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domingo, 25 de noviembre de 2007

"Separados pero iguales".

Una de las más oscuras páginas de la segregación racial en Estados Unidos, es aquella de la doctrina "separados pero iguales". La historia es la siguiente.

Después de 1865, acabada la Guerra Civil de Estados Unidos, se proclamó legalmente que la esclavitud quedaba abolida (13a Enmienda), y que de hecho, los negros y los blancos eran iguales, y con igual derecho a ser protegidos por la ley y el Estado (14a Enmienda). Por supuesto que esto disgustó a los blancos, en particular a los blancos del Sur, quienes apenas las tropas del Norte se retiraron, pasaron una serie de leyes de segregación racial. Frente a ellas, el Estado no hizo nada, porque se estimó que la 14a Enmienda se aplicaba sólo al Estado, y no a los particulares que aplicaran la segregación en sus propios servicios.

No tardaron en aparecer los rebeldes a las leyes, y con ellos, los juicios sobre el particular. En Mayo de 1896, en el caso "Plessy vs. Ferguson", la Corte Suprema de Estados Unidos falló con siete votos a favor y sólo un disidente, que las leyes de segregación racial no vulneraban la igualdad de derechos entre blancos y negros, en tanto ambos grupos segregados recibieran un trato igual. Con lo que se impuso la doctrina de "separados pero iguales".

En la práctica, naturalmente, los negros recibían peores servicios que los blancos, incluyendo menos subvenciones educacionales por parte del Estado, lo que llevaría a nuevas revueltas sociales. Cuando el movimiento por los derechos civiles entró en efervescencia, en los '50s, se ventiló un nuevo juicio, el caso "Brown vs. Board of Education", en la que un grupo de padres demandó el fin de la segregación racial en Kansas. La Corte Suprema señaló, esta vez por la unanimidad de los nueve votos, que toda segregación era, de hecho, una situación de desigualdad. No fue el fin de la segregación, por supuesto, ya que aún quedaba por luchar contra ella en el uso de los bares y de los medios de locomoción, pero al menos destruyó para siempre la doctrina del "separados pero iguales", en cuyo nombre los segregacionistas pudieron durante tanto tiempo reirse en la cara de sus compañeros estadounidenses.