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jueves, 17 de marzo de 2011

Pasar la plancha.


Cuando he traído a colación expresiones chilenas a este blog Siglos Curiosos, muchas veces son expresiones en desuso, o al menos en retirada. No me culpen a mí, que saco todo este material de libros un tanto antiguos y que no han sido actualizados. La que viene es de "Folclor lingüístico chileno", que dudo mucho se vaya a actualizar alguna vez, básicamente porque su autor el venerable Oreste Plath hace rato que toca el arpa con los ángeles (o eso debería ser merecidamente, porque si hay un hombre que dedicó esfuerzos hercúleos a hacer extensas recopilaciones del folclor chileno, ése es el señor Plath). Pero la expresión ahora en comento todavía se utiliza, no tanto en su forma prístina "fulanito pasó una plancha", pero a veces entre las niñitas pelolais o "de la alta", en formas tales como "¡pero, ay, no, qué plancha, yo me muerho... me muerho, gaiya, que atchó...!" (traducción al español: "¡me muero de vergüenza, amiga mía me muero, cuán atroz...!"). Estas chicas a la moda o in, quizás ignoren lo vetusto de la expresión. A continuación, la estupenda historia de pasar la plancha.

Aunque ustedes no lo crean, había una época en que la ropa no sólo se lavaba, sino que además se planchaba. Y las planchas eran no eléctricas, sino alimentadas con carbón. Por alguna razón, tales planchas se abrieron paso a los bailes. A diferencia de ahora, en que ya ni se sabe quién baila con quién (si es que), en la época se estilaba en el salón de baile que los galanes se acercaran a las damas y gentilmente las invitaran a bailar. Pero como solía y suele pasar, el arte del ligue y el flirteo son la jungla darwiniana en donde sobreviven los más bellos, y en su defecto, las más ingeniosas (o sea, las chicas que al final de la pieza empezaban a hablar como loros, hasta que empezaba otra pieza y el galán, obligado a seguir bailando...). ¿Y qué pasaba con las especímenes más débiles? Obligadas a permanecer sentadas... "planchando el asiento" con sus... ¡bueno, un caballero de la época no se fijaba en esas partes anatómicas, caramba!

La expresión entonces siguió abriéndose camino. Las "planchadoras", o sea, las chicas que habían dejado sus asientos lisitos de tanto permanecer sentadas en ellos, llegaban después a sus casas a "llorar la plancha". No era sólo el no haberse divertido bailando, sino también el que quedara en evidencia lo poco apetecidas que eran, y de ahí que "pasar la plancha" pasó a ser sinónimo de bochorno o papelón. También se usó decir "planchar el asiento" como sinónimo de una vergüenza durante el baile, aunque hoy en día, en los bailes y discotecas, lo que menos hay son asientos, de manera que esa variante sí ha ido en desuso.

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