¿Leyenda o realidad? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero no podíamos dejar de reproducir una historia tan conocida, como la de Inés de Castro, la mujer que hubo de reinar después de morir...
Transcurría el siglo XIV. Inés de Castro esta era una dama castellana que viajó a Portugal, acompañando a su prima, que contrajo matrimonio con Pedro. Este Pedro era nada menos que el heredero a la corona de Portugal. Tan fuerte fue la pasión desatada entre Inés y Pedro, que pronto la prima murió de rabia durante el parto (así aseguran las crónicas, por lo menos).
El problema es que Inés estaba emparentada con una poderosa familia que hacía sombra en Castilla y en Portugal, y por tanto era una amenaza al mismísimo rey. Se ignora si Alfonso IV, el rey de Portugal, consintió en atentar contra Inés de Castro, pero lo cierto es que tres caballeros portugueses la emboscaron y apuñalaron sin piedad alguna.
La venganza de Pedro fue terrible. Reza la leyenda que, apenas instalado como rey Pedro I de Portugal, mandó exhumar el cadáver de Inés y obligó a los cortesanos a besar la mano de la muerta, entronizándola como reina. En cuanto a los asesinos, uno pudo escapar, pero los otros dos fueron martirizados arrancándoles el corazón: uno por el pecho y el otro por la espalda. En cuanto a Pedro e Inés, éste ordenó que la tumba propia fuera construida frente a la de Inés: así, cuando ambos se levantaran de sus sepulcros en el día del Juicio Final, lo primero que verían sería el uno a la otra...
Transcurría el siglo XIV. Inés de Castro esta era una dama castellana que viajó a Portugal, acompañando a su prima, que contrajo matrimonio con Pedro. Este Pedro era nada menos que el heredero a la corona de Portugal. Tan fuerte fue la pasión desatada entre Inés y Pedro, que pronto la prima murió de rabia durante el parto (así aseguran las crónicas, por lo menos).
El problema es que Inés estaba emparentada con una poderosa familia que hacía sombra en Castilla y en Portugal, y por tanto era una amenaza al mismísimo rey. Se ignora si Alfonso IV, el rey de Portugal, consintió en atentar contra Inés de Castro, pero lo cierto es que tres caballeros portugueses la emboscaron y apuñalaron sin piedad alguna.
La venganza de Pedro fue terrible. Reza la leyenda que, apenas instalado como rey Pedro I de Portugal, mandó exhumar el cadáver de Inés y obligó a los cortesanos a besar la mano de la muerta, entronizándola como reina. En cuanto a los asesinos, uno pudo escapar, pero los otros dos fueron martirizados arrancándoles el corazón: uno por el pecho y el otro por la espalda. En cuanto a Pedro e Inés, éste ordenó que la tumba propia fuera construida frente a la de Inés: así, cuando ambos se levantaran de sus sepulcros en el día del Juicio Final, lo primero que verían sería el uno a la otra...
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