La constante cuyo valor es aproximadamente 3,1415926535... aparece por primera vez bajo el nombre de "Pi" en el siglo XVIII, de la mano del brillante matemático suizo Euler. Sin embargo, ya en la Antigüedad se sabía de la existencia de este valor, el cual es el resultado de dividir la circunferencia de un círculo por su diámetro. Es decir, los matemáticos de la más remota Antigüedad habían descubierto que cualquiera fuera el tamaño del círculo, siempre que se tomara el largo de su circunferencia y se dividiera por el diámetro de la misma, daría por resultado un valor constante, y que ese valor constante era igual a Pi (calculando éste con mayor o menor exactitud). ¿Debería resultar eso sorprendente? Probablemente no. La verdad es que los antiguos eran consumados geómetras, y debían serlo, debido a la importancia que entre ellos tenía la agrimensura (la medición de terrenos, en este caso agrícolas, para fijar sus deslindes) y la ingeniería. Probablemente fue el griego Arquímedes quien ganó más fama por medir pi, pero su labor ensombrece la de otros genios anónimos que en China, Babilonia o Egipto emprendieron labores semejantes. Y una evidencia temprana de ello se encuentra nada menos que en la Biblia, algo sorprendente para quien piense que el texto bíblico es apenas un conjunto de mitos semilegendarios sin base histórica alguna.
Si hemos de creer al relato bíblico, fue nada menos que Hiram de Tiro, el arquitecto que según el Libro de Reyes construyó el Templo de Jerusalén, quien tenía en mente el valor de pi. En el Libro Primero de Reyes 7:23 hay una temprana intuición acerca de esta constante. El versículo en cuestión dice lo siguiente (seguiré la traducción Reina Valera de 1909, por considerarla más exacta que otras actuales que traducen a "metros"): "Hizo asimismo un mar de fundición, de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo: su altura era de cinco codos, y ceñíalo alrededor un cordón de treinta codos". Se refiere a Hiram de Tiro, construyendo una pileta ("mar de fundición") en el interior del Templo de Jerusalén. Nótese que su circunferencia ("cordón") es de treinta codos, y su diámetro es de diez codos ("de un lado al otro"). O sea, este texto calcula pi en 3 (30 codos divididos en 10 codos arrojan ese resultado). Puede parecer un error grotesco, pero el escritor del Libro de Reyes era probablemente historiador y no arquitecto, en primer lugar, y en segundo lugar pudo simplemente dar cifras aproximadas, y no las reales. En todo caso, hay aquí una brillante premonición del valor de pi, que otros matemáticos después se encargarán de refinar, hasta las mediciones computacionales actuales que han arrojado valores de cerca de un trillón de dígitos, o quizás más...