

En cuanto a los protagonistas de las comunicaciones inalámbricas, Jack Phillips pereció ahogado junto con el resto de las víctimas del Titanic, pero su subordinado Harold Bride consiguió salvar con vida: tenía 22 años recién cumplidos, y vivió hasta los 66, falleciendo en 1956. En cuanto a Jim Myrick, el técnico de 14 años en Cabo Race... su sobrino David Myrick reportó que nunca jamás quiso decirle a nadie una sola palabra acerca de lo que vivió, sintió o sucedió en la noche del hundimiento del Titanic.

jueves, 19 de abril de 2012

Hundiéndose con el Titanic.


Debido a la copiosa bibliografía sobre el hundimiento del Titanic en la madrugada del 14 al 15 de Abril de 1912, se han conservado muchas anécdotas acerca de las reacciones de la gente a bordo. Algunas de ellas, por una u otra razón, han terminado haciendo historia. O historieta, a según el punto de vista. Aquí en Siglos Curiosos, aprovechando que hace poco se cumplieron cien años del hundimiento de la embarcación, rescatamos algunas. Quizás les sean familiares, si han visto la película "Titanic" de James Cameron, o alguna otra adaptación de la tragedia para el cine. Si no... aquí las tienen.

Quizás la anécdota más famosa de todas sea la de Benjamin Guggenheim, hombre de negocios que viajaba con su amante, su valet y su chofer. Cuando la chica fue subida a bordo de unos botes salvavidas, él decidió que lo más heroico era no subir él mismo a un bote hasta que todas las mujeres y niños lo hubieran hecho. De manera que cambió su chaleco salvavidas por un smoking, y dijo sus palabras inmortales: "Nos hemos vestido de gala para morir como caballeros". Y como un caballero murió: su cuerpo nunca fue recobrado.

John Jacob Astor IV era un miembro de la prominente familia Astor. Además de ser hombre de negocios, fue un oficial en la Guerra Hispano-Americana de 1898. Cuando supo del estrellón de un iceberg contra el Titanic, se confió en la pretendida insumergibilidad del barco, y no reaccionó con alarma. Se dice que dijo: "Estamos más seguros aquí que en ese pequeño bote", refiriéndose a los botes salvavidas. Al final, un oficial terminó despachando a su familia a bordo de uno de esos botes, mientras que a John Jacob Astor IV se le impidió subir por el protocolo de "mujeres y niños primero". Fue encontrado flotando el 22 de Abril, por un vapor de línea.

Ciertamente conmovedor resulta el destino final del matrimonio conformado por Isidor Straus y su esposa Ida. Isidor y su hermano eran los dueños de los almacenes Macy's, por más señas. Cuando Ida fue llevada a los botes, ella se rehusó a separarse de su marido, con las palabras: "Donde tú vayas, yo iré". La última vez que se los vio, una ola los barrió desde la cubierta. Por cruel ironía del destino, el cuerpo de Isidor fue recuperado de las aguas, mientras que el de Ida jamás apareció: quedaron así separados después de la muerte, con él enterrado en un cementerio del Bronx, y con ella perdida para siempre en el mar...

Pero terminemos con una nota algo más optimista. Millvina Dean tiene el doble récord de ser la más joven superviviente a bordo del Titanic, y también la última en fallecer. Nacida el 2 de Febrero de 1912, tenía apenas nueve semanas cuando estaba a bordo del Titanic y fue embarcada en el bote salvavidas número 10 (su padre, con todo, fue una de las víctimas). Falleció a los 97 años, el 31 de Mayo de 2009, convertida en la última superviviente del Titanic; puede decirse que con su partida, un capítulo de la Historia se cerró para siempre.

domingo, 15 de abril de 2012

Nombrando a los países de Sudamérica.


A continuación, como parte de los servicios multiculturales de Siglos Curiosos, un breve repaso de la etimología de cada una de las naciones de Sudamérica:

-- ARGENTINA. Este nombre tiene más de ilusión que de certezas. Los conquistadores españoles habían oído que existía plata en la región. Y como "plata" se dice "argentum" en latín... En nuestro idioma castellano, de hecho, "argentino" es el adjetivo de algo hecho con plata, por muy arcaico que suene.

-- BOLIVIA. En 1825, Bolivia estaba ante la disyuntiva de unirse a Perú, o seguir su camino de manera independiente. Optaron por lo segundo, y para reforzarse, se entregaron al espíritu del por entonces aún vivo Simón Bolívar.

-- BRASIL. Deriva de un árbol costero llamado "palo brasil", del cual se extrae un tinte rojo. El nombre mismo se relaciona con la palabra latina "brasa", que como se sabe, son de color rojo. Por alguna razón que acá en Siglos Curiosos no hemos podido averiguar, la bandera de Brasil no tiene nada de rojo en su superficie.

-- CHILE. Existen muchas teorías sobre qué significa "chile" originalmente (y no, el ají chile no es una opción en este caso). En cualquier caso, todas ellas enfatizan que el vocablo es de origen indígena. Quizás algún día le dediquemos acá en Siglos Curiosos un posteo especial al tema.

-- COLOMBIA. En 1819, cuando esta nación se independizó, aún existían proyectos de crear una gran federación latinoamericana. No sólo no ocurrió, sino que la Gran Colombia terminaría fraccionándose en varios otros países. Pero en homenaje a dichos sueños, en ese 1819 se le dio el nombre del navegante que fue el primer europeo en comandar una expedición hasta América.

-- ECUADOR. El nombre deriva por estar encima de la línea del Ecuador. Como si la dichosa línea fuera monopolio de ellos, vaya.

-- GUYANA. Según el diccionario de Oxford, deriva de una palabra indígena que significa "tierra de aguas".

-- PARAGUAY. Este es un caso extraño, porque se conoce la etimología, pero no se entiende qué significa exactamente. En el idioma guaraní, "gua" es río, y "para" es "variedades". Cómo se asocian las dos palabras, es algo por lo cual los eruditos se arrojan los tinteros por la cabeza, así es que no nos meteremos al fuego cruzado.

-- PERÚ. Irónicamente, el "Pirú" se llamaba originalmente a una zona de Panamá. Pero dentro de la imprecisión geográfica de la época, "pirú" pasó a ser sinónimo de la tierra hacia el sur. De ahí que Francisco Pizarro, cuando efectivamente marchó hacia el sur y conquistó el Imperio Inca, le aplicó el nombre al territorio conquistado.

-- SURINAM. Las antiguas Guayanas Holandesas le deben su nombre a la tribu de los surinen, que por supuesto habitaban el territorio antes de la llegada de los europeos.

-- URUGUAY. La etimología de este nombre es incierta, aunque en guaraní, "gua" significa "río". Oficialmente se asume que significa "río de aves pintadas", o algo así.

-- VENEZUELA. Los primeros navegantes europeos en sus costas descubrieron palafitos, y la llamaron con una palabra que fuera el diminutivo de Venecia, comparándola con los canales de dicha ciudad italiana.

jueves, 12 de abril de 2012

Páguese en latín.


¡Qué felicidad, tener que trabajar y trabajar, y al final, como recompensa por los servicios prestados, recibir una cantidad de dinero! Si ésta es acorde al sacrificio, tanto mejor. Después de todo, trabajar es algo tan malo, que tienen que pagarte para que lo hagas. Acá en Siglos Curiosos, echamos un breve repaso a la etimología de varias palabras relacionadas con el pago por los trabajos o servicios.

-- EMOLUMENTO. Aquí el origen es un poco oscuro. La raíz latina original es "molere", que es la misma de nuestro castellano "moler". El emolumento deriva, en efecto, de la costumbre de pagar con especies, en particular con harina, según las circunstancias.

-- ESTIPENDIO. Esta palabra es algo complicada. La raíz latina "stip" significa precisamente pagar, mientras que "pendo" es la primera persona de "pesar" o "considerar" (yo peso, yo considero). Si recordamos que antiguamente las monedas valían literalmente por su metal o aleación, y su peso, y que por lo tanto los cambistas siempre trabajaban con balanza, podemos entender mejor la idea de por qué debía pesarse el pago de cualquier cosa.

-- HONORARIO. En términos legales, el honorario no es estrictamente una remuneración, ya que no se entrega por trabajo asalariado sino por servicios independientes. Por supuesto que esto le da categoría a la persona que trabaja, por lo que en el fondo, pagarle es hacerle honor: de ahí a "honorario" hay sólo un paso.

-- PAGO. Aunque un salario no es lo único que se paga, a nadie le hará mal saber el origen de la palabra, así es que incluyámosla. Viene del latín "pacare", que significa "pacificar" ("pac" tiene la misma raíz que "pax", o sea, "paz" en castellano). Ni qué hablar acerca de por qué.

-- REMUNERACIÓN. Esta es de etimología sencilla. En latín, la raíz "munus" significa algo que se da. La conexión aquí es obvia.

-- SALARIO. Uno de los bienes más preciados en la Antigüedad era la sal. "Si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la podrá salar?", dice el Evangelio. Después de todo, la sal no sólo le da sabor a las comidas, sino que además era un medio de conservar los alimentos en tiempos anteriores al frigorífico. Nada de raro entonces que en la Antigua Roma, en algunos casos, se pagaran los servicios con sal: esto era el salario. Como dato de trivia, una de las más importantes vías romanas era justamente la llamada Via Salaria. Adivinen ustedes qué mercadería circulaba por ella.

-- SUELDO. Otra palabra que deriva del medio de pago. En este caso se trata del solidus, una moneda introducida en fecha ya bastante tardía, a inicios del siglo IV, por el Emperador Diocleciano, como parte de su hercúlea reforma económica para sanear las finanzas imperiales. Como su nombre lo indica, el solidus pretendía ser una moneda sólida, en reemplazo del áureo, la gran moneda de oro romana clásica, que ya para esas fechas estaba terriblemente devaluada por las crisis económicas, políticas y sociales del siglo anterior. Y como los pagos se empezaron a hacer en sólidos, pues...

domingo, 8 de abril de 2012

Mitologizando el origen de Atenas.

Si una ciudad se transforma en legendaria, sus orígenes también van a subir de estatus. Roma se subió el pelo con su linaje, Nueva York va camino a ello con la historia ésa de que antes fueron Nueva Amsterdam, y Astaná en Kazajistán está transformándose en la versión siglo XXI de ello. ¿Alguien debería sorprenderse de que Atenas se haya inventado su propia leyenda al respecto...? La ciudad que estaba destinada a transformarse en la mayor lumbrera del mundo griego, fue habitada por primera vez en el Neolítico, hacia 3000 antes de Cristo. Quizás su primer asentamiento fue la Acrópolis, el lugar en donde después se construyó el famoso Partenón, debido a que por ser un montículo, era fácilmente defendible y fortificable. La primitiva Atenas parece haber sido una monarquía, aunque de su historia monárquica no sabemos en realidad y con certeza absolutamente nada.

Esto no impidió que los atenienses no se crearan un montón de historias para rellenar ese vacío. Historias que, por supuesto, hablan muy bien de Atenas y el valor de los atenienses. Piensen por ejemplo en Teseo, no el Teseo de "Inmortales", claro, sino el mitológico, el original, rechace imitaciones, el que mató al Minotauro. Pero para la fecha de Teseo, Atenas ya existía. Atenas se construyó su propia historia de los orígenes, y como de costumbre, está cargada de simbolismos. Porque en esta historia se agarran nada menos que dos grandes dioses de la mitología griega, que son Atenea la diosa de la sabiduría, y Poseidón el dios de los mares. Según la leyenda, ambos dioses se disputaron el patrocinio de la ciudad. Poseidón descargó un golpe de su tridente sobre la roca, y desde ahí salió un manantial de agua (no debe olvidarse que Poseidón, además de los mares, era el dios de los terremotos, ahí es nada). Pero el agua resultó demasiado salada, así es que le tocó el turno a Atenea. Ella hizo surgir de la tierra un árbol de aceitunas, que por alguna razón al otro lado del charco las llaman olivas, y los atenienses con buen juicio las encontraron tan ricas y sabrosas (además de que podían extraer el aceite de oliva, por supuesto), que decidieron que se iban a quedar con Atenea y despacharon a Poseidón con viento o tifón fresco, lo que proceda.

Por supuesto que como toda leyenda fundacional, la idea era explicar por qué los atenienses eran lo que eran (entre otras cosas la copa del pino, o del aceituno en su caso, miren que dos dioses de los grandes disputarse el honor de patrocinarlos ya en la cuna). El olivo era el árbol en que se basaba toda la economía agraria ateniense, debido a que es un vegetal que se da bien en un territorio semiagreste como los alrededores de Atenas. Por su parte, la leyenda del manantial de agua salada podría ser un simbolismo sobre el poderío naval ateniense.

Por último, digamos que Platón se dejó caer con otra etimología sobre Atenas. Según el filósofo, el nombre sería una derivación de la frase griega "la mente de Dios" ("ἡ θεοῦ νόησις", "i theoú nóisis"). Considerando que Platón era un aristócrata y se sentía un as de la filosofía griega, que para él era la forma de conocimiento superior, ya podemos imaginarnos que el ínclito se estaba inventando algo para alzarse arriba del piano. Después de todo, hablamos del tipo que se sacó toda la leyenda de la Atlántida de la manga, y se la colgó a algún ignoto sacerdote egipcio para contrabandearla dentro de la credulidad de la gente.

jueves, 5 de abril de 2012

Mitologizando el origen de Roma.


A Roma se le dice la Ciudad Eterna por su extraordinaria longevidad, y pareciera aún más Eterna si se considera que sus orígenes no terminan de estar del todo claros. Sobre Rómulo, el pretendido fundador de la ciudad, sólo tenemos un puñado de leyendas, hasta el punto que ni siquiera sabemos a ciencia cierta si fue un personaje histórico o no. En esta campaña de desinformación propagandística ayuda que los propios romanos se esforzaron por crear su propia leyenda de los orígenes. Algo común a otras culturas, claro, pero que en el caso romano, por afán de emulación, llegó a extremos quizás algo ridículos.

Roma creció en la región central de Italia llamada el Lacio. Aunque era una oscura ciudad sin mucha cultura, prosperó gracias al control de los puentes sobre el Río Tíber, y a estar empotrada sobre la ruta sobre la cual debía comercializarse la sal. No en balde, una de las más importantes carreteras de Roma era la llamada Via Salaria. En el año 390 antes de Cristo, los galos saquearon Roma. Como consecuencia colateral, todos los archivos sobre los primeros tiempos de la ciudad desaparecieron durante el incendio que es de rigor en todo gran saqueo que se precie de tal. A partir de entonces, todo lo que se dijo y escribió sobre el origen de Roma son leyendas.

Resulta que a medida que Roma se iba apoderando del mundo, los romanos se sentían cada vez más ofendidos de sus propios mitos originarios. La fundación de Roma se le adjudicaba a Rómulo, pero en la leyenda, éste no era más que un jefe de bandidos responsable del asesinato de su hermano Remo, y la Roma primitiva estaba poblada por todos los indeseables exiliados de otras ciudades. Para colmo, Rómulo y Remo habían sido amamantados por una loba, y ésta era una bestia sin una gran reputación: lobas se les llamaba en la antigua Roma a las prostitutas (la palabra castellana "lupanar", que designa a un prostíbulo, deriva del latín "lupus", que significa "lobo"). De manera que se propagó la leyenda de que la ciudad de Alba Longa, desde cuyo linaje real venía Rómulo, venía desde más antiguo. En concreto, nada menos que de Troya, o sea, de los héroes homéricos mismos. Recordemos que en ese tiempo estaba en juego el afán de emulación de los romanos por los griegos. Esta idea venía en todo caso desde antiguo, parece ser, como lo muestra una vasija etrusca de Tragliatella, que data más o menos del siglo VII antes de Cristo, y en donde se testimonia el "lusus troiae", los juegos troyanos, una danza ejecutada a pie y a caballo. Recordemos que en las leyendas etruscas, éstos venían de oriente, y por lo tanto, eso daba pie al mito del origen troyano remoto de los romanos.

En tiempos del Emperador Augusto, fue el poeta Virgilio quien, en su "Eneida", le dio forma definitiva a esta leyenda. Más allá de sus méritos literarios, lo cierto es que en lo ideológico la "Eneida" es un panfleto patriotero. En la obra, Eneas abandona Troya cuando ésta es asaltada por los griegos (¿justificando que los romanos después conquistaran a los griegos, quizás?). Por azares del destino acaba en Cartago, en donde vive un romance con Dido, hasta que los dioses le llaman otra vez al deber, y zarpa a su destino de fundar Roma. Dido se suicida entonces melodramáticamente arrojándose a una pira, no sin antes profetizar que Cartago algún día será el peor enemigo de Roma, lo que legitima por supuesto que Roma después haya escarmentado a Cartago de la forma salvaje en que lo hizo (¿arar la tierra con sal, alguien...?). Eneas llega a Italia y después de una prolija serie de guerras, termina fundando Alba Longa. De esta retorcida serie de eventos, es que los romanos habrían llegado a ser los romanos.

domingo, 1 de abril de 2012

¿Qué son las setenta semanas de años?

Todos los que hemos estado expuestos a... bueno, a ciertas cosas relacionadas con el Apocalipsis, el fin del mundo, etcétera, de tarde en tarde nos hemos encontrado con las famosas "setenta semanas de años". Uno de los deportes favoritos de los profetas del fin del mundo es hacer contabilidad numérica sobre cuánto falta para el grande finale, y conceptos como las setenta semanas de años obviamente dan mucho juego. Así es que acá en Siglos Curiosos haremos un repaso acerca de la profecía de las setenta semanas de años. Profecía que, partamos diciendo, no está contenida en el Apocalipsis, sino en el libro de Daniel, en la Biblia, cuyos capítulos 8 a 12 tienen un estilo críptico y oracular que es como ponerle alfalfa a los caballos, en lo que a alimentar el eterno combustible de los cabalistas de pacotilla se refiere.

El libro de Daniel tiene una estructura clara y distintiva, que hace pensar en varios autores. Los primeros siete capítulos son fábulas y leyendas sobre Daniel en la corte del Imperio Caldeo, y tienen un estilo muy narrativo. Los capítulos 8 a 12, en cambio, son proféticos, y el cambio de estilo es tan notorio como para hacernos pensar que un autor posterior tomó la historia de Daniel, y le endilgó ese material adicional para darle un sello de respetabilidad. Luego, en algunas ediciones de la Biblia, vienen unas historias que aparecen en la Septuaginta griega, no en el original hebreo, que se suelen llamar a veces "adiciones a Daniel", y que contienen historias tan divertidas como la de la casta Susana, o el dragón de Bel (que, decepciónense los amantes de la literatura fantástica, no es un dragón sino la estatua de uno). La profecía de las setenta semanas de años está contenida en el capítulo 9, en la sección más densamente oracular, y por lo tanto, debemos adjudicársela no al autor del texto original de Daniel, sino a un escritor posterior, de nacionalidad hebrea, que le incorporó un apéndice.

En breve, el capítulo nueve se ambienta en el primer año del reinado de Darío, y vemos a Daniel lamentándose porque Jerusalén sigue en ruinas (esto parece una incongruencia histórica porque ya Ciro, padre de Darío, había autorizado el regreso de los judíos en Babilonia a Jerusalén). El centro de estas lamentaciones es la profecía de Jeremías de que la desolación durará setenta años. Entonces desciende un ángel que le informa a Daniel de que ahora estamos aplicando repactaciones, y resulta que el pacto entre Dios y su pueblo será totalmente restaurado al pasar no setenta años, sino setenta "semanas de años". El texto no deja de ser sorprendente, ya que el ángel parece querer enmendarle la plana a Jeremías: ¿acaso Jeremías estaba sordo y entendió mal, cuando Dios lo inspiró a leer su texto bíblico? ¿Acaso Dios cambió de opinión y trata de borrar con el codo lo que escribió con la mano...? Misterio.

Si asumimos que "una semana de años" son siete años, como pareciera ser el sentido más obvio de la expresión entonces setenta semanas de años son 490 años. Y esto nos entrega una pista acerca de quién y por qué podría haber redactado este pasaje. Primero habla de "siete semanas" para la restauración de Jerusalén, lo que coincide con el período del Cautiverio de Babilonia (49 años clavados, desde la destrucción de Jerusalén en 587 a.C. a la caída de Babilonia en manos de Ciro en 538 a.C.). Luego se refiere a otras 62 semanas al final de las cuales, el Templo habrá de ser destruído. Aunque esto debería situarnos en el año 104 antes de Cristo, debemos tener presente que el escritor no es un historiador muy ducho (ya hemos mencionado el error de considerar a Jerusalén desolada en tiempos de Darío), además de que la cronología como ciencia en la época no era muy exacta. Además, en 168 antes de Cristo, en efecto el Templo fue profanado y saqueado por el monarca seléucida Antíoco IV Epifanes, lo que desató la rebelión de los Macabeos. Luego viene otra semana de años adicional, o sea, siete años, al final de los cuales el pacto sería restaurado. Por lo tanto, la profecía de las setenta semanas de años no tendría nada que ver con el apocalipsis o el fin del mundo, sino que sería un texto escrito por algún hebreo del siglo II antes de Cristo, que sirviera como panfleto propagandístico para apoyar la causa de los Macabeos. Así de simple, y de triste si se lo piensa bien.

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