Básicamente, un ronin es un samurai sin amo. Se supone que el valor supremo de un samurai es la lealtad, y no se puede ser leal si no hay alguien a quien serlo. Por lo tanto, un samurai sin amo se quedaba sin alguien a quien depositar su lealtad. Peor aún: si el amo moría o caía política y militarmente, el samurai se deshonraba, porque no había excusas para el cumplimiento del deber, y el samurai que hubiera permitido eso era indigno no sólo de seguir siendo samurai, sino de la vida propia. De ahí que el Bushido, el código samurai, obligara al ronin, al samurai deshonrado por la muerte o caída de su amo, al suicidio.
Como suele suceder, las cosas no son tan simples como en el papel. Si bien muchos samurai que caían en la categoría de ronin seguían el código hasta el último y se hacían el sepukku (el suicidio ritual, mejor conocido como "hara kiri"), otros preferían vivir como guerreros errantes, contratándose para quienes no fueran nobles (villanos, templos, o bien gente adinerada). Después de la guerra civil de 1185, y las convulsiones intestinas que azotaron a Japón hasta la imposición del Shogunato Tokugawa en 1603, la incertidumbre social y el clima militar abrió un amplio campo para estos guerreros desempleados que quisieran conservar la vida en vez de suicidarse. De manera que un ronin podía contratarse como yojimbo (guardaespaldas o mercenarios) y seguir peleando.
Los nobles, por su parte, disgustados ante estos samurais que se negaban a suicidarse, y que en el fondo seguían siendo un estorbo, puesto que ahora se volvían en su contra para defender a las víctimas de sus exacciones, propagaron la negra ideología por la cual el ronin era un deshonrado, por ser un descastado fuera de toda clase social. A esto, los ronin respondieron convirtiendo su profesión en emblema de la libertad romántica. Hasta el día de hoy en Japón, la figura del ronin como espíritu amante de la libertad tiene una importancia comparable en Occidente sólo a la romántica figura del guerrero germano que lucha siempre por su libertad.
Durante el Shogunato Tokugawa (1603-1867), los shogunes quebraron el poder de los daimyos, los nobles guerreros, de manera que el número de ronin creció espectacularmente. Como eran un problema para los shogunes, así como antes para los señores feudales, la ridiculización contra ellos prosiguió, y mucho de la literatura de la época los usa como tipos cómicos o ridículos. Durante la Era Meiji (1868-1912), los samurais fueron finalmente abolidos, y con eso, se secó la principal fuente de abastecimiento para los ronin, por lo que éstos salieron de la historia para entrar en la leyenda.
Los nobles, por su parte, disgustados ante estos samurais que se negaban a suicidarse, y que en el fondo seguían siendo un estorbo, puesto que ahora se volvían en su contra para defender a las víctimas de sus exacciones, propagaron la negra ideología por la cual el ronin era un deshonrado, por ser un descastado fuera de toda clase social. A esto, los ronin respondieron convirtiendo su profesión en emblema de la libertad romántica. Hasta el día de hoy en Japón, la figura del ronin como espíritu amante de la libertad tiene una importancia comparable en Occidente sólo a la romántica figura del guerrero germano que lucha siempre por su libertad.
Durante el Shogunato Tokugawa (1603-1867), los shogunes quebraron el poder de los daimyos, los nobles guerreros, de manera que el número de ronin creció espectacularmente. Como eran un problema para los shogunes, así como antes para los señores feudales, la ridiculización contra ellos prosiguió, y mucho de la literatura de la época los usa como tipos cómicos o ridículos. Durante la Era Meiji (1868-1912), los samurais fueron finalmente abolidos, y con eso, se secó la principal fuente de abastecimiento para los ronin, por lo que éstos salieron de la historia para entrar en la leyenda.