A comienzos del siglo XX existían en Africa dos pequeñas repúblicas conformadas por descendientes de colonos holandeses, llamadas Orange y Transvaal, que habían quedado varadas en dichos parajes por incidencias de la política internacional. Sus habitantes eran los bóers, quienes habían transformado su idioma desde el holandés nativo hasta una mezcolanza entre holandés y dialectos locales, llamada afrikaans. A estos blancos abandonados de la mano de Dios, los ingleses declararon la guerra, para anexárselos como lo que en realidad eran, dos insignificantes reductos contra el colosal Imperio Británico.
Pero las dos guerras bóers fueron bastante complejas para los ingleses, porque los bóers luchaban no sólo por su tierra, sino que también usaban cualquier táctica, menos la de los ejércitos regulares, que se enseñaban en las paradas y desfiles de los granaderos de Su Majestad en Londres. Resulta desconcertante que los británicos se ofendieran con los bóers porque tomaran la muy saludable decisión de disparar a cubierto desde sus reductos, en vez de salir a pelear a campo abierto. El general británico Kitchener, uno de los más destacados de su tiempo, expresó con disgusto: "Los bóers no son como los sudaneses que permanecen de pie para combatir de forma limpia. Se escapan permanentemente montados en sus pequeños ponis"... ¡Por supuesto que resulta fácil exigir una justa "deportiva" cuando se cuenta con más hombres, armas, y se tienen a la espalda todos los recursos del Imperio Británico a disposición! Orgullo imperialista y una pizca de etnocentrismo, que le llaman.
Pero las dos guerras bóers fueron bastante complejas para los ingleses, porque los bóers luchaban no sólo por su tierra, sino que también usaban cualquier táctica, menos la de los ejércitos regulares, que se enseñaban en las paradas y desfiles de los granaderos de Su Majestad en Londres. Resulta desconcertante que los británicos se ofendieran con los bóers porque tomaran la muy saludable decisión de disparar a cubierto desde sus reductos, en vez de salir a pelear a campo abierto. El general británico Kitchener, uno de los más destacados de su tiempo, expresó con disgusto: "Los bóers no son como los sudaneses que permanecen de pie para combatir de forma limpia. Se escapan permanentemente montados en sus pequeños ponis"... ¡Por supuesto que resulta fácil exigir una justa "deportiva" cuando se cuenta con más hombres, armas, y se tienen a la espalda todos los recursos del Imperio Británico a disposición! Orgullo imperialista y una pizca de etnocentrismo, que le llaman.