El Viejo Mundo conoció una serie de animales muy útiles para toda clase de labores, como por ejemplo el caballo, el buey, el cerdo, la oveja, y un largo etcétera. Ninguno de estos valiosos animales fue conocido en el Nuevo Mundo, de manera que entre tal escasez descuella de manera natural la llama, y también sus parientes auquénidos.
Los auquénidos están emparentados con los camélidos (camello y dromedario) del Viejo Mundo, y se separaron de ellos evolutivamente hablando hace muchos miles de años, cuando sus antepasados emigraron a América durante la Era Glaciar. A diferencia de sus parientes transoceánicos, los auquénidos son muy débiles para ser usados como montura. En compensación, se les puede sacar lana.
A tanto llega la relación, que puede decirse con bastante claridad que de las cuatro especies conocidas de auquénidos (la llama, la vicuña, la alpaca y el guanaco), una de ellas es enteramente creación humana, y otra más es seria candidata a lo mismo. La llama ha sido criada por la friolera de 5000 años en los Andes, y sus primeros antepasados eran los guanacos salvajes, los cuales, por cierto, siguen siéndolo. No es casualidad que la distribución geográfica de la llama coincida de manera notable con la máxima extensión geográfica del Imperio Incaico. En cuanto a la alpaca, hay quienes la suponen una modificación doméstica de la vicuña salvaje, criada por su exhuberante lana.
De esta manera, los auquénidos están tan indisociablemente unidos a la civilización humana en los Andes, como el caballo o el buey a la civilización del Viejo Mundo.
Los auquénidos están emparentados con los camélidos (camello y dromedario) del Viejo Mundo, y se separaron de ellos evolutivamente hablando hace muchos miles de años, cuando sus antepasados emigraron a América durante la Era Glaciar. A diferencia de sus parientes transoceánicos, los auquénidos son muy débiles para ser usados como montura. En compensación, se les puede sacar lana.
A tanto llega la relación, que puede decirse con bastante claridad que de las cuatro especies conocidas de auquénidos (la llama, la vicuña, la alpaca y el guanaco), una de ellas es enteramente creación humana, y otra más es seria candidata a lo mismo. La llama ha sido criada por la friolera de 5000 años en los Andes, y sus primeros antepasados eran los guanacos salvajes, los cuales, por cierto, siguen siéndolo. No es casualidad que la distribución geográfica de la llama coincida de manera notable con la máxima extensión geográfica del Imperio Incaico. En cuanto a la alpaca, hay quienes la suponen una modificación doméstica de la vicuña salvaje, criada por su exhuberante lana.
De esta manera, los auquénidos están tan indisociablemente unidos a la civilización humana en los Andes, como el caballo o el buey a la civilización del Viejo Mundo.
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