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domingo, 9 de agosto de 2009

Hábleme de la tiotimolina resublimada.


En sus Memorias, Isaac Asimov se confiesa como poca cosa en materia de investigación, y defiende ser mejor expositor y divulgador de la Ciencia, que innovador de la misma. Lo que tampoco está mal. Pero una de esas consecuencias, fue que Asimov debió pasar por un infierno a la hora de escribir su tesis doctoral. Para peor, entre terminar su carrera e iniciar la tesis, por su enrolamiento en el Ejército, por sus responsabilidades laborales y por su matrimonio, habían pasado cuatro años, en los cuales Linus Pauling había reformulado por completo las bases de la Química introduciendo la Mecánica Cuántica en la misma. Es comprensible que Asimov, completamente perdido en su propio trabajo, escribiera la tesis un tanto a disgusto.

Estaba trabajando Asimov un día con una substancia llamada catecol, muy soluble al agua, cuando de pronto se preguntó qué pasaría si se disolviera una fracción de segundo ANTES de tocar el agua (una imposibilidad física en principio, claro, pero aunque esta pregunta no le sirviera al químico en Asimov, al escritor de Ciencia Ficción en él quizás sí). Enojado por tener que escribir su tesis de un modo, en sus palabras, "rígido y anormal (incluso estúpido)", escribió una parodia de tesis que llamó (la traducción es mía y libre) "Las propiedades endocrónicas de la tiotimolina resublimada".

En esa época, Asimov vendía sus cuentos principalmente al editor John W. Campbell, y le presentó igualmente su parodia. Campbell accedió a publicarla ("él no se oponía a publicar de vez en cuando un artículo burlesco", escribe Asimov). Asimov le pidió que la publicara, eso sí, bajo seudónimo. Apareció en el número de "Astounding Science Fiction" de marzo de 1948, poco antes de la disertación doctoral... y no con el seudónimo sino con el nombre del autor. Aunque en esa época la Ciencia Ficción no era exactamente un género respetable aún, la Facultad de Química de la Universidad de Columbia terminó por enterarse, y Asimov tuvo motivos más que suficientes para ponerse nervioso. Pasó Asimov por la exposición oral, temiendo lo peor. Se hicieron las preguntas de rigor. Entre ellas, un profesor dijo:

-Señor Asimov... ¿podría decirnos algo sobre las propiedades termodinámicas de la tiotimolina resublimada...?

Asimov estalló en una risa histérica, en la seguridad de que no estarían bromeando así en caso de suspenderlo. A la salida de aquél salón, Isaac Asimov ya era formalmente el Doctor Asimov. A pesar de las propiedades endocrónicas de la tiotimolina resublimada. O quién sabe, a lo mejor por ellas mismas, que a algún profesor, en una de las tantas, le hicieran gracia...

NOTA DE SIGLOS CURIOSOS: Este posteo está dedicado a la memoria de Sergio Meier Frei (1966-2009), escritor chileno de Ciencia Ficción.

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