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domingo, 7 de diciembre de 2008

Davout contra Bernadotte.

Napoleón Bonaparte tiene fama de ser uno de los más grandes generales de todos los tiempos. Pero su ejército no era ni con mucho un monolito de hombres perfectamente alineados. En más de alguna ocasión, hubo severos problemas entre sus hombres. En Egipto, por ejemplo, dos oficiales apellidados Renier y Destaing disputaron hasta el punto de desafiarse a duelo, y Destaing acabó así expirando en la tierra de los faraones. Los mucho más conocidos Joachim Murat y Michel Ney tampoco se llevaban excesivamente bien, y también llegaron a pensar en batirse a duelo, aunque cambiaron de idea a última hora luego de que los convencieran de que sus rencillas internas sólo servirían para aliviar al enemigo.

Pero uno de los casos más complicados fue el de Louis-Nicolas Davout. Este Mariscal de Francia era uno de los mejores comandantes de las tropas napoleónicas. El problema es que el "Mariscal de Hierro", como era conocido por su estricta disciplina, tenía como reverso una grave falta de trato social, lo que le granjeó numerosas enemistades, en particular la de Joachim Murat y la de Jean-Baptiste Bernadotte (por su parte, Michel Ney le tenía en buena estima, y como Ney era rival de Murat...).

Las cosas se salieron de tiesto durante la Batalla de Auerstädt, que se libró en forma paralela a la Batalla de Jena, el 14 de Octubre de 1806. Mientras Napoleón lidiaba en Jena, tanto Bernadotte como Davout recibieron órdenes de acudir en su auxilio, aunque debido a su posición, por rutas distintas. En el camino, Davout y sus 28.000 hombres se encontraron con los 63.000 hombres del principal cuerpo del ejército prusiano. En tan crítica situación fue cuando Bernadotte decidió traicionar a Davout y lo dejó luchando en solitario. Heroicamente, Davout consiguió una victoria decisiva, hasta tal punto que cuando Napoleón recibió las nuevas de las bajas prusianas, ordenó: "Díganle a su Mariscal que está viendo doble" (un chiste privado, debido a que Davout tenía efectivamente problemas a la vista). Davout, por su parte, quedó tan irritado con Bernadotte que incluso estuvo al borde de desafiarlo a duelo. Sólo la intervención personal de Napoleón, complacido con Davout y muy enfadado con Bernadotte, impidió el duelo.

La suerte posterior de Bernadotte y Davout fue similar en un aspecto y dispar en otro. Davout fue recompensado por Napoleón Bonaparte, quién le convirtió en Duque de Auerstädt, y más tarde en Príncipe de Eckmühl. Bernadotte, por su parte, permaneció en una relativa semioscuridad, hasta que la suerte le sonrió y terminó sus días nada menos que como rey Carlos XIV de Suecia. Tanto los Duques de Auerstädt como los Reyes de Suecia actuales siguen siendo descendientes de ambos personajes, que alguna vez terminaron a punto de irse a duelo, y de permitir que sus disensiones intestinas le asestaran un grave golpe a Napoleón Bonaparte.

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