Páginas

domingo, 10 de mayo de 2009

Dar de calabazas.


La expresión "dar de calabazas" o "dar calabazazo" a una persona significa desairar a un pretendiente de amores, y lleva consigo la implicación de que dicho desaire es rudo y desconsiderado con los tiernos sentimientos del pretendiente, más o menos como si éste fuera a la casa de la persona y ella lo recibiera arrojándole una calabaza sobre la cabeza. Aunque se utiliza en Chile, es claro que la expresión no es de origen chileno porque la palabra castiza chilena para referirse a la calabaza es "zapallo", así es que de haber nacido en Chile, la expresión sería "dar de zapallos" o "dar de zapallazos". Pero en fin, disquisiciones lingüísticas aparte, pasemos a ver de dónde se origina esta expresión.

Parece ser, hasta donde se puede averiguar, que la expresión tiene su origen en una costumbre... ¡china! En efecto, en Tonkín (China), el ritual del matrimonio exige (o exigía, porque con esto de la globalización, las costumbres cambian a razón de dos por año) que ambos novios se acerquen a prosternarse frente al dios tutelar del matrimonio, sirviéndose mutuamente de beber como símbolo del inicio de su vida en común. Cada uno de los contrayentes posee la mitad de una calabaza, y como parte del rito, ponen cada uno su parte, de manera que la calabaza partida inicialmente es reconstituida entera.

Así, pues, la expresión "dar de calabazas" tiene un sentido completamente antitético al de su origen: si en China el gesto era reunir las calabazas de común acuerdo, la expresión da a entender que, bueno, la persona que requiere tiene voluntad y la persona que es requerida no está dispuesta a reconstituir ninguna calabaza.

Una vieja ronda infantil chilena, de la que a veces en la conversación coloquial se usan los dos primeros versos para despedirse, dice:

"Calabaza, calabaza
cada uno para su casa
y el que no tiene casa
se va a la casa".

2 comentarios:

  1. jajaja excelente, no sabía que esa expresión salía de una ronda infantil chilena.

    "Entonces, calabaza?"

    ResponderBorrar
  2. Bueno, esa es al menos la opinión del folclorista Oreste Plath, y quién soy yo para llevarle la contraria. Y calabaza. :-D

    ResponderBorrar