Páginas

jueves, 22 de septiembre de 2011

La Procesión del Pelícano.


No demasiada gente debe saber que la ciudad de Quillota en Chile es conocida como la "Ciudad del Pelícano", sobrenombre que parece haberle puesto el infatigable periodista y escritor Benjamín Vicuña Mackenna, debido a la Procesión del Pelícano. En su instructivo libro "Quillota: Sus escritores, su pasado y su gente", el profesor e investigador Augusto Poblete Solar nos entrega detalles de esta pintoresca ceremonia. En corto, la Procesión del Pelícano es la procesión de Viernes Santo. Parece ser que recibe su nombre de la urna en que se deposita el cuerpo de Cristo, y cuya forma recuerda eso justamente, un pelícano. Según el decir popular, por lo menos. A finales del siglo XIX, la fiesta era tan importante en Chile, que el periódico El Correo de Quillota menciona la llegada de 7.000 foráneos a participar en ella, cuando la ciudad tenía apenas 11.000 habitantes. Sean exactas las cifras o algo exageradas, de todas maneras algo dicen.

La ceremonia empezaba el Domingo de Ramos, época en que los cofrades del Santo Sepulcro, "con túnicas y bonetes puntiagudos y máscaras" en el decir de Poblete Solar, pedían dinero con una frase sacramental: "para el santo entierro de Cristo y la soledad de la Virgen". Luego venía el "correr de las estaciones" el Jueves Santo, antes de la Procesión del Pelícano misma. El pelícano estaba asociado con el amor de Cristo por los seres humanos, ya que según la leyenda popular, esta ave alimenta a sus hijos con el corazón, rasgándose el pecho. El pelícano que se sacaba a la procesión era una figura que representaba al ave precisamente, cargada por 30 o 40 hombres, y que según la tradición había sido construida por un habilísimo preso. Por desgracia, dicho pelícano se perdió cuando fue destruido en el violentísimo terremoto de 1906 (al que ya nos hemos referido en Siglos Curiosos: véanse "El hombre del Teatro de la Victoria", "¡Los terremotos de 1906 predichos!" y "Gómez Carreño te pondrá en tu lugar").

Aún así, quedaron testimonios literarios para la posteridad acerca de dicha procesión, incluyendo capítulos de "La cueva del loco Eustaquio" de Zorobabel Rodríguez (sí, el famoso político conservador chileno) y "La ciudad dormida" de Lautaro Yankas, entre otras.

6 comentarios:

  1. primero agradecer mencionar las fuentes de sus artículos, algo que hoy por hoy se ve cada vez menos. le había enviado un email para estar en contacto e intercambiar información histórica.

    saludos,

    Augusto Poblete

    ResponderBorrar
  2. Por alguna razón se me había pasado el E-Mail, pero en fin, ahora que estoy leyendo el comentario...

    En cuanto a mencionar la fuente de los artículos, incluso ni yo mismo lo hago salvo en casos excepcionales. Aunque tratándose de información demasiado rara prefiero hacerlo, para que el lector sepa que no me estoy inventando nada, y además para recompensar de manera merecida al esforzado investigador que se ha gastado desenterrando aquello que está en riesgo inminente de ser devorado por la marea de los tiempos. Que esa información no siempre es fácil conseguirla, por no decir casi imposible en algunos casos.

    Quedamos entonces en contacto. Saludos.

    ResponderBorrar
  3. Edwards Bello nombra la Fiesta del Pelícano en su obra En el Viejo Almendral, durante las vacaciones del protagonista en Quillota.

    ResponderBorrar
  4. Si yo leí ese libro y ahí lo mencionan como una fiesta religiosa tradicional de quillota

    ResponderBorrar
  5. Gracias,mil !!Una quillotana de corazón ,que ama su ciudad

    ResponderBorrar
  6. Qué hermoso seria,que nos reunieramos todas las parroquias de Quillota y revivir esta hermosa ceremonia.

    ResponderBorrar