Historias desopilantes, anécdotas curiosas, rarezas antiguas: bienvenidos a los siglos curiosos.
domingo, 28 de marzo de 2010
El terremoto y el vino chileno.
En un terremoto se pierden vidas, se vienen abajo construcciones y se sufren pérdidas materiales varias, aparte de la comprensible alteración en los sistemas nerviosos de hombres y gatos. Y también se derraman bebidas alcohólicas. Después de todo, el envase más socorrido para éstas son las botellas de vidrio, y con un movimiento que las arroje estantería abajo, ya pueden suponer la cantidad de bebestible cruelmente desperdiciado. Y si además le sumamos el vino contenido en cubas, en pleno proceso de fermentación, en particular tratándose de un país vitivinícola como lo es Chile... El diario La Nación del Domingo 7 de Marzo de 2010 se hizo cargo del tema, preocupante para todos los amigos de lo etílico.
El domingo después del terremoto comenzaron a salir los primeros informes respecto de las pérdidas en lo vitivinícola. La viña Concha y Toro reportó cinco millones de litros perdidos. Lo escribiré de nuevo. Cinco millones. De litros. Perdidos. El grueso de las cubas quebradas, en cualquier caso, son "algunas del Maule, donde hay mucho vino, pero no de las líneas mejores ni más costosas de la viña". Ni las cubas de La Pintana o de Puente Alto sufrieron mayormente, así es que de los vinos finos como Don Melchor o Almaviva no hubo pérdidas. Peor se lo llevó un pequeño viñedo, Viña Las Niñas, cuyas cubas de acero inoxidable, nuevas, fueron remecidas por el terremoto.
Al poco tiempo don René Merino, presidente de la agrupación gremial Vinos de Chile, que reune a los viñateros, hace algunas declaraciones. Entre ellas: "Nos alegra poder decir que no tenemos información de pérdidas de vidas entre nuestros trabajadores". La pérdida de vino se cuantificó oficialmente en 125 millones de litros (sí, lo voy a repetir: 125 millones de litros. Y lo voy a anotar en números: 125.000.000 de litros), considerando el vino a granel, el embotellado y el de guarda. La nada de 250 millones de dólares. Pero no es demasiado: la cosecha del año 2009 alcanzó los 1.010 millones de litros (lo pondré en números: 1.010.000.000 de litros), de manera que los 125 millones perdidos en realidad fueron apenas algo más que la décima parte de todo el vino en Chile.
No puede decirse que la industria vitivinícola esté en grandes aprietos, con cifras como éstas. Y se avecinan buenos tiempos: nada mejor para los temblores de tierra, que darse unos pequeños temblores etílicos y olvidar los pesares...
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jueves, 25 de marzo de 2010
Terremoto en las empresas constructoras de Chile.
Como es de dominio público, el pasado 27 de Febrero de 2010 Chile fue sacudido por uno de los más violentos terremotos acaecidos desde que hay registros sismográficos. Lo que originó los previsibles debates acerca de la estabilidad y sismicidad de los edificios. Aunque lo más grave del terremoto se lo llevaron los poblados que fueron azotados por un tsunami, algunos de los cuales fueron literalmente barridos por el agua y sus habitantes piden a gritos que los relocalicen, en cuanto al terremoto mismo (sin incluir el maremoto mencionado), una proporción no demasiado elevada sufrió daños, considerando que el terremoto alcanzó un respetable 8.8 en la Escala Richter. Pero lo significativo del asunto es que mientras la mayor parte de los edificios decenarios y centenarios resistieron casi sin inconvenientes, los edificios más lastimados fueron justamente los construidos en el boom inmobiliario de los '90s y 2000s, que se suponían debían ser más resistentes porque la normativa antisísmica se ha desarrollado más, también la ingeniería necesaria para resistir a los terremotos, y además justamente por ser más recientes tienen menos temblores en el cuerpo. Y se puso peor a la hora de las responsabilidades: según el diario La Nación del Domingo 7 de Marzo de 2010, sólo la constructora Paz Corp respondió públicamente, mientras que las otras guardaron silencio, y algunas demostraron incluso ser simples empresas de papel, sin oficinas y sin páginas web propias...
Las primeras normas modernas sobre edificios antisísmicos en Chile datan de 1939, fecha en que acaeció el Terremoto de Chillán. La normativa vigente para el terremoto de 2010, es la del Decreto 458 de 1975 (Ley General de Urbanismo y Construcción), cuyo artículo 118 bis A (sí, ese adefesio es el número del artículo) le quita las atribuciones de fiscalización a los municipios, y se las traspasa a un revisor externo contratado por la propia empresa constructora. Además de que el contratado tiene un obvio conflicto de intereses (¿le va a decir a la empresa constructora que su edificio es defectuoso, considerando que la empresa le va a pagar?), resulta que sólo se le exige ser Ingeniero Civil. Sergio Contreras, vicepresidente del Colegio de Ingenieros, declaró a La Nación del domingo 7 de marzo de 2010: "Un alumno que viene saliendo, sin ninguna experiencia, puede calcular un edificio. Peor que eso, puede ser un ingeniero químico, un civil industrial que se dedican de (sic) la administración. Eso sí que es un tema complicado, porque en los países anglosajones se le exige a la persona que demuestre hacer ingeniería y recién ahí le dan una licencia para firmar los planos"... Y esto, en uno de los países más sísmicos del mundo.
Otra tormenta se desató cuando en el diario Wall Street Journal, el columnista Bret Stephens escribió que el espíritu del neoliberal Milton Friedman "flotaba protegiendo a Chile en las tempranas horas del sábado". Según Stephens, serían las políticas de libre mercado de Friedman las que lograron que el país "adoptara los códigos de construcción más estrictos". Es reconocido que la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) se inspiró notoriamente en el pensamiento de Milton Friedman para desregularizar extensos sectores de la economía. El economista Paul Krugman salió de inmediato a desmentir a Stephens: es hecho público y notorio que Friedman abominaba de los códigos y las regulaciones que, en su perspectiva, encarecían el costo a las personas. Y después remachó la canadiense Naomi Klein señalando que el grueso de las normas antisísmicas en su versión moderna datan de 1972, es decir, del Gobierno del socialista Salvador Allende, quien al año siguiente fuera derrocado por el Augusto Pinochet que sí trajo a los Chicago Boys al poder...
Y en medio de todo esto, como típica muestra del desprecio de los plutócratas chilenos para con el resto de la población, fue Lorenzo Constans (a la sazón Presidente de la Cámara Chilena de la Construcción) quien se dejó caer con su propia observación chirriante. Cuando se le cuestionó por los edificios inclinados, dijo: "Hay edificios que están inclinados, el ejemplo más claro es la Torre de Pisa que se ha mantenido por siglos en pie". Ante la previsible tormenta de sus no muy sensibles palabras, tuvo que retractarse, mientras que Facebook se llenó de varios grupos de puro sabor folclórico: "LORENZO CONSTANS: METETE LA TORRE DE PISA POR LA RAJA", "NO ENTIENDO CUAL ES SU PROBLEMA.. LA TORRE DE PISA HA ESTADO SIGLOS EN PIE!", "LORENZO CONSTANS: ANDA A VIVIR A TU TORRE INCLINADA PO WEON CHANTA!", "MAS WEON QUE COMPARAR UN EDIFICIO INCLINADO CON LA TORRE DE PISA :O"...
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domingo, 21 de marzo de 2010
¡Los terremotos de 1906 predichos!
Hasta el momento, los terremotos tienen cierta fama de impredecibles. Los científicos son capaces de calcular la probabilidad de que venga uno, así como su epicentro, pero no existe un método seguro de determinar cuándo vendrá el siguiente. Por eso, que se haya predicho no uno, sino DOS terremotos en 1906, es algo que alcanza lo abracadabrístico. El responsable es un señor David Cooper, capitán de la Marina Mercante de Chile, y sus observaciones fueron recopiladas por el capitán Arturo Middleton, jefe de la Oficina Metereológica de la Armada Nacional. (Por cierto, esto lo testimonia Patricio Manns en su libro "Terremotos de Chile", así es que le dejo caer el muerto sobre la veracidad de esta nota, y a mí que no me disparen, que sólo soy el mensajero).
Se supone que David Cooper, luego de unos cuarenta años de práctica, y haciendo acopio de cientos de informaciones, consiguió hacer relaciones entre fenómenos atmosféricos, sucesos astronómicos, y perturbaciones de la corteza terrestre que terminarían derivando en los terremotos. La teoría de Cooper indica que si la Luna y el Sol se alinean en ciertas posiciones astronómicas, entonces los fenómenos atmosféricos se incrementarán. Haciendo determinados cálculos matemáticos y astronómicos sobre un mapa, se supone que Cooper podía predecir la influencia de la Luna sobre ciertas áreas de la Tierra, y ésas áreas se harían peligrosas (susceptibles de tormentas, o de terremotos).
Se supone que con estos antecedentes, Cooper consiguió descubrir que se avecinaba algo gordo en San Francisco (Estados Unidos) para el 18 de Abril de 1906. Justamente ese día, hubo un gran terremoto que hizo pedazos a la ciudad. Predijo de la misma manera que habría un terremoto en Valparaíso, para el 16 de Agosto. El 6 de Agosto, Middleton envió a El Mercurio de Valparaíso una nota de su puño y letra, en que escribe "La Sección de Metereología de la Dirección del Territorio Marítimo ha pronosticado fenómenos atmosféricos y sismicos para el día 16 del presente mes, basada en las siguientes observaciones: El día fijado habrá conjunción de Neptuno con la Luna y máximo de declinación norte de ésta. A causa de estas situaciones de los astros, la circunferencia del círculo peligroso pasa por Valparaíso y el punto crítico formado con la del Sol cae sobre las inmediaciones del puerto". Curiosamente, el día del terremoto mismo en Valparaíso (que fue el condenado 16, como un reloj), en dicha tarde, estaba lloviendo... Se supone que dicha carta fue publicada en El Mercurio, de manera que sería bueno ir cotejando los ejemplares de esos días en las hemerotecas para corroborar la presente historia.
Con todo, aunque efectivamente el terremoto haya sido predicho con exactitud, debemos tener presente que en la época, el origen de los terremotos era todavía un misterio. Faltaban todavía seis años para que Alfred Wegener postulara la Teoría de la Tectónica de Placas, y cerca de medio siglo antes de que sus ideas sobre la deriva continental y su vinculación con los terremotos, comenzaran a encontrar apoyo en la comunidad geológica internacional. Que la Luna podría tener alguna influencia en los terremotos no es descartable a priori, aunque sea porque la Luna causa mareas terrestres tanto como causa mareas oceánicas, si bien debido a la rigidez de la corteza terrestre, éstas mareas son mucho menos pronunciadas que las marítimas (apenas unos centímetros). Lo que sí parece un disparate es que Neptuno, un planeta ubicado cerca de 30 veces más lejos que la Tierra respecto del Sol, tenga desde esa enorme distancia alguna posibilidad de influir gravitatoriamente o de alguna otra manera por debajo de la corteza terrestre. ¿Habrá acontecido esa profecía? ¿No habrá sido una falsificación? ¿Acaso una conjetura afortunada, simple coincidencia...? ¿Habrá alguna base científica en las ideas de David Cooper? Una cosa es segura: si realmente con los métodos de David Cooper pudieran predecirse los terremotos, entonces partes bastante importantes de los manuales de Geología deberían ser reescritos prácticamente desde cero...
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jueves, 18 de marzo de 2010
Gómez Carreño te pondrá en tu lugar.
Ahora que el Chile del bicentenario vivió uno de los peores terremotos de su historia, y hubo debate sobre si los militares debían o no salir a la calle para contener el orden, muchos se han acordado (con elogios para su figura o vituperios para la de su madre) del Almirante Luis Gómez Carreño, el hombre que restableció el orden en Valparaíso luego del terremoto de 1906, aplicando métodos que después se harán célebres cuando sean imitados en la peli "Harry el Sucio". Para que no digan que Valparaíso y San Francisco se parecen sólo en los cerros con pendientes.
El 16 de Agosto de 1906, Valparaíso sufrió un destructivo terremoto, el que para colmo desató una oleada de incendios. El barrio El Almendral, hoy en día depauperado y lleno de negocios chicos, pero en ese tiempo uno de los sectores más señoriales de Valparaíso, por estar construido sobre arena, se vino casi por entero abajo. Todos los servicios literalmente desaparecieron, y Valparaíso se transformó en tierra de nadie. En ese clima el Almirante Gómez Carreño (1865-1930) asumió la jefatura militar sobre Valparaíso, ciudad declarada en estado de sitio, y se inmortalizó fusilando pobres diablos. Porque las tropas del almirante atraparon a los que saqueaban entre las ruinas, y puestos en la vía pública, fueron limpiamente fusilados, y sus cuerpos fueron colocados a la exhibición de los transeúntes para que sirvieran de escarmiento. Se supone que el número de ejecutados asciende a unos quince, pero hay quien supone que la cifra podría ser más alta.
Con estos métodos draconianos, la actuación de Gómez Carreño fue efectiva para reimponer el orden. Sin embargo, también arrecian las críticas. En primer lugar, los ejecutados no tuvieron derecho a juicio: primero bastaba la pura firma de Gómez Carreño autorizando el fusilamiento, y después, para darle una apariencia de derecho, se creó un Tribunal Militar (resulta interesante observar que los tribunales militares sólo tienen jurisdicción sobre civiles en tiempos de guerra... lo que quiere decir que las autoridades se consideraban en guerra contra el resto de la sociedad). En segundo lugar, algunos motivos para los fusilamientos son irrisorios: algunos podrán ser ladrones (se reportaron casos de tipos que le cercenaban los dedos a los muertos para robarles los anillos), pero resulta del todo ridículo los fusilamientos contra los "incendiarios", habida cuenta de que la ciudad de Valparaíso ardió por sí misma durante días sin necesidad de manos ajenas que aumentaran el cataclismo (en la época, lo más crudo del invierno, la iluminación y calefacción eran a base de braseros de carbón, que al volcarse desataron el infierno en llamas). En tercera, la política de la época carecía de toda sensibilidad social, y los gobiernos no sabían hacer otra cosa sino masacrar a todos los que protestaran contra la pobreza, como bien quedó probado al año siguiente con la masacre de los obreros desarmados en la Escuela Santa María de Iquique, por parte del Ejército, amén de otras actuaciones de parecido civismo. Y en cuarto lugar, el Gobierno ni siquiera se tomó la molestia de implementar un plan de auxilio de contingencia para las víctimas del terremoto, por lo que muchos saqueadores y ladrones en realidad eran miserables que buscaban con qué subsistir. De manera que el Almirante Gómez Carreño se transformó en un ídolo para los derechistas deseosos de que haya orden en la Patria, pussom, y en un Satán para los izquierdistas y los abanderados por los derechos humanos. ¿La verdad? Como de costumbre, probablemente esté en algún punto medio. ¿Mi opinión? A mí no me miren, yo sólo soy un gato detrás del teclado...
En cuanto al Almirante Luis Gómez Carreño, tuvo un final desgraciado. En la madrugada del 1 de Enero de 1930, algo más de un cuarto de siglo después del terremoto, regresaba desde Quillota a Valparaíso, cuando sufrió un accidente automovilístico del que salió muy malherido. Agonizó terriblemente durante cinco días, al cabo de los cuales falleció. Tenía 64 años de edad. Una población en Viña del Mar, la población Gómez Carreño, lo recuerda. Ironía final: dicha población bautizada así en honor del fusilador de gente modesta, está hoy en día habitada por gente modesta.
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domingo, 14 de marzo de 2010
Unos mapuches muy europeos.
Como nunca en la vida he tenido ocasión de tener el "Arauco domado" entre las manos (ni lo he bajado de Internet), confieso que lo siguiente está sacado de un estudio sobre esta obra que fue escrito por don Eduardo Solar Correa. Cualquier problema con la información de fondo, ya saben a quién acusar... Pero por lo que pueda servir, lo consigno lealmente en Siglos Curiosos, por lo que pudiera servir a mis lectores.
Pedro de Oña vivió entre 1570 y 1643. Es considerado el primer poeta chileno (Alonso de Ercilla es anterior, pero no cuenta porque es español, y estuvo apenas 17 meses en Chile antes de partir de regreso a España y no volver jamás). Se conservan varias obras suyas, pero sin duda, la capital entre todas es su "Arauco domado". El título le viene porque describe las andanzas de García Hurtado de Mendoza y su guerra contra los mapuches (éste fue Gobernador de Chile entre 1557 y 1561, y Virrey de Perú entre 1590 y 1596). En una escena, los mapuches llevan a cabo una especie de gran orgía, y después de que se dedican a sus ritos paganos, los agoreros profetizan la próxima llegada de García Hurtado de Mendoza, quien conseguirá que el Arauco sea domado (de ahí el título de la obra, claro está).
Lo irónico del caso es que, siendo Pedro de Oña un escritor chileno, su obra no es exactamente reflejo de la realidad histórica chilena, ni mucho menos. Pedro de Oña viajó a Perú, y viniendo desde un lugar remoto y provinciano del Imperio Español como era Chile, la majestad y esplendor del Virreinato del Perú, o más bien de Lima y la vida limeña, por no hablar de la fama de encantadoras de sus mujeres, lo encandiló. En Lima entró en contacto más fuerte con la cultura europea, y ahí descubrió la obra del poeta Luis de Góngora. Y como una cosa lleva a la otra, el apego a Góngora (poeta que, por cuestiones cronológicas, el Alonso de Ercilla de "La Araucana" no podía conocer) lo llevó hasta el Culteranismo, y con ello, a recargar toda su obra literaria con especulaciones mitológicas y eruditas, que funcionaban muy bien para la literatura europea, pero que poco favor le hacían para describir la vida rústica de los mapuches. Así, en el "Arauco domado" hay guerreros mapuches que son mitad sabios y mitad místicos, y según Solar Correa, "asombra, en efecto, ver cuán enterados están de cosas de filosofía y cuán disertos se muestran en conocimientos históricos, mitológicos, cosmográficos... Los de Ercilla, a su lado, resultan casi unos analfabetos".
Este pintar a Chile según cánones europeos también alcanza a la naturaleza. A diferencia de Ercilla, parco en describir ambientaciones naturales, Pedro de Oña sí le concede importancia a la naturaleza para darle salida a la vena lírica, que en él parece predominar sobre la épica. Con todo... Le cedemos otra vez la palabra a Solar Correa: "Inútil sería buscar en sus páginas ulmos de balsámicas flores, esbeltos coigües, mañíos regordetes y espesos. Ni el pellín ni aún la soberbia araucaria han logrado imponerse. El poeta, en vez de todo eso, con espíritu muy moderno, ha plantado álamos, sauces, fresnos, cipreses -árboles de España o de Italia". En cuanto a la fauna... misma fuente: "Allí vemos entreverarse los 'dulces ruiseñores' con el 'jabalí cerdoso y feroz', el 'gamo tímido' con la 'feroz y rábida leona', la corcilla y el venado con los 'manchados tigres, pardos y panteras'". Uno puede hacer un esfuercillo con la imaginación y la credulidad, y convencerse de que los pudúes chilenos pueden pasar por gamos, o los pumas por leones americanos, pero lo que sí son idas absolutas de olla, es haber poblado a la selva del sur de Chile con jabalíes (que son europeos) o tigres (¡que son asiáticos!).
Hoy en día, dicha literatura primitiva chilena, la verdad sea dicha, apenas recibe atención en el sistema escolar chileno. Con suerte se leen algunas estrofas de "La Araucana", y en cuanto al "Arauco domado", es completamente ignorado. Dejo el juicio sobre esto último a la discreción y cultura del lector.
Pedro de Oña vivió entre 1570 y 1643. Es considerado el primer poeta chileno (Alonso de Ercilla es anterior, pero no cuenta porque es español, y estuvo apenas 17 meses en Chile antes de partir de regreso a España y no volver jamás). Se conservan varias obras suyas, pero sin duda, la capital entre todas es su "Arauco domado". El título le viene porque describe las andanzas de García Hurtado de Mendoza y su guerra contra los mapuches (éste fue Gobernador de Chile entre 1557 y 1561, y Virrey de Perú entre 1590 y 1596). En una escena, los mapuches llevan a cabo una especie de gran orgía, y después de que se dedican a sus ritos paganos, los agoreros profetizan la próxima llegada de García Hurtado de Mendoza, quien conseguirá que el Arauco sea domado (de ahí el título de la obra, claro está).
Lo irónico del caso es que, siendo Pedro de Oña un escritor chileno, su obra no es exactamente reflejo de la realidad histórica chilena, ni mucho menos. Pedro de Oña viajó a Perú, y viniendo desde un lugar remoto y provinciano del Imperio Español como era Chile, la majestad y esplendor del Virreinato del Perú, o más bien de Lima y la vida limeña, por no hablar de la fama de encantadoras de sus mujeres, lo encandiló. En Lima entró en contacto más fuerte con la cultura europea, y ahí descubrió la obra del poeta Luis de Góngora. Y como una cosa lleva a la otra, el apego a Góngora (poeta que, por cuestiones cronológicas, el Alonso de Ercilla de "La Araucana" no podía conocer) lo llevó hasta el Culteranismo, y con ello, a recargar toda su obra literaria con especulaciones mitológicas y eruditas, que funcionaban muy bien para la literatura europea, pero que poco favor le hacían para describir la vida rústica de los mapuches. Así, en el "Arauco domado" hay guerreros mapuches que son mitad sabios y mitad místicos, y según Solar Correa, "asombra, en efecto, ver cuán enterados están de cosas de filosofía y cuán disertos se muestran en conocimientos históricos, mitológicos, cosmográficos... Los de Ercilla, a su lado, resultan casi unos analfabetos".
Este pintar a Chile según cánones europeos también alcanza a la naturaleza. A diferencia de Ercilla, parco en describir ambientaciones naturales, Pedro de Oña sí le concede importancia a la naturaleza para darle salida a la vena lírica, que en él parece predominar sobre la épica. Con todo... Le cedemos otra vez la palabra a Solar Correa: "Inútil sería buscar en sus páginas ulmos de balsámicas flores, esbeltos coigües, mañíos regordetes y espesos. Ni el pellín ni aún la soberbia araucaria han logrado imponerse. El poeta, en vez de todo eso, con espíritu muy moderno, ha plantado álamos, sauces, fresnos, cipreses -árboles de España o de Italia". En cuanto a la fauna... misma fuente: "Allí vemos entreverarse los 'dulces ruiseñores' con el 'jabalí cerdoso y feroz', el 'gamo tímido' con la 'feroz y rábida leona', la corcilla y el venado con los 'manchados tigres, pardos y panteras'". Uno puede hacer un esfuercillo con la imaginación y la credulidad, y convencerse de que los pudúes chilenos pueden pasar por gamos, o los pumas por leones americanos, pero lo que sí son idas absolutas de olla, es haber poblado a la selva del sur de Chile con jabalíes (que son europeos) o tigres (¡que son asiáticos!).
Hoy en día, dicha literatura primitiva chilena, la verdad sea dicha, apenas recibe atención en el sistema escolar chileno. Con suerte se leen algunas estrofas de "La Araucana", y en cuanto al "Arauco domado", es completamente ignorado. Dejo el juicio sobre esto último a la discreción y cultura del lector.
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jueves, 11 de marzo de 2010
Alicia y la Relatividad.
Lewis Carroll, autor de "Alicia en el País de las Maravillas", era de profesión matemático. Se cuenta que cuando la Reina Victoria leyó el libro, quedó tan fascinada por su fantasía y espíritu, que mandó traer todas las obras del autor... sólo para encontrarse con textos de títulos tales como "Syllabus de álgebra geométrica elemental", "Euclides y sus rivales modernos", "Curiosa matemática" (bueno, seamos justos, los dos últimos son posteriores a "Alicia en el País de las Maravillas", pero dan una idea). Y como "Alicia en el País de las Maravillas" es un despiporre de imaginación, pero guiada por una lógica estricta, no es coincidencia que la idea de "lo relativo" esté muy incrustada dentro de la obra. Al fin y al cabo, como todo buen lógico sabe, el valor de las afirmaciones depende en mucho de las premisas a partir de las cuales se parte, y éstas son... relativas, justamente.
Ya de entrada, la novela parte con Alicia cayendo en un profundo pozo. ¿Y qué escribe Carroll acá? "Sea porque el pozo era en verdad muy profundo, sea porque en realidad estaba cayendo muy despacio"... La caída de Alicia es larguísima, e interesantemente, Carroll pone en entredicho el por qué de ello. En la época de Carroll, la ciencia basada en la Mecánica Newtoniana afirmaba que existía un espacio y un tiempo absolutos, y por lo tanto, hubiera sido posible determinar una cosa u otra (el pozo es muy largo, o Alicia caía a baja velocidad). El escenario que describe Carroll, en que una caída libre es equivalente a una situación de ingravidez, en términos de percepción del espectador, se anticipa así en nada menos que cuatro décadas al brillante descubrimiento de Albert Einstein: toda magnitud es relativa al punto de vista del observador. Desde la perspectiva de Alicia, en efecto, es imposible distinguir si el pozo es demasiado largo o la velocidad de caída es demasiado lenta, ya que Alicia carece de un punto de referencia al que amarrarse, exactamente igual como en la Teoría de la Relatividad debes siempre decir que un objeto se mueve a tal o cual velocidad, a partir de otro sistema de referencia adicional.
Más adelante, Alicia experimenta una serie de cambios de tamaño. Mientras es una gigante, la desesperación la lleva a llorar, pero después, a consecuencias de comer lo que no debe, Alicia acaba reducida de tamaño, y termina sumergida en un charco de agua salada. Y entonces...: "pronto dedujo que donde estaba en realidad era en el charco de lágrimas que se había formado con tantos lagrimones como había vertido cuando tenía nueve pies de altura". Y se dice a sí misma: "Supongo que ahora sufriré el castigo que me merezco por haberlo dicho ¡ahogándome en mis propias lágrmias! ¡Eso sí que será una paradoja!".
Dejaremos para otra ocasión cómo en el País de las Maravillas el tiempo corre como se le pega la regalada gana, y terminaremos con otro ejemplo de relatividad, en la conversación entre Alicia y la Oruga. Luego de una conversación sin sentido que no conduce a ninguna parte (seguro que la Oruga fue a la Escuela Lingüística Martin Heidegger), se produce el siguiente diálogo:
-- ¿Estás satisfecha con tu tamaño actual?-- preguntó la Oruga.
-- Pues, verá usted, señor-- respondió Alicia --si no le importa, me gustaría ser un poco más alta, porque sólo con tres pugadas ¡cualquiera se siente tan desgraciada...!
-- ¡Pues yo diría que es una estatura muy afortunada!-- dijo la Oruga furiosa, irguiéndose cuan larga era (tenía exactamente tres pulgadas de altura)...
-- ¡Pero es que yo no acostumbro a tener tres pulgadas! (...)
-- Ya te irás acostumbrando-- sentenció la Oruga...
Ya de entrada, la novela parte con Alicia cayendo en un profundo pozo. ¿Y qué escribe Carroll acá? "Sea porque el pozo era en verdad muy profundo, sea porque en realidad estaba cayendo muy despacio"... La caída de Alicia es larguísima, e interesantemente, Carroll pone en entredicho el por qué de ello. En la época de Carroll, la ciencia basada en la Mecánica Newtoniana afirmaba que existía un espacio y un tiempo absolutos, y por lo tanto, hubiera sido posible determinar una cosa u otra (el pozo es muy largo, o Alicia caía a baja velocidad). El escenario que describe Carroll, en que una caída libre es equivalente a una situación de ingravidez, en términos de percepción del espectador, se anticipa así en nada menos que cuatro décadas al brillante descubrimiento de Albert Einstein: toda magnitud es relativa al punto de vista del observador. Desde la perspectiva de Alicia, en efecto, es imposible distinguir si el pozo es demasiado largo o la velocidad de caída es demasiado lenta, ya que Alicia carece de un punto de referencia al que amarrarse, exactamente igual como en la Teoría de la Relatividad debes siempre decir que un objeto se mueve a tal o cual velocidad, a partir de otro sistema de referencia adicional.
Más adelante, Alicia experimenta una serie de cambios de tamaño. Mientras es una gigante, la desesperación la lleva a llorar, pero después, a consecuencias de comer lo que no debe, Alicia acaba reducida de tamaño, y termina sumergida en un charco de agua salada. Y entonces...: "pronto dedujo que donde estaba en realidad era en el charco de lágrimas que se había formado con tantos lagrimones como había vertido cuando tenía nueve pies de altura". Y se dice a sí misma: "Supongo que ahora sufriré el castigo que me merezco por haberlo dicho ¡ahogándome en mis propias lágrmias! ¡Eso sí que será una paradoja!".
Dejaremos para otra ocasión cómo en el País de las Maravillas el tiempo corre como se le pega la regalada gana, y terminaremos con otro ejemplo de relatividad, en la conversación entre Alicia y la Oruga. Luego de una conversación sin sentido que no conduce a ninguna parte (seguro que la Oruga fue a la Escuela Lingüística Martin Heidegger), se produce el siguiente diálogo:
-- ¿Estás satisfecha con tu tamaño actual?-- preguntó la Oruga.
-- Pues, verá usted, señor-- respondió Alicia --si no le importa, me gustaría ser un poco más alta, porque sólo con tres pugadas ¡cualquiera se siente tan desgraciada...!
-- ¡Pues yo diría que es una estatura muy afortunada!-- dijo la Oruga furiosa, irguiéndose cuan larga era (tenía exactamente tres pulgadas de altura)...
-- ¡Pero es que yo no acostumbro a tener tres pulgadas! (...)
-- Ya te irás acostumbrando-- sentenció la Oruga...
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domingo, 7 de marzo de 2010
La verdadera historia de Alicia.
Si hubiera que redactar un listado con los 100 libros más influyentes de todos los tiempos, no es improbable que, de manera subrepticia, casi como el condenado Conejo Blanco, "Alicia en el País de las Maravillas" escalara puestos hasta una rescatable posición. En general, el público anglosajón adora las aventuras de Alicia, y el propio Lewis Carroll no desdeñó escribir una secuela, que es "Alicia a través del espejo". Para el público hispánico, quizás Alicia sea una obra algo menor, y no debe ser casualidad, ya que por un lado está la admirada pero resistida presencia de Disney, que hizo su propia adaptación en 1951, además de que en la traducción se pierde una de las más firmes bazas de la obra: la innumerable cantidad de juegos de palabras, así como de parodias a poemas escolares ingleses, imposibles de ser paladeadas a discreción por cualquiera que no tenga acceso al texto original en inglés. Aún así, "Alicia en el País de las Maravillas" puede considerarse popular e influyente. Tanto, que un poco a la manera de como Sherlock Holmes opacó a Arthur Conan Doyle, también la Alicia literaria opacó un tanto a Alice Liddell, la verdadera Alicia, que sirvió de modelo para la creación de Carroll.
Alice Liddell, conocida también como Alice Hargreaves (su nombre de casada) nació en 1852. Puede decirse que su vida es prototípica de la Inglaterra victoriana, ya que creció para contraer matrimonio, tuvo hijos, y falleció a provecta edad, ya bien entrado el siglo XX (considerando que es de fama decimonónica), en 1934. Pero cuando era una chica de diez años apenas cumplidos, su vida se había cruzado con la de Lewis Carroll, un individuo bastante peculiar, sobre cuya psicología los autores no terminan de ponerse de acuerdo. La madre de Carroll había fallecido cuando éste era muy joven, y esto perturbó profundamente el espíritu del futuro escritor. Hace un vivo contraste en Carroll, el hecho de dedicarse a la lógica y las matemáticas, por un lado, y por el otro seguir la carrera eclesiástica, aunque una ligera tartamudez le impedía predicar, y por tanto, jamás pasó de diácono (aunque con todo se le llama impropiamente "reverendo"). Esta tensión nunca resuelta en Carroll es probablemente la fuerza motriz detrás del País de las Maravillas, universo tanto lógico como desquiciado, todo ello a un tiempo. En cuanto al sexo, su pacatería encajó estupendamente en la puritana moral victoriana, y por ende, no llamó la atención que nunca se casara. Ni que prefiriera la compañía de las niñas pequeñas (en particular de ocho a catorce años) a la de las mujeres adultas. Sobre si Carroll tenía tendencias pederastas o no, han corrido ríos de tinta, pero no puede decirse que haya nada de comprobado al respecto.
El caso es que, el 4 de Julio de 1862 (el día de la independencia de Estados Unidos, aunque probablemente esto sea una coincidencia, porque todo esto transcurre en Inglaterra), Carroll y las revoltosas hermanas Liddell (Lorine de trece, Alice de diez, y Edith de ocho) salieron a un paseo en barca por el río Támesis, cerca de Oxford. A ellos los acompañaba el reverendo Robinson Duckworth. Resulta que las tres chicas insistieron en que Carroll les contara un cuento, y éste, pillado de sorpresa, empezó a contar la historia de una chica llamada Alicia, a la que le sucedían mil peripecias bajo tierra, y que el pobre hombre tenía que ir improvisando por el camino, por razones obvias (de ahí el carácter un tanto episódico y destartalado de la futura "Alicia en el País de las Maravillas"). De esto, tanto Carroll como Alice como Duckworth dejaron testimonio. Alice quedó tan entusiasmada con el cuento, que prácticamente obligó a Lewis Carroll a ponerlo por escrito. Este, obediente a los caprichos de su amiguita, lo transcribió de su propio puño y letra, lo acompañó con ilustraciones propias, y se lo ofreció como regalo en la siguiente Navidad. Carroll no tenía intenciones de publicar estas primitivas "Aventuras de Alicia bajo Tierra", pero ante la insistencia de todos quienes lo leían, y a quienes tanto le gustaban, Carroll optó por reformatear la obra original, quitando los pasajes que en realidad eran chistes privados (y que consecuentemente el lector casual no pescaría), y añadiendo algunos otros capítulos, hasta construir la actual "Alicia en el País de las Maravillas", que fue publicada en 1865, e incluso tuvo su secuela en "Alicia a través del espejo", en 1871. Para la primera versión impresa, fueron descartados los dibujos de Carroll, y en reemplazo entraron los de Tenniel, que le dieron a Alice una personalidad única desde el punto de vista gráfico.
Se pueden escribir toneladas de cosas sobre los significados lógicos, políticos o teológicos de Alicia, pero todo esto oscurece el detalle de cómo Alicia es percibida por Carroll. Ya dijimos que la Alice Liddell adulta era una muy compuesta señora victoriana, pero si la niñita se parecía a la Alice literaria, entonces debe haber sido un auténtico terremoto. Parte de la diversión es que en el País de las Maravillas se pueden reconocer muchos motivos y comportamientos victorianos (y ya puestos, comportamientos también propios de nuestra sociedad), pero desde una óptica distorsionada en una lógica bizarra que todos sus habitantes asumen como "la correcta". Y Alice, lejos de ser una chica compuestita, llega a cuestionarlo todo y ponerlo patas arriba: es el triunfo de la rebeldía y la espontaneidad de la juventud, con su curiosidad y su afán de no aceptar las cosas porque sí, por encima del conformismo idiotizante del resto de los personajes, que son felices viviendo en un mundo literalmente patas arriba. Se ha observado que el País de las Maravillas es tan absurdo como los mundos kafkianos, pero mientras que en Kafka los protagonistas siempre son aplastados por el absurdo, en vez de ello Alice se rebela y consigue defenderse, y aún consigue triunfar sobre su alrededor. Quizás aquí está el meollo, más allá de la enorme creatividad de la obra, de por qué Alice Liddell valoró mucho más este cuento que los pedantes relatos moralizantes victorianos a los que se le obligaba a leer en la escuela.
Alice Liddell, conocida también como Alice Hargreaves (su nombre de casada) nació en 1852. Puede decirse que su vida es prototípica de la Inglaterra victoriana, ya que creció para contraer matrimonio, tuvo hijos, y falleció a provecta edad, ya bien entrado el siglo XX (considerando que es de fama decimonónica), en 1934. Pero cuando era una chica de diez años apenas cumplidos, su vida se había cruzado con la de Lewis Carroll, un individuo bastante peculiar, sobre cuya psicología los autores no terminan de ponerse de acuerdo. La madre de Carroll había fallecido cuando éste era muy joven, y esto perturbó profundamente el espíritu del futuro escritor. Hace un vivo contraste en Carroll, el hecho de dedicarse a la lógica y las matemáticas, por un lado, y por el otro seguir la carrera eclesiástica, aunque una ligera tartamudez le impedía predicar, y por tanto, jamás pasó de diácono (aunque con todo se le llama impropiamente "reverendo"). Esta tensión nunca resuelta en Carroll es probablemente la fuerza motriz detrás del País de las Maravillas, universo tanto lógico como desquiciado, todo ello a un tiempo. En cuanto al sexo, su pacatería encajó estupendamente en la puritana moral victoriana, y por ende, no llamó la atención que nunca se casara. Ni que prefiriera la compañía de las niñas pequeñas (en particular de ocho a catorce años) a la de las mujeres adultas. Sobre si Carroll tenía tendencias pederastas o no, han corrido ríos de tinta, pero no puede decirse que haya nada de comprobado al respecto.
El caso es que, el 4 de Julio de 1862 (el día de la independencia de Estados Unidos, aunque probablemente esto sea una coincidencia, porque todo esto transcurre en Inglaterra), Carroll y las revoltosas hermanas Liddell (Lorine de trece, Alice de diez, y Edith de ocho) salieron a un paseo en barca por el río Támesis, cerca de Oxford. A ellos los acompañaba el reverendo Robinson Duckworth. Resulta que las tres chicas insistieron en que Carroll les contara un cuento, y éste, pillado de sorpresa, empezó a contar la historia de una chica llamada Alicia, a la que le sucedían mil peripecias bajo tierra, y que el pobre hombre tenía que ir improvisando por el camino, por razones obvias (de ahí el carácter un tanto episódico y destartalado de la futura "Alicia en el País de las Maravillas"). De esto, tanto Carroll como Alice como Duckworth dejaron testimonio. Alice quedó tan entusiasmada con el cuento, que prácticamente obligó a Lewis Carroll a ponerlo por escrito. Este, obediente a los caprichos de su amiguita, lo transcribió de su propio puño y letra, lo acompañó con ilustraciones propias, y se lo ofreció como regalo en la siguiente Navidad. Carroll no tenía intenciones de publicar estas primitivas "Aventuras de Alicia bajo Tierra", pero ante la insistencia de todos quienes lo leían, y a quienes tanto le gustaban, Carroll optó por reformatear la obra original, quitando los pasajes que en realidad eran chistes privados (y que consecuentemente el lector casual no pescaría), y añadiendo algunos otros capítulos, hasta construir la actual "Alicia en el País de las Maravillas", que fue publicada en 1865, e incluso tuvo su secuela en "Alicia a través del espejo", en 1871. Para la primera versión impresa, fueron descartados los dibujos de Carroll, y en reemplazo entraron los de Tenniel, que le dieron a Alice una personalidad única desde el punto de vista gráfico.
Se pueden escribir toneladas de cosas sobre los significados lógicos, políticos o teológicos de Alicia, pero todo esto oscurece el detalle de cómo Alicia es percibida por Carroll. Ya dijimos que la Alice Liddell adulta era una muy compuesta señora victoriana, pero si la niñita se parecía a la Alice literaria, entonces debe haber sido un auténtico terremoto. Parte de la diversión es que en el País de las Maravillas se pueden reconocer muchos motivos y comportamientos victorianos (y ya puestos, comportamientos también propios de nuestra sociedad), pero desde una óptica distorsionada en una lógica bizarra que todos sus habitantes asumen como "la correcta". Y Alice, lejos de ser una chica compuestita, llega a cuestionarlo todo y ponerlo patas arriba: es el triunfo de la rebeldía y la espontaneidad de la juventud, con su curiosidad y su afán de no aceptar las cosas porque sí, por encima del conformismo idiotizante del resto de los personajes, que son felices viviendo en un mundo literalmente patas arriba. Se ha observado que el País de las Maravillas es tan absurdo como los mundos kafkianos, pero mientras que en Kafka los protagonistas siempre son aplastados por el absurdo, en vez de ello Alice se rebela y consigue defenderse, y aún consigue triunfar sobre su alrededor. Quizás aquí está el meollo, más allá de la enorme creatividad de la obra, de por qué Alice Liddell valoró mucho más este cuento que los pedantes relatos moralizantes victorianos a los que se le obligaba a leer en la escuela.
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jueves, 4 de marzo de 2010
¿La excepción prueba la regla?
En el lenguaje cotidiano se afirma que "la excepción prueba la regla". A simple vista, esto es un sinsentido mayúsculo. Si entendemos así el asunto, entonces deberíamos tener claro que la excepción no prueba la regla, sino que la desautoriza. La regla es regla porque es universal. De hecho, etimológicamente la palabra "regla" tiene la misma base etimológica que la palabra "regular", o sea, lo que se ciñe una pauta que es invariable. Y si hay una excepción, entonces esto significa una variación de la pauta. Ergo, la regla ya no es universal, y por ende, ya no es una regla en lo absoluto. Pero aunque absurda, esta expresión de utiliza cotidianamente.
Expliquémoslo con un ejemplo. Supongamos que establecemos como regla que ninguna modelo podría llegar a nada en la política porque no tienen la inteligencia para ello. En ese caso, esta regla se estremecería con la llegada de Carla Bruni a los Campos Elíseos. Lo que nos obligaría a revisar la regla para ver por qué se produjo esa excepción (¿redefinimos el concepto de "política" para restringirlo sólo a los cargos públicos electos democráticamente...? ¿redefinimos lo que entendemos por inteligencia? ¿Simplemente echamos la regla por la borda?). En cualquier caso, es evidente que la regla no sobrevive indemne, y debe ser ajustada o rechazada... o encontrar si la excepción en realidad era aparente, que también es otra posibilidad.
Pero volvamos a la frase "la excepción prueba la regla". Como de costumbre, un breve análisis etimológico puede brindarnos claves para entender el asunto. La expresión latina de la que viene nuestra "excepción que prueba la regla" es "exceptio probat regulam". Literalmente significa lo mismo. Y sin embargo, en Latín, la palabra "probat" tiene un sentido un poco más ambiguo. Por una parte significa su acepción moderna de algo probado y verificado: es el sentido en que usamos la expresión actualmente. En ese sentido, podríamos decir lo siguiente: "la existencia de una excepción sirve como verificación de que, fuera de esa excepción, existe una regla". La idea implícita es que no reconoceríamos la excepción si es que no existiera esa regla previamente. Aunque, desde un punto de vista lógico, ya vimos que es un sinsentido (¿y si hay dos reglas distintas fuera de la excepción? ¿Y si hay tres...?).
Pero hay otro sentido adicional: probar en el sentido de testear. En ese sentido usamos la palabra cuando tratamos de ver si algo funciona o no. Así, cuando el servicio técnico te entrega un televisor que mandaste a reparar, lo pruebas... Cuando dices que estás probando a ver si funciona el televisor, no dices que el televisor funciona, sino que estás examinando a ver si el televisor resiste la prueba de fuego. En sentido jurídico podemos usar la palabra "prueba" de ambas maneras, como algo que está probado, pero también en este segundo sentido de "poner a prueba" o de "testear": alguien está haciendo una afirmación, y al probarla (testigos, documentos, etcétera), estamos viendo si esa afirmación se sostiene en los hechos. En el sentido bíblico tenemos también esta idea de prueba: el creyente es probado en el sentido de que veamos hasta dónde aguanta, para ver si pasa la prueba o no. También en ese sentido podemos afirmar que Dan Brown y Stephanie Meyer ponen a prueba la paciencia de sus lectores, de que quien se leyó sus tochos ha sido probado.
En este segundo sentido, la frase sí que es valedera. Porque cuando decimos "la excepción prueba la regla", en realidad estamos recurriendo a "probar" como "poner a prueba". Entonces, la excepción pone a prueba la regla, nos hace preguntarnos si esa regla tiene validez universal o no, nos obliga a preguntarnos por qué esa regla que parece funcionar en todos los otros casos, en este caso en particular pareciera no cumplirse. En ese sentido, sí es muy lógico que la excepción pruebe la regla. Aunque este sentido ha tendido a desaparecer en nuestra lengua castellana y se utiliza bastante poco, y de ahí que una frase originalmente muy sensata, hoy en día haya quedado como una barrabasada del lenguaje y de la lógica.
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