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domingo, 13 de enero de 2008

"Zapatero a tus zapatos".


En castellano se suele decir "zapatero a tus zapatos" para poner en su lugar a alguien que trata de hacerse el competente en cuestiones que no son de su incumbencia. Menos conocido es que la frase tiene su origen en una anécdota que aconteció a lo menos dos milenios y medio atrás, en la Antigua Grecia.

La anécdota es referida por Plinio el Viejo, historiador y científico romano que vivió en el siglo I d.C. Existió en el siglo IV a.C. un pintor llamado Apeles, que a juzgar por la opinión de sus contemporáneos, fue un gran maestro (de hecho, pintó nada más y nada menos que para Alejandro Magno), aunque ya nosotros no podamos decidir sobre el asunto, porque la crueldad del Padre Tiempo ha hecho que ninguna de sus pinturas haya llegado hasta nuestros días. Tenía Apeles la costumbre de exhibir sus pinturas en público, y esconderse estratégicamente para escuchar los comentarios de la gente, para así, escuchando y valorando las críticas y elogios recibidos, poder mejorar sus pinturas. Pasó por ahí un zapatero, que criticó el haber pintado pocas tiras en una sandalia. Apeles tomó nota silenciosa de esto y lo corrigió. Al día siguiente, pasó otra vez el mismo zapatero, y envanecido al ver corregido aquello que él señaló como un error, empezó a criticar la pierna pintada. Apeles montó entonces en cólera, y le dijo ásperamente "el zapatero no debe juzgar más arriba de las sandalias" ("Ne supra crepidam sutor judicaret").

Resulta curioso observar que esto se transformó, en el idioma español, en "zapatero a tus zapatos", que si bien rescata la misma idea, lo expone de manera bastante distinta. Otro tanto ocurre con el inglés, que formula esta idea de una manera más críptica; en este idioma, la frase equivalente es "the cobbler should stick to the last" ("el zapatero debería mantenerse hasta el último"), que es mucho menos precisa y más metafórica.

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