Sucedió el año 1396, en los alrededores de la ciudad balcánica de Nicópolis, y en dicha jornada la caballería francesa, buscando cubrirse de gloria, sí se cubrió... pero de ridículo. Sucedió de la siguiente manera.
La Cristiandad estaba en peligro (otra vez) porque el Imperio Otomano, los temidos turcos, estaban tomando reino cristiano tras reino cristiano en los Balcanes. Así es que un grupo de caballeros franceses se dirigieron a Oriente para hacerles frente, bajo el liderazgo de Segismundo, a la sazón rey de Bohemia, actualmente la República Checa (este Segismundo será después Emperador del Sacro Imperio).
Segismundo indicó a los caballeros franceses que iban a ir a la vanguardia, pero en la segunda línea, detrás de un contingente de campesinos de Valaquia encargados de limpiar la primera línea de otomanos, que indefectiblemente eran campesinos reclutados a la carrera, puestos ahí precisamente para detener cualquier arremetida de caballería. Era una estupenda idea, pero los franceses decidieron ignorarla. El condestable d'Eu dijo: "ocuparnos en la retaguardia es un deshonor y nos expondría al desprecio de todos". Además, consideraría como un insulto personal que él, todo un condestable, fuera precedido por otra persona.
Pasó lo que era de prever. El condestable lanzó a sus tropas a una carga cerrada apenas vio al enemigo turco. Batieron sin problemas a la primera fila de infantes otomanos, sólo para encontrarse con un muro de estacas, que servían de parapeto a la arquería otomana. Los caballeros franceses, acorralados, fueron acribillados a flechazos. La caballería ligera turca los rodeó, y aquello pasó de batalla a masacre. Cuando el rey Segismundo, que venía algo más atrás, llegó al campo de batalla, nada se podía hacer ya para salvar la situación del ejército cristiano. Y así terminó la valerosa, bienintencionada y estúpida Cruzada de Nicópolis.
La Cristiandad estaba en peligro (otra vez) porque el Imperio Otomano, los temidos turcos, estaban tomando reino cristiano tras reino cristiano en los Balcanes. Así es que un grupo de caballeros franceses se dirigieron a Oriente para hacerles frente, bajo el liderazgo de Segismundo, a la sazón rey de Bohemia, actualmente la República Checa (este Segismundo será después Emperador del Sacro Imperio).
Segismundo indicó a los caballeros franceses que iban a ir a la vanguardia, pero en la segunda línea, detrás de un contingente de campesinos de Valaquia encargados de limpiar la primera línea de otomanos, que indefectiblemente eran campesinos reclutados a la carrera, puestos ahí precisamente para detener cualquier arremetida de caballería. Era una estupenda idea, pero los franceses decidieron ignorarla. El condestable d'Eu dijo: "ocuparnos en la retaguardia es un deshonor y nos expondría al desprecio de todos". Además, consideraría como un insulto personal que él, todo un condestable, fuera precedido por otra persona.
Pasó lo que era de prever. El condestable lanzó a sus tropas a una carga cerrada apenas vio al enemigo turco. Batieron sin problemas a la primera fila de infantes otomanos, sólo para encontrarse con un muro de estacas, que servían de parapeto a la arquería otomana. Los caballeros franceses, acorralados, fueron acribillados a flechazos. La caballería ligera turca los rodeó, y aquello pasó de batalla a masacre. Cuando el rey Segismundo, que venía algo más atrás, llegó al campo de batalla, nada se podía hacer ya para salvar la situación del ejército cristiano. Y así terminó la valerosa, bienintencionada y estúpida Cruzada de Nicópolis.