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miércoles, 13 de septiembre de 2006

De cuartetos y orquestas.

En la actualidad, el profano en música clásica puede considerar algo abstracta y artificiosa la manera en que se clasifican las piezas musicales (sonatas, cuartetos, conciertos, etcétera). Así, por ejemplo, puede resultar desconcertante que los conciertos barrocos incluyan a más bien pocos instrumentistas, en comparación a los conciertos románticos del siglo XIX. Pero estas distintas denominaciones y formas musicales han ido evolucionando conforme lo ha hecho la infraestructura propia para los músicos. En los siglos XVII y XVIII, la música clásica era para ser interpretada en salones señoriales, casi como distracción, más o menos como en la actualidad se pone un CD en un reproductor para amenizar una buena conversación, o trabajar con música de fondo. De ahí que predominaran formas musicales con pocos músicos. Las formas musicales con grandes músicos eran la ópera y el oratorio, por su carácter de música para exhibición pública, y aún así tampoco eran orquestas mucho más grandes. En el siglo XIX, después de la Revolución Francesa, surgieron por primera vez las grandes orquestas, para las cuales se componían piezas de mucho mayor tamaño, una evolución que ya venía desde Mozart y Haydn (y antes), y culminará en las ampulosas orquestas románticas con cerca de un centenar de músicos, que es la formación orquestal propia de la actualidad.
Por cierto, algo parecido pasa con las bandas de rock, que son generalmente tres o cuatro amigos que se reunen a tocar música, generalmente en un garage, pero que algunas veces, cuando arman grandes conciertos frente a miles de personas, se dan el lujo de contratar músicos adicionales para tocar ante estadios llenos...

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