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domingo, 12 de septiembre de 2010

La enfermedad de Juan Antonio Ríos.


Nadie dice que la vida de un caricaturista político es fácil. Se supone que el caricaturista político debe incordiar a los políticos, criticarlos y ponerlos en ridículo, para bajarlos de su pedestal y hacerlos más humanos. Pero por otra parte, eso supone mantener un delicado equilibrio entre la crítica humorística y el ataque personal. Coke, el destacadísimo caricaturista chileno (seudónimo de Jorge Délano) mantuvo siempre la saludable línea de hacer humor siempre con la política, es decir, con la vida pública de los políticos, y no ponerse a escarbar en su vida privada, actitud muy responsable si se considera que era el editor de "Topaze", la más importante revista de humor político chilena entre las décadas de 1930 y 1970 (y probablemente de todos los tiempos). Con todo, aún así no pudo evitar una amarga metida de pata con el Presidente Juan Antonio Ríos.

Juan Antonio Ríos pertenecía al Partido Radical, y fue elegido Presidente de la República en 1942, reemplazando a Pedro Aguirre Cerda, quien también era radical, y había fallecido en ejercicio del cargo. "Topaze", fiel a su tradición de darle sobrenombres a los Presidentes, lo llamó "Don Mandantonio". El hombre de confianza de éste, para los asuntos internos, era Camilo Ramírez, cuyo cargo era ser Intendente del Palacio (del Palacio de la Moneda, la sede de Gobierno, se entiende), y que por azares del destino, era cuñado de Coke. Empezó a circular el rumor de que Juan Antonio Ríos estaba enfermo, y por lo tanto Coke, con diligencia, le preguntó a Camilo Ramírez qué tanto de cierto había en eso.

-Don Juan Antonio goza de excelente salud- afirmaba siempre el interpelado, cambiando el giro de la conversación, y con esto, Coke se daba por satisfecho. Pero como los rumores crecían, Coke aprovechó el filón para retratar a Don Mandantonio aquejado de una "enfermedad política", dibujándolo incluso en su lecho de enfermo. También empezó a retratarlo con el vientre cada vez más abultado, con alguna clase de misteriosa intuición. Porque lo cierto es que, en efecto, Juan Antonio Ríos estaba desarrollando un tumor maligno en su interior. Y lo desarrolló hasta el punto en que la noticia por fuerza hubo de hacerse pública.

-¡Cómo es posible que no me hayas dicho la verdad!- increpó entonces Coke a su cuñado. -¡Tu excesiva reserva me ha hecho incurrir en un equívoco que ha resultado de pésimo gusto!

-Era un secreto de Estado que me estaba vedado revelarte- dijo el compungido Camilo Ramírez. -Cuando yo te veía dibujar esas caricaturas sentía deseos de romperlas, pero había hecho un juramento que me sellaba la boca y me paralizaba las manos.

Al tiempo falleció Juan Antonio Ríos. Camilo Ramírez llegó a la casa de Coke con los ojos llorosos, y dijo:

-Era todo un hombre y así también supo morir.

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