Historias desopilantes, anécdotas curiosas, rarezas antiguas: bienvenidos a los siglos curiosos.
domingo, 28 de noviembre de 2010
¿Cuál fue el pecado de los sodomitas?
La pregunta del título es una de ésas que parecen obvias a primera vista. ¿Cuál fue el pecado de los sodomitas? Pues... la sodomía, si después de todo la palabra "sodomía" (y por extensión, el nombre de la banda thrash ¡alemana! Sodom) viene de la ciudad bíblica de Sodoma y los sodomitas. Y sin embargo, como de costumbre con la Biblia, las cosas no siempre resultan tan fáciles. Veamos.
Repasemos un poco la historia de la Biblia. En forma muy resumida, Lot era sobrino de Abraham. Después de llegar de Mesopotamia, el ganado era mucho y la tierra poca, así es que Abraham y Lot se separan, y Lot se dirige al valle del Jordán, en ese entonces muy fértil según el texto bíblico, y en donde está la ciudad de Sodoma, en donde Lot acabó por instalarse, a pesar de ser una ciudad pecadora (Génesis 13). Nótese que Abraham rehusa tener tratos con Sodoma, incluso cuando ellos le ofrecen un rescate por unos prisioneros que Abraham ha tomado, y a según la descripción de Sodoma como ciudad rica, está implícito que el rescate es espléndido (Génesis 14:21-24). El caso es que Dios se enoja finalmente con los pecados de Sodoma, y envía a unos ángeles a investigarla a manera de espías (el Dios Omnipotente, nótese), aunque le asegura a Abraham que no destruirá la ciudad si encuentra a lo menos diez justos en ella (Génesis 18). Cuando los ángeles llegan a Sodoma, están dispuestos a pernoctar en la plaza del pueblo, pero Lot les ofrece alojamiento e insiste hasta que los convence. Suerte para los ángeles: porque en la noche, los sodomitas van a golpear la puerta de Lot, y le piden que entreguen a los ángeles para directamente abusar de ellos. Aquí viene algo un poco incomprensible para la mentalidad moderna: para honrar la hospitalidad que ha conferido a los ángeles, Lot ofrece algo suyo a la multitud en vez, a saber, sus propias hijas vírgenes (sí, para que los sodomitas abusen de ellas en vez de abusar de los ángeles... debe recordarse que según la Biblia, las mujeres son posesiones de los hombres, y nadie dijo que la Biblia no fuera machista). Pero los sodomitas no aceptaron, e incluso trataron de forzar la puerta: son los ángeles quienes salvan la situación, extendiendo los brazos y cegando con sus superpoderes a los atracadores. El resto es la famosa historia de cómo llovió fuego y azufre desde el cielo y las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron arrasadas (Génesis 19).
Es en el rechazo de los sodomitas a violar a las hijas de Lot, y preferir violar a los ángeles (varones), que se basa la leyenda de los sodomitas como... bueno, como sodomitas justamente, como homosexuales, y de hecho en numerosos pasajes de la Biblia se utiliza en ese sentido la palabra "sodomita" (un gentilicio así como "sanfranciscano" lo es de ese otro antro gay que es San Francisco en Estados Unidos). Y sin embargo, hay indicios que ofrecen una interpretación diferente. En Ezequiel 16:49-50, dirigiéndose a Jerusalén, se dice lo siguiente: "He aquí que ésta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, hartura de pan, y abundancia de ociosidad tuvo ella y sus hijas; y no corroboró la mano del afligido y del menesteroso. Y ensoberbeciéronse, é hicieron abominación delante de mí, y quitélas como vi bueno". Nótese como en ninguna parte se menciona el pecado de la sodomía como propio de los sodomitas. Los pecados de Sodoma según este pasaje tienen más que ver con el egoísmo de los ricos, y la dedicación a la búsqueda desenfrenada de placeres. Recordemos que Sodoma era una ciudad opulenta en una región fértil y rica, según Génesis 13, y no es extraña la idea de ver a los sodomitas como tipos que, enriquecidos con la agricultura, el comercio y la industria, hayan desarrollado una visión materialista y hedonista de la vida. ¿Por qué Ezequiel omitió del listado un pecado tan típicamente castigado por la Biblia como la sodomía? ¿Puede ser que no considerara a la sodomía como un pecado tan grave, o que no considerara a los sodomitas como homosexuales? ¿Acaso no lo mencionó porque el lector de su época podía darlo por sobreentendido? ¿O fue simplemente por pureza literaria, para remarcar los otros pecados de Sodoma, los que sí podían aplicársele a Jerusalén, contra la cual Ezequiel dirige estas palabras? Adicionalmente, en el Nuevo Testamento, Jesucristo utiliza la metáfora de la destrucción de Sodoma siempre como ejemplo del castigo contra la injusticia y la iniquidad, no contra la homosexualidad directamente (véase Mateo 10:12-15, Mateo 11:20-24, Lucas 10:10-12, Lucas 17:28-30, todas advertencias que no tendrían sentido dentro de su contexto si se consideraran como admoniciones contra la homosexualidad, en vez de lo que en verdad son, advertencias contra el orgullo, el egoísmo, la prepotencia y la búsqueda inmoderada de placeres sensuales).
En cualquier caso, el hecho de que el pecado de Sodoma haya sido el egoísmo, el hedonismo y la falta de caridad, tampoco estas actitudes son incompatibles con un gusto por la homosexualidad. Puede que los sodomitas hayan incurrido en la homosexualidad precisamente como una manera de "explorar nuevos placeres", luego de que se hubieran agotado los placeres que se podían obtener pagando dinero por ellos. En cualquier caso, como puede observarse, las respuestas no son fáciles y el texto bíblico es más bien parco en describirnos a Sodoma y Gomorra mismas, como no sea la escena de su destrucción. Por otra parte, poniéndonos un poco maliciosos, hay mucha gente que ha interpretado históricamente la Biblia de una manera o de otra, y a quienes les conviene más tomar la historia de Sodoma como un castigo contra la homosexualidad, que como una advertencia contra el orgullo de los ricos por gozar de sus riquezas de manera prepotente, abusiva o autodestructiva. Porque como se sabe, las religiones suelen predicar la humildad de espíritu a los pobres y no tanto a los ricos, para que ni los ricos se molesten ni los pobres se rebelen, manteniendo así un orden social en que las religiones puedan profitar de sus riquezas... habidas sólo para asegurarse de que las personas alcancen la salvación eterna, no se piense mal tampoco.
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jueves, 25 de noviembre de 2010
El Carnicero de Hannover.
Entre las espeluznantes crónicas del crimen a lo largo de los tiempos, la bestialidad del Carnicero de Hannover ocupa una plaza destacada. Este fue el nombre con el que es mejor conocido el señor Friedrich Haarmann ("Fritz", para los amigos), quien vivió entre 1879 y 1925, y a quien se le comprobaron 24 víctimas.
El modus operandi de Fritz Haarmann no puede ser descrito de otra manera sino como enfermizo. Era homosexual, y buscaba a sus víctimas entre los jóvenes masculinos, fueran prostitutos o vagabundos. Luego los llevaba a su apartamento, y mientras los sodomizaba, les rajaba el cuello con un cuchillo. Luego, según se dice, vendía la carne en el mercado negro, sin despertar demasiadas sospechas, porque sus crímenes principiaron en 1919, después de la Primera Guerra Mundial, y con una Alemania literalmente hundida en ruinas y sumida en una pavorosa escasez, nadie hacía demasiadas preguntas por la procedencia de la comida. En cuanto a las ropas y pertenencias de las víctimas, se las pasaba a un tal Hans Grans, quien se las arreglaba para venderlas a bajo precio por ahí.
El juicio de Friedrich Haarmann fue enormemente mediático para la Alemania de su tiempo. Antes de su ejecución, firmó una carta de confesión, en la que exculpó de toda responsabilidad a Hans Grans. Quizás esto puede haberle evitado la guillotina, pero aún así, Hans Grans acabó en prisión. En cuanto a Haarmann, acabó guillotinado el 15 de Abril de 1925.
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domingo, 21 de noviembre de 2010
El Vampiro de Düsseldorf.
¿Creían que con la pérfida y psicótica Erzsebet Báthory se acabaron los asesinos seriales motivados por la pura sangre? Se equivocan. Uno de los más célebres asesinos posteriores fue el llamado Vampiro de Düsseldorf, cuyos crímenes se remontan a comienzos del siglo XX.
El nombre verdadero del "Vampiro" fue Peter Kürten, y nació en 1893, en la ciudad de Mülheim am Rhein (esa ciudad estaba desde tiempos medievales a orillas del Río Rin, frente a Colonia, pero con el crecimiento metropolitano de esa ciudad, se la puede considerar ahora como un barrio periférico de la misma). Su infancia podría configurar un caso clásico de anomia. Su padre era un alcohólico que abusaba sexualmente de su esposa y de sus propias hijas, y el joven Peter le tomó pronto el gustillo a eso, haciendo lo propio con sus hermanas más pequeñas. Sin pistas ni formación sobre el bien y el mal, y escapándose de la casa para evitar las golpizas paternas, acabó cometiendo varios delitos, que de las raterías pequeñas escalaron al asesinato, por lo que pasó veinte años tras las rejas. Cuando salió, ya era un adulto, y no demasiado escarmentado que digamos.
Hasta aquí hubiera sido nada más que otro repugnante delincuente común, pero Peter Kürten dio el paso desde la maldad a la supermaldad, siguiendo con sus asesinatos. Ahora les cercenaba la garganta y bebía su sangre. Su jactancia llegó al extremo de enviar a la policía un plano con la ubicación de uno de los cuerpos de las víctimas. Pero se fue volviendo cada vez más descuidado, y finalmente le apresaron. En su juicio se pretendió exculparlo basado en que su mente estaba clínicamente enferma. Lo cierto es que se debe tener mucha arrogancia o mucha desafectación con la realidad para decir perlas como comparar sus traguitos de sangre con el fumar tabaco, como un vicio inofensivo más. Fue sentenciado a nueve penas de muerte, pero como es lógico, sólo pudieron ejecutarlo una sola vez: en la guillotina. Esto ocurrió en el año 1931.
En el juicio se encontraba presente Fritz Lang, seguramente el más importante de los directores alemanes de la época del cine mudo, creador entre otras pelis de la memorable "Metrópolis". Basado en los acontecimientos, Lang rodó la película "M (El Vampiro de Düsseldorf)", con la cual inmortalizó a este criminal.
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jueves, 18 de noviembre de 2010
Breve historia de las segundas partes en el cine.
Dice el dicho que "segundas partes nunca fueron buenas". Lo señalaba sarcásticamente Miguel de Cervantes respecto del Quijote de Avellaneda, la infame segunda parte a las aventuras del Quijote, que obligó a Cervantes mismo a escribir su segunda parte oficial, y a matar a su héroe para que nadie más lo retomara (claro, en la actualidad eso no es un inconveniente, o resucita como superhéroe Marvel, o como zombie, pero en aquella época, el año de Nuestro Señor Jesucristo de 1615)... El caso es que en los albores del cine, las pelis se hacían como pelis redondas y punto. Quizás porque se basaban en obras literarias o teatrales sin segundas partes, o porque las ganancias eran demasiado pequeñas como para pensar en estirar el asunto.
Probablemente, exceptuando las pelis hechas un poco a manera de series televisivas (por ejemplo, las chorradas de los Keystone Cops) y hasta donde mis investigaciones alcanzan, los pioneros en eso de desarrollar segundas partes de pelis derechamente pelis, fueron los Estudios Universal. Estos se habían forrado con sus pelis de monstruos en los '30s, explotando al máximo la por entonces novel tecnología del cine sonoro, pero el repertorio de monstruos se les acababa: ya habían rodado "Drácula", "Frankenstein", "El Hombre Lobo" y "El Hombre Invisible". Así pues, ¿por qué no aprovechar el tirón que habían tenido las otras pelis, y rodar una secuela? Ignoro si es la primera secuela en la Historia del Cine, pero sí debe ser la primera secuela considerada como una peli que valga la pena recordar: "La novia de Frankenstein", de 1935, fue la continuación de "Frankenstein", a pesar de que en la anterior, el monstruo moría. Tanto éxito tuvo, que dejó legado en el idioma: mientras que Frankenstein es en realidad el doctor que inventa al monstruo (que en la novela original y en la peli de 1931 no tiene nombre), acá pasa a ser el nombre mismo del monstruo. Al año siguiente, en 1936, venía "La hija de Drácula". Ambas secuelas compartían el hecho de tener poco que ver con el material original, y eran invención completa de la calenturienta mente de los guionistas.
Con todo, la idea de hacer secuelas (y más tarde crear franquicias enteras) permanecía confinado en el ámbito de la serie B, en donde podían repetirse impunemente conceptos porque si la serie fracasaba, las pérdidas por costos presupuestarios serían mínimas. Las segundas partes tenían en común no seguir el título de la primera con numeración, como fue práctica posterior. Pero en los '70s llegó "El Padrino" (1972). La peli tuvo tanto éxito de crítica (Oscares incluidos), y lo más importante, éxito monetario, que los productores decidieron ir a por la secuela. Para fuentes había material: un buen porcentaje de la novela de Mario Puzo (concretamente, toda la historia de la llegada de Vito Corleone a América y su ascenso al poder, cosas que aparecen en la novela pero no en la peli originaria de la franquicia) había quedado fuera de la peli original. De manera que la adaptaron, sacándose de la manga una historia con Michael Corleone ya como don de la mafia como contrapunto, y rodaron "El Padrino II" (Mario Puzo, el novelista y guionista original, siguió a cargo; se dice que George Lucas, invitado a una exhibición especial, le dijo a Ford Coppola que descartara una de las dos pelis que tenía en "El Padrino II", pero por desgracia Ford Coppola no le hizo caso). Aún tímidos, le pusieron "The Godfather, Part II", sin atreverse a plantarle un "2" a secas, quizás para convencer a la audiencia de que la historia completa no había sido contada todavía (ignorando el hecho de que, en otro país anglófono al otro lado del charco como Inglaterra, ya existía un "Quatermass 2", de ¡1957!). Después, en 1975, la timidez se fue cuando le clavaron derechamente un II romano a "Contacto en Francia II". Interesantemente, "Contacto en Francia" es anterior a "El Padrino", pero "Contacto en Francia II" es posterior a "El Padrino II". Además se produjo una interesante situación en castellano: como en inglés "El Padrino II" no tiene un número a secas, el honor de ser la primera segunda parte marcada con un simple número pertenece a "Contacto en Francia II" ("The French Connection II"), mientras que en castellano, como se comieron el "part" en "Part II", el honor de ser la primera segunda parte con un simple número pertenece a "El Padrino II", justamente...
Y ya no paró. Los '70s vieron el ascenso del cine blockbuster, y con esto la idea de llenarse los bolsillos con segundas partes era casi natural. De manera que en la segunda mitad de la década se habló como la cosa más natural, de continuaciones para "Rocky" (1976) y "La guerra de las galaxias" (1977). El caso de "Superman" fue más escandaloso. Mario Puzo (¡el mismo de "El Padrino"!) había escrito un extenso tratamiento de la historia, pero los productores decidieron que tenían una peli que se vendería sí o sí entre las manos, así es que lo partieron en dos. Por esta razón, para entender mejor el concepto de Mario Puzo respecto de Superman, es necesario ver de corrido "Superman" y "Superman II" (y si "Superman II" es la versión director's cut de Richard Donner, que refleja más fielmente la visión de Donner/Puzo, tanto mejor), mientras que "Superman III" es una peli completamente autoconclusiva en sí misma. Entre tanto habían llegado "Rocky II" y "El Imperio contraataca", y ya la cosa no paró. E incluso, cosa rara, empezó a hablarse de segundas partes que sí eran buenas, desde "El Imperio contraataca" hasta "The Dark Knight". Con lo que, para defenderse de ser reclutado para una tercera del Batman 2000s, el director Christopher Nolan dijo sobre si alguien había escuchado de una TERCERA parte que fuera buena... (aunque al final, igual firmó).
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Cine
domingo, 14 de noviembre de 2010
¿Los Ewoks contra las tropas imperiales...?
Uno de los aspectos más criticados de la entera saga Star Wars, es la inclusión de los Ewoks, esos peluchitos cazadores-recolectores que reemplazaron a lo que, se suponía, iba a ser el planeta nativo de los wookies (ya saben: Chewbacca). Nada diremos sobre si fue una decisión acertada desde el punto de vista cinematográfico, o si George Lucas se pasó de pesetero vendiéndole muñequitos tiernos a los niños (ya escribí un comentario sobre "El regreso del Jedi" en Cine 9009, así es que pueden seguir el enlace si les interesa), pero sí le daremos un par de vueltas desde el punto de vista histórico. Porque podemos preguntarnos, ¿es verosímil, más allá de la suspensión de la incredulidad, pensar que esos ositos armados con palos y piedras hubieran podido derrotar a todo un destacamento de entrenadísimas tropas de élite de un Imperio Galáctico, nada menos? En términos del universo narrativo de Star Wars la respuesta puede ser ambigua, pero si lo vemos en términos históricos, la respuesta sí puede ser un sí. En realidad, siempre hablando desde la perspectiva histórica, quizás estemos ante uno de los mejores hallazgos de la saga de Star Wars, si la vemos como una especie de "historia del futuro" (o una historia de una galaxia muy lejana, tanto más da).
La premisa básica es la siguiente. Llegan las tropas imperiales a la luna santuario de Endor, e instalan una base de operaciones. No se toman la molestia (aparentemente) de colonizar dicha luna, sino simplemente se instalan allí. Uno puede preguntarse por qué nadie había emprendido la colonización si con el viaje hiperespacial ningún punto de la galaxia está demasiado lejano, además de verse un planeta rico en recursos naturales, pero bueno, aceptémoslo como una premisa. Resulta que, espoleados por los rebeldes (los protas), los Ewoks se sublevan y aplastan a las tropas imperiales sin remisión. Y con palos, piedras y cuerdas, consiguen batir a todo un destacamento imperial sin mayores complicaciones. Ante la pregunta que nos ocupa (¿hay precedentes históricos de esto?) la respuesta es afirmativa. De hecho, hay numerosos ejemplos en que los "bárbaros", los "brutos" o los "incivilizados" han hecho pedazos a destacamentos enemigos imperiales, que se han enfrentado a ellos en forma temeraria.
Un ejemplo ya lo tuvimos en Siglos Curiosos, en el posteo "El peor hombre posible contra Afganistán", en donde los afganos le dieron a los británicos una paliza de órdago en 1842. En ésa hubo al menos uno o dos supervivientes, y eso es MÁS de los que sobrevivieron a la Batalla de los Bosques de Teutoburgo (9 d.C.), en donde el general romano Varo perdió tres legiones y la vida a manos de los germanos de Arminio. Y si del Imperio Británico y el Romano nos vamos al Imperio Persa, resulta que el muy civilizado Ciro el Grande (el tipo del Cilindro de Ciro, que permitió el regreso de los hebreos a Jerusalén) perdió la vida a manos de una banda de escitas, una tribu semibárbara de las estepas. En la historia moderna, la derrota de la superior potencia tecnológica de Estados Unidos ante los campesinos de Vietnam rememora el mismo fantasma. España tiene su propio ejemplo, cuando los rifeños de Abd El Krim se las arreglaron para hacer pedazos al arrogante General Silvestre en El Anual (1921). Y en Chile, el toqui mapuche Lautaro se las arregló para atraer al español Pedro de Valdivia a una trampa, y batirlo en la Batalla de Tucapel (1553), hasta un punto tal que hasta el día de hoy se ignoran los detalles sobre cómo murió realmente Valdivia (¿en batalla, torturado, ejecutado...?). Los ejemplos suman y siguen, pero lo dejaremos hasta ahí en beneficio de la brevedad.
En todos estos casos concurren algunos patrones. En primer lugar, la potencia imperialista cae en el etnocentrismo, el desprecio a los "salvajes" (afganos, germanos, escitas, vietnamitas, rifeños, mapuches, etcétera), y se adentra imprudentemente en territorio enemigo con fuerzas claramente insuficientes y sin demasiada información sobre el lugar y sus habitantes. En segundo lugar, el terreno hostil opera a favor de los nativos, que lo conocen y manejan bien, y con eso consiguen anular la superioridad tecnológica del invasor. En tercer lugar, los nativos suelen tener una estructura social más laxa que el invasor, y eso se traduce en un estilo más guerrillero de lucha, a diferencia de la lucha organizada de los invasores, a veces no muy apta para terrenos hostiles, ya que un terreno accidentado obliga a los guerreros a ser autónomos y valerse por sí mismos en vez de confiar en grandes fuerzas que no son capaces de maniobrar adecuadamente en tales geografías. Si repasamos "El regreso del Jedi", podemos encontrarnos que todos estos elementos están presentes: las tropas imperiales y el Emperador menosprecian a los Ewoks (ni siquiera los consideran en sus planes), luchan en un terreno claramente hostil (un bosque cerrado que no les permite un despliegue pleno de fuerzas), y los Ewoks recurren a la guerrilla frente a las tropas imperiales disciplinadas, pero claramente superadas por su ambiente. ¿Resultado? El mismo que en todos los casos anteriores: una aplastante victoria del nativo sobre la potencia imperialista invasora.
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jueves, 11 de noviembre de 2010
El Edicto Perpetuo.
Una de las más peculiares instituciones del Derecho Romano, a ojos del mundo occidental acostumbrado a leyes que se otorgan desde un Parlamento, es el Edicto Perpetuo. Su interés radica en que combinaba de manera casi ideal dos características muy deseables de las leyes, a saber, que estén fijas para que todo el mundo sepa a qué atenerse respecto de ellas, y que sean lo suficientemente flexibles para permitirles cambiar de acuerdo a las necesidades y circunstancias de la vida exterior.
En el año 243 a.C., o sea en plena República Romana, se aumentó de manera definitiva el número de pretores de uno a dos. Los pretores eran los funcionarios encargados de la administración de justicia, y sobre ellos sólo estaban los dos cónsules, que eran lo que hoy en día consideraríamos el Poder Ejecutivo. En la época, la República Romana estaba en pleno proceso de expansión militar, y esto involucraba una serie de problemas jurídicos relativos a los negocios cada vez más amplios en que se involucraban los privados romanos. Al principio, como una idea inspirada, los pretores urbanos (el otro pretor era el "pretor peregrino": el urbano para la "Urbe" o la "Ciudad" de Roma, y el peregrino para los "afuerinos" o las provincias) dictaban sendas declaraciones sobre qué principios iban a seguir para administrar justicia durante su año de ejercicio (duraban un año en su cargo). La idea pareció lo suficientemente buena como para que los pretores sucesivos hicieran lo mismo, y de esta manera, lo que partió como un uso práctico devino en costumbre.
En la teoría jurídica de los romanos, el Edicto Perpetuo (llamado así a partir de la Lex Cornelia de 67 a.C.) era un acto de pura facultad del Pretor, y por lo tanto, si el nuevo Pretor quería ignorar por completo el edicto del anterior y reescribirlo desde cero, podía perfectamente hacerlo, y hacerlo era "constitucional". Pero con buen sentido común, esto hubiera introducido el caos en los asuntos jurídicos, además de que la cada vez más compleja legislación romana imposibilitaba que pudiera reescribirse el Edicto Perpetuo desde cero. De manera que los nuevos pretores en realidad trasladaban el Edicto Perpetuo del año anterior y lo hacían suyo, introduciéndole sólo cambios y reformas por aquí y por allá en donde hiciera falta, siempre haciéndose asesorar por los "iurisprudentes", los privados especialistas en cuestiones de derecho. La mencionada Lex Cornelia fijó el Edicto Perpetuo y lo consagró como una obligación del Pretor, y con ello esta costumbre se "oficializó".
En el año 131 d.C., pasadas las grandes conmociones del Imperio Romano, detenida su expansión imperial, y viviendo por tanto una calma chicha, el Emperador Adriano juzgó prudente fijar aún más el Edicto Perpetuo. De manera que ordenó al jurista Salvio Juliano que ordenara y sistematizara el Edicto Perpetuo, y lo promulgó como ley definitiva, a la que ya no se le iban a introducir modificaciones año a año. Esto, salvo que el propio Príncipe (el Emperador) a voluntad y en el momento en que se le ocurriera, decidiera. La cristalización del Edicto Perpetuo fue un síntoma de la esclerotización del hasta entonces dinámico Derecho Romano, así como una confirmación del poder absoluto que poseía el Emperador.
En el año 243 a.C., o sea en plena República Romana, se aumentó de manera definitiva el número de pretores de uno a dos. Los pretores eran los funcionarios encargados de la administración de justicia, y sobre ellos sólo estaban los dos cónsules, que eran lo que hoy en día consideraríamos el Poder Ejecutivo. En la época, la República Romana estaba en pleno proceso de expansión militar, y esto involucraba una serie de problemas jurídicos relativos a los negocios cada vez más amplios en que se involucraban los privados romanos. Al principio, como una idea inspirada, los pretores urbanos (el otro pretor era el "pretor peregrino": el urbano para la "Urbe" o la "Ciudad" de Roma, y el peregrino para los "afuerinos" o las provincias) dictaban sendas declaraciones sobre qué principios iban a seguir para administrar justicia durante su año de ejercicio (duraban un año en su cargo). La idea pareció lo suficientemente buena como para que los pretores sucesivos hicieran lo mismo, y de esta manera, lo que partió como un uso práctico devino en costumbre.
En la teoría jurídica de los romanos, el Edicto Perpetuo (llamado así a partir de la Lex Cornelia de 67 a.C.) era un acto de pura facultad del Pretor, y por lo tanto, si el nuevo Pretor quería ignorar por completo el edicto del anterior y reescribirlo desde cero, podía perfectamente hacerlo, y hacerlo era "constitucional". Pero con buen sentido común, esto hubiera introducido el caos en los asuntos jurídicos, además de que la cada vez más compleja legislación romana imposibilitaba que pudiera reescribirse el Edicto Perpetuo desde cero. De manera que los nuevos pretores en realidad trasladaban el Edicto Perpetuo del año anterior y lo hacían suyo, introduciéndole sólo cambios y reformas por aquí y por allá en donde hiciera falta, siempre haciéndose asesorar por los "iurisprudentes", los privados especialistas en cuestiones de derecho. La mencionada Lex Cornelia fijó el Edicto Perpetuo y lo consagró como una obligación del Pretor, y con ello esta costumbre se "oficializó".
En el año 131 d.C., pasadas las grandes conmociones del Imperio Romano, detenida su expansión imperial, y viviendo por tanto una calma chicha, el Emperador Adriano juzgó prudente fijar aún más el Edicto Perpetuo. De manera que ordenó al jurista Salvio Juliano que ordenara y sistematizara el Edicto Perpetuo, y lo promulgó como ley definitiva, a la que ya no se le iban a introducir modificaciones año a año. Esto, salvo que el propio Príncipe (el Emperador) a voluntad y en el momento en que se le ocurriera, decidiera. La cristalización del Edicto Perpetuo fue un síntoma de la esclerotización del hasta entonces dinámico Derecho Romano, así como una confirmación del poder absoluto que poseía el Emperador.
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domingo, 7 de noviembre de 2010
¿Elefantes prehistóricos o romanos?
Hoy en día, detalles más o detalles menos, tenemos una bastante preclara idea de cómo evolucionó la vida en la Tierra, y para enterarse de los detalles, basta con sintonizar algún canal científico, en donde los programas sobre fósiles, y más recientemente con infografías de dinosaurios vivos, son parte de la parrilla programática y muy populares. Pero a mediados del siglo XVIII las cosas eran muy diferentes. Se pensaba que el mundo había existido apenas 6000 años, que todos los seres vivientes habían salido del molde el primer día de la Creación, y que la única catástrofe planetaria había sido el Diluvio Universal. En este contexto, era fácil que las acertadísimas deducciones de Conyers, un comerciante inglés de la época, pasaran ignoradas y desapercibidas.
Mr. Conyers era anticuario y farmacéutico. Como parte del giro de su negocio, Conyers vendía marfil que salía de por ahí o por allá. Se asumía que el marfil provenía de unicornios gigantes o de dragones, y nadie se lo cuestionaba mayormente, pero cuando Conyers anunció que no eran de tales bestias míticas, sino de elefante, se hizo la burla general. Conyers se había hecho con una partida, y debido a que los precios estaban bajos y no era muy razonable vender amuletos de unicornio (de hecho, ya no se engarzaban en oro o plata, sino en hierro), los guardó. Y mientras tanto, los estudió. ¡Grande fue su sorpresa cuando en la partida descubrió lo que parecía ser una roca tallada, quizás un hacha de piedra! ¡Y más grande aún cuando descubrió que, en efecto, el marfil provenía de elefantes! Todo esto resultaba difícil de creer para el vulgo. Después de todo, cada londinense sabía que los unicornios y dragones existían en los páramos británicos, pero un elefante... un elefante en Inglaterra... ¿quién podría creer eso? ¿Y como un caballero inglés podría haber usado un hacha de piedra, en vez de una buena espada de metal?
Bagford, un amigo de Conyers, le sugirió entonces que aceptara, o al menos fingiera aceptar, que dichos huesos y esa hacha no eran de la Prehistoria, sino del período romano. La historia sería la siguiente: los romanos habrían tomado las Islas Británicas por asalto montados en elefantes, y algún fiero bretón, sin materiales para construir un hacha salvo piedra, les habría plantado cara combatiendo a los invasores.
A la larga, Conyers tenía razón. El marfil que había aparecido pertenecía a elefantes prehistóricos, y lo mismo el hacha de piedra. Pero la investigación paleontológica iba a tener que recorrer un largo camino antes de llegar a una conclusión tan revolucionaria.
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jueves, 4 de noviembre de 2010
Espectros de los ordovicos y los silures.
Uno de los más dramáticos eventos en la Historia de la Tierra, no demasiado conocido porque no intervienen dinosaurios, pero no por ello menos dantesco en cantidad bruta de muertos, es la llamada Extinción Masiva del Ordovícico-Silúrico, que se produjo aproximadamente hace 450 millones de años. No es la peor de todas, pero en cantidad de especies extintas no tiene nada que envidiarle a la extinción masiva más conocida, que es la KT (Cretácico-Terciario, la clásica de los dinosaurios, vamos). De hecho, es la segunda extinción masiva de especies marinas conocida, cerca de un 60% del total, lo que es bastante si se considera que en la época, TODA la vida animal o vegetal estaba confinada en los mares (el récord absoluto lo tiene la Extinción del Pérmico-Triásico, hace unos 250 millones de años, aunque en esa época la vida ya se había abierto camino hacia la superficie terrestre).
Desde un punto de vista etimológico, tiene su gracia que una de las cinco mayores extinciones masivas en la historia terrestre reciba su nombre de los dos períodos geológicos mencionados (el Ordovícico y el Silúrico, ambos partes del Paleozoico, conocido en los manuales antiguos como Era Primaria). Resulta que la Paleontología de la primera mitad del siglo XIX, cada vez más dispuesta a aceptar que la Tierra debía ser más vieja que los 6000 años bíblicos, comenzaba la dificultosa labor de periodizar la historia terrestre. Como la investigación científica estaba confinada en la época a los fósiles y sedimentos de Europa, las rocas mejor investigadas del período Primario (actual Paleozoico) eran las de Gales, en Inglaterra. De esta manera, cuando quisieron buscar nombres, se volvieron al nombre antiguo de Gales (Cambria), para bautizar lo que actualmente es el Período Cámbrico.
Ahora bien, pronto hubo que inventarse más nombres para los períodos, y como parecía cómodo el sistema adoptado, los dos períodos siguientes al Cámbrico recibieron su nombre de dos tribus galesas, precisamente: el Ordovícico de los ordovicos, y el Silúrico de los silures. Los ordovicos vivían en el norte de Gales y los siluros en el sur, y los historiadores romanos refieren el apetito de ambas tribus por la guerra. En los hechos, durante el siglo I después de Cristo, los romanos trataron de entrar a Gales por la fuerza, y si bien lograron conquistar y pacificar la región (más o menos), esto les costó lo suyo, y los ordovicos y siluros nunca aceptaron la romanización sino de mala gana, sólo para sacudírsela a la primera ocasión. Cuando cayó el Imperio Romano, Gales recayó en la barbarie como si nunca los romanos hubieran estado allí.
Yendo un poco más lejos en la etimología, nos encontramos con que la palabra "ordo-wik" puede estar emparentada con el irlandés "ord" y el galés "gordd", que significa martillo. "Silo", por su parte, vendría significando "semilla" en galés. Quizás ambas tribus, conocidas por la fiereza de sus guerrillas contra los romanos, se habrían sentido más que satisfechas de saber que por un capricho de la Historia de la Ciencia, los nombres de ambas acabarían insertas nada menos que en uno de los más importantes eventos de extinción masiva en la Historia de la Tierra completa...
Desde un punto de vista etimológico, tiene su gracia que una de las cinco mayores extinciones masivas en la historia terrestre reciba su nombre de los dos períodos geológicos mencionados (el Ordovícico y el Silúrico, ambos partes del Paleozoico, conocido en los manuales antiguos como Era Primaria). Resulta que la Paleontología de la primera mitad del siglo XIX, cada vez más dispuesta a aceptar que la Tierra debía ser más vieja que los 6000 años bíblicos, comenzaba la dificultosa labor de periodizar la historia terrestre. Como la investigación científica estaba confinada en la época a los fósiles y sedimentos de Europa, las rocas mejor investigadas del período Primario (actual Paleozoico) eran las de Gales, en Inglaterra. De esta manera, cuando quisieron buscar nombres, se volvieron al nombre antiguo de Gales (Cambria), para bautizar lo que actualmente es el Período Cámbrico.
Ahora bien, pronto hubo que inventarse más nombres para los períodos, y como parecía cómodo el sistema adoptado, los dos períodos siguientes al Cámbrico recibieron su nombre de dos tribus galesas, precisamente: el Ordovícico de los ordovicos, y el Silúrico de los silures. Los ordovicos vivían en el norte de Gales y los siluros en el sur, y los historiadores romanos refieren el apetito de ambas tribus por la guerra. En los hechos, durante el siglo I después de Cristo, los romanos trataron de entrar a Gales por la fuerza, y si bien lograron conquistar y pacificar la región (más o menos), esto les costó lo suyo, y los ordovicos y siluros nunca aceptaron la romanización sino de mala gana, sólo para sacudírsela a la primera ocasión. Cuando cayó el Imperio Romano, Gales recayó en la barbarie como si nunca los romanos hubieran estado allí.
Yendo un poco más lejos en la etimología, nos encontramos con que la palabra "ordo-wik" puede estar emparentada con el irlandés "ord" y el galés "gordd", que significa martillo. "Silo", por su parte, vendría significando "semilla" en galés. Quizás ambas tribus, conocidas por la fiereza de sus guerrillas contra los romanos, se habrían sentido más que satisfechas de saber que por un capricho de la Historia de la Ciencia, los nombres de ambas acabarían insertas nada menos que en uno de los más importantes eventos de extinción masiva en la Historia de la Tierra completa...
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