El gran salto conceptual que significó la obra de Andreas Vesalio para la Medicina, es algo que ya comentamos en un posteo anterior de Siglos Curiosos. Pero no dijimos nada sobre su destino posterior, lo que le aconteció después de haber publicado su monumental "De humani corporis fabrica" ("De la fábrica del cuerpo humano"), en 1543.
Por haberse atrevido a enmendarle la plana a Galeno, el antiguo médico romano que era literalmente la Biblia de los médicos hasta el siglo XVI, Vesalio sufrió toda clase de ataques. Uno de los más enconados enemigos de Vesalio fue, por descontado, su antiguo profesor de Medicina, Jacobus Sylvius, quien probablemente se sintió amenazado en su calidad de académico de primera por su joven discípulo que le estaba superando; había sido profesor de uno de los más brillantes médicos de todos los tiempos, y aún así no tuvo empacho en llamarle loco.
Molesto por todo el escándalo a su alrededor, Andreas Vesalio se resolvió a marcharse de Italia, abandonando su puesto en la Universidad de Padua (en ella, algunos años después, y dicho sea de paso, se hará un puesto Galileo Galilei). Le habían ofrecido un puesto como médico en la corte española, por lo que se dedicó a las labores más bien pedestres, considerando su genio, de tratar la gota de Carlos V, y después los males de su hijo y sucesor Felipe II. Radicado en Bruselas primero y en Madrid después, tuvo tiempo de enriquecerse, y ejerció así para los reyes de España durante veintiún años.
Parecía que Vesalio había encontrado por fin recompensa a sus merecimientos, pero a finales de su vida emprendió la peregrinación a Tierra Santa. El motivo es desconocido, pero la leyenda negra insiste que chocó de frente con la Santa Inquisición, que le habría condenado a muerte por sus experimentos anatómicos. Felipe II le habría conmutado la pena por la de peregrinar a Jerusalén, lo que dados los precarios medios para viajar de aquel tiempo, era simplemente dilatar lo inevitable. En efecto, Vesalio enfermó gravemente durante el viaje, fue desembarcado en una isla griega (Zante, frente a Corinto), y de él nunca se volvió a saber, así es que se lo da por presumiblemente muerto. Un trágico destino para alguien que en la Medicina alcanzó tanta importancia como revolucionario, como su contemporáneo Nicolás Copérnico en la Astronomía.
Molesto por todo el escándalo a su alrededor, Andreas Vesalio se resolvió a marcharse de Italia, abandonando su puesto en la Universidad de Padua (en ella, algunos años después, y dicho sea de paso, se hará un puesto Galileo Galilei). Le habían ofrecido un puesto como médico en la corte española, por lo que se dedicó a las labores más bien pedestres, considerando su genio, de tratar la gota de Carlos V, y después los males de su hijo y sucesor Felipe II. Radicado en Bruselas primero y en Madrid después, tuvo tiempo de enriquecerse, y ejerció así para los reyes de España durante veintiún años.
Parecía que Vesalio había encontrado por fin recompensa a sus merecimientos, pero a finales de su vida emprendió la peregrinación a Tierra Santa. El motivo es desconocido, pero la leyenda negra insiste que chocó de frente con la Santa Inquisición, que le habría condenado a muerte por sus experimentos anatómicos. Felipe II le habría conmutado la pena por la de peregrinar a Jerusalén, lo que dados los precarios medios para viajar de aquel tiempo, era simplemente dilatar lo inevitable. En efecto, Vesalio enfermó gravemente durante el viaje, fue desembarcado en una isla griega (Zante, frente a Corinto), y de él nunca se volvió a saber, así es que se lo da por presumiblemente muerto. Un trágico destino para alguien que en la Medicina alcanzó tanta importancia como revolucionario, como su contemporáneo Nicolás Copérnico en la Astronomía.