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jueves, 16 de octubre de 2008

El juego maquiavélico de Lee Atwater.


De que la política ha sido siempre un juego sucio, eso nadie lo pone en duda. Pero muchos están de acuerdo en que Lee Atwater llevó el juego a un nuevo nivel de sordidez, que hasta entonces la política de una nación democrática no había alcanzado. Lo irónico es que en su lecho de muerte, el propio Lee Atwater tuvo tiempo de arrepentirse de sus pasadas acciones, horrorizado del monstruo de Frankenstein que había creado, al desarrollar un nuevo tipo de hacer política. Porque Atwater es considerado como el padre de la maquinaria propagandística del Partido Republicano de los Estados Unidos, y su más destacado discípulo fue nada menos que Karl Rove, el tenebroso hombre tras las dos victorias electorales de George W. Bush.

Lee Atwater nació en 1951, y es considerado como un hombre de Carolina del Sur, en donde se crió, a pesar de haber nacido en Atlanta (Georgia). Asesoró a candidatos republicanos desde finales de los '70s, y trabajó para la administración de Ronald Reagan, y después para la de George Bush (el padre, claro está), a quien ayudó a ganar después de la que es considerada su pieza maestra en el arte maquiavélico. Porque Atwater es, sin lugar a dudas, el arquitecto de la victoria de Bush sobre Michael Dukakis, su contendor del Partido Demócrata, en la elección de 1988.

El estilo de Atwater era simple, y es el que han seguido después Karl Rove para apoyar a George W. Bush, y más recientemente Steve Schmidt (discípulo de Rove, así como éste es discípulo de Atwater) para apoyar a John McCain: crear redes de propaganda con mensajes simples y agresivos, que creen una imagen distorsionada del adversario. En 1988, atacaron a Dukakis esparciendo rumores sobre éste siendo sometido a terapia mental por depresión, y a su esposa por quemar una bandera durante la época de las protestas contra Vietnam. Se montó también un aviso racista en que mostraban al asesino negro Willie Horton cometiendo asalto armado y violación durante una salida de fin de semana, merced a un programa diseñado por Dukakis mismo: el concepto de "puerta giratoria" para los delincuentes, inventado por la maquinaria propagandística republicana, terminó de hundir a Dukakis.

En 1990, durante un evento público, Atwater se desplomó. Le diagnosticaron entonces un muy agresivo tumor cerebral. Se volvió entonces hacia el Catolicismo y de hecho parece haberse convertido. Como acto de contrición, escribió una serie de cartas a todos aquellos quienes sus tácticas habían perjudicado. En la revista Life Magazine, Atwater hizo una declaración pública llamando a modificar el estilo de hacer política basado en la acumulación pura y simple de poder, estilo que por cierto, él mismo había contribuido a desarrollar. Quizás revelador de su temperamento sean las palabras que le escribió a Dukakis: "Mi enfermedad me ha hecho pensar algo sobre la naturaleza de la humanidad, el amor, la hermandad y las relaciones que nunca entendí, y probablemente nunca hubiera entendido". El 29 de Marzo de 1991, habiendo perdido prácticamente toda la movilidad debido al cáncer, falleció finalmente. En las elecciones presidenciales de Noviembre de ese año, ganó el candidato demócrata Bill Clinton.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por la entrada. Desconocía por completo al personaje, y su historia da que pensar. El juego de la política tiene mucho de apariencia, y parece que, la más de las veces, lo que menos importa son los ciudadanos a los que los políticos deben servir.

    Entro con asiduidad en tu página, a veces no tengo tengo tiempo para comentar, pero siempre encuentro algo interesante. Reitero mis felicitaciones y alabo el esfuerzo que debe suponerte tenerla actualizada.

    Un saludo.

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  2. Gracias mil por las felicitaciones, y bueno, si es que siempre hay algo interesante para encontrar, entonces puedo darme por satisfecho del trabajo realizado, que ésa es la idea... :-D

    En cuanto a la política... Supongo que el tema moral es complicado porque muchos de ellos deben creer de buena fe estar haciendo lo justo y correcto. Parece que fue Erasmo quien dijo una vez (respecto de las guerras, pero Von Clausewitz decía que la guerra era la continuación de la política por otros medios) que "todas las guerras son santas, porque cada bando cree tener a Dios de su parte"... Y supongo que eso vale para cada partido político y para cada político individual también.

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