Historias desopilantes, anécdotas curiosas, rarezas antiguas: bienvenidos a los siglos curiosos.
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domingo, 11 de enero de 2009
La hoguera de Gerardo Rocha.
Todos los años hay crímenes que conmueven a la opinión pública por su brutalidad o sus móviles, pero pocos años en Chile han dejado un legado criminal como el 2008, en que supimos de María del Pilar Pérez López, A.K.A. "La Quintrala del siglo XXI", y en particular el número uno indiscutible, quizás no del año sino de la década, don Gerardo Rocha, al que nos referiremos. Este Gerardo Rocha era un millonario que se hizo a sí mismo, sin fortuna personal (venía de un liceo de hombres) ni título profesional (estudió Filosofía e Ingeniería Comercial, sin titularse en ninguna), sino desarrollando su personalidad y carisma para construirse una red de contactos que lo elevó hacia lo más alto de la pirámide social chilena, como señor de la Universidad Santo Tomás y con múltiples proyecciones internacionales. Quien sabe si debido a los genes defectuosos, al resentimiento social por su baja extracción social, o simplemente por la borrachera de poder que es pandemia de la élite chilena, Gerardo Rocha empezó a tener una profunda vida religiosa, e incluso publicó su propio libro de autoayuda y superación, llamado "Todo está en ti". Parece ser que se sentía llamado de alguna manera por Dios, y por tanto, se creía más allá de las leyes del bien y del mal, que se le aplicaban al resto de los mortales, no a él.
En la oficina del martillero Fernando Oliva trabajaba como secretaria una persona llamada Verónica Espinoza (esto sucedió unos diez años antes del crimen). Se enamoró locamente y dejó a su esposa Carla Haardt (y dos hijos, de paso) para casarse con ella. Pero Gerardo Rocha era un celópata de temer, que alguna vez había causado más de algún incidente violento. En uno de sus arrebatos, le arrancó a Verónica Espinoza la confesión de que ella había tenido algo que ver (sentimentalmente, se entiende) con Fernando Oliva, quince años antes (o sea, antes de conocer a Gerardo Rocha). Enfermo de celos, Gerardo Rocha contrató a Dante Yutronic, de la agencia "La casa del espía", para que le hiciera un seguimiento. Yutronic le confirmó a Rocha que existían amoríos, aunque esto no era la realidad, y alimentó así la patología psicótica de Gerardo Rocha.
El 21 de Febrero de 2008, Gerardo Rocha y dos sicarios contratados por éste, se inmiscuyeron en la casa de Fernando Oliva. Lo amarraron, lo atacaron con un bastón eléctrico, y finalmente Gerardo Rocha bañó su cuerpo con bencina y le prendió fuego. Tal cual. Pero algo salió muy mal. La casa entera ardió en llamas. Fernando Oliva murió en el incendio, naturalmente, pero también Gerardo Rocha fue alcanzado. Presa de la desesperación, salió de la casa envuelto en llamas, y no pudo subirse a su propio vehículo porque la tarjeta plástica que servía para abrirlo, se había derretido. Se reportó incluso que se dejó uno de los dedos semicarbonizados en el pavimento, habiéndoselo amputado a sí mismo inintencionalmente en los forcejeos desesperados con la manilla por abrir el vehículo. Con dedos menos y quemaduras de importancia, Gerardo Rocha fue llevado a una clínica, en donde se reportó que las quemaduras alcanzaban el 42 por ciento de su cuerpo. Allí, en medio de los atroces dolores que son de imaginar, purgó durante 73 días su arrogancia y sus pecados, hasta que falleció, y de esta manera se salvó (es un decir) de ser ajusticiado como autor del delito de homicidio calificado.
Desde entonces, el crimen de Gerardo Rocha, el antiguo rector de la Universidad Santo Tomás, el hombre y guía espiritual, hizo alguna noticia por la investigación contra Dante Yutronic, por lo que podía caberle de responsabilidad desinformando a su cliente y espiando con métodos fuera de la ley, y también por las soterradas luchas entre las dos familias de Gerardo Rocha para administrar su portentosa fortuna. A final de año, el diario La Nación, en un suplemento de recuento con los grandes eventos del 2008, publicó un artículo cuyo título es quizás su mejor epitafio: "Gerardo Rocha, un celópata de corazón".
Agradecimiento por dar a conocer el personaje no dando por conocidas determinada información, que supongo los chilenos dan por sabidas.
ResponderBorrarVisto el final de la historia se puede decir aquello de que en su pecado encontró la penitencia. Sorprende desde luego la cobardía y el sadismo del sujeto:cualquier otro hubiese mandado sin más a los dos sicarios para que "despacharan" al tal Sr. Oliva sin inmiscuirse en la "suciedad" del crimen, sin embargo, él, decidió convertirse en ejecutor y torturador.
un saludo
si bien se aseguró
Los chilenos conocen bien la historia porque fue de primera plana, pero siempre tengo presente que más de la cuarta parte de mis lectores (un tercio quizás) vienen de España, así es que tengo que ser lo más explicativo posible.
ResponderBorrarEn cuanto al individuo mismo, no me atrevo a juzgarlo en persona. Pero me parece una conducta increíble por parte de una persona tan "espiritual". Bueno, como trivia, digamos que hasta donde sé, hubo un intento por sacar una nueva edición del libro de Rocha apenas pasó lo que pasó, aunque dijeron que los planes de republicar venían de antes (¿quién sabe?). En cualquier caso, no recuerdo haber visto el libro en librerías, así es que al final quizás no tuvo mucha venta. Estaría bueno que alguien más informado me (nos) pusiera al corriente sobre qué pasó con eso...
Y eso que resumí tanto como pude la historia...
"El 21 de Febrero de 2008, Gerardo Rocha y dos sicarios contratados por éste, se inmiscuyeron en la casa de Gerardo Rocha." ¿No debería decir que se inmiscuyeron en la casa de Fernando Oliva?
ResponderBorrarUn abrazo.
Sí, eso debería decir, y... ¡sorpresa! ¡Eso dice!
ResponderBorrar(Ehm, sí, estaba mal redactado. Gracias por el aviso. Un abrazo también).