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jueves, 31 de diciembre de 2009

Evolución y Ciencia Ficción.


Siendo la Ciencia Ficción, valga por una vez la redundancia (y van...) ficción sobre ciencia, es lógico que la Teoría de la Evolución, la visión científica sobre el cambio de las especies, incluyendo la humana, fuera tocado por la Ciencia Ficción en varias ocasiones. Hacer una reseña exhaustiva de todas las obras de Ciencia Ficción que han abordado el pasado o futuro de la evolución humana sería algo de nunca acabar, y excede largamente lo que son los alcances e intenciones de Siglos Curiosos. Pero aún así, no deja de ser interesante echar un repaso a cómo algunas obras de Ciencia Ficción han extrapolado el tema de la evolución humana en el futuro. Dejaremos de lado las visiones más psicodélicas o místicas ("2001: Odisea del espacio", "Dune", "Akira"), y nos centraremos en aquellas con un componente científico más "hard".

Quizás la novela más enraizada con el tema de la evolución humana, desde un punto de vista puramente conceptual, sea "Galápagos" de Kurt Vonnegut. Esta novela, publicada en 1985, está ambientada "hace un millón de años... en 1986". Su argumento gira en torno a una serie de catástrofes que extinguen por completo a la Humanidad, salvo en las Islas Galápagos (alusión a las investigaciones evolutivas de Charles Darwin en el lugar, needless to say). En ese lugar, un grupo de personajes a bordo de la nave Bahía de Darwin ha conseguido salvarse y evolucionar para transformarse en la Humanidad del futuro, durante un millón de años. Previamente, en Guayaquil, una serie de rocambolescos accidentes y situaciones han elegido, de manera azarosa y darwiniana, quiénes serán "los más aptos" (por decirlo de alguna manera, en realidad) que a la larga serán los progenitores de la Humanidad en el futuro. La novela no es un ataque contra la Teoría de la Evolución, pero sí una virulenta sátira respecto de cierto malentendido muy común sobre la Evolución, según la cual todas las especies evolucionan desde lo más básico y simple hasta lo más complejo y sofisticado. Vonnegut no nos describe la Humanidad del futuro, pero nos deja entrever algunos rasgos: nadan como focas, viven cerca de 30 años, sus cerebros se han atrofiado, desconocen las caries dentales...

Un enfoque distinto prefiere la socióloga Ursula K. LeGuin en su novela "La mano izquierda de la oscuridad". El protagonista de la misma es un embajador del Ecumene, de visita en el planeta Gethen, en donde reside una Humanidad aislada que, debido a antiguos y olvidados experimentos genéticos, según se insinúa, su sexualidad ha cambiado por completo. Ahora, se la pasan todo el tiempo en un estado asexuado llamado "sommer", hasta que una vez al mes, entran en una violenta fase de "kemmer" en donde se diferencian en sexos (macho y hembra, como los de toda la vida). El largo periplo del protagonista, así como su informe final, es en realidad una excusa literaria para mostrarnos cuánto le debe la estructura de la sociedad humana a la sexualidad, a veces de maneras muy imbrincadas e impensadas, por la vía de mostrarnos cuánto cambiarían las cosas si la sexualidad humana estuviera ajustada de manera diferente.

Aparte del caso de Kurt Vonnegut, para quien la evolución humana es aún un proceso ciego y seguirá ciego por el apocalipsis inevitable al que la estupidez humana conducirá (un leit motiv vonnegutiano recurrente, esto de la estupidez y el sinsentido humanos), casi todos los autores están de acuerdo en que la ingeniería genética tomará el control de la evolución humana más tarde o más temprano, si es que no lo está haciendo ya. En "Fundación y Tierra" de Isaac Asimov, por ejemplo, los habitantes de Solaria se han modificado a sí mismo a través de la ingeniería genética hasta un punto tal, que conforman en la práctica una especie separada del resto de la raza humana. Esto tiene el corolario, a la vez irónico e inquietante, que los robots solarianos, programados para respetar la vida humana, sólo la respetan cuando se trata de un solariano: para estos robots, los no solarianos no encajan dentro de su definición programada de lo que es "humano".

Pero quizás quien ha llevado más lejos esta exploración del futuro evolutivo posthumano, siempre en su vertiente científica hard (o sea, monolitos de 2001 aparte) sea Bruce Sterling, en su Ciclo Formador/Mecanicista. En éste (conformado por un libro de cuentos, y por la novela "Schismatrix"), la Humanidad se ha bifurcado en dos grandes ramas: los Mecanicistas, que han sustituido la evolución biológica por los implantes cibernéticos, y los Formadores, que han seguido el camino de la ingeniería genética. En ambos casos, ninguno confía la evolución humana a la naturaleza, y en ambos casos, han llevado su camino de "reingenierizarse" a sí mismos tan lejos, que ya apenas pueden considerarse como humanos en lo absoluto: el cuerpo humano como tal ha dejado de ser algo intangible o sagrado, y pasa a ser una propiedad más. Incluso en algo prescindible, si se considera a los mecanicistas que han abandonado su cuerpo de carne y se han convertido en un software dentro de una red computacional...

NOTA DE SIGLOS CURIOSOS: Con este posteo, que no alcanzó a entrar en el especial de Noviembre pasado sobre los 150 años de "El origen de las especies" de Charles Darwin, Siglos Curiosos celebra con un día de anticipación sus cuatro años de vida, que serán cumplidos mañana 01 de Enero de 2010. Cuatro años de interesantes andaduras en el terreno de la Historia, y que trataremos de seguir adelante a través del quinto año... Saludos, y que tengan un Feliz Año 2010.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Los peregrinos fósiles de Beringer.

A comienzos del siglo XVIII, el mundo científico, conformado en muchos casos por aficionados más llenos de entusiasmo que de otra cosa, empezó a interesarse en el problema de aquellas extrañas piedras con formas de órganos y aún seres vivientes: los fósiles. Como no se suponía que existieran criaturas extintas aparte de las ahogadas por el Diluvio Universal (la Biblia seguía siendo el principal libro sobre Historia de la Tierra), y además aparecían allí donde no debían (esqueletos de peces en las altas montañas, etcétera), nadie pensaba que aquellas hubieran sido criaturas ancestrales. En vez de eso, se pensaba que distintos procesos netamente físicos moldeaban la piedra misma y le daban formas que a nosotros las personas nos parecían de tal o cual animal.

Un catedrático de Historia Natural en la Universidad de Würzburgo, llamado Johann Bartholomew Beringer, reclutó a sus alumnos para acompañarles en sus búsquedas de restos fósiles. Beringer tuvo la enorme suerte de que empezaron a aparecer fósiles a porfía en torno suyo. Estos eran rarezas increíbles, tales como ranas apareándose, arañas atrapando moscas, lagartijas o insectos extraños... Lleno de entusiasmo, Beringer no reparó en que, muy probablemente, de haber sorprendido el Diluvio Universal a las dichosas arañas, éstas hubieran dejado de copular en el acto, así como también las arañas papando moscas hubieran abandonado tales menesteres para ocuparse en no morir ahogadas. Beringer estaba emocionado: ¿acaso no estaba viendo a la mismísima fuerza vital engendrando a partir de la roca? En la época todavía se creía en la generación espontánea, y no se asentaba en la ciencia el principio de que "todo ser viviente proviene de otro ser viviente". Por lo tanto, la idea de que Beringer estuviera parado sobre una cantera de rocas cobrando lentamente vida a impulsos de la fuerza vital, o como se llamara ésta, no sonaba en lo absoluto descabellada.

Las sorpresas empezaron a tornarse cada vez más sorprendentes, valga la redundancia. Apareció un sol petrificado, una media luna... ¡Incluso apareció una tabla con caracteres hebreos! Beringer, insensible a cualquier otra consideración, publicó sus conclusiones en un libro llamado "Lithographiæ Wirceburgensis", en 1726, decorándolo con bellas ilustraciones de sus rocas cobrando vida. Aquello estaba llegando demasiado lejos, así es que ahora, a manera de aviso, apareció otro fósil con el nombre de Beringer. Beringer vaciló, y finalmente descubrió la verdad. Sus preciosos fósiles no eran sino artesanías en barro cocido que sus propios estudiantes cocían y secaban, para luego enterrar en los lugares que después serían excavados. Todos los hallazgos de Beringer, y todas las conclusiones publicadas en su bello libro, no eran más que una broma estudiantil que se había salido de control.

Humillado, Beringer recurrió a todo su dinero para comprar la edición completa de su obra, y destruirla. Como suele ocurrir, algunos tomos escaparon de la purga, y gracias a ellos se conoce el contenido físico de la obra en la posteridad. También se conservaron algunas de las llamadas "piedras mentirosas". Incluso, a sabiendas de que todo era un fraude monumental, hubo espacio para que en 1767 se lanzara una segunda edición del dichoso libro (humillación suprema que Beringer, fallecido en 1740, no alcanzó a ver). Toda la investigación paleontológica en masa, no sólo la de Beringer, se desacreditó, y durante mucho tiempo nadie volvió a preocuparse por el tema de los fósiles. Hasta que la curiosidad pudo más, y la investigación, a las últimas, siguió.

jueves, 24 de diciembre de 2009

La primera precuela en la Historia Universal.


Parte del negocio cinematográfico y literario de hoy en día son las precuelas. Son una consecuencia inevitable de la situación en que contar historias se transforma en un negocio multimillonario en torno a franquicias multimedia, dicho esto sin afán de crítica o alabanza, sino simplemente como un hecho del mundo actual. Después de todo, si un productor de cine se ha forrado con una película, ¿por qué no iba a rodar una secuela? Y si para un escritor ha funcionado financieramente una novela, ¿por qué no iba a escribir una continuación? En fecha tan lejana como el siglo XVI, el "Amadís de Gaula" conoció al menos unas diez secuelas, no todas ellas escritas por su autor, y el Segundo Libro del Quijote es en realidad una secuela escrita por Miguel de Cervantes como segunda parte alternativa al "Quijote de Avellaneda". Y si al público le sigue gustando, ¿qué debería haber de malo en eso? El punto es que no siempre se pueden seguir rodando secuelas ad infinitum, simplemente porque el material no puede estirarse tanto, o bien por el reclamo de los fanáticos que piden la historia de "cómo todo llegó a ser como es", en primer lugar.

El término fue popularizado después de que George Lucas estrenara su "segunda trilogía" ("La amenaza fantasma", "El ataque de los clones" y "La venganza del Sith"), que refiere cómo el Darth Vader visto en "La guerra de las galaxias", "El Imperio contraataca" y "El regreso del Jedi" llegó a ser quien es. Pero ya anteriormente, "Indiana Jones y el Templo de la Perdición", posterior a "Los cazadores del arca perdida", estaba ambientada con anterioridad, y por lo tanto, técnicamente es una precuela. Y en la literatura se conocen varios ejemplos. Isaac Asimov, por ejemplo, publicó en los '80s las novelas "Preludio a la Fundación" y "Hacia la Fundación", precuelas ambas de "Fundación" y el resto de la saga. Pero si caracterizamos una precuela como "un relato narrativo o cinematográfico que amplía un universo narrativo preexistente, refiriendo con cierto detalle los hechos anteriores al mismo" (definición propia, porque la RAE no ha recogido el neologismo), entonces deberíamos convenir que la primera precuela... ¡está en la Biblia! ¡Y en su primer libro, que es el Génesis! ¡Y nada menos que en el primer capítulo mismo del Génesis!

A estas alturas ustedes estarán pensando qué se bebió su buen amigo el General Gato quien esto escribe. Me explico. La tradición atribuye la escritura del Pentateuco (los cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio) a Moisés. Sin embargo, desde el siglo XVIII se sabe, debido al estudio de la evidencia interna de los textos, plagados de interpolaciones, reiteraciones, cambios de estilo e incluso contradicciones en conceptos de fondo y en descripciones de hechos puntuales, que el Pentateuco no pudo haber sido escrito por una sola mano. A grandes rasgos, la tesis más aceptada es que el Génesis fue la compilación de dos relatos distintos, atribuidos a dos autores apodados el Yavista y el Elohísta (desconocemos sus verdaderas identidades), y que fue complementado después por otra fuente anónima, conocida como "el Sacerdote" o la "Fuente Sacerdotal", y que por sus ideas es posible que haya sido el profeta Jeremías, o alguien cercano a él (Jeremías vivió en los últimos años de la independencia de Judá, poco antes de la conquista de Jerusalén por los caldeos en 587 a.C.). El mapa es un poco más complejo que esto, y de hecho se discute la identidad del Sacerdote, pero para los efectos, con esta explicación basta por ahora.

El relato de la Creación abarca tres capítulos del Génesis. El primero detalla la creación de los cielos y de la tierra. El segundo se refiere al Paraíso del Edén. Y el tercero, a la Tentación y Caída de Adán y Eva. Pero en un análisis detenido, es claro que los capítulos 2 y 3 fueron escritos por una mano diferente al capítulo 1. El primero escribe en un estilo muy literario, concibe a Dios como una criatura antropomórfica (incluyendo el detalle de ponerse a buscar hoja por hoja en el Jardín del Edén a los muy escondidos Adán y Eva), crea el mundo en un solo día, y sus medios de creación son aplicarse con las manos a moldear el barro e insuflarle vida. El segundo, en cambio, escribe en un tono seco y ritualista, concibe a Dios como una especie de potencia abstracta y cuasifilosófica, crea el mundo en seis días, y como medio de creación utiliza la palabra como expresión de su propio pensamiento (en castellano, que dice "hágase la luz" para que la luz se haga, sin trabajo físico o material de por medio). En resumen, el capítulo 2 y 3 se le atribuye al Yavista, mientras que el capítulo 1 se le atribuye al Sacerdote. Y como el Sacerdote presenta concepciones filosóficas más refinadas, se le supone bastante posterior al Yavista. Por lo tanto, el capítulo 1 del Génesis, atribuido al Sacerdote, debió por fuerza ser escrito después que los capítulos 2 y 3. Por lo tanto... ¡el capítulo 1 del Génesis, el primer capítulo del Antiguo Testamento y de toda la Biblia, es en realidad una precuela de lo que un autor anterior ya había narrado en los capítulos 2 o 3! Para que vean que las "terceras partes que son primeras" no principiaron con "Inframundo 3: La rebelión de los lycans" ni con el "Silmarillion" de Tolkien... En cuanto a la datación, si suponemos que el Sacerdote es efectivamente Jeremías, entonces debemos concordar en que la precuela más antigua conocida en la Historia Universal tendría más o menos unos 2600 años. Casi nada.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Nicolás de Cusa y las religiones abrahámicas.


Uno de los pensadores más exóticos que produjo el siglo XV, fue el filósofo alemán Nicolás de Cusa. Si hemos de ser justo, era alemán por nacimiento y cultura, pero su obra llegó a sus más altas cumbres en Italia. Tuvo una participación destacada en el Concilio de Florencia de 1438, en el cual se mostró activo a favor de una fórmula que permitiera unificar a la Iglesia de Roma con la de Constantinopla. Sus esfuerzos fracasaron por la intransigencia de los griegos, que con esto se cegaron cualquier posibilidad de auxilio de Occidente frente a la creciente amenaza de los otomanos, que quince años después, en 1453, tomaron Constantinopla y le pusieron fin al Imperio Bizantino (después se crearía una frase destinada a tener éxito en la historiografía dieciochesca: prefirieron "el turbante del Profeta a la tiara del Papa"...). Años después, debido a su amistad con el sacerdote humanista Eneas Silvio Piccolomini, cuando éste devino en el Papa Pío II (1458-1464), Nicolás de Cusa se convirtió en uno de sus principales consejeros y asesores.

Resulta interesante observar que a pesar de desarrollar su labor en el seno mismo de la intransigente Iglesia Católica medieval, las dos tendencias espirituales de Nicolás de Cusa hacia el misticismo por un lado y hacia el humanismo por el otro, le llevaron a tratar de comprender las diferencias religiosas como meros baches en la búsqueda de la unidad humana. En la época de Nicolás de Cusa era aún reciente el problema del Imperio con los husitas, una secta herética checa que había llegado hasta la guerra civil (en muchos sentidos, como tantas otras veces en la Historia, la herejía husita era un pretexto religioso para enmascarar otras motivaciones un poco más terrenales). Nicolás de Cusa promovió el entendimiento amable con los husitas, así como con los ortodoxos de Constantinopla.

Pero no se detuvo ahí. A contrapelo de las corrientes predominantes en el pensamiento católico, Nicolás de Cusa era también partidario de entenderse con los judíos y aún con los musulmanes. Nicolás de Cusa creía en un dios casi inmanente a la Creación (es sintomático que describa al universo como teniendo "un centro en todas partes y su circunferencia en ninguna", frase clásicamente usada por los teólogos medievales para definir a Dios), y ante eso, era más importante la fe que los usos exteriores de cada culto. Basándose en la Biblia, Nicolás de Cusa consideraba aceptable que los cristianos retomaran el antiguo uso de la circuncisión (no parece claro, de todos modos, que el propio Nicolás quisiera someterse a la misma...), mientras que los judíos y los musulmanes podrían transformar o adaptar sus abluciones rituales para transformarlas en el equivalente del bautismo cristiano. El Cusano considera, de manera un tanto ingenua, que el Islam es una especie de simplificación hecha por Mahoma de la Ley de Moisés, para adaptarla a los pueblos árabes, y que por lo tanto, tratar a los musulmanes y a los judíos sería para los cristianos casi la misma cosa.

Por ironía del destino, este espíritu que en su misticismo hacía planes para unificar todas las religiones bajo la férula de un Cristianismo purgado de su intolerancia, falleció en medio de los preparativos que el Papa Pío II hacía para emprender una enésima Cruzada contra los musulmanes, Cruzada en la que el mismo Nicolás Cusano, como colaborador cercano del Papa, debía participar. Apenas tres días después, también falleció el propio Pío II, y la proyectada Cruzada no llegó así a materializarse...

jueves, 17 de diciembre de 2009

El mito de la rebelión de Iblis.

Como posteamos en Siglos Curiosos tiempo atrás, no se colige del texto bíblico que la Serpiente del Génesis sea el Demonio, esto a despecho de interpretaciones posteriores, como el "Paraíso perdido" de Milton, por ejemplo. Por lo tanto, la caída de Adán no debe atribuírsele al Demonio. Sin embargo, muy distinta es la situación en la religión musulmana. El Corán lo tiene claro: no menciona a la Serpiente en absoluto, y en cambio, le carga todo el muerto a Satán.

El relato de la caída está contenido en la sura 7 del Corán, aleyas 11 a 25. Hay también una segunda versión, en la sura 15, aleyas 26 a 50. Ambos relatos son mucho más parcos en la Tentación y Caída mismos, pero a cambio son mucho más coloridos en lo que al mito de la rebelión de Satán se refiere. Combinando ambos, tenemos que Alá creó a los djinns (los genios, como por ejemplo los famosos genios de la botella), y al crearlos, los hizo de fuego. Luego, Alá creó a Adán del barro. Y ordenó a los djinns prosternarse ante Adán (la razón por la que ordena esto, de manera aparentemente arbitraria, la verdad se me escapa). Todos se prosternaron, excepto Iblis. Este Iblis se llama también Shaitán, y más o menos equivale al Satán cristiano (aunque con modificaciones, como referiré). Alá se mosquea mucho y le pregunta a Iblis por qué se ha negado a prosternarse delante de Adán cuando su Creador se lo ha ordenado, y acontece el siguiente diálogo (me he basado aquí la traducción del Corán efectuada por Julio Cortés, aunque con algunas modificaciones para hacer el texto más legible):

- ¿Qué es lo que te ha impedido prosternarte cuando Yo te lo he ordenado?

- Es que yo soy mejor que él. A mí me creaste de fuego, mientras que a él lo creaste de arcilla.

- ¡Desciende entonces del Paraíso! ¡Sal, porque eres uno de los despreciables!

- ¡Déjame al menos esperar hasta el día de la Resurrección!

- ¡Cuéntate entre a quienes es dado esperar!

- Como me has descarriado, he de acecharles en tu vía recta. He de atacarles por delante y por detrás, por la derecha y por la izquierda. Y verás que la mayoría no son agradecidos- repone entonces Iblis, con muy poco agradecimiento porque al menos le dejaron escaparse con su barba, por así decirlo.

Alá entonces instruye a Adán que no coma del árbol de la inmortalidad, etcétera. ¿Qué hace Iblis? Va y le sugiere a Adán que lo haga, y Adán, el muy capirote, va y hace caso, y ya la tenemos liada hasta el día de hoy, Corán dixit. Lo interesante del caso es que Iblis cumple de lleno el papel de la Serpiente en el Génesis, y nada se dice sobre ninguna Serpiente. Otro punto de interés es el limitado poder de Iblis: sólo puede susurrarle cosas al oído de la gente, meterles ideas en la cabeza en buen romance, pero no tiene ningún otro poder. Si te fuiste por el mal camino, es tu culpa por haberle prestado oídos a quien no debías, que Iblis no podía forzarte de ninguna manera (así es que, suponemos, Iblis no podría hacer ninguna de las cosas que se nos presenta en "El exorcista" y otros relatos similares). En cualquier caso, no deja de ser literariamente evocador el ver a una criatura hecha de fuego en rebelión contra una criatura hecha de arcilla...

domingo, 13 de diciembre de 2009

Las shengnu.

Cambio social hoy, Historia Universal mañana. El fenómeno de las shengnu está ocurriendo hoy día mismo, y examinarlo ya resulta un poco perturbador, porque refleja una de las caras más desoladoras de la occidentalización en China. No seré yo quien juzgue la situación como un desastre social o como un precio inevitable a pagar por una "mejor China", signifique eso lo que signifique, pero sí me imagino que en algún minuto el tema será carne de posteo para blogs como Ellas en la Historia (que por cierto recomiendo fervientemente a los lectores interesados en temas históricos, dicho sea de paso). Pero vayamos al tema.

En los alrededores de Shanghai, en la década de 1930, se llamaba con el despectivo término "shengnu" a las mujeres solteras mayores de 30 años. Dentro de la rígida y tradicional sociedad china anterior a la occidentalización, el rol de la mujer estaba bien claro: debían casarse para formar una familia. Y como corolario dentro de una sociedad patriarcal, debían casarse con alguien que fuera socialmente más que ellas, así como los varones debían hacerlo con alguien que fuera menos. En la novela "Fortaleza asediada" de Qian Zhongshu se dice: "Quiero que mi hija se case con un hombre que provenga de una familia de estatus más alto y que mi hijo se case con una mujer de rango más bajo". Como escribe la columnista china Xu Xiaomin: "En el contexto de hoy, una mujer que gana un salario sobre los 10.000 yuanes mensuales (1400 dolares) debería casarse con un hombre que gane una suma considerablemente más alta" (el artículo citado fue publicado en el diario La Tercera, de Santiago de Chile, en la página 23 del cuerpo de Reportajes, el domingo 4 de Octubre de 2009).

El problema es que hoy en día, en una sociedad china cada vez más liberal, en que los estudiantes le prestan atención a cosas como "La guerra de las galaxias", "Buscando a Nemo" o las películas de desastres (ejemplos todos citados del especial sobre China que publicó la revista National Geographic en Mayo de 2008), las mujeres han ido ascendiendo socialmente. Siguiendo los reportajes de la mencionada edición de National Geographic, tenemos a una chica que dejaba a su bebé al cuidado de los abuelos de la criatura, para poder concentrarse en su carrera, algo impensable en la China tradicional. U otra que no tiene hijos, e invierte su dinero en boletos de avión para viajar los fines de semana. Yvonne Lu, de 32 años en 2008, "rara vez ha usado el mismo vestido dos veces", y "dirige una cadena de spas boutique donde se ofrecen 13 tipos de tratamientos faciales y un pedicure con chocolate, por 48 dólares". Si combinamos el exitismo de las mujeres chinas con el apego social a una mentalidad tradicional en que la mujer es secundaria, el resultado es la soltería forzada. Xu Xiaomin calcula que en China existen 860.000 "super shengnu", la mayoría concentradas en Beijing y Shanghai (los grandes centros de negocios chinos), que son atractivas, inteligentes, educadas y con carreras prometedoras, y que por lo tanto lo tienen todo... salvo un marido. Xu Xiaomin cita a una mujer soltera diciendo: "Cuando tenía 20, quería que mi marido ideal fuera rico, inteligente y con un futuro brillante. Después de 10 años de trabajo duro, he ganado bastante y he triunfado en mi carrera. ¡Finalmente, me di cuenta de que me había convertido en con quien yo quería casarme!".

Es obvio que a la larga, una de dos cosas va a ceder: o China sigue occidentalizándose y la cultura tradicional china se termina de hacer pedazos, en ese aspecto al menos, o bien una contrarreacción tradicionalista acabará con las mujeres exitistas, las "super shengnu". En cualquier caso, ambas tendencias no pueden prevalecer simultáneamente. Y por cierto, lo reservábamos para el final: "shengnu" significa "mujer que sobra", en chino...

jueves, 10 de diciembre de 2009

Antropos y andros.

En el mundo moderno existe una clara tendencia feminista, a que después de toda expresión "hombre" venga la expresión "mujer" para que no suene sexista. Así, las feministas consiguieron que en Chile, la Constitución de 1980 cambiara su primer inciso de su primer artículo, que decía "los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos", para que ahora diga "las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos". Esta adición no era necesaria, por supuesto, desde que el Código Civil de Chile establece como regla de interpretación, en su artículo 25, que cada vez en que la ley use la palabra masculina en su sentido general, debe entenderse comprendida también su contraparte femenina, a menos que del contexto se desprenda claramente que se refiere sólo al sexo masculino (y abunda: cuando las palabras de la ley están en género femenino, sólo se refieren a las mujeres).

Este mal es propio de numerosas lenguas romances, y se debe a que la palabra para designar a los seres humanos en general, es la misma que designa a los miembros masculinos de la especie. Así, "hombre" tiene esa ambigüedad en castellano, "homme" en francés, "uomo" en italiano, "man" en inglés, "mann" en alemán... Existe la palabra "persona", como la usa la Constitución chilena, pero es una palabra un tanto fría para referirse a algo tan cálido como es el ser partícipe de la condición humana. Y ya que estamos, claro que siempre se puede usar la palabra "humano" en su reemplazo, como abreviación de "ser humano", pero "humano" sigue siendo un adjetivo, o en el mejor caso un adjetivo sustantivizado, no un sustantivo propiamente tal. Y, admitámoslo, resulta un poco cansino hablar de "ser humano" o de "human being" a cada rato, a según el idioma.

Por eso, resulta cuando menos un poco curioso para nuestra mentalidad, que los griegos no tenían ese problema, o al menos lo tenían más atenuado. Porque ellos sí que disponían de palabras separadas para designar al ser humano en general, y al ser humano de sexo masculino en particular. Las palabras respectivas eran "antropos" (ἄνθρωπος) para el género humano, "andros" (ἀνδρός) para el humano masculino, y "giné" (γυνή) para la humana femenina.

La mala noticia para los machos, es que esta separación ha condenado a la raíz "andros" a un lugar muy secundario en el idioma. Todos saben, o poseen a lo menos una noción intuitiva, de lo que es la "antropología", o qué se llama un "antropoide", o qué clase de cosa es la "misantropía". Pero en cambio, ¿cuántos de ustedes han escuchado hablar de la "Andrología" (ciencia que estudia la salud y las enfermedades de los seres humanos masculinos) o de la poliandria (forma de matrimonio en que una mujer se casa o tiene relaciones sexuales o sentimentales con varios hombres)? Lo dicho: la raíz "antropos" ha tenido éxito en nuestro idioma y en otros, pero la raíz "andros" no lo ha tenido, o al menos no en el mismo grado, ni de lejos. En cuanto a la forma "giné", todos saben lo que es la Ginecología o la misoginia. Quizás la única palabra popular con la raíz "andros" sea "androginia", que combina ambas ("andros" o masculino y "giné" o femenino) para referirse a... bueno, explicaciones sobran.

Y como bonus track, ya que salieron al ruedo las dos palabras que mencionaré, terminemos con este dato de remate. En griego, "misein" es odiar. Entonces, el odio a las mujeres es la "misoginia". Y odio a la especie humana en su conjunto, es la "misantropía". Pero la palabra "misandria", que siguiendo el mismo principio podríamos inventar para definir a quienes odian a los seres humanos de sexo masculino, no existe, o al menos, no es reconocida por la RAE...

domingo, 6 de diciembre de 2009

¡Grande es la Artemisa de los efesios!

En nuestra época, mirando hacia esas sucias supersticiones paganas llamadas "mitología", estamos acostumbrados a asociar promiscuamente panteones mitológicos completos con pueblos también completos. Así, la "Mitología Griega" es considerada la "mitología de todos los griegos". Afirmación que, sin ser incorrecta, sí es inexacta, porque a según qué localidades, tales o cuales dioses eran más adorados aquí o allá que en otros lugares. Pasaba con los dioses griegos un poco como los santos y el culto mariano en el Cristianismo: aunque los santos y la Virgen lo son para todos los cristianos, hay lugares y templos más asociados con tal o cual santo, o con la Virgen, que otros. En la Antigua Grecia, la diosa de la naturaleza Artemisa era asociada a dos grandes santuarios, uno en la isla de Delos, y el otro en la ciudad de Efeso, en la costa de lo que actualmente es Turquía. Y no por casualidad.

Puede suponerse que el culto de Artemisa es una adaptación a la Mitología Griega, de un culto prehelénico anterior a la Gran Diosa Madre. Mucho antes de que los griegos cruzaran el Mar Egeo para instalarse en la costa turca, la zona de Efeso estaba bajo la órbita de la influencia cultural hitita, y en dicha cultura, la Gran Diosa Madre era adorada bajo la advocación de Arinna. Aunque Artemisa no es una traducción literal de Arinna (la diosa hitita lo era del Sol, y Artemisa pasó a serlo de la Luna), sí comparten ambas la característica de ser diosas de la naturaleza, asociadas a rituales salvajes e incluso los sacrificios humanos, así como mantener tensas relaciones sentimentales con sus amantes (otra variante griega de Arinna, más ajustada a su original hitita, es la Gran Madre griega por excelencia, la diosa Cibeles, madre de Zeus o Júpiter). Efeso era uno de los más importantes puertos de Jonia, a su vez una de las más boyantes regiones de la antigua cultura griega, y los efesios se permitieron construir un templo, el famoso Templo de Artemisa en Efeso, que es considerado una de las Siete Maravillas del Mundo. En realidad, existieron varios templos de Artemisa en Efeso, pero el más famoso fue construido hacia el año 550 a.C., y quemado en 356 a.C. por Eróstrato, un terrorista que aspiraba a pasar a la Historia por cometer un crimen célebre (como puede verse, lo logró).

Las relaciones entre los cristianos y el culto de Artemisa en Efeso fueron cualquier cosa, menos pacíficas. Debido a su celo monoteísta, los cristianos de la región odiaban el mucho más exitoso culto de Artemisa. Por otra parte, seamos justos, el culto de Artemisa había generado a su alrededor un floreciente mercadeo que tenía muy poco de sacro, y mucho de comerciante (como las estampitas de los santuarios cristianos, vaya). Cuando Pablo de Tarso llegó a predicar allí y se quedó durante dos años, según la Biblia, un platero llamado Demetrio, cuyo modus vivendi era fabricar orfebrería relacionada con Artemisa, en conveniencia con los de su gremio, promovió un tumulto popular y consiguió que expulsaran al predicador con cajas destempladas, al grito de "¡Grande es la Artemisa de los efesios!" (Hechos de los Apóstoles, capítulo 19). Algo después, en el "Apocalipsis", en las cartas que Jesucristo ordena escribir a Juan para las Siete Iglesias, Juan escribe a la comunidad de Efeso que se han mantenido firmes en la fe, pero que han perdido el sentimiento del amor fraterno, algo entendible por otra parte considerando que Efeso era una de las ciudades comerciales más importantes de su tiempo, y el amor fraterno y la caridad no suele ser el sello característico en la personalidad de "la gente bien" que se ha enriquecido lucrando a mansalva contra su prójimo (véase Apocalipsis 2:1-7).

Finalmente el Cristianismo consiguió destruir el culto de Artemisa, pero fue una victoria pírrica. Un último Templo de Artemisa fue quemado por una turba de cristianos fanáticos que lo arrasó bajo la dirección de Juan Crisóstomo. Luego, en el siglo V, se celebraron dos concilios sucesivos en la ciudad de Efeso (en 431 y 449). Ambos concilios fueron, por decirlo suavemente, turbulentos, ya que las facciones en disputa (católicos y nestorianos, fundamentalmente) recurrieron a tretas bastante sucias para conseguir que sus respectivos dogmas fueran aprobados. Entre las materias debatidas estuvo el problema de si Cristo era humano, divino, o ambos. Colateralmente, y de manera obviamente consecuencial, se debatió si la Virgen María era Christotocos ("madre de Cristo", o sea, madre sólo de la parte humana de Jesús) o Theotocos ("madre de Dios", o sea, madre de Jesús como un todo divino y humano). Los católicos adoptaron finalmente la segunda posición, lo que puso a María en el estatus, incómodo para una religión monoteísta, de... ¡ser una criatura capaz de parir nada menos que a un dios! (al final, lo arreglaron diciendo que a la Virgen se le debe una devoción especial o "hiperdulía", pero no una adoración o "latría" como a Dios... pero esos son tecnicismos teológicos, al final del día). Lo interesante del caso es que al reconocerle a María estatus de Theotocos, al hacérsela madre de un Dios, se la proclama entre líneas como una Gran Diosa Madre... exactamente como eran adorados Artemisa y Arinna antes que ella, y en la misma ciudad que era el centro de operaciones del culto de Artemisa, para remate. De manera que a la par que literario, no es realmente inexacto decir que, cuando un cristiano abraza el culto mariano, un destello de las antiguas diosas madres asoma por los ojos de la figura femenina allí adorada...

jueves, 3 de diciembre de 2009

¿Julio César el bisexual?


¿Fue Julio César bisexual? El historiador Suetonio nos deja sobre el tema un bien surtido ramillete de anécdotas, que él con su típica mano mora ni confirma ni deja de confirmar, limitándose a su enunciación. Una de sus más tempranas relaciones (siempre siguiendo al chismoso de Suetonio, recordemos) parece haber sido Nicomedes IV de Bitinia, uno de los reyes de Asia Oriental que tantos problemas daban a Roma en esos años. Julio César viajó en delegación a Bitinia, pero su escaso éxito en las negociaciones le atrajo rumores (quién sabe si fundados o no) de que tenía comercio carnal con el rey. Dolabella le llamó "rival de la reina y plancha interior del lecho real". Curión, no menos insultante, le llamó "establo de Nicomedes y prostituta bitiniana". Bíbulo, por su parte, lo bautizó "Reina de Bitinia". Le achaca Suetonio a una carta de Cicerón, referirse a que Julio César fue conducido al lecho real y se acostó en él, cubierto de púrpura. Finalmente César, de regreso ante el Senado, defendiendo a Nicomedes y los favores que le dio a Roma, fue interrumpido así: "Omite, te lo suplico, todo eso, porque demasiado sabido es lo que de él recibiste y lo que le has dado". Incluso sus propios soldados no fueron muy reverentes con él, cuando, después de la victoriosa Guerra de las Galias, entonaron el siguiente verso: "César sometió a las Galias, Nicomedes a César. He aquí a César que triunfa porque sometió a las Galias, mientras Nicomedes que sometió a César no triunfa"... ("Gallias Caesar subegit, Nicomedes Caesarem. / Ecce Caesar nunc triumphat, que subegit Gallias: / Nicomedes non triumphat, que subegit Caesarem").

Suponiendo que lo del rey Nicomedes fuera cierto, con todo debe consignarse que Julio César también tuvo amoríos con reinas. Cleopatra es la más famosa, desde luego, pero también están Eunoé, la esposa de Bagud, quién era rey de Mauritania.

Pero quizás el ataque más venenoso que recibió Julio César en la materia, fue el que le dedicó Curión. En un discurso, aludiendo tanto a su rumoreada bisexualidad como a su escaso respeto por la fidelidad hacia sus esposas (tuvo tres, de hecho), Curión le llamó "marido de todas las mujeres y mujer de todos los maridos"...

domingo, 29 de noviembre de 2009

La neotenia y Mickey Mouse.


Uno de los más desopilantes artículos de "El pulgar del panda", un estupendo libro de ensayos escrito por el biólogo Stephen Jay Gould, se refiere a Mickey Mouse, y como no podía ser de otra manera, a un análisis biológico de Mickey Mouse. Concretamente, Jay Gould se centra en la neotenia, fenómeno propio de algunas especies biológicas, y... curiosamente, también de Mickey Mouse.

Observa Jay Gould que el primitivo Mickey Mouse era un personaje malicioso, e incluso cruel. En el estupendo estilo de Jay Gould, referida a "Steamboat Willie" (el primer corto de Mickey, de 1928): "El Mickey original era un individuo revoltoso, incluso ligeramente sádico. En una notable secuencia, explotando la innovación del sonoro, Mickey y Minnie aporrean, estrujan y retuercen a los animales que llevan a bordo para producir una emocionante interpretación a coro de 'Turkey in the Straw'. Hacen la bocina estrujando a un pato, dan cuerda al rabo de una cabra, pellizcan los pezones de una cerca, golpean los dientes de una vaca a modo de xilófono y tocan la gaita con sus ubres". El problema es que, como Mickey se tornó popular, empezaron a llegar cartas al estudio por parte de todas esas aburridas organizaciones que se consideran a sí misma llamadas para preservar la moral, los valores, la santurronería, etcétera, cada vez que el dichoso ratoncito se le ocurría hacer orquesta de animales, o alguna otra barrabasada semejante. Observa Jay Gould que en el corto del Aprendiz de Brujo (dentro de la película "Fantasía" de 1940), el otrora imponente Mickey recibe ahora una buena patada en el trasero, y en un corto de 1953 no es siquiera capaz de poner en su sitio a una insolente almeja escupidora mientras trata de pescar.

Pero he aquí lo interesante. Dicha evolución fue acompañada también por un cambio progresivo en el dibujo. El primer Mickey tenía una cabeza pequeña con una bóveda craneana también pequeña, y ojos igualmente pequeños, apenas un par de botones en la cara. Interesantemente, en el Mickey de años sucesivos, las orejas fueron echadas hacia atrás, y con esto la capacidad craneana se incrementó. Por su parte, el manchón negro que era su ojo, pasó a ser apenas su pupila, y se dibujó un círculo adicional para marcar un ojo en consecuencia mucho más grande. La nariz mantuvo sus dimensiones, pero en paralelo el rostro se amplió hacia los costados, y con esto se creó la ilusión de una nariz más pequeña en relación a la cara. ¿El resultado final? El Mickey de algunas décadas después era un ratón rejuvenecido. Porque todos estos rasgos reciben un nombre biológico, cuando se presentan en especies animales de verdad: se llaman "neotenia". Y la neotenia es un proceso biológico por el cual una especie adulta retiene rasgos infantiles. ¿Para qué? Fundamentalmente, como un reclamo de cariño. Muchas especies animales poseen el instinto de cuidar y proteger a las crías, y una manera de potenciar ese instinto es que la criatura objeto del cariño, mantenga rasgos juveniles. En el ser humano, las criaturas con cabezas grandes, ojos grandes y narices chatas (rasgos de niño) tienden a gustar y enternecer más que las criaturas con cabezas pequeñas, ojos pequeños y narices grandes: de esta manera, una ardilla enternece más que un conejo, un pájaro enternece más que una gaviota, y un perrillo de nariz chata enternece más que un perdiguero de nariz aguzada.

Es poco probable que estos cambios fueran intencionales. Con todo, resulta interesante observar que mientras Mickey se hacía más educado y compuesto (más amistoso, en suma), sus rasgos corporales también se hacían más amables, como los de un niño. El Pato Donald, por ejemplo, también experimentó su propio proceso de neotenia, suavizándose sus rasgos con el paso del tiempo, pero en correlación con su comportamiento malhumorado, sus rasgos corporales no evolucionaron con tanta velocidad ni llegaron a extremos tan, ehm, "infantiles", como los de Mickey. Los villanos contra los cuales combaten Mickey o Donald, por su parte, en el dibujo carecen de toda neotenia, y retienen rasgos adultos. Quizás aquí está, en parte al menos, una interesante clave para la supervivencia de estos personajes en el imaginario colectivo del siglo XX y lo que va del XXI. Inconsciente, o inspiración artística, pero biológicamente bien presentes...

jueves, 26 de noviembre de 2009

El libro que disparó la Hipótesis Gaia.

La Hipótesis Gaia es una de las ideas científicas más provocadoras de la segunda mitad del siglo XX. Apoyada y combatida a partes iguales, en parte por sí misma y en parte por sus tenebrosas conexiones con el submundo del misticismo New Age, se transformó para bien o para mal en parte del paisaje científico de comienzos del siglo XXI. Y todo empezó con un libro del científico James E. Lovelock, publicado en 1979, llamado "Gaia: Una nueva visión de la vida sobre la Tierra".

En el libro, refiere Lovelock la manera en que llegó a concebir la Hipótesis Gaia. Esta teoría se refiere al planeta Tierra, pero irónicamente, partió un poco más lejos, concretamente con el planeta Marte. En la década de 1960, en los ratitos libres que les dejaba la carrera a la Luna, la NASA empezaba a desarrollar ideas para detectar vida en Marte. En caso de que la hubiera, por supuesto. Los experimentos para detectar dicha supuesta vida se basaban, claro está, en la química de la vida terrestre, por ser el único ejemplo conocido, a lo cual Lovelock, que prestaba labores de asesoría para el proyecto, se hizo la gran pregunta: ¿y si la vida marciana no sigue los patrones biológicos terrestres, sino que se sustenta en patrones propios? La idea era de una lógica meridiana, claro está, pero destrozaba la labor experimental proyectada hasta el minuto, y obligaba casi a definir lo que era la vida, o lo esencial en la vida, para buscarla cualesquiera fuera la forma que pudiera asumir.

Lovelock describe de manera divertida sus esfuerzos en su libro: "(...) dedicaba muchos ratos a leer y a reflexionar sobre la auténtica naturaleza de la vida y sobre cómo podría renocérsela con independencia de lugares y de formas. Confiaba en que, revisando la literatura científica, terminaría por encontrar en alguna parte una definición de la vida como proceso físico que pudiera servir de punto de partida para diseñar experimentos encaminados a detectarla; para mi sorpresa pude comprobar que era muy poco lo escrito sobre la naturaleza misma de la vida. El interés actual por la ecología y la aplicación del análisis de sistemas a la biología estaba en mantillas; en aquellos días, sobre las ciencias de la vida pesaba un academicismo inerte y polvoriento. Eran incontables los datos acumulados sobre prácticamente cualquier aspecto de las distintas especies de seres vivos, pero el aluvión de hechos ignoraba la cuestión central, la vida misma"... (Esto fue escrito en los '70s, y honradamente ignoro si hoy en día las ciencias biológicas están un poco mejor).

Con todo, Lovelock observó el significativo detalle de que la vida opera creando orden a partir del desorden (creando moléculas complejas a partir de elementos simples, por ejemplo), y que para eso necesitaba tomar materiales (alimentarse) y expulsarlos (excretar). La vida debía, por lo tanto, servirse de sistemas fluídicos (atmósferas, océanos, etcétera) como correa transportadora de dichos materiales. Esto, a su vez, debía impactar en esos sistemas fluídicos, lo que tendría una gran consecuencia: la atmósfera de un planeta con vida sería netamente distinta a la de un planeta inerte. La atmósfera de un planeta inerte estaría en equilibrio químico absoluto, mientras que la atmósfera de un planeta vivo no podría estar en ese punto de equilibrio. Por ejemplo, en la atmósfera terrestre (planeta vivo) coexisten el metano y el oxígeno. Químicamente, ambos reaccionan para transformarse en dióxido de carbono y vapor de agua. Si la Tierra fuera un mundo muerto, haría mucho tiempo que eso habría pasado, y todo el metano habría desaparecido. ¿De dónde sale el metano entonces? De la actividad fisiológica de los seres vivientes. Un observador externo a la Tierra tendría entonces una pista de que la Tierra sostiene la vida, basado en que coexisten el metano y el oxígeno en la atmósfera planetaria terrestre.

El libro está dedicado en su mayor parte a mostrar cómo la Tierra es un enorme sistema viviente cibernético, es decir, que funciona por principios de retroalimentación positiva (procesos que se potencian a sí mismos) o negativa (procesos que se extinguen a sí mismos), guiados por la vida. Donde antes se concebía a la vida como adaptándose al medio ambiente, Lovelock mostró que la vida y lo inerte eran parte de un gigantesco esquema planetario en que la vida no sólo reaccionaba al medio ambiente, sino que también lo modificaba. De hecho, Lovelock tenía en mente algún nombre como "Sistema de Homeostasis y Biocibernética Universal" para su monstruito, hasta que el escritor William Golding (conocido por "El señor de las moscas" y "Los herederos") le apuntaló señalándole que en los mitos griegos, la diosa de la Tierra se llamaba Gaia, y con ese nombre pasó a los anales de la ciencia. Para bien o para mal, porque parte del descrédito contra el cual la Hipótesis Gaia debió luchar, radica en que coincidió con el auge ochentero de la New Age, que tomó lo que en el principio era una hipótesis bioquímica o ecoquímica o geoquímica (a según), y lo convirtió en un baturrillo de ideas pseudoindigenistas, misticismo holístico y neopaganismo de mall, que muy poco tiene que ver con los planteamientos de Lovelock...

domingo, 22 de noviembre de 2009

Jemmy Button el patagón que inspiró a Charles Darwin.


¿La Patagonia, relacionada con la Teoría de la Evolución de las Especies, imbrincada en el origen de "El origen de las especies" de Charles Darwin? Sí, sí sucedió... Con todo, Charles Darwin es un personaje secundario en esta historia, porque el verdadero protagonista se llama Jemmy Button. O al menos así le pusieron los británicos, porque su nombre nativo en realidad era Orundellico (O'run-del'lico). Su historia es la siguiente.

En 1825, una nave llamada HMS Beagle había salido en misión de exploración hacia la Tierra del Fuego. El territorio en ese entonces no estaba ocupado por ninguna potencia europea, y pese a los elegantes títulos jurídicos de propiedad que Chile o Argentina pudiesen reclamar sobre aquellos lares, en aquellos años las tierras eran del primero que instalaba colonias y fortines allí. La nave pasó varias desafortunadas peripecias, que no son del caso detallar aquí, y regresó a Inglaterra al mando del capitán Robert FitzRoy en 1830, junto con tres nativos (un cuarto murió en la travesía). Estos nativos recibieron los nombres de Jemmy Button, Minster York y Fuegia Basket (esta última era una chica), y pertenecían a la etnia de los yaganes, hoy en día extinta, al menos en estado de puridad. El nombre de Jemmy Button le venía porque a FitzRoy le había costado apenas la bagatela de un botón de nácar el comprarlo. FitzRoy era un tory (un conservador), y llegó alardeando de que traía a sus salvajes en calidad de esclavos, para enseñarles a ser personas civilizadas y cristianas como Dios manda. Los marinos bajo el comando de FitzRoy, por su parte, iban diciendo por ahí que el hombretón Jemmy Button había costado apenas un botón de nácar. Pero FitzRoy no había contado con que en sus años de ausencia, la sensibilidad política había ido cambiando. Mientras que los tories eran esclavistas con toda su alma, los whigs (liberales) eran abolicionistas, y habían conseguido en el intertanto que la esclavitud efectivamente se prohibiera en Inglaterra (el Beagle había pasado cerca de cinco años fuera). De inmediato, en las altas esferas políticas se decidió que Jemmy Button, así como sus tres compañeros, que legalmente ya no eran esclavos, fueran por tanto devueltos a Tierra del Fuego, desde donde habían sido sacados contra su voluntad. FitzRoy recibió las nuevas con fastidio, en particular cuando recibió órdenes de que no debería disparar a los nativos bajo ninguna circunstancia, aunque ellos, ofendidos por el secuestro de sus compatriotas, intentaran vengarse de los ingleses... Pero se serenó un poco cuando además se le informó que debería llevar a cabo algunas acciones políticas en el sur, muy cerca de su lugar de destino (reclamar para Inglaterra las Islas Malvinas, por ejemplo, todo en Historia se conecta).

¿Y Jemmy Button? Aunque nativo salvaje por los cuatro costados, no le había sido difícil asimilar los modales y refinamientos propios de la civilización británica, quizás no tanto como un lord inglés de pura cepa, pero sí con certeza de mejor manera que los propios de los rudos marineros en sus tabernas y bajos fondos londinenses. La esforzada entrega de un reverendo de apellido Matthews había tenido mucho que ver en ello. Además, Jemmy Button había desarrollado un carácter un tanto infantil, producto del envanecimiento propio de quien es y se sabe el centro de atención de las gentes, que por supuesto miraban con curiosidad, casi como fenómeno de feria, al salvaje caníbal que estaba aprendiendo de manera tan acelerada cómo comportarse en civilización. Debe recordarse que en esa época se consideraba que las diferencias entre distintas culturas no solían considerarse como un problema de aprendizaje o de sociedad, sino racial y biológico: las culturas inferiores lo eran porque sus miembros pertenecían también a razas inferiores. Ver a Jemmy Button vestido de etiqueta y cenando era para ellos casi como ver a un chimpancé amaestrado haciendo lo propio en algún programa de televisión al estilo "Lancelot Link" o similar.

Llegó el día del embarque, y los tres yaganes fueron llevados de regreso a Tierra del Fuego. Allí, una horda de salvajes desprovistos de cualquier rasgo de civilización, recibieron a los retornados. Al principio, habiendo los tres viajeros patagones permanecido demasiado tiempo en el ámbito civilizado, la idea de abandonar sus ropas y volver a sus hábitos antiguos, canibalismo incluido, se les antojó insufrible. York Minster fue el primero que se adaptó, seguido por Fuegia Basket, y no sólo abandonaron del todo las costumbres británicas como si nunca hubieran salido de su tierra nativa, sino que además estuvieron en posición de aprovechar algunos truquillos aprendidos durante la vida en sociedad, para enseñorearse sobre su propia tribu. Para horror del Reverendo Matthews, York y Fuegia regresaron al nudismo y a la antropofagia como si nada. Jemmy Button, por el contrario, las pasó muy mal. Un día en que salió, vestido y con modales, a dar una vuelta fuera del poblado, York Minster se le arrojó encima, le dio una paliza, y le robó toda la ropa y pertenencias. Jemmy, desesperado, se refugió con el reverendo Matthews, tachando de bribones e ignorantes a sus compatriotas, y pidiendo llorando que le dejaran regresar al Beagle, y eventualmente a Inglaterra. La ironía suprema es que el Gobierno británico había dado órdenes precisas de dejarle en tierra, para no contrariar los supuestos deseos de Jemmy Button secuestrado contra su voluntad, y ahora que el pobre quería devolverse a la civilización, el capitán FitzRoy en cumplimiento de sus órdenes tajantes debía dejarle en tierra firme, como finalmente sucedió... En cuanto al Reverendo Matthews, que se suponía debía quedarse en Tierra del Fuego para evangelizar y civilizar a los nativos, al ver esto perdió toda esperanza y acabó reembarcándose en el Beagle, considerando su "misión civilizadora" como algo imposible.

Esto ocurrió en 1831. En 1834, la expedición volvió a toparse con Jemmy Button. Para sorpresa de todos, ya no quería regresar a Inglaterra, porque tenía una chica, a la que presentó como "Jemmy Button's wife" (más tira un par...). Y andaba cubierto sólo por un taparrabos. De York Minster no se supo más, y de Fuegia Basket sólo se supo que unos cazadores de focas se toparon, en 1842, con una chica yagana que hablaba algo de inglés y que se subió alegremente al barco, para su desgracia, porque los rudos marineros acabaron usándola de juguete sexual, por decirlo suavemente, hasta que acabaron matándola. Sin embargo, de la desgraciada experiencia salió algo bueno, aunque no para el pobre Jemmy Button. Uno de los tripulantes de la expedición del Beagle, al mando de FitzRoy, a saber el por entonces joven y desconocido naturalista Charles Darwin, tuvo una inmejorable ocasión de observar cómo el medio ambiente modela a las personas y opera sobre su comportamiento. Gracias a la desafortunada, y por qué no decirlo, también trágica, experiencia de Jemmy Button, las semillas de las ideas sobre la adaptación de las especies a sus respectivos entornos, así como el concepto de que el ser humano quizás fuera descendiente por evolución de alguna criatura bestial de los tiempos prehistóricos, quedó implantada en la mente del joven Charles Darwin. Lo que siguió adelante, fue la publicación de "El origen de las especies", el 24 de Noviembre de 1859 (más de un cuarto de siglo después), lo que gatilló una de las más importantes revoluciones científicas en toda la Historia de la Humanidad.

jueves, 19 de noviembre de 2009

La demencial nummulosfera de Randolph Kirkpatrick.

Una de las teorías científicas más demenciales del siglo XX, sin lugar a dudas es aquella postulada por Randolph Kirkpatrick, y que suele ser conocida como la "nummulosfera". En breves palabras, esta teoría postula que TODAS las rocas fueron creadas por unos bichos llamados nummulites. Semejante despropósito viola todas las leyes geológicas conocidas, por lo que cabe preguntarse qué llevó a Kirkpatrick (que era estudioso de las esponjas, y además... ¡nada menos que Conservador del Museo Británico!) a plantear con toda seriedad científica una hipótesis tan aberrante. La historia es, más o menos, la siguiente.

Los nummulites son criaturas fósiles del tipo de los foraminíferos (un tipo de criatura ameboides que secretan conchas, y cuyas versiones modernas y vivientes forman parte del plancton de los mares). Su forma lenticular les dio su nombre, ya que "nummulus" significa "monedita" en latín (comparte raíz etimológica con la palabra "numismática", que es la disciplina que estudia las monedas). El historiador romano Estrabón vio estos fósiles en Egipto, y creyó erróneamente, aunque de buena fe, que eran lentejas petrificadas procedentes de las raciones de los esclavos que construyeron las pirámides. Los nummulites eran conocidos en la época de Randolph Kirkpatrick, pero el problema es que él, por lo demás investigador honesto y cabal, empezó a ver nummulites en todas partes. Incluso en rocas ígneas, que según es bien sabido, no contienen fósiles (las rocas ígneas se forman directamente de la lava líquida, y por lo tanto, es imposible que un fósil se conserve en ellas). Kirkpatrick, borracho de nummulites, acabó llegando a la conclusión más obvia y evidente bajo esos parámetros: que absolutamente TODAS las rocas eran en realidad nummulites fosilizados. Lo que había pasado, según Kirkpatrick, es que no existiendo depredadores capaces de comerse las conchas de los nummulites, éstas se habían acumulado en el fondo de los mares, y el calor de la Tierra las había fundido hasta convertirlas en las rocas modernas. Incluso pensaba que, al ser estrujados y fundidos, fueron empujados hacia arriba, convirtiéndose en los meteoritos... ¡de manera que los meteoritos también estaban hechos de conchas de animales unicelulares terrestres! Al último, llegó a creer que los nummulites eran nada menos que la estructura misma de la vida, su arquitectura o esencia fundamental... Sus, ehm... "resultados"... fueron publicados en un tratado llamado "La nummulosfera: Un recuento del origen orgánico de las llamadas rocas ígneas y las arcillas rojas abisales" ("The Nummulosphere: An Account on the Organic Origin of so-called Igneous Rocks and of Abyssal Red Clays"), en el año 1912, que por supuesto le atrajo las rechiflas y cuchufletas de todos los científicos e investigadores serios del mundo.

Hoy en día sabemos donde estuvo la trampa en que cayó Randolph Kirkpatrick. Por un lado su Eozoon (nombre que le dio a los nummulites, y que en griego significa "criatura del amanecer") en realidad no existe. Las famosas formas lenticulares que descubrió, en realidad eran producto de reacciones inorgánicas: calor y presión. En segundo lugar, el propio Kirkpatrick parece haberse obsesionado con la teoría hasta límites increíbles: "En ocasiones, me ha sido necesario examinar un fragmento de roca con la máxima minuciosidad durante horas antes de poder convencerme de que había visto todos los detalles arriba mencionados" (o sea, los nummulites fosilizados). Si había estado horas y horas viendo una misma roca buscando con desesperación que aparecieran los dichosos nummulites, no es de extrañar que al final terminaran compareciendo... dentro de su afiebrada imaginación.

Con todo, a pesar de estos desvaríos, Randolph Kirkpatrick también consiguió algún acierto modesto. Sus estudios sobre la Merlia, un tipo de esponja presente en la Isla de Madeira, le llevaron a un hallazgo asombroso (bueno, asombroso para todos aquellos que se apasionen por esas criaturas quietas y calladas que son las esponjas marinas): las esponjas en comento creaban sus espículas (sus agujas que le sirven de esqueleto interno y le dan estructura) a partir de sílice, pero también de calcio, como los corales. Para la sabiduría biológica de 1910, esto era aberrante (¿una esponja que haga lo mismo que un coral...?). Las conclusiones de Kirkpatrick fueron arrumbadas y olvidadas porque nadie quería creerle una sola palabra al investigador que había publicado ideas tan irresponsables como la famosa nummulosfera. Pero en la década de 1960, investigando los resquicios en los arrecifes de coral, los buzos científicos se encontraron con nuevos y variadísimos ecosistemas. Y en esos ecosistemas, adivinaron, estaban las famosas esponjas medio coralinas que Kirkpatrick había predicho. Hoy en día, se aceptan las esponjas coralinas como parte del mundo viviente, y se le da a Randolph Kirkpatrick el crédito por haber sido el primero en dar el chivatazo, por más que debido a sus ideas raritas sobre el origen de las rocas, nadie le haya hecho en su tiempo el menor caso.

domingo, 15 de noviembre de 2009

El Diablo contra Georges Cuvier.


Georges Cuvier (1769-1832) fue uno de los más destacados naturalistas de comienzos del siglo XIX. Entre otros méritos, desarrolló los estudios de Anatomía comparada entre fósiles, e impuso la idea de que las criaturas antiguas podían en efecto llegar a extinguirse. Descubrió el primer fósil de pterodáctilo del que se tenga noticia, así como una bestia marina reptiliana, el mosasaurio, y tuvo la muy certera intuición, que se confirmaría después de su muerte, de que antes del predominio de los mamíferos, había existido una época en la que el planeta había sido dominado por los reptiles. Con todo, no se libró de cometer algunos errores, el peor de los cuales fue ser un antievolucionista convencido. Para Cuvier, los fósiles eran restos de animales prehistóricos, vale, pero no habían evolucionado, sino que habían sido barridos por catástrofes sucesivas en la historia terráquea.

En su mentalidad, Cuvier se mantenía más o menos apegado a la idea de Creación. Para él, las especies sobre la Tierra surgían y se mantenían inmutables en el tiempo, hasta que un cataclismo las barría. Observó que las partes de distintos animales se correspondían, y formuló así una "ley de la correlación". Según Cuvier, un animal con cuernos y casco siempre tendrá dentadura de hervíboros, y si tiene uñas y garras, necesariamente tendrán dientes de carnívoro. Esta idea, llevada al extremo, es como mínimo un poco complicada, pero Cuvier con esto adelantó la noción de que podemos saber si un fósil pertenecía a un hervíboro o un carnívoro mirándole los dientes, y en general, de que podemos saber cosas sobre el comportamiento y costumbres del animal observando su anatomía. Con esto, creía estar amarrando al Reino Animal, y cerrando la puerta a cualquier clase de evolución. Después de todo, si los animales permanecen dentro de sus respectivas correlaciones porque es su forma natural, es imposible que cambien con el tiempo.

Un buen día, un grupo de estudiantes decidió gastarle una broma. Uno se vistió de diablo y se puso cuernos, además de zapatos con suela en forma de casco. Con ese disfraz se metió a la casa de Cuvier, mientras el resto se quedaba afuera, esperando el resultado. El disfrazado se acercó a Cuvier, que estaba durmiendo, y le gritó cerca del oído:

- ¡Despierta, hombre de las catástrofes! ¡Soy el Diablo, y vengo a comerte!

A sabiendas de que era alguna clase de broma, o simplemente demasiado adormilado para asustarse, Cuvier replicó:

- ¿Quieres comerme? Es imposible. Tienes cuernos y pezuñas. Según la ley de las correlaciones, eres hervíboro.

Y se vuelta sobre su cama para seguir durmiendo. Los estudiantes, mientras tanto, al escuchar esto, descargaron una gran ovación.

Por cierto, como ya explicamos en Siglos Curiosos, la imagen del Diablo fue confeccionada a partir del dios griego Pan, que tenía patas de macho cabrío, esto es, de un hervíboro. Entonces, la afirmación de Cuvier no iba tan desencaminada...

jueves, 12 de noviembre de 2009

El misterio del mammotowakost.

A comienzos del siglo XVIII, era casi un dogma de fe que la naturaleza no podía cambiar. Y todo lo que en el registro geológico pudiera aparecer fuera de lugar, solía explicarse con el Diluvio Universal, ya que el único texto sobre la Historia de la Tierra que existía como digno de crédito, era la Biblia. Por eso, el descubrimiento de una nueva bestia debía tomar a los nativos de la época, como mínimo, por sorpresa. Pero esta historia principia en otro punto muy diferente: en la Batalla de Poltava, librada en 1709, y que significó el fracaso del último intento de Suecia por invadir Rusia (¡así, como suena, hubo una época en ser sueco la llevaba en el mapa europeo!). Los rusos tomaron numerosos prisioneros suecos, y los enviaron desterrados a Siberia y Tartaria. De tales regiones, los que consiguieron sobrevivir regresaron con toda clase de noticias sobre dichas regiones y sus habitantes. Y entre esas noticias, venían los relatos sobre una extraña nueva bestia: el "mammotowakost"...

La primera noticia que se dio sobre el dichoso mammotowakost fue dada por un capitán de caballería de apellido Kagg, en 1722. Posteriormente un agrimensor llamado Tabbert von Strahlenberg dio nuevas referencias. Este, reuniendo declaraciones de científicos de San Petersburgo, además de traficantes de pieles cosacos, declaró que todo el marfil ruso y chino procedía del mammotowakost. Eso hoy en día nos parece una obviedad (se sabe que el elefante sólo vive en Africa y la India, o en los zoológicos, en la actualidad), pero en ese tiempo de extensas áreas mundiales inexploradas, era toda una noticia. Lo curioso es que nadie había visto a ningún mammotowakost vivo: sólo aparecían sus esqueletos... a veces, detalle gore éste, con pedazos de carne podrida y huesos ensangrentados. Un médico y botánico alemán de apellido Messerschmidt había testimoniado que la bestia "tenía pelos largos como una cabra y que, posiblemente, era el behemoth bíblico", idea lógica en un mundo dominado por las concepciones cosmológicas de la Biblia. El tal Messerschmidt había hecho su hallazgo enterrado en la nieve, recorriendo el río Indigirka en 1724, en una expedición de exploración natural auspiciada por el Zar Pedro el Grande (el mismo que occidentalizó Rusia y prohibió las barbas).

Los científicos se tomaron las noticias con sorna. Linneo, el más grande naturalista de su tiempo, autor de la clasificación de las especies que sirve de base a la actual, los descartó como simples piedras fosilizadas que por pura coincidencia guardaban resemblanza con huesos de algún tipo. En cuanto a los huesos ensangrentados y etcétera, esos debían ser chismes y exageraciones de nativos supersticiosos. Además, la investigación paleontológica no podía ser apoyada por nativos supersticiosos que, al no ver ningún mammotowakost vivo, habían llegado a la conclusión de que eran criaturas del inframundo, que acarreaban la enfermedad y la muerte sobre todos aquellos quienes tuvieran la desgracia de toparse con un esqueleto entero en su camino. Finalmente, en 1803, empezó a circular en Europa el dibujo de un cadáver encontrado en un bloque de hielo, en 1779, en el Río Lena, y que en 1801 había empezado a deshielarse. La existencia del mammotowakost ahora era incontrovertible, aunque por motivos comprensibles, los investigadores se referían a él simplemente con la abreviación "mamut"...

El famoso mamut, en efecto, era un gigantesco elefante prehistórico con pelo, que pobló Siberia durante la Era Glaciar. Los restos habían quedado congelados en la nieve, y los relatos de huesos carcomidos y ensangrentados tienen su lógica, si se considera que al deshielarse algunos cadáveres congelados de mamuts por accidente, sirvieron de opípara comida a los siempre hambrientos lobos de la estepa. Hay quien calcula que la tercera parte del marfil que circula en los mercados mundiales viene del mamut siberiano. Todas las tallas de marfil chinas, son de mamut siberiano. Y de marfil de mamut siberiano fue confeccionado el gran trono de marfil del Khan de la Horda de Oro, que rigió a Rusia durante la Edad Media. Y ni los artesanos chinos ni los talladores mongoles parecían pensar que se las estaban viendo nada menos que con restos fósiles de miles de años de antigüedad...

domingo, 8 de noviembre de 2009

Y los antiguos pecadores en realidad eran...

Johann Jakob Scheuchzer no podía imaginarse (y de haberlo sabido, quizás hubiera espumeado de impotencia) que sus desvelos por probar como ciertas las palabras de la Biblia, iban a terminar por pavimentar el camino a la investigación paleontológica moderna. Scheuchzer (1672-1733) escribió una serie de tratados históricos, pero también fue un naturalista convencido, que hizo algunas interesantes expediciones geológicas. Como mucha gente de su tiempo, se tomaba las palabras de la Biblia de manera casi literal, y hombre creyente como era, encaminaba sus esfuerzos a probar que el relato bíblico era una vívida y certera descripción de la Historia de la Tierra.

En 1705 rondaba cerca de las colinas de Altdorf, en las cercanías de Nüremberg, cuando de pronto hizo un hallazgo sensacional. Rondando las cercanías de la colina que servía de patíbulo a la ciudad de Altdorf, dio con algunos huesos, en apariencia vértebras. Quizás alguien antaño los hubiera visto, y los hubiera confundido con los huesos de algún ahorcado. El caso es que Scheuchzer recogió los huesos, que en realidad eran piedras (fósiles, aunque en esa época todavía el tema no se entendía bien), y creyó tener en sus manos uno de los hombres anteriores al Diluvio. Anunció su descubrimiento urbi et orbi, pero la comunidad científica le miró con desdén. En ese tiempo se conocía bien la existencia de los fósiles, no se crea que no, pero se le atribuía esto a la "vis plastica", a formaciones caprichosas de la naturaleza sin otro significado. El golpe de gracia vino cuando Johann Jakob Baier analizó los dichosos huesos, y anunció que... ¡eran huesos de pescado!

Pero Scheuchzer no cejó. Poco después, cayó en sus manos, por obra de un cantero de la ciudad de Öningen, en Baden, otro esqueleto distinto. El entusiasmo de Scheuchzer acabó por convencer a todos de que era el esqueleto de un ser humano, un "antiguo pecador" que había perecido en tiempos anteriores al Diluvio. Su tratado fue llamado con el colorido título de "Un verdadero y extraño monumento de las estirpes humanas malditas del primer mundo", y salió publicado en 1726. En cuanto al esqueleto, fue vistosamente llamado "Homo diluvii testis" ("Evidencia del hombre del Diluvio"). Scheuchzer estaba equivocado, por cierto, pero al menos hay que atribuirle el mérito de poner de una vez por todas el tema de los fósiles encima de las polvorientas mesas científicas de comienzos del siglo XVIII.

Scheuchzer murió sin llegar a saber la verdad. Su primer fósil no era un viejo pecador, pero tampoco un pescado. En realidad, según se determinó después, eran vértebras de un... ¡ictiosaurio!, una especie de reptil acuático parecido a los delfines de hoy en día. En cuanto al fósil de la cantera, el error era incluso más grotesco, a la luz de nuestros conocimientos de hoy en día: tampoco era un viejo pecador. En 1812 se determinó que no era otra cosa, sino una gigantesca especie, hoy en día extinta... de salamandra.

jueves, 5 de noviembre de 2009

¡La Genética contra el Darwinismo!

¿Conocen ustedes esos cómics de crossover en que dos superhéroes distintos se encuentran por primera vez, y tienen todas un guión tipo? ¿Un guión de estilo "superhéroes se encuentran, superhéroes equivocados por un malentendido se agarran a tunazos, superhéroes arreglan malentendido, superhéroes unidos enfrentan al verdadero villano"? Esta es una historia más o menos similar. Bueno, quizás sin villano. Pero con dos grandes héroes de las teorías científicas modernas, como es la Teoría de la Evolución y la Teoría de la Herencia Genética, que en sus orígenes andaban a los tropiezos una con otra.

Si renunciamos por un instante a nuestra cosmovisión contemporánea y regresamos en el tiempo a 1859, nos encontraríamos con una sorpresa al leer el recién salido "El origen de las especies". Porque la Teoría de la Evolución, tal y como la planteaba Charles Darwin, era ante todo una teoría económica. En realidad, podemos decir que el Darwinismo duro y original era una especie de Economía aplicada a la Biología. Darwin tenía bien en mente lo que planteaba Thomas Malthus a finales del siglo XVIII: nacen más personas de las que pueden ser alimentadas, y el exceso perecerá de inanición. Lo que Darwin hizo fue ampliar esta idea de las personas a las criaturas vivientes en general: nacen más plantas y animales de las que podrán sobrevivir, mientras que el resto perecerá víctima del hambre o de sus depredadores (factor este último que Malthus no considera, porque desde el Paleolítico que el Homo Sapiens carece de depredadores naturales). Su propuesta de la selección natural como mecanismo evolutivo para explicar por qué algunos perecen y otros sobreviven y engendran descendencia, en realidad era una muy ingeniosa vuelta de tuerca al Malthusianismo (sin que esto le reste méritos a la hercúlea labor de Darwin, claro está), o dicho de otra manera, es una especie de Malthusianismo llevado hasta sus últimas consecuencias: los individuos y las especies no sólo se limitan a perecer de hambre, sino que además se adaptan para mejorar sus posibilidades de supervivencia. Pero la teoría darwiniana en esos años tenía un gran talón de Aquiles: ni Darwin ni nadie podía explicar en 1859 cómo demonios se producían los cambios mínimos que le daban mejores ventajas a los afortunados que sobrevivían.

Ocho años después, en 1867, y no en la Inglaterra darwiniana sino en la otra punta de Europa, en un monasterio checo, el monje Gregor Mendel se puso a hacer experimentos con guisantes, y llegó a una inquietante conclusión: las características de los progenitores se transmiten a la descendencia a través de leyes bien definidas. A esto se lo llamó "leyes de la herencia". Mendel envió su trabajo a algún científico, pero fue ignorado. Recién en 1900, ya muerto Mendel, su obra fue redescubierta. En el siguiente medio siglo, la Genética dio pasos de gigante: en los '10s se desarrolló el concepto de "gen", en los '20s se descubrió que la molécula de ácido desoxirribonucleico (ADN) era el vehículo material de la transmisión de la herencia, y en los '50s se descubrió la estructura del ADN en doble hélice, que permitió explicar cómo el ADN replica su información y la transmite a su descendencia.

En la segunda mitad del siglo XIX se aceptaba la evolución como un hecho, pero la selección natural como mecanismo evolutivo (la gran idea de Charles Darwin) era aún muy resistida. El desarrollo de la Genética a comienzos del siglo XX le dio armas a los detractores de Darwin para opinar que el gran mecanismo de la evolución no era la selección natural, sino las mutaciones. En alguna época estuvo a punto de darse por muerto al Darwinismo, como un simple desvarío decimonónico. Pero algunos genetistas, entre ellos Ronald Fisher, J. B. S. Haldane y Sewall Wright, tuvieron la inspiración para pasar a estudiar cómo los cambios en el acervo genético de los individuos se relacionan con la dinámica de las poblaciones de especies. Esta "genética de poblaciones" permitió crear un modelo armónico que arrojó toda una nueva luz sobre el tema. Según se acepta desde la década de 1920 hasta ahora, las mutaciones y la selección natural no se cancelan como mecanismo evolutivo, sino que son complementarios. De este modo, las mutaciones genéticas amplían la variedad de individuos dentro de cada población, mientras que la selección natural suprime aquellas variedades menos afortunadas, y permite que los más afortunados ("los más aptos", en la jerga popular, aunque esta nomenclatura, sin ser errónea, es un tanto inexacta) propaguen sus genes a la descendencia, acumulando sus propias mutaciones hasta que llegan a ser tantas, que configuran una especie nueva. De este modo acabó la guerra de la Genética contra el Darwinismo, y a partir de entonces pasaron a trabajar juntos, como amigables hermanos en la lucha por la verdad, el conocimiento y la justic... perdón, creo que me pasé de roscas con la analogía superheroica con la que abrí este posteo.

domingo, 1 de noviembre de 2009

La naturaleza se rebela contra el Argumento del Diseño.


Este posteo está vagamente emparentado con la Historia, aunque se relaciona con la Teología y con la Evolución de las Especies. Entre los varios argumentos que los teólogos profesionales o aficionados pretenden hacer pasar por pruebas de la existencia de Dios, está el Argumento del Diseño. Este funciona más o menos de la siguiente manera: el universo es un sistema enormemente complejo, lleno de leyes muy complicadas y encajadas de manera muy precisa unas con otras. Luego, para una Creación tan perfecta, debió existir un Creador que lo concibiera todo. Este argumento ha sido planteado muy en serio por varios teólogos, con Tomás de Aquino a la cabeza, y también los predicadores puerta a puerta y aún muchos de tus amigos que más o menos creen lo plantean de manera informal: "¿Crees que todo esto que existe a tu alrededor, podría ser tan perfecto, complejo y hermoso si alguien no lo hubiera creado así?". Existen varios problemas lógicos con este planteamiento, que no abordaremos aquí, pero existe además un problema adicional: en la realidad, la naturaleza demuestra ser un tejido con varios despuntes.

Quizás el argumento más contundente, sea la existencia de órganos inútiles o superfluos para muchas especies animales. Las ballenas, por ejemplo, poseen restos óseos que recuerdan una pelvis. ¿Para qué iba una criatura acuática a tener una pelvis, si no puede caminar? Los peces, de hecho, no tienen pelvis, como le consta a cualquiera que se haya comido un pescado frito y le haya tenido que sacar laboriosamente las espinas. Si hubiera un Creador que hubiera creado a la ballena, lo lógico es que la hubiera creado desde el inicio sin pelvis. Sin embargo, hoy en día sabemos que la respuesta es diferente: la ballena evolucionó desde antepasados terrestres, que por caminar en tierra firme sí tenían pelvis. Con el paso a un medio marino, la pelvis se fue atrofiando, pero no desapareció.

Otra prueba interesante es el "pulgar del panda", que incluso le da nombre a un estupendo libro sobre la Evolución, que publicara el célebre científico Stephen Jay Gould. A primera vista, el oso panda tendría un pulgar oponible, algo que no encaja en la idea clásica de que sólo el ser humano poseería tal órgano. Para remate, a diferencia de la mayor parte de los mamíferos, el pulgar del panda sería un ¡sexto dedo! Si la mayor parte de los mamíferos poseen cinco dedos porque vienen de un antepasado común con tal cantidad de dedos, ¿de dónde salió el pulgar del panda? La respuesta: del sesamoide radial, un hueso de la muñeca al cual la evolución deformó hasta convertirlo casi en un sexto dedo... aunque originalmente no lo fuera. Otros carnívoros emparentados con el oso panda, como por ejemplo los osos y los mapaches, también presentan esta configuración. Si un supuesto Creador hubiera creado al oso panda, le habría convertido sin duda en un mamífero bastante anómalo, con un "sexto dedo" salido de un hueso que en otros mamíferos pertenece a la muñeca.

Aún se puede argumentar que el Creador creó desde ya a la ballena con pelvis y al oso panda con un pulgar adicional a los cinco dedos porque esa era la mejor manera de hacerlos. Sin embargo, eso no quita que tales soluciones de ingeniería biológica sean un tanto chapuceras, como por ejemplo crear al ser humano con muelas del juicio en principio inútiles, y por lo tanto, de asumir la existencia de un Creador, deberíamos concluir que no es omnipotente, porque no es capaz de crear una solución más perfecta o simple para tales problemas de diseño. Por lo tanto, la naturaleza, a través de tales imperfecciones, ofrece pruebas que van EN CONTRA del Argumento del Diseño, y NO A FAVOR de éste.

jueves, 29 de octubre de 2009

Proverbios salidos de los Evangelios.


Muchas veces, ciertas frases resultan tan golpeadoras, que se separan de su contexto original, e incluso se suelen olvidar sus fuentes, para pasar a tener vida propia en el idioma popular. Siendo la Biblia uno de los más importantes libros de la cultura occidental, no es raro que muchas frases de ésta hayan pasado a formar parte del refranero. Incluso hasta los hablantes agnósticos o ateos, en algún minuto, casi de manera inconsciente, terminan por citar tal o cual frase, simplemente porque así es más sencillo ser entendido, además de su valor literario intrínseco. Como hacer una recopilación da para largo, me he conformado con sentencias atribuidas a Jesús. Apostaría mi ración de Whiskas de una semana a que ustedes también han usado varias de éstas en ocasiones. Y por comodidad (son cuatro Evangelios para hurgar, ¿vale?) me remitiré únicamente a Mateo, pero casi cada frase está más o menos repetida en los otros, a veces con variaciones.

-- "Los mansos heredarán la Tierra". Esto es de las bienaventuranzas, la parte inagural del Sermón de la Montaña ["Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad", Mateo 5:5].

-- "No juzguéis para que no seáis juzgados" es parte del Sermón de la Montaña [Mateo 7:1]. Casi a renglón seguido, y más o menos dentro del mismo sentido, viene el clásico "la paja en el ojo ajeno" ["¿por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu ojo? O ¿cómo dirás á tu hermano: Espera, echaré de tu ojo la mota, y he aquí la viga en tu ojo? ¡Hipócrita! echa primero la viga de tu ojo, y entonces mirarás en echar la mota del ojo de tu hermano", Mateo 7:3-5].

-- "Por sus frutos los conoceréis" [Mateo 7:20]. También pertenece al Sermón de la Montaña.

-- "El que no está conmigo, está contra mí". La dice Jesús, reprendiendo a los incrédulos que le han visto curar a un endemoniado porque consideran que Jesús obra por favor de Satán ["El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, derrama", Mateo 12:30]. Antes que eso, ha dicho otra frase quizás menos célebre, pero también recurrida: "Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado; y toda ciudad ó casa dividida contra sí misma, no permanecerá".

-- "Pasar un camello por el ojo de una aguja". El texto original es de Mateo 19:23-24 ["(...) De cierto os digo, que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos. Mas os digo, que más liviano trabajo es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios"]. Se le han atribuido varias interpretaciones a la frase, pero sigue estando en activo.

-- "Vino nuevo en odres viejos". Esta es quizás un cultismo, pero algunos escritores más antiguos la utilizaron. Incordian a los discípulos de Jesús reprochándoles que no ayunan, mientras que los fariseos sí, y Jesús, con su típico saltar de un tema a otro para ganar dialécticamente, responde: "¿Pueden los que son de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? mas vendrán días cuando el esposo será quitado de ellos, y entonces ayunarán. Y nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; porque el tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en cueros viejos: de otra manera los cueros se rompen, y el vino se derrama, y se pierden los cueros; mas echan el vino nuevo en cueros nuevos, y lo uno y lo otro se conserva juntamente" [Mateo 9:15-17]. Más claro, echarle agua... o vino.

-- "Al César lo que es del César". Le preguntan a Jesús si debe pagársele impuesto al César, pregunta con trampa porque si responde que sí, los hebreos le agarran por vendido al imperialismo, y si que no, los romanos lo agarran por sedicioso. Y Jesús responde: "Pagad pues á César lo que es de César, y á Dios lo que es de Dios" [Mateo 22:21].

Y bueno, para terminar, un bonus track tomado no de Mateo, sino de Juan:

-- "El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Eso es del episodio en que Jesús se encuentra con una mujer adúltera perseguida para ser apedreada hasta la muerte, y los fariseos aprovechan el lance para preguntarle, con trampa por supuseto, si hay que lapidarla según la Ley de Moisés (problema: Jesús queda como poco caricativo y contradice su mensaje) o perdonarla (problema: Jesús queda como contrario a la Ley de Moisés). Y él se limita a responder: "El que de vosotros esté sin pecado, arroje contra ella la piedra el primero" (Juan 8:7). Y, como sabe cualquiera que haya visto pelis bíblicas en Semana Santa o Navidad, la turba prefirió marcharse a aceptar el desafío.

domingo, 25 de octubre de 2009

Los arqueros ingleses barren a los caballeros franceses.


La Batalla de Crécy, en el año 1346, fue un evento mayor no sólo dentro de la Guerra de los Cien Años en que se libró, sino también de la evolución de las tácticas militares, ya que marcó el comienzo del fin para la caballería medieval. Desde la época de los francos que una cada vez más perfeccionada caballería se había transformado en el arma definitiva sobre los campos de batalla, y sobre las espaldas de su poder militar se había construido el sistema feudal entero. Pero los franceses estaban por descubrir, muy a su pesar, que eso iba a cambiar.

Apenas estallada la guerra se había librado la Batalla de las Esclusas, en la que la flota francesa había sido arrasada, alejándose para siempre el peligro de una invasión militar francesa a las Islas Británicas, pero el rey Eduardo III de Inglaterra, crónicamente escaso de numerario, había sido incapaz de aprovechar su triunfo. Finalmente se decidió a atacar a Francia, pero, incapaz de costear un ejército de caballeros (el alimento de los caballos y la forja y mantención de las armaduras tenían un costo prohibitivo), hubo de confiar en los arqueros de tiro largo. La decisión no era mala: los arqueros ingleses ya habían demostrado su valía ayudando a batir a los infantes escoceses en 1332 y 1333, y a los ballesteros flamencos en 1337. En escaramuzas previas, los franceses mismos habían recibido la mordida de la nueva estrategia militar inglesa. Pero el conservadurismo táctico francés pudo más.

Los 12.000 arqueros ingleses de Eduardo III se alinearon en una suave colina, con los flancos protegidos, aunque no tanto que fueran invulnerables a una maniobra de tenazas. Felipe VI de Francia, por su parte, mandaba a un ejército bastante heterogéneo, en el que también integraban ¡los reyes de Navarra, Bohemia y las Islas Baleares! (quizás tampoco fuera buen presagio que Bohemia fuera regida en esos años por un tal Juan el Ciego...). Aún así, Felipe VI podía oponer 12.000 caballeros, sin contar a la chusma de a pie, además de 5.000 ballesteros genoveses. Es decir, por puros números, los caballeros de Felipe VI deberían haber ganado la batalla.

Pero los caballeros franceses, todos ellos nobles y todos ellos orgullosos, desdeñaron la posibilidad de usar la táctica y prefirieron el asalto frontal. Desdeñaron también a los ballesteros genoveses, que hubieran podido contestar fuego contra fuego sobre los arqueros ingleses, y que no sólo habían marchado 18 horas seguidas, sino que además, tenían mojadas las cuerdas de sus ballestas. Apenas divisado al enemigo, los belicosos caballeros franceses decidieron atacar, colina arriba, no sólo sin haber descansado, sino incluso sin que la retaguardia hubiera alcanzado aún a la vanguardia. Los ballesteros genoveses avanzaron, pero su descarga se quedó corta: los arqueros ingleses contestaron con sus propias flechas, y causaron estragos entre los pobres ballesteros. Estos trataron de retirarse, pero fueron los propios caballeros franceses, con Felipe VI mismo gritando "¡Me maten a esos canallas, que nos entorpecen el paso y no sirven para nada!", quienes les cerraron el paso y empezaron a atropellarlos, perdiendo en esto todo el brío de un ataque frontal. Desorganizados, y ahora bajo fuego de los arqueros ingleses, los caballeros franceses intentaron cargar, sin orden ni cohesión, y sin contar con un pequeño detalle: sus armaduras no eran tan gruesas como para impedir que las puntas de la flechas inglesas, lanzadas con fuerza, pudieran traspasarlas. Quince veces a lo largo del día cargaron los franceses, y quince veces fueron rechazados. La masacre fue tan absoluta que, según algunos calculan, cerca de la tercera parte de toda la nobleza de Francia fue barrida en ese único día, sobre el campo de batalla.

Increíblemente, los franceses nada aprendieron de esto. En 1356, en la Batalla de Poitiers (otra más, no aquélla en que Carlos Martel derrotó a los árabes en 732, valga la nota), el rey francés decidió que los caballeros luchaban mejor a pie (¡¡!!) y les ordenó desmontar para cargar contra los arqueros ingleses. Nueva derrota, por cierto. En fecha incluso tan lejana como 1415, en la Batalla de Azincourt, los caballeros franceses volvieron a incurrir en el mismo error, y se ganaron una nueva y más que bien merecida derrota. La edad dorada del arquero, el piquero y el ballestero se prolongaría así durante unos dos siglos, desde Crécy hasta las guerras de Carlos V, en que nuevas innovaciones, principalmente las armas de fuego, cambiarían una vez más el mapa de la guerra.

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