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jueves, 17 de enero de 2008

La muerte de Plinio el Viejo.


De todos los lugares en donde podría haber muerto, Plinio el Viejo no podía haber elegido uno más famoso y representativo en la Historia Universal. Porque falleció en una erupción. Y no una cualquiera, sino en la que sepultó la famosa ciudad de Pompeya, o sea, la del Volcán Vesubio, el año 79 d.C. La historia es la siguiente.

Plinio el Viejo era, hasta cierto punto, un bicho raro en la vida intelectual del Imperio Romano. En los siglos anteriores el estudio de las ciencias naturales alrededor del Mar Mediterráneo, en la civilización grecorromana, había alcanzado grandes cotas, pero ya en tiempos de Plinio el Viejo, bien asentado el Imperio Romano, las glorias de la ciencia eran cosa del pasado, y sólo parecía haber lugar en este terreno para los recopiladores de lo antiguo, no para los investigadores de lo nuevo. Los esfuerzos de los intelectuales de la época, como Séneca por ejemplo, estaban dirigidos a la Filosofía, con fuerte énfasis en la moral, y por ende, no había interés en los fenómenos del mundo físico. Por esto, la "Historia natural" de Plinio el Viejo es una obra rara para su época; Plinio se propuso escribir un vasto tratado natural que pudiera funcionar como una enciclopedia tanto de la naturaleza como de la moral, y en verdad su propósito funcionó, porque hasta tiempos bastante recientes, el texto de Plinio estuvo en la cabecera de muchos estudiantes que buscaban profundizar en los misterios de la naturaleza.

Pero Plinio el Viejo tenía también una carrera política, que consiguió mantener en tiempos tan turbulentos como los de Nerón. Uno de sus sucesores, el Emperador Vespasiano, en el año 77 d.C. lo nombró prefecto de la flota romana, cargo que le obligaba a estar en el puerto de Miseno. De ahí que, cuando estalló la erupción del Vesubio, que sepultó a Pompeya y Herculano bajo toneladas de lava, en el año 79 d.C., fuera Plinio el Viejo quien estuviera encargado de las labores de rescate de los pobladores de las zonas afectadas. Debe decirse que esta misión la cumplió con enorme celeridad, evacuando por mar a la gente perseguida por la lava, pero entonces, el científico se impuso al oficial, y decidió aventurarse hacia la erupción, dispuesto a echar una miradita que pudiera enseñarle un poco más sobre aquel fenómeno natural, que quizás no tuviera una nueva oportunidad de estudiar. Nunca más regresó.

El destino final de Plinio el Viejo, lo conocemos gracias a su sobrino Plinio el Joven, que trabó amistad con el Emperador Trajano (98 a 117 d.C.), amistad que nos ha legado una copiosa correspondencia, valiosísima para entender ese período histórico. En una de las cartas, 27 años después de la erupción del Vesubio, Plinio el Joven se refiere a la muerte de su tío, y de ahí podemos hacernos una idea del desventurado destino de este esforzado y solitario aventurero científico, que sin duda, por su espíritu pionero merecía un destino mucho mejor.

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