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jueves, 10 de septiembre de 2009

El volantín en la Colonia de Chile.


Para los distinguidos lectores de Siglos Curiosos que no sean chilenos, una explicación previa: "volantín" es como se llama en Chile (y bueno, en otros países también, pero este posteo es sobre Chile) a lo que en otros países hispanohablantes se llama castizamente "cometa". O sea, la lámina de papel pegada a un armazón de cañas (actualmente de maderas finas, claro), que se eleva en el aire por medio de un cordel. El volantín o cometa no es, por supuesto, exclusivo de Chile, ni siquiera de los dominios hispánicos, pero eso no viene al caso ahora. Digamos, para entrar en materia, que en la Colonia (1558-1810), cuando por supuesto no existía ni televisión ni demasiada gente que supiera leer, el volantín era una de las múltiples entretenciones populares en que los niños y jóvenes (y a veces no tan jóvenes) mataban el tiempo.

Se supone que el volantín fue introducido en Chile por los padres benedictinos, ya en el siglo XVIII, y se hicieron muy populares. Por alguna clase de ironía, resultó que los padres franciscanos, no los benedictinos, resultaron con la mejor fama de volantineros... Aunque entre los dominicos destacó como volantinero, según se dice, nada menos que Monseñor Crescente Errázuriz Valdivieso, Arzobispo de Santiago desde 1919 hasta su muerte en 1931 (este Crescente Erráruriz fue, por más señas, además de un importantísimo historiador de la Iglesia Católica en Chile, el hombre que condujo a la misma durante la separación de la Iglesia y el Estado en 1925).

Pero volviendo a la Colonia: el juego se tornó popular, decíamos, con una temporada para niños entre Agosto y Septiembre, y una para adultos e incluso más o menos profesionales en Octubre (meses de primavera en Chile). Pero a veces esta diversión resultó ser no demasiado sana, socialmente hablando. Así, el juego del volantín produjo apuestas, y el ocupar espacios para elevar volantines fue objeto de continuas reyertas. Con fecha 05 de Septiembre de 1796, se dictó un bando de buen gobierno, que ordenaba "que ninguna persona de mayor o menor de edad se atreva a encumbrar un volantín grande ni chico dentro de la traza general de esta capital [Santiago de Chile, se entiende], so pena de seis días de prisión y las demás que el caso y las circunstancias exigieran, sin que esta prohibición se extienda a las cañadas y orillas del río donde la espaciosidad permite el libre uso sin el menor riesgo de esta diversión". A la larga, encumbrar volantines fue una actividad que se practicó en canchas.

Hoy en día, el encumbrar volantines suele asociarse con las Fiestas Patrias, que en Chile se celebran el 18 de Septiembre, y que por tanto, coinciden con la temporada de primavera en que se elevaban de antaño los volantines. Con todo, y así como muchas antiguas tradiciones chilenas, la del volantín parece también ir en franca retirada, desplazada por las diversiones más modernas al alcance de los niños de hoy en día...

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