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domingo, 10 de septiembre de 2006

Simeón el Estilita.


La leyenda de Simeón el Estilita no deja de ser peregrina. Vivió este monje en Siria, en el siglo V d.C. Recordemos que en ese tiempo, el Imperio Romano estaba cayéndose a pedazos, así es que había un muy comprensible sentido de espiritualidad y de búsqueda de Dios en el ambiente, como refugio contra las inclemencias mundanas de ese tiempo. Los monasterios florecían por todo Oriente, y los monjes que huían del mundo para salvarse en el interior de sus murallas eran legión.

Simeón fue uno de estos monjes. En su acedrada búsqueda de espiritualidad, se sometió a mortificaciones increíbles, incluso no comer ni beber nada durante los cuarenta días de Cuaresma (así dice la leyenda, al menos). Con ello despertó la envidia de otros monjes, quienes lo hostilizaron tanto, que Simeón emigró al desierto.

Como con todos estos sucesos había ganado fama de hombre santo, Simeón se vio pronto molestado por los peregrinos que acudían a él en busca de consejo. Pero Simeón, sintiéndose distraído de esta manera de las preocupaciones celestiales, comenzó a cambiar de refugio. Mientras más huía, más le buscaba la gente, porque más santo parecía por querer retirarse del mundo. Finalmente, decidió refugiarse arriba de una columna ("stylos", en griego, de donde deriva su apodo). Se subió a ella y se amarraba los pies por las noches para no caer durante el sueño. Estuvo así una buena cantidad de años, y no sólo cobró fama definitiva de santo, sino que además, fundó todo un movimiento de imitadores que también intentaron alcanzar la santidad por homólogos medios, hasta el punto que había parajes en donde se habían reunido comunidades de monjes dando el pintoresco espectáculo de ver varias columnas, y sobre cada una de ellas un hombre. Todavía en el siglo XIX había estilitas en existencia en Europa Oriental.

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