Es propio de las civilizaciones social y tecnológicamente más avanzadas, utilizar esas fuerzas para colonizar territorios más salvajes, primitivos, despoblados o desorganizados. Los europeos, que durante la Edad Media debieron afrontar una serie de invasiones (sarracenos, magiares, vikingos, mongoles...), pasaron a la ofensiva en el siglo XVI, y desde ahí en adelante ya no pararon de colonizar. Uno de los más rudos grupos de colonos, fueron los bóers.
Los bóers eran descendientes de los holandeses que fundaron Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, en 1652. Resulta insólito pensar que un enclave tan ventajoso para las comunicaciones marítimas entre el Océano Atlántico y el Indico no fuera controlado sino hasta esa fecha, pero así fue. Fueron recibidos por unos nativos de economía pastoral, que se llamaban a sí mismos joijoin, y que por eso los holandeses, en son de burla, los llamaron hotentotes. La viruela hizo el resto, y los hotentotes fueron prontamente subyugados. Los bóers también se las hubieron con los bosquimanos y los zulúes, que tenían el territorio a su favor. Pero los bóers, por su parte, eran protestantes, y muchos venían arrancando de persecusiones religiosas en Europa, y el fanatismo religioso, más las armas de fuego, les dieron la superioridad. Muchos nativos fueron asesinados, y los supervivientes debieron escapar a los Montes Drakensberg o al Desierto del Kalahari, en donde debieron adaptarse a modos de vida que aún conservan. O bien fueron esclavizados.
En el siglo XIX, declinando ya el poder holandés y gobernándose los bóers por sí mismos, llegaron los británicos. Y ahí se produjo la gran reversión de fortuna. Porque los británicos impusieron sus leyes en Ciudad del Cabo, incluyendo la prohibición de la esclavitud, algo que disgustó a los bóers, que usaban esclavos negros para mantener sus plantaciones. Incapaces de resistir, fueron ahora los bóers quienes emprendieron la emigración en masa, hacia el interior del Africa, en la década de 1830. A esto se le llamó el Gran Viaje, y estos emigrantes fueron llamados voortrekkers (literalmente, "quienes viajan hacia adelante"). Se abrieron paso hasta el espacio entre los ríos Orange y Limpopo, y fundaron dos repúblicas, Transvaal y el Estado Libre de Orange. Allí consiguieron mantener el modo de vida que habían ejercido durante dos centurias, hasta que en los albores del siglo XX, en las llamadas Guerras de los Bóers, las tropas británicas conquistaron dichos territorios y los redujeron a colonias de su gigantesco imperio mundial. Hoy en día, tanto Ciudad del Cabo como los territorios de Orange y Transvaal pertenecen a Sudáfrica, después de que esta república se independizara del Imperio Británico.
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