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jueves, 11 de agosto de 2011

Abogado con las manos deformes.


Durante su prolongada estancia investigando la lepra en la India, uno de los casos más curiosos que debió atender Paul Brand, no desde el punto de vista médico sino social, es el relacionado a un abogado de Calcuta. A mediados del siglo XX la lepra ya no era una condena segura desde el punto de vista médico, ya que existían tratamientos contra ella (siendo una enfermedad provocada por una bacteria, basta con diseñar buenos antibióticos, y la enfermedad puede ser contenida... un gran "basta", por supuesto). Pero en la India, país tradicionalmente pobre debido a su gran población, no todas las personas podían permitirse el costo del tratamiento, y los leprosarios eran por lo tanto casi parte del paisaje.

Pero este abogado de Calcuta, de quien por supuesto no llegó a saberse el nombre, tenía recursos como para pagarse un tratamiento particular contra la lepra. De hecho, se sometió a dicho tratamiento, y la enfermedad remitió. Pero aunque curado por completo de la lepra, quedaban las secuelas. La lepra no sólo ataca la piel, generando unas cicatrices características, sino que las emprende con los músculos y nervios de las extremidades, y como buena enfermedad degenerativa, el resultado es la atrofia progresiva. Aunque curado de la lepra, sus manos seguían atrofiadas, por supuesto, y esto era bien visible para cualquiera que tratara con él... o que litigara con él en un juicio.

Pronto otros abogados, con la petulancia característica en muchos de su oficio, alegaron que era ignominioso para la profesión que un hombre con las manos hechas pedazos defendiera una causa. El hombre incluso fue llevado ante tribunales, para obligarle a abandonar la profesión. Desesperado, éste escribió a Paul Brand, el mayor especialista del mundo en tratamiento de las deformaciones traumatológicas producto de la lepra. Debido a la urgencia del motivo, Paul Brand tomó el riesgo de operar las dos manos simultáneamente en un solo día (por protocolo, las operaciones solía efectuarlas en días consecutivos). Los resultados fueron espectaculares, y de hecho el abogado regresó para defenderse él mismo en la vista de la causa. Cuando se enumeraron los cargos, se puso en pie, y soltó un...

-- ¿Qué deformidades...? --, al tiempo que exhibía triunfante las manos que podían moverse sin problemas. Por supuesto que los cargos fueron levantados.

2 comentarios:

  1. En cualquier caso, que lástima que debió operarse para no ser rechazado. Me parece que esta actitud obedece a una práctica propia de la religión hindú, que al igual que en el Antiguo Testamento, no acepta personas con algún defecto físico, en su caso porque constituyen muestras de su karma, por lo malo que fue en una vida anterior (mientras que los textos bíblicos, afirmaban que era consecuencia del pecado de los padres). Para quienes se obnubilan con las alternativas orientales.

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  2. No lo había pensado así, pero es cierto, cabe la posibilidad de que la deformidad física sea considerada como reflejo de una "deformidad kármica", por decirlo de alguna manera, en la cultura de la India de aquel tiempo.

    Y bueno, el mundo oriental tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, igual que el mundo occidental. Que Asoka se hizo budista piadoso y pacifista después de orquestar una tremenda masacre, vamos...

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