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domingo, 28 de marzo de 2010

El terremoto y el vino chileno.


En un terremoto se pierden vidas, se vienen abajo construcciones y se sufren pérdidas materiales varias, aparte de la comprensible alteración en los sistemas nerviosos de hombres y gatos. Y también se derraman bebidas alcohólicas. Después de todo, el envase más socorrido para éstas son las botellas de vidrio, y con un movimiento que las arroje estantería abajo, ya pueden suponer la cantidad de bebestible cruelmente desperdiciado. Y si además le sumamos el vino contenido en cubas, en pleno proceso de fermentación, en particular tratándose de un país vitivinícola como lo es Chile... El diario La Nación del Domingo 7 de Marzo de 2010 se hizo cargo del tema, preocupante para todos los amigos de lo etílico.

El domingo después del terremoto comenzaron a salir los primeros informes respecto de las pérdidas en lo vitivinícola. La viña Concha y Toro reportó cinco millones de litros perdidos. Lo escribiré de nuevo. Cinco millones. De litros. Perdidos. El grueso de las cubas quebradas, en cualquier caso, son "algunas del Maule, donde hay mucho vino, pero no de las líneas mejores ni más costosas de la viña". Ni las cubas de La Pintana o de Puente Alto sufrieron mayormente, así es que de los vinos finos como Don Melchor o Almaviva no hubo pérdidas. Peor se lo llevó un pequeño viñedo, Viña Las Niñas, cuyas cubas de acero inoxidable, nuevas, fueron remecidas por el terremoto.

Al poco tiempo don René Merino, presidente de la agrupación gremial Vinos de Chile, que reune a los viñateros, hace algunas declaraciones. Entre ellas: "Nos alegra poder decir que no tenemos información de pérdidas de vidas entre nuestros trabajadores". La pérdida de vino se cuantificó oficialmente en 125 millones de litros (sí, lo voy a repetir: 125 millones de litros. Y lo voy a anotar en números: 125.000.000 de litros), considerando el vino a granel, el embotellado y el de guarda. La nada de 250 millones de dólares. Pero no es demasiado: la cosecha del año 2009 alcanzó los 1.010 millones de litros (lo pondré en números: 1.010.000.000 de litros), de manera que los 125 millones perdidos en realidad fueron apenas algo más que la décima parte de todo el vino en Chile.

No puede decirse que la industria vitivinícola esté en grandes aprietos, con cifras como éstas. Y se avecinan buenos tiempos: nada mejor para los temblores de tierra, que darse unos pequeños temblores etílicos y olvidar los pesares...

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