Es indiscutible que los superhéroes han sido desde siempre fuente de controversias, pero aún así forman parte de la cultura popular del siglo XX, y probablemente prosigan con ese rol durante el XXI. Una de las heroínas más controvertidas ha sido la Mujer Maravilla. Y es que curiosamente, pese a que es defendida como un símbolo feminista, varios de sus rasgos arquetípicos responden a un estereotipo machista...
La primera gran oleada de superhéroes se produjo con fecha posterior a 1938, en la que advino el primero de ellos, Superman. Pero todos los héroes de la época eran masculinos. Uno de los consultores de DC Comics llamado William Moulton Marston observó esto, y pensó que era buena idea contrapesar la presencia masculina con una gran superheroína femenina. De esa manera nació la Mujer Maravilla, quien, para justificar sus superpoderes, era de ascendencia divina, ya que su linaje procedía de los viejos mitos de la Antigua Grecia.
Pero Marston en sí mismo era una persona con varios conflictos en relación a las mujeres: por una parte las idealizaba como criaturas superiores y más nobles que los hombres, pero por la otra, lo hacía porque el natural de las mujeres (según él) eran la obediencia y la sumisión. Por lo tanto, la historieta de la Mujer Maravilla mezcló estos elementos, haciéndola una mujer superior, pero también introduciendo elementos fetichistas y de bondage que, irónicamente a pesar de ser destinada a un público infantil, la hicieron enormemente hardcore, incluso para nuestra época. Así, dos de los atributos propios de la Mujer Maravilla, los brazaletes que pueden esquivar las balas y el látigo que amarra y obliga a decir la verdad, están cargados de implicancias fetichistas. Asimismo, otro elemento fetichista era la noción de que la Mujer Maravilla perdía sus superpoderes si era amarrada. Por cierto, el látigo de la verdad está relacionado con el detector de mentiras, invento en el que el propio Marston estuvo involucrado...
Cuando fue publicado el libro "La seducción del inocente", en los '50s, que llevó a la autocensura de los cómics, la Mujer Maravilla fue atacada por promover el lesbianismo. El tono de la historieta se suavizó, y aunque la Mujer Maravilla experimentó varias mutaciones (en los '70s, en plena fiebre de películas hongkonesas, llegó a ser una karateka al uso), los elementos fetichistas de personaje fueron progresivamente desdibujados. El propio Marston no estaba tampoco ahí para defender la concepción original del personaje, porque había fallecido de cáncer en 1947.
La primera gran oleada de superhéroes se produjo con fecha posterior a 1938, en la que advino el primero de ellos, Superman. Pero todos los héroes de la época eran masculinos. Uno de los consultores de DC Comics llamado William Moulton Marston observó esto, y pensó que era buena idea contrapesar la presencia masculina con una gran superheroína femenina. De esa manera nació la Mujer Maravilla, quien, para justificar sus superpoderes, era de ascendencia divina, ya que su linaje procedía de los viejos mitos de la Antigua Grecia.
Pero Marston en sí mismo era una persona con varios conflictos en relación a las mujeres: por una parte las idealizaba como criaturas superiores y más nobles que los hombres, pero por la otra, lo hacía porque el natural de las mujeres (según él) eran la obediencia y la sumisión. Por lo tanto, la historieta de la Mujer Maravilla mezcló estos elementos, haciéndola una mujer superior, pero también introduciendo elementos fetichistas y de bondage que, irónicamente a pesar de ser destinada a un público infantil, la hicieron enormemente hardcore, incluso para nuestra época. Así, dos de los atributos propios de la Mujer Maravilla, los brazaletes que pueden esquivar las balas y el látigo que amarra y obliga a decir la verdad, están cargados de implicancias fetichistas. Asimismo, otro elemento fetichista era la noción de que la Mujer Maravilla perdía sus superpoderes si era amarrada. Por cierto, el látigo de la verdad está relacionado con el detector de mentiras, invento en el que el propio Marston estuvo involucrado...
Cuando fue publicado el libro "La seducción del inocente", en los '50s, que llevó a la autocensura de los cómics, la Mujer Maravilla fue atacada por promover el lesbianismo. El tono de la historieta se suavizó, y aunque la Mujer Maravilla experimentó varias mutaciones (en los '70s, en plena fiebre de películas hongkonesas, llegó a ser una karateka al uso), los elementos fetichistas de personaje fueron progresivamente desdibujados. El propio Marston no estaba tampoco ahí para defender la concepción original del personaje, porque había fallecido de cáncer en 1947.
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