Historias desopilantes, anécdotas curiosas, rarezas antiguas: bienvenidos a los siglos curiosos.
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domingo, 17 de agosto de 2008
El Califa convertido en máquina de aprobar.
Hacia inicios del siglo IX, el Califa de Bagdad era con toda probabilidad el más importante de todos los monarcas de la Tierra. Su poder era mayor que el Emperador bizantino de Constantinopla, siempre en guerra civil contra sus propios súbditos caídos en la herejía, que el Emperador de Occidente (apenas falleció Carlomagno en 814, su Imperio Carolingio entró en guerra civil), que el Emperador del Imperio Tang (que entraría en una devastadora crisis a mitad de centuria) o que el Mikado del Japón. Por eso, la historia de su largo declive hasta la supresión (temporal, eso sí) del título califal en 1258 tiene algo de penoso. Pero más asombroso aún es que los gobernadores que iban minando el dominio del Califa... ¡No sólo pretendían gobernar en su nombre, sino que se peleaban por obtener reconocimiento de éste!
El Califato nació en 632, cuando murió el profeta Mahoma y se planteó la cuestión de quien preservaría su legado. Los Califas Omeyas (661-750) crearon un gran imperio que iba desde la India hasta el Mar Mediterráneo, y los Califas Abasidas (750-1258) lo consolidaron. El Califato era así la expresión máxima de la unidad de todos los musulmanes, más aún que el Papado para los cristianos, toda vez que el dominio del Califa se entendía indistintamente tanto civil como político. Por eso, cuando falleció el gran Califa Harún al-Raschid (786-809) y el poder efectivo de los califas se vio minado por sucesivas guerras civiles posteriores a su muerte, la reputación del Califa permaneció intacta. En la práctica, empero, el Califa vivía recluido en su palacio, se lo había sacado de la vista pública, y su primer ministro, el visir, hablaba por él. Se dio entonces que el visir empezó a hablar más inclinado hacia los intereses de la guardia turca de los Califas, que de los Califas mismos, con lo que éste, aunque formalmente seguía siendo el amo absoluto del Islam, en la práctica era prisionero de su propio cuerpo de guardaespaldas.
Pero como conservar esta pantomima era necesario para que el pueblo ignorante atribuyera legitimidad a los líderes que intentaban independizarse de Bagdad, éstos tomaron la costumbre de pedir reconocimiento oficial al Califa de Bagdad. Esto siguió incluso aunque la crisis política llevó a la creación de dos califatos paralelos al "oficial", el Califato Fatimida de Egipto (910-1171) y el Califato de Córdoba (929-1031).
Así, el conquistador turco Mahmud de Gazna, que manu militari entre 998 y 1030 se creó un gran imperio en la India, pidió reconocimiento del Califa Al-Qadir (991-1031), y lo obtuvo. En 1055, los turcos selyúcidas se tomaron Bagdad con el permiso oficial del Califa de Bagdad, con el pretexto oficial de liberar a los abasidas del dominio de los buyíes, sólo para transformarse ellos mismos en los nuevos carceleros del Califato. Yusuf, el señor de la guerra almorávide que controlaba toda la mitad occidental del Desierto del Sahara, consiguió hacia 1086 que Bagdad reconociera su dominio. Un siglo después, en 1175, el conquistador kurdo Saladino y su ejército de turcos, que habían conseguido destruir el poderío de los Fatimitas en El Cairo y se había entronizado él mismo sobre ellos, se volvió humildemente hacia Bagdad y pidió reconocimiento para sus pretensiones (por más señas, este Saladino después será el guerrero musulmán contra el que lidiará la Tercera Cruzada, retratada en la película "Cruzada" del 2005). El Califa, orgulloso de que Saladino reconociera al "verdadero Califato" y no a los herejes fatimitas, se apuró a concederle su bendición.
De esta fantasmal manera, a pesar de que el Califa ya no tenía poder efectivo alguno, seguía cumpliendo una importante función social: legitimaba a los soldados de fortuna que se labraban imperios, asegurando así la tranquilidad de conciencia de los musulmanes. El Califato de Bagdad desapareció en 1258, cuando los mongoles arrasaron con el dominio de los turcos selyúcidas, y no se molestaron en tomar para sí las insignias califales. Los reyes mamelucos que gobernaban desde El Cairo se apresuraron entonces a crear su propio Califato (en 1261, tres años después del saqueo mongol de Bagdad), y alegaron que era el mismo Califato "oficial" de Bagdad, que ahora continuaba en tierras egipcias... Esta impostura destinada a asegurar la supremacía del gobierno mameluco duró hasta que los mismos mamelucos fueron abatidos por los otomanos en 1517, pasando el título "oficial" de Califa ahora a los Sultanes Otomanos, quienes por diversas circunstancias políticas recién vinieron a darle valor en el siglo XVIII. En tierras otomanas persistió hasta que el Imperio Otomano fue abolido, y sus territorios remanentes fueron reconvertidos en la República de Turquía. Una larga vida espectral para los califas, si se consideran que su poder efectivo no valía casi de nada, durante el más de un milenio que se extendió entre 809 y 1923...
Muy interesante el post, me encanta el estudio del Islam, pero pienso que sí hubo algunos califas que tuvieron verdadero poder, o al menos fueron más capaces que otros muchos. Me parece que has hecho una síntensis muy buena
ResponderBorrarEn cuanto a que hubo califas poderosos, es cierto que los hubo (no se me ocurriría considerar a Omar, a Mohavia o a Harún al-Raschid como una tropa de debiluchos), pero probablemente el último de ellos que puede blandir tales enseñas sea Harún al-Raschid. Después en el siglo IX vino la serie de guerras civiles que acabaron con el poder del Califato y... Mmmmmm... Bueno, hace uno o dos meses atrás apareció un artículo en "Le Monde Diplomatique" sobre las añoranzas de algunos ultras islámicos sobre volver a construir un Califato. Y así sigue el mundo...
ResponderBorrarGracias por las felicitaciones, y saludos.
P.D. Acabo de enlazar el blog Historiazuer en los destacados de Historia, y... ¡veo que le gusta el "Cándido" de Voltaire! Qué gran novela ésa, en particular la sección del auto de fe en Portugal... :-D
Don Gato, Saladino, ¿era kurdo, no? Supongo que por el parecido del gentilicio con el de "turco", se le paso esa. Muy buena nota, un saludo!
ResponderBorrarEn realidad no hubo confusión, porque el párrafo aludía a las hordas de Saladino y no al mismo conquistador (un poco como podemos decir de Hitler que fue un gobernante alemán a pesar de haber nacido austríaco), pero se presta para el malentendido, así es que lo corregí. Gracias por la precisión.
ResponderBorrarEn realidad lo de Saladino es muestra de la confusión política y militar del Medio Oriente en la época. Porque:
1.- Era de familia kurda que procedía de Armenia, efectivamente.
2.- Nació en Tikrit, Irak, que en la época parece que estaba bajo control de un vástago de la dinastía Uqaylid, por entonces defenestrada en su base de operaciones de Mosul, y atrapada entre la presión de Zengi en Siria y la de los selyúcidas al este.
3.- Se alistó y fue general a las órdenes de Zengi y de su hijo Nuradín, ambos señores militares de Siria que controlaban su territorio desde Alepo, pero que eran de filiación turca. Y
4.- Al invadir Egipto, siguió utilizando a sus propias tropas turcas, ahora revuelto contra Nuradín (que murió antes de poder presentarle batalla), pero no es difícil suponer que haya reclutado también batallones en Egipto.
En breve, que Saladino era kurdo nacido en Irak al servicio de turcos que murió como sultán egipcio...
O sea, ser nacional de alguna parte en ese tiempo y lugar, no es algo que fuera a figurar de manera prominente en el carnet de identidad, si hubiera existido esa tarjeta de plástico para aquel entonces. Digo yo.