Páginas

jueves, 23 de agosto de 2012

Donde los molinos van a descansar.


...en el sentido de disfrutar un tranquilo retiro, entiéndase. Todos sabemos que la estampa viva de Holanda son los campos de tulipanes y los molinos, ¿verdad? Bueno, estuvo a punto de no ser así. Aunque acá en el Tercer... er... el Segundo Mundo y medio nos quejemos de falta de conservación y etcétera, en Europa durante una época tampoco lo hicieron mucho mejor (dejar Europa hecha unos zorros a punta de dos guerras mundiales no es la gran ayuda tampoco). Retrocedamos en el tiempo hasta la Edad de Oro de la República Holandesa. Entre 1568 y 1648 los holandeses libraron una guerra a brazo partido por su independencia respecto del Imperio Español (aquello de poner una pica en Flandes, etcétera), y el impulso y energía que sacaron de ello los llevó a convertirse en la gran potencia industrial y científica del siglo XVII. En la época, en la ribera del río Zaan comenzaron a surgir molinos como setas: puede considerarse esta región como el primer "barrio industrial" del mundo, ya que se aglutinaron nada menos que un millar de molinos de viento. Me imagino a esos adustos puritanos calvinistas discutiendo acerca de la crisis energética, con la salvedad de que un molino es "energía renovable"...

Pero el progreso siguió... bueno, siguió progresando, y los molinos como fuente energética quedaron obsoletos: además, conservarlos era oneroso, y estaban en el camino de las ciudades cada vez más crecientes, y en Holanda muy crecientes por la falta de espacio (Holanda, hoy en día, con sus 496 habitantes por kilómetro cuadrado, es la nación número 24 en densidad poblacional del planeta). De manera que comenzó la demolición maratónica de molinos. Finalmente, en la década de 1920 los vecinos de Zaanstreek se organizaron para rescatar la última veintena de ellos que malamente se las arreglaban para sobrevivir. La asociación que nació de esta iniciativa se encargó de reubicar a varios molinos a orillas del río Zaan. En 1925 nació Zaanse Schans, un museo al aire libre en donde pueden ser visitados estos molinos.

No se crea que los molinos allí relocalizados son solamente para fabricar harina. De Zoeke ("El Buscador"), erigido en 1672, y el primero en ser rescatado (una grúa y un barco movieron sus orondas 18 toneladas, en lo que ciertamente es un prodigio de ingeniería) muele nueces y semillas para fabricar aceite. No es el único: tiene otro compañero aceitero llamado De Bonte Hen ("El grupo variopinto"), construido en 1693 y restaurado en la década de 1970. De Huisman se llama así ("El Especiero") porque muele diversas semillas de especias, y más en concreto, mostaza (hubo una época en que molía... tabaco). De Kat ("El Gato") es el único molino del mundo dedicado a la producción de tinturas y pigmentos, y por alguna razón es el que más me simpatiza del lote. Het Jonge Schaap ("La Joven Oveja") por su parte es un aserradero, aunque como su nombre revela, no es un original: fue construido entre 2005 y 2007, a imitación de uno más antiguo erigido en 1680 y demolido en 1942 (ayudó que antes de ser demolido, un ingeniero tomó algunas medidas y levantó algunos planos, parece ser que por amateurismo y sin que nadie se lo pidiera... por suerte para los restauradores y la posteridad).

Estos vetustos testigos de otros tiempos para Holanda, ya no sólo trabajan sino que además son atracciones turísticas. Alguno que otro es de entrada liberada, y el valor para entrar a los otros es de 3 euros (a cada molino, entiéndase). Y la atracción es potente: cerca de un millón de turistas al año se pasean entre estos supervivientes de la Historia.

2 comentarios:

  1. No sé si tan "puritanos" hayan sido históricamente hablando los holandeses. Porque si bien en este país arraigó la cultura evangélica, aún así siempre ha existido cerca de un tercio de católicos, que de hecho hoy es el credo más populoso, ante el aumento de quienes declaran no tener religión. Eso sí, hay una zona en el interior donde existe un interesante y férreo "cinturón bíblico" donde las personas se visten a la usanza del siglo dieciséis, aunque su conservación obedece, igual que con los molinos, a un aspecto más cultural que religioso.

    ResponderBorrar
  2. En el siglo XVII lo eran, y bastante. En primer lugar, el calvinismo se ajustaba mejor que el catolicismo a su ética de trabajo a destajo combinado con su ideal republicano. En segundo término, supongo que se hicieron aún más calvinistas un poco como reacción nacionalista contra la dominación del Imperio Español, que era católico. Además, Holanda fue el destino de muchos judíos sefarditas, que preferían sobrevivir en una Holanda calvinista que convertirse al catolicismo integrista peninsular. Y además, debemos recordar que la primera nación en donde se escondieron los hugonotes franceses cuando les revocaron el Edicto de Nantes en 1685, fue Holanda. (También Prusia se llevó su cuota, y si bien los holandeses no salieron demasiado bien librados del ciclo de guerras de Luis XIV, los emigrados hugonotes que se instalaron en Prusia ayudaron a darle un buen empujón a la industrialización del país, con las consecuencias de todos conocidas).

    ResponderBorrar