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domingo, 2 de diciembre de 2012

Al rescate de los colores del ejército de terracota.

Uno de los más famosos tesoros arqueológicos chinos, y probablemente de la Humanidad toda, sea el celebérrimo ejército de terracota de Qin Shi Huang Di, el primer Emperador de una China unificada, entre 221 y 210 antes de Cristo. Este gobernante que trajo paz y estabilidad a China por primera vez después de medio milenio de guerras civiles, al precio de un despotismo despiadado, mandó entre otras cosas ser enterrado en medio de un recinto funerario de 90 kilómetros cuadrados, escoltado por soldados construidos a escala natural, en terracota. Cuando uno piensa en el ejército de terracota, piensa en el color de la terracota, justamente, ese tono pedruzco sin brillo ni vida. Pero las más recientes excavaciones arqueológicas han descubierto que el ejército de marras... estaba pintado. En efecto, eran estatuas coloreadas.

En realidad, que las estatuas inicialmente estaban pintadas era algo que se sabía, debido a que los primeros investigadores en la tumba alcanzaron a atestiguarlo. Pero había un problema. La pintura elaborada sobre una base de huevo, fue aplicada por los constructores de la tumba sobre una capa doble de laca, encima de cada guerrero. Al abrir la tumba en 1974 y entrar el aire después de dos milenios enterrada, la laca se secó de manera brusca, se cuarteó y de descascaró por escamas, llevándose a la pintura con ella, porque si hay algo que una capa doble de laca se dice a sí misma cuando se está cayendo, es que no me iré sin llevarme a la pintura conmigo. El proceso era tan rápido que apenas alcanzó a ser documentado: estudios posteriores revelan que la laca bajo el color se curvaba y caía en apenas cuatro minutos.

Pero la casualidad ayudó a los arqueólogos. Una sección del gigantesco complejo funerario, por vueltas del destino, fue sumergido en parte por una capa de lodo. Los arqueólogos, al excavar esta sección, descubrieron todavía estatuas pintadas: el pelo negro, las caras rosadas, los ojos de color café o negro... Los tintes usados son variados: cinabrio para el rojo, carbón para el negro, cinabrio y silicatos para el morado, azurita para el azul, óxido de hierro para el rojo oscuro, huesos quemados en hornos para el blanco, malaquita para el verde. Los investigadores chinos, en alianza con la Oficina de Conservación del Estado Bávaro en Alemania, desarrollaron un conservador especial para salvar los colores de los guerreros. El procedimiento se transformó en algo casi de sala de emergencias: cualquier pieza desenterrada que muestre algún rastro de color, es rociada de inmediato con la substancia en cuestión, y luego se envuelve en plastico.

Pero la cosa ha llegado a extremos surrealistas cuando los chinos han tenido que tratar nada menos que al suelo como un objeto arqueológico. Como suena. Lo que pasa es que muchos artefactos de madera, tales como escudos o tambores, están semipodridos y son difícilmente rescatables. Pero los diseños pintados sobre éstos, cuando la madera y el mundo todavía eran nuevos, quedaron estampados en el suelo, supuesto de que hayan estado en contacto con éste porque se han caído o resbalado, por supuesto. De manera que los arqueólogos deben ir con un cuidado único a la hora de tratar el suelo mismo. La pintura antigua, por cierto, se adhiere mejor al suelo que a la laca, de manera que dichos patrones están también mejor conservados. La necesidad es la madre de la invención, así es que desarrollaron un adhesivo que mantiene cohesionado al suelo, de manera que los colores no se pierdan... Y vaya uno a saber qué sorpresas adicionales esperan acá en los próximos años. Después de todo, en casi cuatro décadas del descubrimiento apenas se ha excavado el uno por ciento del complejo.

2 comentarios:

  1. Realmente impresionante la magnitud del ejército de terracota,6000 estatuas con sus correspondientes armas, cada una con facciones propias (tomadas de los soldados reales del Emperador)... y además pintados. Un auténtico trabajo de chinos (perdón por el chiste fácil).

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  2. Todo lo que se puede hacer con los recursos y hombres de toda una civilización a disposición. Claro que después de la muerte vino una guerra civil. Liu Bang, vencedor y fundador de la dinastía Han, en ese sentido fue harto más prudente.

    Y perdonado por el chiste fácil. La verdad, estuve a punto de utilizarlo yo mismo, pero por alguna razón ésa fue una munición que no disparé.

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