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domingo, 20 de enero de 2008

¿Por qué las leyes se dividen en artículos?

En la actualidad, todas las leyes que se dictan se subdividen en artículos; puede decirse que la ley es un conjunto interrelacionado de distintas normas, y cada artículo se refiere a una norma más pequeña. Así, al estructurarse en un articulado, se hace más fácil la consulta y la cita del texto legal. Hasta tal punto llega esto, que muchas veces por costumbre, cuando se trata de una sola norma, se dictan leyes "de artículo único", a pesar de que en este caso, dicha estructuración de la norma es obviamente redundante. Y sin embargo, pocos se ponen a pensar que ésta no es la única manera de redactar una ley. Y de hecho, pueblos tan legalistas como los antiguos romanos o los germanos, desconocían la técnica de redactar las leyes en artículos.

La costumbre de dividir una ley en artículos deriva del Derecho Romano Tardío. Durante toda la época de la vigencia del Derecho Romano más clásico, es decir, entre los siglos III a.C. y III d.C., había una relación entre los edictos de los cónsules y pretores, que eran leyes escritas en nuestro sentido moderno, y los jurisprudentes, que eran quienes opinaban sobre las leyes. La opinión de los jurisprudentes era tan respetada, que muchas veces se basaba la resolución de un caso judicial no tanto en lo que dijera el edicto del pretor, sino en la opinión consagrada de un jurisprudente. El sistema legal romano alcanzó así una gran complejidad.

Por supuesto que las opiniones de los jurisprudentes eran todo lo disímiles que podían llegar a ser, y no pocas veces tenían ideas contrapuestas sobre varios puntos. De manera que cuando la evolución del Derecho Romano cesó, y se produjeron intentos de sistematizar toda la frondosa literatura jurídica que se había producido en el intertanto, se decidió darle el favor a determinados jurisprudentes por sobre otros. Pero como esto no bastó, finalmente el Emperador Justiniano (527 a 565 d.C.) encargó a Triboniano, su jurista de confianza, que recopilara en un todo orgánico la totalidad de la ley romana, lo que llevó a la elaboración de una obra capital, el "Digesto", cuya versión definitiva data de 533 d.C.

Lo que hizo Triboniano fue, en esencia, entresacar opiniones y frases sueltas de los más prestigiosos jurisprudentes, tratando de armonizar los dichos de unos con otros, copiándolos textualmente y retocándolos en algunas partes. Aunque se conservó en cada fragmento el nombre de su autor y la obra de la cual procedía, con el paso del tiempo la estructura del Digesto (y de otras obras que lo complementan, conformando el "Corpus Iuris Civilis") fue copiada en leyes sucesivas promulgadas ya en pleno Imperio Bizantino, ahora numerando cada uno de los fragmentos para así poder manejarlos mejor. Y de ahí deriva la costumbre de numerar los artículos en las leyes.

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