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domingo, 7 de septiembre de 2008

Apuntes sobre la siesta colonial chilena.


Muchas veces se ha detallado la vida de Chile bajo la férula española (1541-1810) como una especie de larga "siesta colonial". Y en verdad mucho había de cierto en ello. En Chile no había demasiada actividad de ningún tipo, ni cultural, ni económica, y apenas existía el arte de la visita social, las reuniones en las casas, o las escapadas a las ramadas a bailar zamacueca. Chile entero estaba en manos de un puñado de latifundistas que, por cierto, vivían en el más completo de los ocios. De ahí que se extendió la costumbre de la siesta colonial. Los viajeros extranjeros que visitaron a Chile durante el siglo XIX, se quedaban asombrados de que, entre las dos y las cinco de la tarde, no circulara absolutamente nadie por las calles de Santiago. Algo que podría justificarse si Chile tuviera un clima cálido y tropical como el de Brasil o el Caribe, pero con su clima templado, un tanto lluvioso y más bien frío... En aquellos años, era lugar común afirmar que en la hora de la siesta sólo los perros y los ingleses andaban por la calle.

Y no es la única expresión lexicológica que quedó en el vocabulario chileno para la posteridad. En aquellos años no se usaban pantalones, sino que fieles a la usanza aristocrática del Antiguo Régimen, los varones usaban calzas apretadas. Como la siesta después del almuerzo era larga, usualmente se quitaban las calzas. De ahí viene la expresión "dormir a calzón quitado", como sinónimo de tener un sueño profundo e imperturbable. Otra expresión quizás también nacida de aquí es la de "dormir a pierna suelta", esto es, dormir sin calzas.

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