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domingo, 30 de enero de 2011

Un computador para el creador de la realidad virtual.


Uno podría buenamente suponer que los escritores de Ciencia Ficción están familiarizados con los últimos chiches de la ciencia. Y sin embargo, así como un escritor de novelas policiales no necesariamente ha sido detective, un escritor de Ciencia Ficción no necesariamente es científico, o utiliza los chismes más avanzados de la ciencia. Incluyendo una herramienta tan sci-fi como lo que la bombástica ciencia ficción antigua llamaba los "cerebros artificiales". Una de las víctimas de este asunto fue, de manera bastante sorprendente, William Gibson.

Para el no enterado, William Gibson es el más importante autor del género en la década de 1980, gracias a su ciclo del Ensanche ("Sprawl"), una serie de novelas y relatos ambientados en un futuro cercano y postapocalíptico dominado por máquinas, corporaciones, realidad virtual... La más famosa de estas novelas es "Neuromante", y con justicia, porque fue aquella en la que cristalizó por completo el concepto de "cyberpunk". La novela salió un poco de chiripa, ya que Gibson venía terminando su libro de cuentos "Quemando cromo" (en realidad el título original, "Burning Chrome", se refiere a un personaje llamado así, de manera que sería más adecuado "Quemando a Cromo" y no "Quemando cromo" a secas... pero saldría menos literario al perderse el juego de palabras en inglés), y no quería embarcarse en una novela. Pero su esposa trabajaba y él cuidaba a los niños en casa (un poco, quién lo diría, como "Quién manda a quién", serie televisiva de los '80s en las antípodas del nihilismo cyberpunk), de manera que tenía mucho tiempo libre para escribir.

En 1984 vio la luz "Neuromante", y un montón de ideas que andaban dando vueltas allá afuera sobre realidad virtual y una sociedad futura hipercapitalizada y darwiniana, acabaron por cristalizar y cobrar carnet de identidad en ella. Una muestra de que el concepto que cuajó en "Neuromante" ya existía de manera imperfecta, es que cuando Gibson en pleno proceso de escritura fue a ver "Blade Runner" de Ridley Scott, se salió del cine a los 30 minutos: lo que estaba viendo en la pantalla era demasiado parecido a lo que quería plantear en "Neuromante", y no quería que su delicado sistema nervioso central se contaminara con esa clase de memes. De hecho, antes de 1984 ya existían pelis que de una manera u otra, adelantaban conceptos relacionados con el ciberespacio y la idea de una realidad mediatizada o directamente generada por una computadora o al menos por la tecnología audiovisual moderna ("Videodrome" de 1981, "TRON" de 1982, "Proyecto Brainstorm" de 1983...).

Y he aquí la ironía suprema: el hombre que consagró en la literatura y el imaginario popular el funcionamiento de las computadoras y la posibilidad de inyectarse en ellas para vivir en universos paralelos de realidad virtual, en realidad no sabía nada de computadoras. "Neuromante" fue escrita en una máquina de escribir mecánica como las de toda la vida, con una tecla rota inclusive. Después del éxito de "Neuromante", se abocó a la tarea de escribir "Conde Cero" (otro juego de palabras intraducible, porque "Count Zero" puede significar tanto "Conde Cero" como "Cuenta cero"), y para ello adquirió (¡al fin!) una computadora. Se llevó entonces una sorpresa mayúscula cuando encendió el aparato, y éste empezó a chicharrear a lo loco. Preocupado, Gibson se comunicó con el local que le había vendido el aparato, y le relató su preocupación. La cara del vendedor debió haber sido el descojone cuando le explicó a Gibson que esos ruidos eran normales, y eran los propios de la computadora cuando arranca. Gibson diría después: "Yo esperaba algo exótico y cristalino, como una consola de ciberespacio o algo parecido, pero lo que recibí fue un aparato con algo de maquinaria victoriana... El ruido que hacía me hizo perder algo de mística, hizo que la computadora fuera menos sexy para mí. Mi ignorancia me había permitido dotarla de algo de romanticismo"...

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