Historias desopilantes, anécdotas curiosas, rarezas antiguas: bienvenidos a los siglos curiosos.
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jueves, 2 de abril de 2009
¿En qué se parece un obispo y un telescopio?
Preguntarse en qué parece un obispo y un telescopio podría parecer una pregunta ociosa o un chiste, pero hablando bien en serio, sí que existe una conexión entre ambos. Bueno, dos conexiones, si contamos la resistencia de los prelados de la Iglesia Católica a la novísima invención del telescopio, a comienzos del siglo XVII (y es que el telescopio mostraba cosas del cielo que contradecían la Física Aristotélica defendida por la Iglesia, por lo que según ellos no debían cambiar sus conocimientos de Física sino suprimir el telescopio...).
Pero la conexión entre ambos es fundamentalmente etimológica. Todo el mundo más o menos instruido sabe que la palabra "telescopio" viene del griego "tele" (τῆλε), que significa "lejos", y "skopios" (σκοπέω), que significa "mirar". Por tanto, "telescopio" significa "mirar lejos". El punto aquí, es que la palabra "obispo" comparte la misma raíz etimológica de "mirar"...
Obispo, en efecto, es una corrupción idiomática de la palabra griega "episkopos" (επισκοπος). En este caso reemplazamos el prefijo "tele-" por el prefijo "epi-", que significa "por encima", como en epidermis ("por encima de la piel") o epicentro ("por encima del centro", en este caso el centro del terremoto). Por tanto, el episkopos era el que echaba una mirada por encima de las cosas, o sea, en otros términos, el vigilante. Hoy en día, el castellano recoge (aunque con sentidos ligeramente distintos) tanto las palabras "obispado" como "episcopado", siendo la segunda más fiel a su origen etimológico.
Aunque intuitivamente no es demasiado difícil entender la conexión entre obispos y vigilantes, en particular en países como Chile en donde hemos tenido que sufrir la arrogante y autoatribuida censura moral de megalómanos morales con sotana, es preciso considerar que primitivamente el obispo carecía de autoridad alguna. Muchas veces se consideraba episkopos simplemente a los presbíteros, que a su vez eran los ancianos de la comunidad cristiana. Estos carecían de toda autoridad jerárquica, como no fuera la que obtuvieran por la sabiduría acumulada por los años, y se respetaba sus palabras como las de personas con experiencia en asuntos cotidianos, pero no se los obedecía a rajatabla como los obispos modernos esperan que se haga. Recién en el siglo II empezó la mutación de los obispos, de simples asesores de las comunidades, en directores de las mismas, sustrayendo autoridad a la asamblea democrática para concentrarla en sus manos. El paso final se dio en el Concilio de Nicea, del año 325, en que Constantino el Grande organizó la Iglesia Católica, y se apoyó en la autoridad de los obispos para crear una estructura jerárquica que hiciera más manejable a los cristianos dentro de sus dominios. Así, el antiguo episkopos que gobernaba por influencia moral, terminó de mutar en el actual obispo que manda por sujección jerárquica de la grey a su cargo...
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