Historias desopilantes, anécdotas curiosas, rarezas antiguas: bienvenidos a los siglos curiosos.
Páginas
▼
domingo, 2 de marzo de 2008
Urano y los satélites literarios de Herschel.
El inglés William Herschel es uno de los astrónomos más importantes de todos los tiempos. Se le debe, entre otras cosas, el primer intento por trazar un mapa de la Vía Láctea. Sin embargo, su logro más famoso es, por supuesto, haber descubierto el planeta Urano, en el año 1781. Ya en la Antigüedad, observando el cielo a ojo desnudo, los astrónomos griegos, babilonios, chinos, mayas, etcétera, habían observado que cinco "estrellas" se mueven de manera un poco extraña. Los griegos los llamaron "planetas", que en su idioma significaba "errante". Y la observación del cielo había avanzado muy poco más desde ese entonces, en cuanto a miembros del Sistema Solar.
Por eso, grande fue la sorpresa del señor Herschel cuando en 1781, siguiendo los movimientos de una "estrella" en particular, ésta resultó desplazarse a la manera de un planeta... Ya se conocía la Teoría de la Gravitación hacía casi un siglo, y las Leyes de Kepler eran cosa vieja, por lo que no tardó en identificar a este nuevo astro como un planeta por derecho propio. Lo llamó Urano, por el dios griego de los cielos, y pasó a la historia como el primero en descubrir un nuevo planeta desde la Antigüedad, así como el primero en hacerlo no a simple vista, sino a través de un telescopio.
Pero aunque el descubrimiento de Herschel fue brillante, su trabajo sobre Urano no estuvo exento de errores. Así, en 1787 reportó que Urano tenía... ¡seis! lunas. De las seis, sólo las dos mayores, Titania y Oberón, resultaron reales. En los siguientes 170 años, hasta el advenimiento de la Era Espacial, se descubrieron los llamados "cinco grandes", el último (Miranda, por el astrónomo Gerard Kuiper) en fecha tan tardía como 1948. Pero con la pasada de la sonda Voyager II por Urano en 1986 (199 años después del reclamo de Herschel), y luego con las exploraciones del Telescopio Espacial Hubble, el número se disparó a 27... por el minuto, al menos.
De manera que Urano tenía varios satélites a fin de cuentas, pero sólo dos de los denunciados por Herschel eran reales. ¿Y los otros...? Parece ser que se confundió con alguna estrella delante de la cual en ese momento estaba pasando Urano. De todas maneras, nadie sabe con certeza qué fenómeno óptico pudo haber confundido a Herschel.
Por cierto, la nomenclatura de los satélites de Urano presenta una peculiaridad. Desde la época de Herschel, éste se apartó de la costumbre de usar nombres de dioses griegos para los cuerpos celestes, y en vez de ello usó nombres de personajes de Shakespeare (también inglés, por cierto); y cuando empezaban a escasear las féminas shakesperianas... ¡Alexander Pope al rescate! (otro escritor inglés, éste del siglo XVIII). De hecho, los veintisiete satélites de Urano presentan nombres de personajes shakesperianos o popeanos, un impensado homenaje astronómico para cualquier escritor: Cordelia, Ofelia, Bianca, Crésida, Desdémona, Julieta, Porcia, Rosalinda, Cupido, Belinda, Perdita, Puck, Mab, Miranda, Ariel, Umbriel, Titania, Oberón, Francisco, Calibán, Esteban, Trínculo, Sicorax, Margarita, Próspero, Setebos y Fernando...