Es famosa la vieja costumbre romana de vomitar en los banquetes. La teoría era comer hasta reventar, y después de eso, devolver lo comido para seguir engullendo viandas y cosas ricas. Menciona Suetonio, por ejemplo, que el Emperador Claudio (41 a 54 d.C.), cuando estaba ahíto de comida, se tendía panza arriba y se hacía meter una pluma en la garganta para aligerar el estómago (Vida de Claudio, XXXIII).
Menos conocido es el hecho de que esta costumbre apareció en el siglo I a.C., cuando los romanos eran ya dueños de un extenso imperio que iba desde España y el Norte de Africa hasta Turquía. Parece ser que fue Lúculo, un general romano que hizo una victoriosa campaña militar por Asia, quien introdujo la costumbre, por lo que bien puede uno preguntarse si no la habrá imitado de alguno de los pueblos orientales. Al respecto, es bien conocido el fasto con el cual vivían los reyes de la región, como que Lúculo, cuando introdujo en Roma el botín que había rapiñado a esos pueblos, hizo descender la tasa de interés de los préstamos bruscamente a un tercio, tanto abundaba el dinero. Como sea, la costumbre de vomitar en los banquetes prosiguió a lo largo de la época de los Césares, aunque por supuesto, sólo la clase alta podía darse tales lujos. El pueblo llano dependía para su sustento muchas veces de las ollas comunes pagadas por los Emperadores, de manera que difícilmente podían tener para hacer lo mismo que los ostentosos aristócratas romanos...
Menos conocido es el hecho de que esta costumbre apareció en el siglo I a.C., cuando los romanos eran ya dueños de un extenso imperio que iba desde España y el Norte de Africa hasta Turquía. Parece ser que fue Lúculo, un general romano que hizo una victoriosa campaña militar por Asia, quien introdujo la costumbre, por lo que bien puede uno preguntarse si no la habrá imitado de alguno de los pueblos orientales. Al respecto, es bien conocido el fasto con el cual vivían los reyes de la región, como que Lúculo, cuando introdujo en Roma el botín que había rapiñado a esos pueblos, hizo descender la tasa de interés de los préstamos bruscamente a un tercio, tanto abundaba el dinero. Como sea, la costumbre de vomitar en los banquetes prosiguió a lo largo de la época de los Césares, aunque por supuesto, sólo la clase alta podía darse tales lujos. El pueblo llano dependía para su sustento muchas veces de las ollas comunes pagadas por los Emperadores, de manera que difícilmente podían tener para hacer lo mismo que los ostentosos aristócratas romanos...