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domingo, 8 de abril de 2007

Las desventuras de Bohemundo de Nápoles.

Si alguna vez se hiciera el ranking de los perdedores más grandes en la Historia Universal, seguramente Bohemundo de Nápoles ocuparía un prominente lugar, ya que fue el clásico personaje que llegó siempre segundo en todas las empresas que intentó.
La Italia del siglo XI era dominada, en su mitad inferior, por bizantinos y árabes, que atravesaban un gran período de debilidad, lo que aprovecharon algunos capitanes normandos para infiltrarse y conquistar territorios para sí. Uno de éstos fue Roberto Guiscardo, padre de Bohemundo. Roberto conquistó todo el sur de Italia, y luego atacó en la mismísima Grecia al Imperio Bizantino, por ese entonces regido por Alejo Comneno. Bohemundo le acompañó, y cuando Roberto debió regresar a Italia, para atender una llamada de auxilio del Papa, quedó a cargo de los ejércitos normandos en Grecia. En mala hora, porque los bizantinos, que iban de derrota en derrota, se repusieron.
En eso murió Roberto Guiscardo (año 1085). A pesar de que Bohemundo era su hijo, al estar lejos su tío Rogerio (hermano de Roberto) se apoderó de su reino. Cuando Bohemundo volvió a Italia, ya era tarde, y quedó desheredado.
Chasqueado, se embarcó en la Primera Cruzada. Esta, guiada por el Conde Raimundo de Tolosa y por Godofredo de Bouillon, se congregó en Constantinopla, la capital del Imperio Bizantino... y Bohemundo debió pasar por la humillación de jurarle lealtad al Emperador bizantino, al mismísimo Alejo Comneno al que antes había enfrentado.
Algo después, en 1099, estaba Bohemundo en la primera línea, durante el asedio a la importantísima ciudad de Antioquía. Luego de que ésta y Jerusalén cayeron, Bohemundo consiguió, a fuerza de prepotencia, hacerse Príncipe de Antioquía. Entonces apareció Alejo Comneno, exigiéndole que respetara su juramento. Bohemundo, ávido de gobernar sin amos, se negó. Estalló la guerra, y Bohemundo acabó como prisionero de Alejo. Para obtener su libertad, debió renovar su juramento de lealtad.
Bohemundo decidió entonces que libraría la guerra contra el Imperio Bizantino a muerte. Viajó a varias cortes de reyes europeos y trató de convencerlos de liderar una cruzada contra los bizantinos (que en esa época se habían separado de la Iglesia de Roma, el año 1054). Pero le atendieron mal, y se convirtió en el hazmerreir de toda la nobleza europea. Y cuando por fin las cosas le resultaban, y estaba reclutando su ejército para combatir a los bizantinos, murió. Corría el año 1115.

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