Uno de los mayores fiascos en la historia militar del completo siglo XX, fue la expedición que emprendió el fiero Almirante ruso Zinovy Petrovitch Rozhestvensky para derrotar al Japón. La misión estaba condenada al fracaso desde el primer día, pero Rozhestvensky fue fiel a su deber hasta el último. Para desgracia de su memoria, esta misión no fue tanto una tragedia épica como una comedia negra, a lo menos la mayor parte de su derrotero hasta su (previsible) final.
A finales del siglo XIX, Rusia se había extendido por Siberia, y en 1869 había habilitado el puerto de Vladivostok, lista para saltar al dominio del Océano Pacífico. La idea era buena, pero la inepcia de los altos mandos de la corte zarista olvidó el pequeño detalle de que las instalaciones rusas en el Pacífico debían ser protegidas convenientemente con una escuadra de guerra, si es que querían crearse una esfera de influencia en la región. Además, los rusos despreciaban a los japoneses, la otra gran potencia en la región, por ser asiáticos, siguiendo el racismo común europeo del siglo XIX; el propio Zar Nicolás II compartía esta animosidad, desde que en una visita a Japón, un fanático había perpetrado un atentado en su contra, que le había dejado una fea cicatriz en el rostro.
Por eso, cuando en 1904 estallaron las hostilidades entre Rusia y Japón, por la hegemonía naval en el Océano Pacífico, los rusos estaban cualquier cosa, menos preparados. Rozhestvensky era Almirante, pero en la flota del Mar Báltico, y ésta era la única que tenía alguna oportunidad contra los modernos acorazados japoneses. Como el Canal de Suez estaba en manos británicas (y los británicos no iban a prestar dicho Canal para el paso no precisamente inocente de una escuadra enemiga), se le pedía a Rozhestvensky que navegara con su flota nada menos que 18.000 millas desde el Mar Báltico hacia el Atlántico, lo recorriera entero hasta el sur de Africa, y desde ahí torciera hacia el Océano Indico para enfilar a Japón. Todo esto, al mando de la mayor escuadra en la Historia Universal que se ha puesto en movimiento con calderas alimentadas por carbón... sin que hubiera una sola miserable base de suministros en todo el camino, por lo que el alto mando ruso debió concertar de emergencia una serie de reuniones en alta mar con barcos de abastecimientos de la compañía Hamburg-Amerika, para dotar a las naves del carbón sin el cual hubieran acabado convertidas en cacharros inútiles y a la deriva. Para colmo, para muchos de estos buques de clase Bodorino, era su viaje de pruebas. En cuanto a la clase Suvaroff, las condiciones eran peores; las ocurrencias y modificaciones tardías de los diseñadores rusos hicieron que estos buques fueran tan pesados, que el armamento secundario inferior no podía usarse en ningún tipo de mar. La situación en los Suvaroff fue tan crítica, que a los pocos días de marcha, Rozhestvensky les envió orden de que no enarbolaran ningún banderín o estandarte que no fuera esencial, para que el peso de éstos no desestabilizara las naves y las llevara a volcar...
Sobre la incompetencia de la tripulación y la corrupción de los superiores de Rozhestvensky cómodamente sentados en sus escritorios de la corte zarista hay tanto material, que quedará para un posteo posterior de Siglos Curiosos. Sólo digamos, por el momento, que con semejantes buques y falta de apoyo logístico, la expedición militar de Rozhestvensky estaba literalmente condenada al fracaso. Que fue, por último, su triste destino final, cuando por fin consiguieron llegar a aguas japonesas, sólo para ser hundidos por los frescos y superiores marinos y acorazados japoneses, que luchaban además en su propio territorio.
No sabía que para los Borodino era su viaje de pruebas, aunque sabía que uno de ellos (el Slava) no alcanzó a ser completado a tiempo y no participó en la batalla. Suerte para él, ya que de los otros, uno se hundió sin supervivientes, otro dejó uno solo, del tercero se salvaron algunos oficiales y unos 20 marineros, y el que sobrevivió fue capturado...
ResponderBorrarY suerte para la Madre Rusia, ya que el Slava le prestó varios servicios importantes a la Patria en la Primera Guerra Mundial. Vaya uno a saber qué hubiera pasado si todos los Borodino hubieran estado en actividad en el Báltico en 1914 y sgts...
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